El trabajo cuyo primer capítulo
aquí se ofrece es recopilación, enmienda y culminación de otros
trabajos previos, cuyo origen remoto está en la Memoria de
Licenciatura de Francisco Blanco, en la Facultad de Historia.
Se presenta
como
lo que es, sin más pretensiones: una aproximación a una historia. Por desgracia, hasta
hoy, la única aproximación que se ha intentado.
Bienvenidas serán las críticas
que se hagan desde el rigor, la reflexión y la referencia precisa a los datos.
Contribuirán a mejor edificar una historia que, por la limpieza de
intención de quienes la vivieron, por el entusiasmo que despertó
en tantos, merece un trato justo, un juicio informado y veraz.
Metodología.-
Para la elaboración de este trabajo de investigación
se ha utilizado como
base fundamental la
Memoria de licenciatura "El FES, una manifestación de la oposición
falangista al régimen de Franco" redactada por
Francisco Blanco;
no obstante, al integrarlo como un artículo en un estudio más
amplio se han suprimido ciertos apartados que pudieron tener sentido
dentro de la Memoria en su dimensión de obra completa, pero que aquí
no lo tienen. A partir del estudio del FES como la manifestación
alternativa de la Falange más coherente y duradera, se han indagado
otras conductas de grupos falangistas paralelos a él, anteriores o
posteriores en el tiempo.
Además de la utilización ya reseñada en su día de la
colección documental del FES y de las entrevistas realizadas, se añade
la consulta a publicaciones de la Falange Española de las JONS Auténtica
y de documentación obrante en el Archivo General de la Administración
del Estado.
Antecedentes y controversia
ideológica.-
Junto a la conducta de falangistización del Estado
durante la guerra civil 1936-39 y en los años posteriores a la
misma es posible seguir un contrapunto de disidencia por parte de
minoritarios sectores de falangistas que entendían que el proyecto
esbozado durante la época republicana por
los líderes históricos de la Falange Española, es decir,
en el tramo 1933-36 no
se estaba cumpliendo.
La corta vida del proyecto político de José Antonio
Primo de Rivera, que junto a los antecedentes de Ramiro Ledesma y Onésimo
Redondo, tuvo una duración autónoma de tan solo cinco años, unido
al papel histórico desarrollado por la Falange durante la guerra
civil y el régimen franquista, han producido una falta de definición
clara sobre
qué era la
Falange, sobre si tuvo o no el el poder , así como interpretaciones
varias sobre la actitud de disidencia o pseudodisidencia
que pequeños núcleos
falangistas pudieron tener. En todo
ello ha influido
la variedad en el comportamiento
de los falangistas, lógica si
tenemos en cuenta los numerosos contingentes
amparados bajo dicha denominación y que constituyeron el
partido político con más afiliados habido en la historia de España.
El clásico libro de Stanley Payne, “Falange,
Historia del fascismo español”,
subrayaba la falta de homogeneidad, las profundas diferencias
y la dificultad en saber lo que la palabra falangista significaba para cada uno de
los que así se llamaban (3). A esa dificultad se añadía la suposición de algunos que pensaban que la
ignorancia sobre el conocimiento de la Falange era mayor dentro de
España que fuera y que tal desconocimiento se acrecentaba entre los
que se denominaban falangistas (4). Todo un mar de confusión.
Para S. Ellwood, estudiosa del
fenómeno azul, en su texto Prietas
las Filas la variedad era más aparente que real y a la larga la
diversidad descansaba en lugares comunes de referencia (5), dando a
entender una versatilidad tremenda en la Falange que la llevaba a
una continua historia de adaptacionismo. Un "coyuntural-oportunismo" con base en el medro. Tales
opiniones pueden tener una parte de verdad, con las reservas debidas
ante el olvido de la británica de ciertas manifestaciones del falangismo o de
falangistas atípicas para su visión del
asunto.
Entendemos que son observables a lo largo de la historia
del movimiento falangista una
serie de constantes, que se
manifestaba como divergencias notables de las que señalamos
como sintomáticas y expresamente reveladoras:
las relativas al fenómeno religioso y eclesial, al mundo del
trabajo, al mundo estudiantil y a las "previsiones
sucesorias" o sea a la forma de la jefatura del Estado.
1º- La
aceptación implícita del catolicismo
como pilar
fundamental de la elaboración doctrinal falangista ha sido
comúnmente aceptada; sin embargo en esto ha habido contestaciones
y, por supuesto, la práctica religiosa o las relaciones con la
Iglesia, o mejor, con su jerarquía, han sufrido vaivenes desde los
primeros tiempos. Vaivenes que no quedaron estancados en la pugna
del primer tiempo del régimen sino que rebrotaron con cierta
frecuencia.
2º- En el
mundo del trabajo observamos
posturas contrapuestas. Desde la Falange, que aportaba el contenido
social al régimen del general Franco, se actuaba
también en
tareas policiales represivas y se ordenaba, por poner un
significativo ejemplo, a los falangistas a tomar "medidas enérgicas
de represión" contra quien repartiera pro da subversiva,
colaborando con la Policía a tal fin (6) o con quien participaba en
movimientos de contestación a la política sindical ordenada.
Con ese tipo de pro da, o sea subversiva, desde la
Falange también se incitaba a la manifestación, a la huelga y a
responder contra las medidas de represión del Estado (7). Existen
muchos testimonios escritos de cuál era la postura del conglomerado
FES, alentando a la huelga en Barreiros, en la Standard, en los
sucesos de Granada del año 70 y en otros conflictos obreros.
3º.-El
Sindicato Español Universitario fue el
organismo controlador universitario, falangista, del que se sirvió
el régimen franquista y desde el IV Consejo Nacional de El Escorial
de 1940 olvidaba su papel de "gracia y levadura"
adjudicado por Primo de Rivera, cercenando la inquietud
revolucionaria de sus miembros; pero también en la Universidad, años
más tarde, fueron frecuentes la llamadas contra el
ejercicio controlador
del Estado
o contra
la represión policial.
Se podrá argumentar que esas disidencias obreras y
estudiantiles eran "rebeldía fascista" o un
"romanticismo demencial", pero no podrá negarse su
existencia. Porque quien de esto más supo sí lo dijo. Nos estamos
refiriendo al Coronel José Ignacio Sanmartín, máximo responsable
del Servicio Central de Documentación de la Presidencia de
Gobierno, quien en su libro Servicio Especial señala a la UTS como movimiento de oposición
sindical, de menor importancia que Comisiones Obreras, Movimientos
de Apostolado Obrero o STV. Definía a la UTS como "movimiento
confederal de línea aparentemente apolítica que preconizaba la lucha sindical seguida del diálogo".
(p.149) Para San Martín en el apartado grupos políticos que
apoyaban la subversión en la enseñanza señala "…los
de la Falange disidente (FES, FSN, Fuenteovejuna, etc), mas los de
tendencia castrista, trotskista y anarquista, pero la mayoría de
ellos eran poco activos y algunos sólo existían en el papel."
(p. 146)
4º.-
Discrepancias en cuanto a la aceptación del régimen, del
Jefe del Estado, de las
previsiones sucesorias etc. establecieron un fuerte contraste entre
las posturas de los falangistas. El acatamiento a la salida monárquica
por estar ordenado por el Generalísimo -y sólo por eso- era señal
de poco amor para el futuro jefe del Estado Naturalmente la postura
de abierta contrariedad ante aquello era mucho más frecuente en las
filas juveniles falangistas.
Por ello, con tamaña disparidad de criterios, ¿no sería
más correcto hablar de Falanges o de una Falange poliédrica en vez
de hablar de Falange o de la Falange?
La existencia, por la diferencia de opiniones, de varias
Falanges, ya fue puesta de manifiesto por Manuel Cantarero del
Castillo, aunque él las reducía a grupos falangistas que se
organizaban dentro del Movimiento, por lo que la heterogeneidad tenía un marco claro
de referencia, no
discutido, para las
distintas tendencias. En sentido estrictamente legal "todo y
todos" eran falangistas, es decir miembros de FET y de las JONS,
que por mucho que acabara rebautizándose como Movimiento Nacional
no dejaría nunca de ser FET y de las JONS.
Si en las primeras etapas del régimen se pudo
identificar Estado y Falange, el paso del tiempo había hecho que
tal ecuación careciera de sentido. Eso se desprende al menos de las
opiniones de los falangistas a partir de los sesenta.
Para conocer lo que la Falange representaba para los
falangistas se ha acudido a dos publicaciones. La primera es una
pequeña encuesta que el Diario Informaciones
realizó el 31 de Octubre de 1968 con el título "¿Qué
pasa en la Falange?". En el
vespertino madrileño, los francofalangistas encuestados,
fuera ya de lugar, se mostraban absolutamente tranquilos sobre el
estado de la Falange y daban sorprendentes respuestas como la de que
"la Falange estaba en su momento" o bien "que se
prolongaba en el Movimiento". Otros entendían
que su final era inevitable y que debía ser
"honrosamente licenciada" (sintagma serranista del 45 que hizo fortuna) porque no tenía sitio
en áreas donde imperaban los sistemas
democráticos. ¿Qué había conducido al Informaciones
a realizar aquellas preguntas? La percepción clara de falta de
monolitismo dentro del conglomerado falangista.
Incidentes ocurridos
un par
de días
antes en el madrileño teatro de la Comedia,
contaban con la justificación de Dionisio Ridruejo
para quien la protesta era explicable aunque
"ligeramente tardía". Quien fuera destacado falangista en
los primeros tiempos había abandonado la militancia oficial en
1942, aunque según el mismo declaraba "de la Falange esencial
no me voy" y aún seguía manteniendo contactos con actos del
oficialismo falangista en 1953. Su evolución a posturas socialdemócratas
llegaría poco más tarde. Ninguno identificaba ya Estado con
Falange, aunque malabarismos dialécticos veían continuación o
prolongación de una realidad en otra cuando el ascenso de la
tecnocracia, políticos más o menos ligados al Opus Dei era un
hecho, la Ley Orgánica del Estado había sido aprobada y el
falangismo del régimen se recluía en fúnebres
conmemoraciones en Noviembre o en apolillados recuerdos los 29 de
Octubre. En los años 68 o 69, auténticos puntos de inflexión para
el franquismo, seguían dándose interpretaciones pintorescas, pero
claro se veía que eso llamado Falange se iba acumulando en el campo
de la marginalidad, posiblemente por falta de uso.
Una segunda publicación es el libro Falange
Hoy de
Miguel Veyrat / Navas Migueloa a producto de una encuesta
de veintiuna preguntas realizadas
en 1973 a cuarenta
y un falangistas. Al ser mayor el número de encuestados las
respuestas a lo que la Falange significaba entonces para ellos tenía
mayor variedad. Los más fervientes francofalangistas seguían
pensando -¡a tres años del desmontaje del régimen!-
que la Falange se proyectaba en el Movimiento y cubrían
de retórica
sus explicaciones; para otros, la
Falange no existía.
Había
una idea que se prestaba a múltiples interpretaciones, en ocasiones
incluso contrapuestas.
Resulta claro que uno de los problemas fundamentales que
plantea el estudio de la ideología falangista reside en su
definición.
Poner límites precisos
a los pensamientos, a veces divergentes de sus figuras más
representativas, resulta complejo. Las causas de ello estarían en
el escaso periodo de tiempo con vida autónoma de la Falange,
anulada con la vorágine de la guerra, y su inclusión en una
amalgama de fuerzas a las que prestó su léxico particular y sus símbolos.
Confluyeron gentes de formación muy distinta y no quedó tiempo de
perfilar con exactitud aquella aventura original, moderna y
genuinamente española.
Normalmente se viene contemplando como la versión española
del fascismo. A tal conclusión se llega en los intentos de
agrupar posturas por afinidades. En el caso de la Falange, si bien
es posible establecer relaciones -en muchos casos puramente
estéticas- con los modelos alemán e italiano, es también
cierto que hay algo distinto. La filosofía sustentante al ideario
falangista expuesta por Primo de Rivera y estudiada en profundidad
por Adolfo Muñoz
Alonso y
Salvador de Brocá o Argaya Roca (8)
distaba radicalmente de los presupuestos alemán e italiano.
La originalidad del planteamiento político, las
transformaciones sociales reclamadas en época republicana,
los rasgos de independencia con otras formaciones políticas, que a
la larga y a la fuerza
se vieron convertidos en un solo partido, obligan a prestar una
atención más divergente a la Falange Española, mermada con el
simple etiquetaje de "fascista". Tal término, que ha
adquirido connotaciones de insulto, excluyendo prácticamente otros
posibles significados conforme a pensadas estrategias del lenguaje,
resulta sumamente impreciso. En palabras del profesor Muñoz Alonso
"ser fascista es hoy
un ignominia y
declararse fascista supone una
depravación moral y una provocación criminal" (9). Con la
palabra "fascismo" no
se define una opción política aparecida en el tiempo, se quiere
definir el conjunto de los males; viene a ser la nueva figura del
demonio para quienes de ella usan como venablo arrojadizo que
paraliza cualquier posible acto noble de tan miserable postura.
Por otra parte, la figura de José Antonio Primo de
Rivera, máximo exponente de la Falange, se ha mantenido en una
interesada idealización por parte de sus camaradas, fervientes
seguidores del Estado del 18 de julio, y también de quienes lo
instrumentalizaron a lo largo del tiempo sin declararse camaradas
suyos. Ese grado de lejana idealidad en que se ha sumergido su
figura ha sido refrendado por historiadores desde ópticas
distintas, cuyos juicios, en general, acerca del hijo del Dictador bien pueden ser calificados de positivos. Como botón
de muestra quedan las palabras del historiador americano Jackson y
del líder anarquista Abad de Santillán para quienes José Antonio
era algo mucho más complejo que la de simple líder de un partido
fascista (10). Y quedan los cuatrocientos cuarenta y nueve juicios que
Enrique de Aguinaga y Emilio González Navarro han recopilado en
el texto Sobre José Antonio
para quien quiera ver valoraciones u opiniones, favorables o
contrarias sobre el hijo del Dictador.
Enfrentándose a tales posturas hay
otras bastante
menos favorables para la Falange. Y no ha sido extraño encontrar
(y aún sigue hoy ocurriendo entre algunas gentes) la
paradoja de situar en sus charlas políticas más espontáneas a un
José Antonio "enfrentado" a la Falange. Tal contradicción
no dejaría de tener una fuerte dosis de razón. "Joseantonianos"
se han declarado personajes que no entendían la Falange como
instrumento político y, desde luego, si contrastamos los planteamientos de Primo de Rivera con
las respuestas políticas reales que dieron reconocidos falangistas
como Fernández Cuesta, Girón de Velasco o Arrese Magra se llegará
a la conclusión que la Falange -lo que por tal se conoció-
se alejó bastante de lo que su fundador pretendía. Quedaría por
ver si la Falange no ha podido ser otra cosa más que la Falange
real, la de los representantes aludidos. Y, efectivamente, eso fue. Salva a la Falange en general,
además de ciertas realizaciones y encomiables actitudes personales
de algunas de sus organizaciones, el estar situada en el marco de la
filosofía idealista,
que puede recurrir a la idea cuando cuando la realidad no fue
precisamente ejemplar. Es la ventaja de este modelo.
La obra política con efectos reales de mando, al
disponer de parcelas de poder, refleja como Falange posible la de
aquellos que se integraron en el Estado franquista; pero aún así,
desde prácticamente la desaparición de Primo de Rivera y, sobre
todo, cuando su Falange era
engullida por el nuevo Estado con el consentimiento de la mayoría
de los falangistas, hubo voces que se alzaron contra aquel estado de
cosas puesto que no veían allí a la Falange y pretendían algo
distinto.
Fue el estudio del americano Stanley
G. Payne el primero
de los trabajos que analizaba el fenómeno de la Falange (14).
Publicado
en Francia por
la editorial Ruedo Ibérico en 1961 y por tanto de carácter
clandestino,( el prológo de la obra estaba escrito por
un histórico de la falange
-Vicente Cadenas- con el seudónimo de Francisco Farreras) servía para un concienzudo repaso de lo que había sido la
historia de la Falange. Hacía incursiones importantes -por
desconocidas- en lo que podríamos denominar como Falange no
ortodoxa. En las respuestas falangistas producto del desencanto
creía ver el único residuo idealista de la Falange. Naturalmente
las formaciones surgidas en los años 60 y 70, por
razones obvias, no pudieron ser objeto de su estudio. Del
mismo autor Franco y José
Antonio donde amplía el espacio y tiempo de Estudio y priva al
texto del calor y la admiración que marcó en su Obra primera
Partiendo de esa obra pionera, Eduardo Álvarez Puga (15)
publicó una Historia de la
Falange en donde dedicaba atención en su parte final a lo que
titulaba "Las
discrepancias de la Falange" incluyendo, muy de pasada,
desmanes de descontentos en algunas celebraciones falangistas, pero
sin prestar apenas dedicación a este tipo de divergencias,
centrando su estudio en la Falange oficial.
Una excelente aportación fue la realizada por Heleno Saña
en la revista Índice (16).
En sucesivos capítulos pasaba revista al fenómeno de la Falange y
se dedicaba, en la parte final, al estudio de una "Falange
proscrita" en donde mezclaba en cajón de sastre, perfectamente
inteligible para aquel entonces, a Círculos Doctrinales José
Antonio y al FES.
Una buena contribución sobre el Frente de Estudiantes
Sindicalistas se hacía desde el libro Prensa
y Publicaciones clandestinas en España ( ¿autor? ) aparecido
en el año 76 y que además de mostrar un panorama reciente en la
mente de muchos, lo que dificultaba la componenda y la reescritura
interesada de la historia, presentaba la originalidad del enfoque:
no se trataba de analizar a la Falange o a los grupos falangistas
sino a aquellos que habían luchado contra el régimen del general
Franco. El estudio de esta disidencia falangista y la transcripción
de textos publicados por el FES ofrecían una información que,
aunque breve, consideramos veraz y muy positiva.
Una aportación que pretendía ser "total" era
la de la inglesa Shellag
Ellwood (18) que abarca hasta el año 1983. Para su director,
Paul Preston, se alcanzaba con el libro "Una
nueva etapa historiográfica
en el análisis del franquismo". Un libro para el que la
autora pudo dedicar tiempo gracias a una beca de investigación y
que cuenta con estudio documental y
remisión a fuentes orales. Por lo que a nuestro trabajo
respecta, Ellwood dedica un apartado a la Falange no franquista que
entiende como un todo, desde los primeros brotes de rebeldía durante
la guerra hasta el final del franquismo. El apartado dedicado al
Frente de Estudiantes Sindicalistas resulta aceptable
en cuanto al relato de hechos en los que participó el grupo,
teniendo en cuenta que su
aportación es casi única, mas las valoraciones que realiza son
sumamente discutibles y entendemos que habla por boca de otros al
adjudicar al FES características próximas a una secta.
En la Cárcel Modelo de Barcelona firmaba Ernesto
Milá una pequeña obra sobre los "años oscuros de la
Falange" (19). El recorrido bastante completo, aunque conciso,
de los distintos grupos falangistas y su buen conocer de los
entresijos de las tales formaciones hacen de este texto, de limitada
repercusión, una interesante
obra para entender
la múltiples variedades falangistas. El espacio dedicado al FES o a
FEi supone el reconocimiento de la importancia y originalidad que
aquello tuvo entre el marasmo del falangismo.
Otro importante trabajo, el texto de Sáez
Marín sobre el Frente de Juventudes (20), aportación
valiosa, documentada (a veces en exceso por la poca
importancia en cuanto a la divulgación de la documentación
ofrecida en) y esencial para conocer la historia de esa organización.
La atracción por el tema, demostrado en la laboriosidad de lo que
fue una tesis doctoral, parecen la obra de un iniciado, perfecto
conocedor de los entresijos de aquel gigantesco movimiento juvenil.
El epílogo, en línea con la más rigurosa y normalizada crítica
acerca del fenómeno de la Falange, parece la obra de un converso
sujeto a las pautas dominantes, encasilladoras del fenómeno
falangista. Aportaciones que arrojan luz sobre la prehistoria de la
disidencia falangista que se estudia en este trabajo nos han servido
para el establecimiento de ciertas conexiones y la confirmación de
antecedentes.
Uno más de los textos utilizados ha sido el de Onrubia
Rebuelta (21) cuyo valor fundamental reside en la transcripción
de documentos críticos hacia el franquismo por parte de falangistas
o de grupos falangistas con especial dedicación al FES. Yerra en
situar en el mismo cajón de sastre a
Círculos Doctrinales José Antonio y al Frente de Estudiantes
Sindicalistas. Si Heleno Saña pudo hacerlo, la historia
siguiente no aconseja precisamente realizar tal unión como si de
dos estructuras complementarias se tratasen. El aporte documental
realizado aproxima el texto a nuestro trabajo, pero como el análisis
es prácticamente inexistente y la narración realizada, exceptuando
algún importante hecho puntual, no es ya novedosa, y apenas si
puede tener considerandos válidos para lo que aquí nos ocupa.
Sabemos también de estudios realizados sobre aspectos
próximos al nuestro como son los de José
Luis Rodríguez Jiménez publicado como La Extrema derecha en España o los de Miguel Ángel Ruiz Carnicer. Ambos expusieron sus avances en el ya
lejano Congreso Internacional
"La Oposición al régimen de Franco". El primero
acerca de la Izquierda nacional y el segundo sobre el
SEU y la contestación universitaria. Ambos aportaron
interesantes datos y conclusiones en el Congreso citado. La exposición
de Rodríguez recorría
agrupaciones falangistas coincidentes en el tiempo con el FES, pero nunca se citó a éste en el conjunto
de aquella
"Izquierda nacional" que el régimen posiblemente utilizó
como tubo de escape que mostrara la posibilidad de posturas
presuntamente discrepantes. Rafael Ibáñez ha realizado un
relato completo y conciso de la Falange de la transición que puede
seguirse en la dirección de Internet http://members.es.tripod.de/FSLN/fetransi.htm
Tenemos pues dos tipos bien precisos de obras, ambos con
claros intereses. De una parte textos como los de Onrubia o Milá
son claramente favorables a la divulgación de la contestación
falangista por tratar de crear distancias con el régimen de Franco.
Otros textos como los de Sáez Marín o Ellwood parten de un
encorsetamiento del fenómeno falangista ajustado a listones tales
como búsqueda de la pureza del fascismo o la versatilidad de la
Falange para acomodarse a situaciones muy variadas, premisas que
parecen necesarias para
acercarse al estudio de este tema y que ya, desde aquí, avisamos
que no compartimos.
Un panorama pues, que va arrojando luz en cuanto al
estudio del mundo de la Falange y que nos ha servido como
reveladores de la periferia de lo aquí tratado. Las obras de Milá,
Onrubia y Ellwood traspasaban esos umbrales periféricos y
demostraban el conocimiento de la trama del falangismo disidente con
sobrada capacitación; pero los tres, partiendo de posturas muy
distintas y con obras de muy diverso calibre, reunían a las
distintas formaciones falangistas de disidencia. Precisamente uno de
los objetivos de este capítulo es mostrar la radical diferencia que
el conglomerado conocido con el nombre del FES supuso para la
Falange.
NOTAS
3. S. G. PAYNE,
Falange, Historia del Fascismo Español,
París, Ruedo Ibérico. 1965, Prólogo del traductor p. VIII.
4. Ibidem.
Prólogo del traductor p. VIII.
5. S. ELLWOOD,
Prietas las Filas, Barcelona, Crítica
Grupo Editorial Grijalbo, 1984. pp. 203‑251.
6. Ejemplo de esas tareas parapoliciales está en la
circular enviada por
Jesús Aramburu a los militantes falangistas de Madrid. Ver
Documento nº 2
7. La incitación a la manifestación y a la huelga está
reflejada en los panfletos que el grupo FES lanzó con ese nombre o
con los de UTS, FNT o Falange Nueva.
8. A. MUÑOZ
ALONSO, Un pensador para un pueblo,
Madrid, Ediciones Almena, 1974, p. 525.‑ Salvador de Brocá,
Antecedentes filosóficos del pensamiento de José Antonio Primo de
Rivera y de Ramiro Ledesma, Universidad de Barcelona.
Secretariado de Publicaciones, Intercambio científico y
Extensión Universitaria, 1976, 23 págs.
9. A. MUÑOZ ALONSO, Ob. cit., p.96
10. G. JACKSON, La República Española y la guerra
civil 2ª Ed. Crítica Grupo Editorial Grijalbo, 1976, pp. 168,
169. D.
ABAD DE
SANTILLÁN, Por qué perdimos la guerra, 1ª
ed., Plaza y Janés, Col. El arca de papel, 1977, p.43.
11. L.
ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, "Ensayo bibliográfico
sobre José Antonio Primo de Rivera". Separata del volumen Estudios
de Historia Contemporánea, Madrid, CSIC, Instituto Jerónimo
Zurita 1976, pp. 441‑495
12. D. JATO MIRANDA,
La Rebelión de los estudiantes
Madrid, Imp. Romero Requejo S.L, 1975, 4ª ed., 616 págs.
Adolfo Muñoz Alonso, Ob. cit.
13. J. ONRUBIA REBUELTA
Bibliografia sobre el
Nacional-Sindicalismo, Madrid, La Hora de España, 1987,
35 págs.
14. S. G. PAYNE, Ob. cit.
15. E. ALVAREZ PUGA, Historia de la Falange,
Dopesa, 1969, pp. 210-211.
16. H. SAÑA , "La Falange: Intento de un diagnóstico"
en Índice de las Artes y de las Letras núm. 269-270 de
15.05.70 y 01.06.70.
17. R. CHUECA, El Fascismo en los comienzos del Régimen
de Franco. Un estudio sobre FE JONS, Madrid, CIS,
1983, 548 pags.
18. S. ELLWOOD, Ob. cit
19. E.
MILÁ, Falange Española 1937-82 Los años
oscuros 1ª ed., Barcelona, Ediciones Alternativa, Noviembre de
1986, pp. 40-46 y
69-75.
20. J.
SÁEZ MARÍN, El Frente de Juventudes,
Madrid, 1ª edición, Siglo XXI, Octubre de 1988, 515 págs.
21. J. ONRUBIA REBUELTA, Historia de la oposición
falangista al régimen de Franco en sus documentos, Madrid,
1989, 156 págs.
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