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Aproximación a la estructura sociológica de la Falange de Badajoz antes de la Guerra Civil -Ángel David Martín Rubio- Entre
las 1.514 víctimas causadas por la represión republicana en la provincia
de Badajoz, hay 470 (es decir, un 31%) que aparecen en la documentación
integrante de la Causa General
con una filiación política concreta, mientras que el resto son
calificados genéricamente como personas
de orden o de derechas[1]. Dada
la naturaleza de esta información, es lógico que los datos de que
disponemos no sean completos, pero permiten establecer una tendencia
general en la distribución de la procedencia ideológica de los
considerados enemigos de la República o potenciales adictos a la
sublevación, así como la estructura socio-profesional predominante en
cada organización. La cifra global se desglosa así:
A
partir de esta información, vamos a efectuar un acercamiento a la
composición social que define a la Falange de Badajoz antes del 18 de
Julio. Para ello, comenzaremos por aproximarnos a los primeros pasos de
esta organización en dicha provincia mediante algunas notas que pretenden
hacer luz en una historia confusa y que esperamos ratificar o corregir
conforme la documentación y los testimonios lo permitan. 1.
Trayectoria de la Falange de Badajoz antes de la Guerra Civil
Los
primeros pasos de lo que sería la Falange de Badajoz se dieron en la
primavera de 1933, coincidiendo con la aparición del periódico El
Fascio y del Movimiento Español
Sindicalista (M.E.S.) cuyo Delegado Provincial era don Carlos Pacheco
y Lerdo de Tejada, propietario de 65 años y de origen emeritense que había
sido Senador durante la Dictadura de Primo de Rivera. Con él se puso en
contacto y actuó desde los
primeros momentos, Arcadio Carrasco Fernández-Blanco, abogado y
agricultor de Zalamea de la Serena[3]. Al
acto fundacional de Falange Española, el 29 de octubre de 1933 en el
Teatro de la Comedia de Madrid, asistió una representación de Badajoz
compuesta por siete vecinos de Zalamea: ¾
Arcadio
Carrasco (que ocupó un puesto en el escenario) ¾
Juan
Jara Hidalgo (panadero) ¾
Julián
Sánchez Urbina (gerente de fábrica de 27 años[4]) ¾
Francisco
Granado Martínez (labrador de 20 años[5])
¾
Florencio
Gallardo ¾
Fernando
Calero Orozco ¾
Juan
Pozo Sánchez. El
segundo de los citados, Juan Jara, sería asesinado apenas un mes después
(3-diciembre-1933) en Zalamea de la Serena cuando pegaba en la calle unos
carteles de propaganda. A él aludía José Antonio unos meses más tarde
en el Parlamento: “Que
a nosotros nos han asesinado un hombre en Daimiel, otro en Zalamea, otro
en Villanueva de la Reina y otro en Madrid, y está muy reciente el
del desdichado capataz de venta del periódico F.E.”[6]. Con
este motivo, Emilio Alvargonzález, Delegado Nacional de Provincias,
estuvo en Zalamea llevando una lápida que se colocó en la tumba de Juan
Jara el 20 de diciembre y 500 pts. que se impusieron en una cartilla a
nombre de la hermana menor de Juan. Era el único dinero de que disponía
la Falange en esos momentos. El texto de la citada lápida decía así:
“JUAN JARA HIDALGO / De Falange
Española / Muerto / 3 de diciembre de 1933”. Eduardo
Ezquer, residente en Don Benito, se adhirió por escrito a la Falange
después de este acto y recibió contestación en un impreso firmado por
José Antonio donde se le invitaba a ponerse en contacto con don Carlos
Pacheco. El primer Delegado de Don Benito fue Eusebio Donoso-Cortés y el
29 de noviembre de 1933, ante las fuertes discrepancias, surgidas entre éste
y Ezquer se trasladó a dicha localidad, por indicación de don Carlos
Pacheco, Arcadio Carrasco quien reunió a ambos y, de acuerdo con todos,
designó Delegado Local a Leopoldo Nieto Martín-Romo, Capitán de
Caballería retirado de 53 años[7]
que poco después dejó su cargo y fue sustituido por Eduardo Ezquer
(quien ya aparecía como tal en el diario
Hoy del 6 de marzo de 1934). El
4 de febrero de 1934, la Falange de Badajoz estuvo presente en el acto de
Cáceres mereciendo una especial mención de José Antonio: “Y
reciban luego una felicitación entusiasta por su intervención auxiliar
las magníficas escuadras de Sevilla, ejemplares por su temple
disciplinado, que mandó Sancho Dávila; las de la provincia de Badajoz,
puntuales y vibrantes, que mandó Arcadio Carrasco y Eduardo Ezquer, y las
de Madrid, excelentes de presencia y de espíritu, que fueron al mando de
Julio Pérez ... Madrid, 14 de febrero de 1934”[8]. A
este acto la representación de Badajoz se trasladó en un autocar desde
Zalamea y asistieron camaradas de dicha localidad, Quintana y Don Benito. El
11 de febrero de 1934 se recibía oficio de Madrid sobre la formación del
Triunvirato Provincial de Badajoz y el 16 de abril Emilio Alvargonzález,
Delegado Nacional de Provincias, ordenaba a don Carlos Pacheco citar en Mérida
a Arcadio Carrasco, Eduardo Ezquer, Terán de Zafra y Alba de Badajoz pero
el Triunvirato no llegó a formarse. Poco después D. Carlos Pacheco quedó
apartado de Falange por su edad y otras circunstancias, especialmente su
destacada actuación en la Dictadura[9]. Las
organizaciones falangistas de la provincia y la capital tenían ya una
importancia tan acusada que en las cláusulas de la fusión de “Falange
Española” y de las “Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista”, había
un apartado en el que se las citaba como base de la organización del
nuevo movimiento. Como consecuencia de esta decisión, se creó el primer
triunvirato provincial y se procedió a crear como organizaciones
falangistas, a partir del eje de las más antiguas de Badajoz y Don
Benito, las de Almendral, Oliva de la Frontera, Quintana de la Serena,
Castuera, Torre de Miguel Sesmero (centro inaugurado con asistencia de
Manuel Mateo), Zalamea de la Serena, Higuera la Real, Monterrubio de la
Serena, Mérida, Almendralejo, Cordobilla de Lácara y algunas más[10].
Con fecha 28 de agosto, la Junta de Mando designaba a Ezquer como miembro
del Consejo Nacional. En
octubre del mismo año, Eduardo Ezquer asistió a la reunión de dicho
organismo en el que desaparecieron los triunviratos y el 17 de noviembre
de 1934, el diario “Hoy” publicaba que había sido nombrado Jefe
Provincial de Badajoz. Ezquer había propuesto a Arcadio Carrasco por
considerarlo más apto y merecedor por su antigüedad pero el mando decidió
elegirle a él. Poco después apareció en el mismo periódico una nota en
la que el Triunvirato Local de Zalamea anunciaba la disolución de la JONS
local haciendo constar que se trataba de la más antigua y con mayor número
de afiliados de la provincia. Durante
1934 y 1935, el jefe provincial, Eduardo Ezquer, desempeñó un importante
papel en la organización alentando activos núcleos de militantes que
tuvieron que enfrentarse con violencia a los ataques de los socialistas y
a las insidias de la derecha más reaccionaria. El diario Hoy
aludía con estas palabras a los frecuentes sucesos de Don Benito: “Un
día es la venta del semanario FE que los contrarios intentan evitar
violentamente secundados por algunos guardias municipales que creen que el
uniforme y los atributos de la autoridad sólo pueden estar al servicio de
los “camaradas”. Otro día es el maltrato brutal a unos niños que llevan lacitos azules
en sus blusas lo que provoca la intervención de los fascistas con la
consiguiente herida de los enemigos. Más tarde es la emboscada cobarde,
la ruptura de cristales, el insulto procaz, la mirada desafiadora, los
mueras y los cantares alusivos y por último el asalto a la casa -no
habitada- del triunviro Ezquer”[11]. Centuria de la Falange de Badajoz. En
efecto, y sólo por citar algunos de los casos más llamativos, El 4 de
marzo de 1934 en Don Benito,
veinte falangistas que venden la revista FE en la plaza del pueblo son
atacados por grupos socialistas que serían dispersados. Fue detenido
Eduardo Ezquer y resultaron varios
heridos. El 29 de marzo una
manifestación de socialistas maltratan a dos niños por llevar lacitos
azules en la blusa y agrede a varios transeúntes, por lo que unos
falangistas se defienden resultando
herido Vicente Sánchez y varios más detenidos (de los agredidos, no los
agresores). En la madrugada del día 1 de es golpeado y acuchillado el
joven José Cazalet por confundirle con Pedro Barquero que era uno de los
falangistas del suceso del día 29. El 13 de mayo de 1935, y también en
Don Benito, hay una colisión entre falangistas y socialistas; fue muerto
uno de éstos y otros resultaron heridos. El propio José Antonio
participaría en la defensa de los inculpados ante la Audiencia de
Badajoz. El 11 de septiembre en Quintana de la Serena, tres comunistas
fueron gravemente heridos[12]. El
domingo 28 de abril de 1935, se celebró en Don Benito un acto de
propaganda con asistencia de miembros de las JONS de Badajoz y Cáceres
además de los que llegaron de Madrid, a pesar de lo cual, la mayoría del
numeroso público asistente estaba formado por personas extrañas a las
filas falangistas. En el mitin intervinieron Eduardo Ezquer, Antonio
Parejo, de la organización local de Don Benito, Virgilio Viniegra, jefe
provincial del S.E.U. y los dirigentes nacionales Manuel Mateo, Raimundo
Fernández-Cuesta, Julio Ruiz de Alda y José Antonio Primo de Rivera.
Terminado el acto, en el que no ocurrió el más mínimo incidente, unos
quinientos asistentes participaron en una comida popular. A los postres
entraron una veintena de muchachas de Don Benito para escuchar, si se
pronunciaban, los discursos, y, aunque se había pensado que no los
hubiera, José Antonio les dirigió sus conocidas palabras acerca de Lo Femenino y la Falange[13]. José-Antonio sale de informar en la Audiencia de Badajoz. Le acompañan Ezquer, Aguilar y Manuel Mateo A
lo largo de este tiempo, en toda la provincia se multiplican los centros y
nacen los de Villanueva del Fresno, Alconchel, Olivenza, Higuera de
Vargas, Salvaleón, Fuentes de León, Talavera la Real, La Nava de
Santiago y otros más, que reciben ya en los preludios de las elecciones
de feberero del 36 la visita de los mandos provinciales a los que acompañaba
el secretario nacional del sector obrero Manuel Mateo. Pero la visita de
éste a Extremadura tenía, además, otra finalidad. El enfrentamiento
entre Ezquer y Carrasco se había agudizado y Arcadio acusaba al primero
de ser un mando colérico e impopular, lo cual resultaba un obstáculo
para ganar gente. José Antonio le suspendió temporalmente del cargo y
decidió enviar a Manuel Mateo como inspector para que investigara la
cuestión. Este, estimó infundadas y falsas las acusaciones y José
Antonio se apresuró a enviar a Ezquer una carta de disculpa[14]. A
finales de 1935, era el propio Ezquer quien pedía a José Antonio su
relevo como jefe provincial de Badajoz y consejero nacional por considerar
que en Falange Española se habían infiltrado bastantes señoritos
en puestos sobresalientes (“O
acabas con el señoritismo infiltrado en Falange -denunciaba Ezquer- o
éste acabar con la mejor ocasión revolucionaria de España”). Estando
confinado en Aldea del Cano, después de haber sido expulsado de la
provincia de Badajoz por las autoridades republicanas, Ezquer recibió un
oficio del gobernador civil ordenándole trasladarse a Escurial. Al
presentarse a las autoridades correspondientes éstas confundieron la
“u” con la “o” de El Escorial, por lo que pudo marchar a Madrid y
entrevistarse con José Antonio comprobando que su motivo de alarma ya había
sido observado por éste[15].
No obstante, su expulsión de la provincia y los confinamientos hacían
aconsejable nombrar otro jefe como se hizo semanas después en la persona
de Arcadio Carrasco[16]. En
estas circunstancias, la Falange, con escaso peso numérico hasta
entonces, conoció un fenómeno de crecimiento por aluvión. A pesar de su
fracaso electoral (o precisamente por su no implicación en la derrota
derechista) a partir de febrero de 1936 se produce la incorporación de
una militancia de procedencia dispar, pero entre la que predominaban los
que habían pertenecido a las Juventudes de Acción Popular, en ocasiones
ajenos a la línea ideológica y al estilo del movimiento[17]. Paralelamente,
a partir de la segunda quincena de marzo, comenzaba el desmantelamiento
policial de la organización a la que el gobierno frentepopulista
consideraba única responsable del desorden. A consecuencia de ello el
propio jefe nacional, José Antonio, y prácticamente todos los dirigentes
de la Falange ingresarían en prisión. Arcadio Carrasco estuvo detenido
en la cárcel de Castuera y en esta localidad fue agredido a tiros el 23
de marzo de 1936 por un guarda municipal[18].
El 14 de abril, horas después de ser puesto en libertad, fue de nuevo
detenido y expulsado de la provincia al producirse un choque entre
falangistas y socialistas con más de 20 heridos, 4 de ellos falangistas.
A lo largo de estas fechas, el diario Hoy
registra con frecuencia altercados de diversa consideración así como el
ingreso en prisión y la puesta en libertad de numerosos falangistas. En
este contexto hay que situar sucesos como el atentado contra el Gobernador
Civil de la provincia, que se efectuó en las proximidades de Almendralejo
resultando herido el Comandante de Asalto que le acompañaba[19]
y el asesinato en Castuera del falangista Leopoldo Sánchez Hidalgo
(14-julio-1936)[20]. 2.
La participación de la falange de Badajoz en el 18
de Julio
Según
sus propias declaraciones, Arcadio Carrasco ingresó en la Cárcel Modelo
de Madrid el 5 de mayo donde, junto a otros falangistas, se encontraba
detenido José Antonio, y fue puesto en libertad en junio. Amparado en la
inmunidad parlamentaria de Fermín Daza Díaz
del Castillo,
simpatizante con la Falange, se trasladó a Ciudad Real donde, por orden
de José Antonio, reorganizó dicha provincia. Por este motivo, actuaba
como jefe provincial de Badajoz en la práctica Diego Garrido García, de
Almendralejo. En
julio, volvió a Badajoz donde recorrió las organizaciones locales acompañado
de Manolo Carande y Pepe Cid, viajó a Alicante para llevar a José
Antonio unos papeles que le entregó su hermano Fernando y traer
contestación, y comunicó en Madrid que estaría en una finca entre las
provincias de Badajoz y Córdoba. Al tener noticia de que los Guardias de
Asalto le habían localizado, marchó a Córdoba donde se sumó al
Alzamiento hasta que en agosto se incorporó en Sevilla a la Columna que
mandaba el Teniente Coronel Yagüe en dirección a Badajoz. Según
estos datos, aportados por el propio Carrasco, el jefe provincial de FE de
las JONS, difícilmente pudo participar en la decisión de sumarse al
Alzamiento que se tomó en Badajoz cuando Feliciano Sánchez-Barriga
recibió un telegrama que el día 17 de julio se daba a conocer en un café
de la capital a los mandos locales y provinciales[21]. Dicho acuerdo no tuvo ninguna trascendencia en las
organizaciones locales, pues sus responsables afirman generalmente no
haber recibido las instrucciones esperadas[22]
mientras que los que actuaron lo hicieron por iniciativa propia y fueron
ellos los que buscaron, en ocasiones, el apoyo de la Guardia Civil, no al
revés. 2.1.
La Falange de Badajoz y el Alzamiento
En
La Nava de Santiago había
tenido lugar un curioso precedente: “Residía
en este pueblo el camarada José Tabares Gragera el cual era Jefe de la
Falange clandestina y estaba en contacto con estos elementos tanto
provinciales como Nacionales, encontrándose en Badajoz el día 13 de
julio de 1936 fecha del asesinato de D.José Calvo Sotelo, el cual regresó
expresado día al anochecer y trajo la noticia que produjo la natural
alarma entre todos los elementos de orden de la población; mas como este
asesinato encendiera aún más las persecuciones por parte de los
marxistas, encarcelaron a varios patronos y obreros que fueron libertados
en la madrugada del día 15 de julio, para lo cual y por las fuerzas que
seguían al camarada Tabares Gragera fueron violentadas las puertas del
Ayuntamiento constituido en prisión, todo ello en la creencia de haber
estallado el Alzamiento en toda España para limpiar de marxistas nuestra
Patria. Varias horas estuvo la población bajo el dominio de los
fascistas, sin que por las calles se dejara circular a nadie que no
extendiera su brazo en alto y diera el grito de ARRIBA ESPAÑA. Como
fueron vencidos:
A las ocho de la mañana próximamente del día 16 hizo su presencia en
este pueblo un grupo de guardias de asalto al mando del Capitán Medina
para sofocar este Alzamiento el cual ordenó la práctica de diligencias y
encarcelamiento de todos cuantos tuvieron intervención en el mismo,
ascendiendo el número de los detenidos a unas cincuenta personas entre
ellos como es natural el Jefe de la Falange D.José Tabares. Fueron duros
los castigos y propinaron sendas palizas, recogieron infinidad de
escopetas y se llevaron conducidos a Mérida en la madrugada del día 17 a
once de los detenidos de los cuales asesinaron el día 7 de agosto a los
camaradas José Tabares Gragera, Antonio Vizcaíno Carreto, Toribio Macías
Dorado y Camilo Agudo Cortés. En la tarde del día 17 de julio y sin duda
por tener noticias del Alzamiento en toda España se ausentaron todas las
fuerzas de Asalto, quedando los detenidos en poder del Alcalde marxista”[23]. El
18 de julio sorprendió a la Falange de Don Benito sin ningún preparativo[24]
pero los jefes de la JONS local se ofrecieron a la Guardia Civil indicando
la conveniencia de salir a la calle con los escasos guardias del cuartel
unidos a los paisanos armados, para proclamar el estado de guerra,
destituir a las autoridades, encarcelar a los más destacados elementos
contrarios y esperar órdenes. El Alférez se negó alegando que solo
recibía órdenes del gobierno y, al recriminarle esta conducta, fue
expulsado del cuartel el emisario de Falange. La Guardia Civil acabó por
ponerse a las órdenes del comité y comenzaron las detenciones. En
Medellín se
tuvo conocimiento del Alzamiento la tarde del 18 de julio. Desde este
momento el párroco, en colaboración directa con un grupo de falangistas,
se puso en contacto con el comandante del puesto de la Guardia Civil
contando con que esta autoridad diera la voz de echarse a la calle pero no
fue así. Nuevamente volvió el párroco a requerir al cuartel la orden
ansiada pero la respuesta fue que entregaran las armas sin más.
Las fuerzas acabaron por concentrarse en Don Benito. El
jefe local de Zarza Capilla
reunió a todos sus camaradas y les hizo ver la conveniencia de tomar las
armas y de concentrarse en la Sociedad
de Recreo, donde permanecieron hasta el día 21 en que intervinieron
elementos de Cabeza del Buey y Peñalsordo. En Monterrubio de la Serena, el jefe local y otros tres falangistas,
que no habían recibido las instrucciones del mando provincial que
esperaban, permanecieron sitiados en su domicilio hasta el 23 de julio. En
Valverde de Mérida, los
escasos elementos falangistas trataron de adueñarse del pueblo y de
detener al Comandante Ruiz Farrona que se encontraba allí de permiso pero
la Guardia Civil les negó su colaboración y, a las órdenes del alcalde,
comenzaron las detenciones y registros. En La
Morera y Villalba de los Barros
había un grupo de falangistas esperando órdenes pero éstas no llegaron
y fueron encarcelados. Tampoco recibieron las consignas esperadas los
falangistas de Los Santos de
Maimona: “El
día 15 de julio, por el conducto sabido, recibió Blanco la última
orden: había que estar preparados; la recepción de un telegrama que diría
“Gabino mejor”, señalaría el momento. Escaparse de la cárcel,
juntarse a las fuerzas del distrito y ponerse a la disposición del jefe
provincial. Pero
llegó el 18 de julio y el telegrama esperado no se recibió. Hay que
advertir que el camarada carcelero fue sustituido por otro un poco antes.
Mientras en la cárcel todo era ansiedad, aquí, la noche famosa, llena ya
de escopeteros, se buscaron sigilosamente a los jefes: no había nada; la
orden no había llegado; había que esperar. Entonces se preocuparon de
esconder las pistolas por si llegaba la ocasión y lo hicieron tan
cuidadosamente que, a pesar de los reiterados registros domiciliarios, no
apareció ninguna hasta que pudieron ser entregadas a la autoridad
verdadera”[25]. A
diferencia de lo hasta aquí expuesto, la situación de resolvió
favorablemente, aunque solo por unos días, en aquellos lugares en que
tuvo lugar la actuación conjunta de guardias civiles y paisanos. En
Villafranca de los Barros
varios falangistas se unieron a las fuerzas de la Guardia Civil hasta el
mediodía del 20 de julio en que salieron y en su mayoría fueron
detenidos. El Cuartel permaneció vigilado hasta que los guardias
accedieron a primeros de agosto a ser conducidos a Badajoz.
En Guareña, al recibir noticias del Alzamiento el 20 de julio, dieron
señal de vida los elementos marxistas que se reunían constantemente en
el Ayuntamiento mientras la Guardia Civil se acuartelaba en unión de un
grupo de una veintena de paisanos, en su mayoría falangistas. El 21,
sobre las 8 de la mañana, cuando una patrulla de dicha fuerza regresaba
de hacer guardia en la torre próxima al cuartel, al tiempo de aproximarse
a la puerta de entrada, fue muerto por un disparo hecho desde una esquina
próxima el guardia José Cortés Holguera[26].
El 28, se presentaron unos camiones con fuerzas de asalto y milicianos al
mando de un teniente y de Sosa,
diputado socialista, quienes (después de parlamentar) obtuvieron la
rendición de los sublevados. Los guardias fueron conducidos a Badajoz
quedando los civiles detenidos[27]. En
Castuera se concentró la
Guardia Civil de Peñalsordo, Cabeza del Buey, Monterrubio, Zalamea y
Retamal que se hicieron cargo del Ayuntamiento nombrando nuevo alcalde y
deteniendo a algunos izquierdistas. El 23 de julio se hace sentir la
cercanía de los guardias de asalto del Capitán Medina reforzados con
mineros de la zona de Peñarroya y Puertollano y milicianos de diversos
lugares, y la Guardia Civil recibió orden de concentrarse en Villanueva.
De esta manera, el pueblo quedó defendido únicamente por un grupo de
falangistas que hicieron fuerte resistencia pero no pudieron evitar la
ocupación de Castuera en la mañana del 25 de julio: <<Castuera,
a poco de ser desguarnecida, queda sometida al acoso de los elementos
marxistas que acuden de fuera y al de los rojos locales envalentonados.
Defienden el pueblo dos docenas de falangistas. El día 24, los mineros de
Peñarroya y Puertollano, mandados por el capitán Medina, jefe de los
guardias de Asalto de Mérida, cercan el pueblo.
En las salidas se baten denodadamente los falangistas. Uno de
ellos, el obrero don José Pozo Hidalgo, cae en su puesto de combate
vitoreando a España. Ante la superioridad abrumadora de los atacantes los
defensores se refugian en la torre de la iglesia[28],
donde son estrechados y batidos. Mas logran al fin escapar y Castuera
queda incorporada al soviet.
Es el 25 de julio, festividad del Apóstol Santiago, que era una de
las fechas de tradicional alegría y bullicioso regocijo para Castuera. ¡Adiós,
esperada ilusión! Este año la verbena se ahogará en sangre. Medina
lanza sus hordas por la población. Roban y destruyen a su antojo, corren
la pólvora con derroche de dinamita y por dondequiera que van dejan un
rastro de humo y de ruinas>>[29]. Villanueva
de la Serena
pudo aún resistir unos días pero el 30 de julio se repitió lo ocurrido
en Castuera: los guardias civiles y sus familias, acompañados en esta
ocasión de numerosos paisanos, se replegaron hacia Cáceres mientras que
un puñado de falangistas quedó al frente de la defensa que pronto sería
vencida. “En
Villanueva de la Serena quedan 20 falangistas para proteger esta salida y
contener el ímpetu de las columnas rojas, que tratan de desbordarse en la
población por el lado de Don Benito. Los defensores se hacen fuertes en
distintas casas y luchan encarnizadamente hasta que son atacados con
bombas de mano y dinamita y la mayoría de ellos perecen sepultados por
los escombros o carbonizados en las cenizas del edificio. Uno de los
contados falangistas que logra escapar a otro edificio es el escuadrista
Constantino Parejo Casas, que ya había hecho famoso su nombre en la
provincia en actuaciones de la Falange. Cuando se queda sin un solo
cartucho, parlamenta y se le promete que será respetada su vida. Ya en
poder de los rojos, le descerrajan un tiro; moribundo le arrojan por un
balcón y queda expuesto el cadáver en la calle Olivaritos “para que se
lo coman los perros”. Sus compañeros, los hermanos Pérez del Villar y
Manuel Puerto Atanasio, también son asesinados. Es el 30 de julio. El
capitán de asalto Medina con su cuadrilla vandaliza la población a su
antojo, sin que nadie frene sus excesos. En la misma puerta de sus
domicilios son asesinados varios vecinos, acusados de fascistas, a la
vista de sus familiares”[30]. El
fracaso de estas iniciativas supuso que a primeros de agosto de 1936
(precisamente cuando los nacionales iniciaban su marcha por tierras
pacenses) la totalidad de la provincia de Badajoz se encontrara bajo el
control de la República. Sin embargo, la rápida intervención de las
tropas de Yagüe iba a provocar un rápido cambio en el escenario y la
posibilidad de reconstrucción en determinadas zonas de las maltrechas
filas falangistas. 2.2.
Apuntes sobre la Falange de Badajoz en la guerra civil.
Una
vez empezada la guerra, en zona republicana los falangistas se
convirtieron en objetivo preferente de la represión desencadenada desde
el mismo 19 de julio mientras que en zona nacional, y a consecuencia
del desprestigio de los partidos de derechas, únicamente los
tradicionalistas y los falangistas estaban en condiciones de responder al
llamamiento a la acción directa. La muy limitada presencia de los
primeros en Badajoz, convirtió a la Falange en el principal foco de
movilización y, por lo tanto, en lugar de incorporación de una heterogénea
masa compuesta por elementos reaccionarios, clase media e incluso antiguos
militantes de izquierda o de los partidos republicanos, que buscaban la
obtención de una protección política o proclamaban su conversión.
Los efectivos aumentaron en proporciones enormes y pronto rebasaron los límites
de todo control. Así, mientras que el número de afiliados a Falange se
estimaba en 1.200 para toda Extremadura en 1935[31]
en 1937, la Falange de Badajoz se componía de 12.305 hombres en primera línea
y 14.192 en segunda línea, y ello con buena parte de la provincia en
territorio republicano[32]. Por
su parte, tanto en Cáceres como en Badajoz, las relaciones de los jefes
provinciales con la autoridad constituida eran asiduas y estrechas, con
claro sometimiento por parte de la Falange mientras que, tanto a Luna como
a Carrasco, les faltaba comunicar con el mando provisional constituido en
su organización[33]. En estas circunstancias, el confusionismo ideológico
de una masa militante incapaz o ni siquiera dispuesta a asimilar la línea
doctrinal y el estilo de José Antonio y estas rencillas internas servirían,
como en otros lugares, para justificar el Decreto de Unificación
(abril-1937). Las
características socio-políticas de la provincia y el hecho de que
importantes zonas de ella (precisamente algunas como La Serena o Don
Benito de importante implantación falangista)
estuviesen en poder de la República limitó las posibilidades de
movilización de combatientes voluntarios pero, a pesar de todo, se
constituyeron Cinco Banderas. Principalmente, en este importante apoyo
militar y en la labor asistencial (Auxilio Social) se volcó,
especialmente a partir de la Unificación, el esfuerzo de la Falange a
favor de la zona nacional. Cuando los supervivientes a la persecución
republicana se incorporaban a esta Falange, se encontraron con una
organización que nada o muy poco tenía que ver con la que ellos
conocieron y su reacción fue diversa: unos aceptaron la integración sin
condiciones, otros se entregaron a la venganza de sus sufrimientos
personales y familiares, otros cedieron al desencanto y sólo una minoría
pasó a la oposición. Este
el caso de Eduardo Ezquer que se encontraba en Madrid y al estallar la
guerra se había refugiado en una embajada logrando pasar a zona nacional
en abril de 1937. Según Arcadio Carrasco, tuvo que pedir su alta en
Falange y fue admitido con condición de no ir Badajoz. Más tarde, pidió
permiso para llevar a su padre a una finca próxima a San Pedro de Mérida
pero se le prohibió hacer acto de presencia en las JONS locales; al no
cumplir esto fue detenido en San Pedro por el Teniente Quintanilla, jefe
de la I Centuria de Badajoz y trasladado a Salamanca a disposición del
jefe de milicias. Posteriormente fue destinado a una Centuria de León
pero no se incorporó y fue nuevamente a Badajoz amparado con un carnet de
corresponsal de guerra y presentándose en las organizaciones locales como
consejero nacional por lo que fue detenido en Almendralejo el 17 de junio
de 1937 y trasladado a Salamanca. El sometimiento o alianza de Carrasco
con los militares le permitió
volver a ocupar posiciones de predominio y logró resolver a su favor el
antiguo pleito con Ezquer logrando su expulsión[34]. A
pesar de todo, éste nunca abandonó su lucha y siguió formando
organizaciones clandestinas para tratar de hacer triunfar los fines
originales de la Falange[35]
y desarrollando actividades que, al cabo de muchos años, le llevarían a
figurar como diputado en Cortes elegido por el tercio familiar, pero que
supondrían en otras ocasiones su ingreso en prisión[36].
La
otra circunstancia citada (la participación de los falangistas en la
represión en zona nacional) se ha puesto generalmente de relieve, y más
aún en el caso Badajoz, pero suelen silenciarse tres factores[37]: ¾
Que
la Falange fue prácticamente el único cauce de movilización de
voluntarios en la provincia de Badajoz, de suerte que una mera proporción
explica ese trágico predominio. ¾
Que
estos sectores actuaron de hecho a partir de 1936 como cauces de
sentimientos que se consideraban afines a dicha organización, pero
cualquiera puede constatar que no todos los movilizados habían sido
falangistas ni lo serían nunca. ¾
Que
concretamente la Falange sirvió en buena medida de refugio para gentes de
izquierda, quienes, para asegurarse el respeto, a veces se sintieron
movidas por el celo característico de los conversos. 2.3.
Las Banderas de Falange
En
los primeros meses de la guerra, los falangistas recibieron un
encuadramiento que les permitió tomar parte en diversas acciones como
apoyo de las columnas militares que ocuparon el oeste de la provincia[38].
Durante este período, seis compañías guarnecían el frente de Badajoz
en la zona Mérida-La Serena y otras dos se encontraban en retaguardia. En
octubre de 1936 las Centurias de Falange se encontraban en Olivenza, Mérida,
Oliva de Mérida, Alange, Valdetorres, Jerez de los Caballeros y Oliva de
la Frontera. En
noviembre de 1937, una vez alcanzada la estabilidad defensiva, se produce
una integración de los voluntarios en unidades completas tipo batallón (Banderas
de Falange) dentro de las Divisiones que guarnecían el frente. En
enero de 1938 la Jefatura Provincial de Milicias de Badajoz pertenecía al
II Cuerpo de Ejército (Orgánico) y en junio del mismo año éste era el
despliegue de las Banderas de Badajoz[39]: División
21: Unidades de milicias
Además
había una Compañía de Recuperación, un pequeño núcleo de voluntarios
en instrucción y un par de centenares de hombres en servicio de fronteras
(2a Línea). Estos eran sus efectivos[40]:
Al
acabar la guerra, tres de las Banderas de Badajoz se encontraban en
Extremadura y dos en Andalucía y sus efectivos habían sufrido un
incremento que, seguramente, habrá que poner en relación con la
incorporación a zona nacional de la comarca de La Serena donde hubo con
anterioridad a la guerra mayor arraigo de la Falange
— 1ª. Bandera de Badajoz: Se
formó en noviembre de 1937 con las Centurias de Falange que guarnecían
la zona de Campillo de Llerena y el Requeté‚ de la provincia. En junio
de 1938 tomó parte en la ofensiva en dirección a Castuera ocupando “Peñarroja”.
A fin de mes toma parte en la limpieza de la Bolsa de La Serena y en el
avance hasta el Zújar. En la segunda quincena de agosto retrocedió
entrando en posición en la zona de Campanario. — 2ª. Bandera de Badajoz: Nació
en noviembre del 37 con las Centurias de Falange que habían guarnecido el
frente del Guadiana en el sector de Santa Amalia. Intervino en el avance
de agosto de 1938 sobre Cabeza del Buey y, a finales de ese mes, en la
formación de una línea de contención. Pasó después al frente de Córdoba — 3ª. Bandera de Badajoz: El
antecedente de esta bandera está en los núcleos falangistas de la zona
de Llerena. En febrero de 1938 ocupó la sierra de Argallén y resistió
la importante ofensiva enemiga. En julio participó en el cierre de la
Bolsa de La Serena y soportó en agosto los contraataques enemigos sobre
el entrante nacional de Cabeza del Buey. En enero de 1939 ocupó una
sierra en el sector de Peñarroya donde sufrió fuertes ataques enemigos. — 4ª. Bandera de Badajoz: Se
creó con Centurias de Falange que habían actuado en la zona de Mérida y
en la ocupación de Villar de Rena (abril de 1937) Intervino en las
operaciones de La Serena (julio-agosto de 1938) y al final de la guerra
ocupó Capilla. — 5ª. Bandera de Badajoz: Se
organizó en mayo del 38 con personal voluntario demasiado joven y
demasiado viejo y evadidos de la zona republicana. Fue cogida de lleno por
la reacción republicana de agosto de 1938 en La Serena donde sufrió
muchas bajas. Actuó en el sector de Castuera y en enero de 1939 fue
enviada al sector de Monterrubio-Peraleda para contener la ofensiva final
enemiga. 3.
Estructura socio-profesional de la Falange de Badajoz
Volviendo
a la cuestión que planteábamos al comienzo de este trabajo, y a partir
de la fuente que hemos citado, podemos reconstruir la dedicación
profesional de un porcentaje significativo de los falangistas asesinados
en la zona republicana durante la guerra civil y, desde ahí, resulta
posible conocer la composición social de dicho movimiento en la provincia
de Badajoz antes de julio de 1936, momento en que la avalancha de nuevos
afiliados haría poco significativo este estudio.
3.1.
Artesanado y obreros urbanos
Este
grupo, numéricamente predominante (22%), esta formado por modestos
obreros de distintos oficios (albañiles, barberos, carpinteros, herreros,
zapateros...) 3.2.
Labradores
Con
esta denominación, que supone un 18% de las víctimas y que resulta algo
imprecisa, se engloba a un sector vinculado a la tierra, un campesinado
modesto que trabajaba terrenos de su propiedad. Un testimonio contemporáneo
procedente de zona republicana, detecta la incidencia que en este grupo
tuvo la represión: “Ha
tenido lugar el número normal de ejecuciones y la tierra de los muertos
ha quedado en manos de los comités pero no hay obreros que cultiven estas
tierras de campesinos expropiados, las cuales antes eran trabajadas por
sus dueños”[41]
. 3.3.
Estudiantes
Este
12% incluye a jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y 30 años y
vinculados al Sindicato Español
Universitario. En ocasiones se hace constar que pertenecían a la
Falange en su lugar de estudio, distinto como es lógico de sus pueblos
natales en los que les sorprende la guerra por ser tiempo estival. 3.4.
Empleados
Son
considerados como tales los que trabajan por cuenta ajena en algún
comercio o empresa (12%). Únicamente gozaban de alguna ventaja sobre
otros sectores modestos, por contar con un sueldo estable. 3.5.
Industriales y comercio
La
debilidad del sector industrial en Extremadura y la imprecisión de las
fuentes nos permiten relacionar a todos los incluidos en la Contribución
Industrial y de Comercio, aunque siempre quepan matizaciones según
fuera el nivel alcanzado por estas propiedades. Este 11% corresponde a dueños
de tiendas, pequeñas fábricas, etc. 3.6.
Jornaleros
Un
9% de estas muertes está representado por los jornaleros, asalariados agrícolas
que, junto a los pequeños propietarios, constituían la gran masa de la
población, con un nivel de vida muy similar y escasa capacidad de
consumo. 3.7.
Profesiones liberales
En
este grupo, que supuso un 6% de las bajas, se encuentran abogados, un
maestro y un farmacéutico. Formaban parte del grupo de notables, muy
relacionados con los grupos dominantes en cada localidad, y se concentran
en los pueblos de cierta entidad. 3.8.
Propietarios
En
este caso la denominación engloba a los propietarios de tierra que
normalmente viven de su renta, sin que pueda determinarse su entidad, que
sería muy variable, pero predominan en el grupo los representantes de una
oligarquía, que en virtud de la acaparación de rentas agrarias, estaba
dotada de cierta influencia. Unas veces se trataba de terratenientes
absentistas y otros de propietarios de tierras en los municipios donde
residían y en otros del contorno. Como afirma Luis de Llera, no era
frecuente encontrar entre ellos a simpatizantes con las ideas de Falange: “Pertenecían
todos a una burguesía rural que, por las condiciones de degradación en
que la agricultura ha vivido siempre en España, mantenía un nivel de
vida que, si exceptuamos pocos casos, no alcanzaba ni siquiera al del
pequeño industrial, al comerciante de buen nivel, ni tampoco al del
profesional de la gran urbe. En muchas ocasiones pasaban gran parte del año
en cortijos más bien humildes, compartiendo la rigidez e incomodidad de
la vida rural de entonces con los campesinos, caseros y rapas.
Naturalmente, las posibilidades adquisitivas eran muy diferentes,
pero en general no eran reos ni de despilfarros ni de ejemplos de
malversación. Gran parte de ellos votaban al partido de Gil Robles, si
bien la mayoría prefería la Monarquía a la República. No era fácil
encontrar en esta clase social simpatizantes de Falange, a la que
consideraban muy radical, progresista en lo social y antimonárquica. En
suma, el delito consistía en pertenecer a una clase social considerada
tradicionalmente como el símbolo de la riqueza, pero que en realidad la
era industrial había postergado económicamente a posiciones muy
inferiores a las del pasado”[42] . Los
militares o fuerzas de seguridad y los funcionarios apenas alcanzan una
representación significativa. La práctica ausencia de víctimas entre
los primeros puede explicarse por la concentración de los puestos de la
Guardia Civil más proclives a la rebelión en sus respectivas cabeceras,
su frecuente paso a zona nacional en los primeros momentos y la actitud
pasiva o favorable al Gobierno del Ejército y de la Guardia Civil que, en
ocasiones, hizo fracasar el Alzamiento. La escasa presencia de falangistas
en los puestos de la administración en una manifestación más de la alta
politización de estos cargos que habían sido copados por izquierdistas
tras la victoria del Frente Popular. Por
debajo de esta clasificación, es posible establecer los factores que
conducen a la estratificación en el sistema social valorando así los
grupos por su dedicación sectorial, por su ubicación en la sociedad o
por su situación de dependencia o independencia en la forma de realizar
el trabajo[43]. 1)
En tanto que primer eslabón de la diferenciación económico-social
en el terreno productivo, la división entre propietarios y no
propietarios sirve para delimitar grupos sociales y definir uno de los
campos en que se manifiesta la presencia de mayor impacto del liberalismo
burgués. A esta condición se accede mediante modos y formas muy precisos
cuya determinación esencial proviene de la herencia y del poder del
dinero, constituyendo directamente el elemento primordial sobre el que se
asienta la primaria estratificación social. En
el caso que nos ocupa, este grupo esta escasamente representado y ello
resulta coherente con los postulados sociales de la Falange en el terreno
agrario en una región eminentemente latifundista como Extremadura, donde
la tierra era el principal referente en la concentración de la propiedad. 2)
Por otro lado, las rentas del trabajo se diversifican en dos
grandes categorías: el trabajo asalariado y el que se realiza de modo
independiente. En el primero cabe distinguir el del sector público y del
privado que cuenta con empleados remunerados con sueldos estables más o
menos altos y aquéllos sometidos a la simple relación de contrato de
trabajo regulado por la oferta y la demanda. En
nuestro caso podemos establecer las diferentes categorías de
trabajadores, población activa, a partir de la siguiente estimación:
Como
puede verse, entre las víctimas de la represión encuadradas en la
población activa, un significativo 81%, cabe señalar que los
trabajadores independientes son mayoritarios (70%) respecto a los que
trabajan por cuenta ajena (27,4%). En efecto, el trabajador independiente,
por muy próximo que se encuentre a la condición obrera, no participaría
tan fácilmente del proceso político y sindical de los sectores que
afirmaban representar la “conciencia de clase” proletaria. La
presencia de estos sectores modestos aunque no vinculados a las
organizaciones de izquierda, es una prueba más de que uno de los motivos
de la persecución a que mutuamente se sometieron los españoles fue la
clase social, aunque no precisamente en el sentido en que muchas veces se
ha presentado esta afirmación. “Podría
asegurarse que la de 1936 fue una guerra social siempre que se lograra
huir de la simplificación que supone reducir el universo humano a burguesía
y proletariado. Socialmente es más exacto decir que se trató de una
guerra entre una sociedad de voluntad interclasista y una sociedad de
voluntad proletaria”[44]. Por
encima de los casos individuales o de experiencias anecdóticas que, en
ocasiones, pudieran determinar la adscripción a uno u otro bando, pueden
distinguirse dos sectores de entidad semejante entre las víctimas de la
represión republicana, es decir entre aquellos que se oponían a quienes
se habían adueñado del rumbo de la República a partir de la ocupación
del poder por el Frente Popular y cuya misma vida era considerada un grave
riesgo para el nuevo orden revolucionario que se intentaba implantar. Se asesinó a
personas acomodadas y notables locales en general, especialmente donde la
muerte fue más selectiva o afectó a personas aisladas, pero en otros
lugares el fenómeno se convirtió en una persecución masiva que afectaba
a empleados, obreros de distintos oficios, jornaleros y otros de más difícil
clasificación aunque siempre de categoría modesta. En
efecto, si es verdad que un porcentaje muy elevado de las clases menos
favorecidas se enfrentó a la sublevación, no podemos olvidar a la otra
parte del mismo pueblo que, sobre todo, en nombre de su fe cristiana y su
tradición familiar, la apoyó también con decisión, y no ciertamente
por afinidad política o de intereses con unos militares ajenos a su
medio, de quienes poco esperaban y a quienes nada tenían que agradecer. A
ellos habría que añadir los pequeños propietarios agrícolas opuestos a
todas las formas que pudieran amenazar su restringida propiedad, aunque
muchos de ellos vivían en condiciones económicas que se podían
calificar de penosas. También cuenta una masa difícilmente clasificable
formada en los centros de alguna entidad por la burocracia, el artesanado
y, sobre todo, la clase de medios y pequeños comerciante[45].
En todos estos casos, las creencias religiosas, la exigencia de mantener
el orden público como única garantía de la convivencia y del desarrollo
económico, la defensa de una pequeña propiedad y otros factores ideológicos
no deben ser olvidados como elementos de cohesión de diversos sectores
sociales. De
la comparación de las cifras que estamos manejando con las
correspondientes al total de la represión republicana en Badajoz, puede
deducirse que buena parte de estos sectores modestos y medios se
encontraban vinculados a Falange Española. En todos los casos se
comprueba cómo el número de víctimas en las filas falangistas
procedente de estos grupos (labradores, jornaleros y artesanado) es
siempre más elevado que en los porcentajes correspondientes al total de
muertes, mientras que ocurre a la inversa con los sectores mejor situados
(propietarios y profesiones liberales).
Por
último, podemos hacer una última referencia acerca de los grupos de
edades y de la extensión geográfica alcanzada en sólo tres años por la
Falange de Badajoz y que supone la práctica implantación de esta
organización en toda la provincia aunque con dos zonas en las que el número
de falangistas era más elevado: Don Benito y la Serena. No en vano eran
los lugares en los que se habían dado los primeros pasos y a esas dos
comarcas estaban vinculados tanto Eduardo Ezquer como Arcadio Carrasco.
Dentro
de cada comarca, podemos señalar también los pueblos más significativos
por una mayor concentración de militantes. En Tierra de Barros, las víctimas
de la represión pertenecientes a Falange eran vecinos de Almendralejo y
Villafranca de los Barros. En Mérida procedían de la propia cabecera de
comarca (entre ellos, el jefe provincial de milicias Victoriano Pacheco
Fernández), La Nava de Santiago, Aljucén y Trujillanos. Cerca de Badajoz
encontramos un núcleo que aporta varias bajas en Talavera la Real. En el
suroeste los fusilados vinculados a Falange residían en Fuente de Cantos,
Burguillos del Cerro y Segura de León. En la comarca de Llerena
encontramos muertes en Azuaga, Campillo de Llerena y Granja de
Torrehermosa. En la comarca de Los Montes aparecen falangistas en Peñalsordo
y Helechosa de los Montes y, como hemos apuntado, la mayor concentración
de víctimas se produce allí donde la militancia era de suyo mayor: La
Serena (Campanario, Castuera, Quintana, Villanueva y Zalamea) y las Vegas
del Guadiana (Don Benito, Guareña y Medellín). Por
lo que se refiere a los grupos de edades, es fácil comprobar el
predominio de los sectores más jóvenes y, de nuevo, resulta
significativa la comparación con el total de víctimas de la represión
republicana para comprobar que en muchas ocasiones son los falangistas
quienes aportan los grupos de edad más baja.
Como
conclusión de todo lo expuesto, podemos señalar como características
que se deducen de la composición sociológica de la Falange de Badajoz,
el predominio de las edades más jóvenes entre sus miembros; el haber
tenido la capacidad de agrupar a los sectores más modestos (artesanado y
labradores) no vinculados a las organizaciones izquierdistas y la rápida
extensión de esta organización en la provincia a lo largo de apenas tres
años y en medio de circunstancias muy difíciles debido a los ataques
procedentes del socialismo, a la incomprensión de las fuerzas derechistas
y a la propia polarización de sus miembros entre los seguidores de Ezquer
y Carrasco. En todas estas notas, que habrían ofrecido tantas posibilidades en caso de una evolución normal, se hace patente también la debilidad estructural de la naciente Falange y encontramos también elementos que hacen más comprensible la evolución que se iba a seguir a raíz de la Guerra Civil. En última instancia, el factor decisivo iba a ser el comienzo de un conflicto que supuso la muerte de un importante número de militantes en los frentes y en la retaguardia republicana al mismo tiempo que una incorporación masiva de nuevos elementos y la resolución del viejo pleito en favor de Carrasco. [1] Archivo Histórico Nacional (en adelante, AHN), Causa General, Legs.1052-1054. Naturalmente, esto no quiere decir que entre aquellos a quiénes no se atribuye una filiación política concreta no existieran miembros de determinadas organizaciones, sino que, en ocasiones, no se precisa ese dato. [2] Puede parecer extraño que un 3,4% del total de víctimas de la represión republicana con filiación política conocida perteneciera a partidos y sindicatos de izquierdas. Ello se debe (aparte de otros casos puntuales) a los sucesos ocurridos en Cabeza del Buey (noviembre-1936) que se saldaron con el fusilamiento de los 16 anarquistas y socialistas más distinguidos en una revuelta contra un intento de movilización organizado por elementos vinculados al Partido Comunista. [3] Como un precedente de estas actividades hay que citar el mitin de las J.O.N.S. con la intervención de Ramiro Ledesma Ramos y Nicasio Alvarez de Sotomayor celebrado en Zafra en 1932 por un grupo jonsista procedente de Valladolid que, a través de Cáceres, penetró en Extremadura. [4] Fue asesinado por los republicanos el 12-agosto-1936 en Zalamea. [5] Fue asesinado el 28-septiembre -1936 en la vecina localidad de Malpartida junto a su madre y a otro joven. [6] Discurso pronunciado en el Parlamento el 1-febrero-1934. Primo de Rivera, José‚ Antonio, Obras Completas, Madrid, 1971, p.147. [7] Sería fusilado en Don Benito el 11-agosto-936. [8] Río, Agustín del - Pavón, Enrique (eds.):Textos inéditos y epistolario de José Antonio Primo de Rivera, Madrid, 1956, p.191. [9] Murió asesinado en Madrid el 8-agosto-1936 a los 68 años de edad. [10] Hoy, Badajoz, 29-octubre-1940. [11] Hoy, Badajoz, 10-julio-1934. [12] Cfr. Alvarez Puga, Eduardo, Historia de la Falange, Barcelona, 1969, pp.72-77 y Vega Gonzalo, Francisco de Asís de la, Aniquilar la Falange. Cronología persecutoria del Nacionalsindicalismo, Oviedo, 2001. [13] Arriba, Madrid, 2-mayo-1935. [14] Esta carta desapareció en la guerra civil pues la esposa y la hija de Ezquer la quemaron ante el temor de que cayera en manos de los republicanos. [15] Ezquer, Eduardo: “El futuro de España y la Falange”, entrevista en Actualidad Española (8-mayo-1969). [16] “Falange Española de la JONS nombra nuevo Jefe Provincial de Badajoz / Se ha suspendido el acto anunciado para el 1 de febrero / La jefatura nacional de FE-JONS ha nombrado Jefe Provincial a don Arcadio Carrasco y Fernández-Blanco de Zalamea de la Serena. También acordó la Jefatura Nacional aplazar el acto anunciado para el 1 de febrero por necesidades de índole electoral” Hoy, Badajoz, 29-Enero-1936. [17] Sin embargo, no es posible generalizar en un sentido negativo pues en ocasiones los que se integraban en Falange procedentes de estas filas políticas eran personas de gran valía. Podemos citar el caso del joven de Azuaga José Spínola (cfr. VARGAS-ZÚÑIGA, Enrique María de, Un modelo joven. Pepe Spínola. Extremeño heróico, Sevilla, 1954) [18] “En Castuera un Guardia Municipal con intención de matar, según la sentencia me disparó estando dentro de un coche... encasquillándosele la pistola que le fue quitada por el oficial de la guardia civil y vuelta a entregar, provocando un nuevo intento de asesinato en el interior ya de la cárcel, impidiéndolo en este segundo intento, la Guardia Civil que desvió el arma. Este hecho que tuvo gran trascendencia, ya que los Ayuntamientos socialistas se solidarizaron con el agresor y llegó hasta las Cortes, motivo la sentencia de la Audiencia Provincial de 25 de abril de 1936... que condenó al municipal a la pena de ocho y un día de prisión mayor, por el delito de homicidio frustrado con agravante”. Carrasco, Aracadio, “Notas sobre la Falange de Badajoz” (Informe inédito de 6 folios mecanografiados) Madrid, 1984. [19] Hoy, Badajoz, 18-septiembre-1936. [20] Apuñalado en la verbena que se celebraba con ocasión de la fiesta de San Benito, fue trasladado al Hospital de Badajoz donde falleció. Su entierro tuvo lugar en Castuera con presencia de guardias de asalto en prevención de incidentes. [21] Arrarás, Joaquín (dir.), Historia de la Cruzada Española. IV, Madrid, 1941, pp.182 ss y Hoy, Badajoz, 29-octubre-1940. [22] El jefe local de Puebla de Alcocer declaró en la “Causa General” que “los que pertenecíamos a FE con anterioridad al Movimiento, ignorábamos el mismo”. [23] Informe de Jorge Solís, alcalde de La Nava de Santiago (20-marzo-1943); AHN, Causa General, Leg.1055(1). [24] Hay indicios de que la Falange de esta localidad participó en los primeros planes que, en 1935, se hicieron con el objeto de organizar una sublevación concentrándose en la Sierra de Gata (Cáceres) para, desde allí, sumarse al Ejército. Se hizo el recuento de fuerzas y se dispusieron tres camiones, previamente se habían distribuido armas y se había recaudado dinero para hacer frente a los primeros gastos. Todo esto no pasó de un proyecto. [25] Hoy, Badajoz, 18-julio-1937. [26] En días sucesivos serían muertos Braulio Ducasse Lozano (abogado) y Tomás Martínez Izquierdo (labrador). [27]
De ellos, serían asesinados el 11-agosto: José Lozano García
(industrial), Pedro Cáceres Durán (estudiante), Miguel González
Villalobos (labrador), Manuel Barrero Vacas (labrador), Vicente
Barrero Cortés (propietario), Rafael Rodríguez Barrero (jornalero) y
Federico Mancha Cortés (labrador); murió en acción de guerra:
Daniel González García; por enfermedad: Ildefonso Jiménez Matito y
sobrevivieron a la guerra: Juan Cabrera Mateo, Nemesio Salgado Domínguez,
Sebastián Barrero Monago, Juan Barrero Monago y Antonio Alvarez
Esteban (cfr. AHN, Causa General, Leg.1055). [28] En realidad, el lugar de defensa fue el pequeño torreón de un palacio existente junto a la Parroquia. [29] Arrarás, Joaquín (dir.), Op. cit., p.191. Los vecinos de Castuera asesinados este día fueron 19, entre ellos dos sacerdotes y un grupo de “modestos obreros de distintos oficios de diecinueve a treinta y cinco años, vidas en flor, fecundas y animosas, que se encuadraron en la Falange o simpatizaron con ella y que hasta en los instantes postreros gritaron Arriba España”, Ibid. [30] Arrarás, Joaquín (dir.), Op. cit., p.191 [31] Payne, Stanley G., Falange. Historia del Fascismo español, Madrid, 1985, p.101. [32] González ortín, Rodrigo, Extremadura bajo la influencia soviética, Badajoz, 1937, p.208. [33] Al menos así lo afirma Hedilla en su Testimonio, Madrid, 1972. [34] Carrasco ocupó la jefatura provincial de la Falange Española Tradicionalista y, todavía durante la guerra, fue reemplazado por Fernando Calzadilla, Camisa Vieja de Granja de Torrehermosa. [35] Cfr. Payne, Stanley G., Op. cit., p.213 y Ellwood, Sheelagh, Prietas las filas, Barcelona, 1984, pp.206-222. [36] La Ofensiva de Recobro Nacionalsindicalista (ORNS) fue una de estas organizaciones clandestinas fundada por Ezquer en Gerona y que desarrolló una acción de agitación y propaganda que se prolongó bastante tiempo después de terminada la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de quince años fue detenido seis veces y compareció ante los tribunales en cinco ocasiones. [37] Cfr. Andrés-Gallego, José (dir.), Historia de España. 13(1). España actual. La guerra civil, Madrid, 1989, pp.33-34. [38] Cfr. Hoy, Badajoz, 14-agosto-1937. [39] Casas de la Vega, Rafael, Las milicias nacionales, Madrid, 1977, p.390 [40] Casas de la Vega, Rafael, Op. cit., p.925 [41] Borkenau, Frank, El reñidero español. Relato de un testigo de los conflictos sociales y políticos de la guerra civil española Barcelona, 1977, p.111-113. [42] Llera, Luis de, Historia de España. 13(2). España actual. El régimen de Franco, Madrid, 1995, p.123. [43] Cfr. Martínez Cuadrado, Miguel, La burguesía conservadora, Madrid, 1986, pp.284-342. |