1.-
El nombre. Una aclaración terminológica: Falange, Movimiento, Partido.
La
simultánea utilización de estos tres términos (Falange, Movimiento,
Partido) en los textos o en los órganos de difusión que, acerca de la única
opción política legal en el franquismo hacen mención a ella, requiere
una explicación aclaratoria ya que, en ocasiones, funcionaban como sinónimos
mientras que otras veces, conviviendo, aportaban distintas significaciones
El
nombre Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva
Nacional Sindicalista (FET y de las JONS) apareció en un periodo que
abarca desde el Decreto de Unificación (19.4.37) hasta la Ley Orgánica
del Estado (2) en donde comienza esta desaparición nominal de los
textos legales. Este lapso de más de treinta años cobra importancia si
tenemos en cuenta que el nombre FET y de las JONSse anunciaba con carácter
provisional en el Decreto Unificador. Su artículo primero decía:
"Falange Española y Requetés, con sus actuales servicios se
integran, bajo Mi Jefatura, en una sola entidad política que, de momento,
se denominará Falange Española Tradicionalista y de las JONS".
A
partir del Decreto unificador (número 255) de Abril de 1937 quedó como
única fuerza política. "Una acción de gobierno eficiente, cual
cumple ser la del Nuevo Estado español, nacido, por otra parte, bajo el
signo de la unidad y la grandeza de la Patria exige supeditar a su destino
común la acción individual y colectiva de todos los españoles…Falange
Española y Requetés con sus actuales servicios y elementos, se integran
bajo Mi Jefatura, en una sola entidad política…Quedan disueltas las demás
organizaciones y partidos políticos…"
En
las Normas de Adhesión de Marzo de 1938 (23.3.38) aparecían los tres términos
FET y de las JONS, Movimiento y Partido. En los Estatutos de la FET y de
las JONS (31.7.39) no aparecía la palabra Partido, pero volvía a
encontrar acogida este término en el Reglamento de la Secretaría General
de 9 de Septiembre de 1939 y en el Reglamento del Consejo Nacional de
1942. La circular 54 de la SGM de 17 de Febrero de 1939, firmada por Fernández
Cuesta y referida a organizaciones de la FET en localidades grandes, no se
mencionaba la palabra Partido, mientras que la 101, complementaria de la
anterior, con la firma de Gamero del Castillo, y de fecha 15 de Junio de
1940, sí que lo hacía. Al compás de los reveses alemanes la palabra
Partido quedó en desuso lo que muestra a las claras el mimetismo, que en
el terreno de la semántica, se daba a la FET en relación al NSDP o al
PNF.
Recordando
a José Antonio Primo de Rivera, su agrupación no era un partido sino un
"antipartido", un movimiento, pero de ello algunos no se darían
cuenta hasta bien avanzada la guerra mundial. Es cierto que hubo
representantes señalados de la Falange que alzaron su voz para reprobar
la utilización de "Partido". Entre ellos fue Fermín Izurdiaga,
el primer delegado Nacional de Prensa y Propaganda de la FET, quien más
hincapié puso en tal empeño; pero su mensaje no parecía tener mayor
eco; mas bien al contrario, se detectaba casi una debilidad enfermiza por
utilizar el término "Partido".
El
proceso de retromarcha en la utilización de este último término se
observaba en el 1er. Consejo Nacional de Jefes Provinciales de FET y de
las JONS de 1943, curiosamente cinco meses después que Benito Mussolini
fuera desalojado del mando por un golpe contra él. En la primera de sus
ponencias titulada "Movimiento y Partido" se pronunciaban los
jefes falangistas de la forma siguiente:
"Ha
sido objeto de reiteradas advertencias por los Mandos Nacionales que
constituimos un "Movimiento" y no un "Partido". Para
evitar todo equívoco, inconveniente aun en lo fonético, y además porque
en ocasiones la forma recobra sobre el fondo dándole perniciosa
apariencia, pero fundamentalmente porque mejor responde a nuestra
ortodoxia fundamental y actitud evolutiva para el mejor servicio de la
Patria, que perfila a Falange Española Tradicionalista y de las JONS como
la comunión de voluntades y afanes entre los mejores españoles para
conseguir, en torno a estos conceptos fundamentales y virtudes
permanentes, una auténtica comunidad nacional al servicio de Dios y de
España. En consecuencia, deben circularse a todos los Servicios de
Propaganda y a todos los mandos órdenes para que, de modo sistemático,
al aludir a la Organización se emplee el término "Movimiento",
desplazando el de "Partido".
A
finales del 43 se había comenzado ya a cuestionar su utilización, aunque
tal medida no llegó a ser acatada unánimemente. Sancho Dávila, Delegado
Nacional del Provincias, sometía a la consideración de Fernández Cuesta
el 16 de Marzo de 1944 una circular dirigida a los mandos falangistas en
donde se ordenaba cambiar Movimiento por Partido lo que fue autorizado
unos días más tarde. La argumentación para el cambio se hacía
formalmente por fidelidad ideológica, pero por más que se justificara en
purismos doctrinales la acomodación del lenguaje, eran circunstancias
ajenas al propio entramado falangista quienes, imperativamente, reclamaban
la adaptación.
¿Acabó,
pues, la utilización de Partido? No. La fuerza de la costumbre hacía que
la palabra Partido, oficialmente desterrada desde la propia Secretaría
General del Movimiento, la utilizaran otros organismos del Estado al
dirigirse a ella y así, por ejemplo, el Ministro de Hacienda no dudaba en
comunicarse en Agosto del 44 con el "Ministro Secretario del
Partido" e incluso disposiciones de envergadura como la Ordenanza
Disciplinaria de 1953 volvía con la palabra Partido para referirse a la
Falange, quizás por la desidia del redactor quien, al copiar parte de la
Ordenanza del 1943, recurrió a la trascripción literal de lo aparecido y
lo incorporó en este último texto.
El
18 de Enero de 1945 el Jefe Nacional, el General Franco, alejaba el término
Partido de su creación política: "Porque nuestra Falange, no es un
Partido, que es un movimiento para todos los españoles", aunque
identificaba a Falange y Movimiento. Cuatro años más tarde, el 31 de
Marzo de 1949 insistía en su negativa de Partido: "Yerran los que
maliciosamente pretenden considerarnos un partido, cuando constituimos auténtico
Movimiento Nacional".
Una
característica general había sido que en las disposiciones de alto rango
firmadas por el Generalísimo no apareciera ese término que sí aparecía
en cambio en reglamentos, circulares o escritos de correspondencia; pero
también aquí hay excepciones. El Decreto del 16 de Abril de 1938 en
donde se declaraba Fiesta Nacional el 19 de Abril para conmemorar la
Unificación, firmado por el General Franco, hablaba de integración de
fuerzas "en el Partido Nacional de FET y de las JONS". Ocurría
lo mismo en la Ley de 8 de Agosto de 1939 sobre estructura del Gobierno
que vuelve en su preámbulo a hablar del Partido.
Más
adelante, como ya se ha visto, el término Partido será radicalmente
negado por el Generalísimo, quien en la jura de Consejeros Nacionales del
Movimiento el día de San Isidro de 1955, impartía una lección sobre lo
que era la Falange: "Sabéis que la Falange es un Movimiento, que no
es un Partido,..." Pero en su lenguaje coloquial, el usado en El
Pardo, el Partido (su Partido) seguía siendo término habitual
En
opinión de Martínez Val, Partido hacía referencia fundamentalmente a la
Falange Española de las JONS (sin la T), y con ello se daba una vinculación
al Partido único con vocación totalitaria. De forma bastante parecida se
pronunciaba Amando de Miguel en su Sociología del franquismo aunque
conviene aclarar y tener muy presente que el uso masivo es posterior a la
unificación del 37. Sin embargo, ya se ha visto que, incluso en los
primeros tiempos unificadores, Izurdiaga alertaba en sus escritos
doctrinales contra la parcialidad de Partido frente a la globalidad, por
él preferida, de Movimiento.
Pero
tampoco con Movimiento hubo unanimidad. Utilizada la palabra en etapas
menos totalitarias del Régimen y particularmente a partir de 1966, fue en
los orígenes anterior a la palabra Partido, pero entrañaba dimensiones más
amplias en ciertos textos o discursos. Jesús Suevos, falangista de la
primera hora, al referirse a Movimiento decía: "hemos sido hostiles
a esta denominación, surgida en los primeros y difíciles días que
siguieron al 18 de Julio de 1936 por lo que prefirieron Falange o Partido.
El
problema se complica si tenemos en cuenta que el único intérprete de la
doctrina legalmente autorizado era el Jefe Nacional y éste hermeneuta
variaba en sus interpretaciones con la utilización del binomio
Falange-Movimiento, dando la misma firmeza a sus intervenciones aunque
dijera lo mismo o lo diferente. En ocasiones, la identidad de Movimiento y
FET era completa, pero en otras, Movimiento se hacía algo más amplio que
FET. La inflexión del año 56 tuvo también su repercusión en la
utilización preferida para el Caudillo de Movimiento en lugar de Falange;
pero teniendo en cuenta que no desterró la segunda, particularmente en
alocuciones dirigidas a militantes o funcionarios de la FET.
..."Por
otra parte, en la Organización del Movimiento caben las posiciones
mentales..." Ref 130 Pensamiento Político de Franco 1.5.59
Declaraciones a Pueblo: "No constituimos una organización hermética:
somos una comunidad con espíritu de servicio con las puertas abiertas a
la colaboración de los españoles..." 15.5.55 Jura de consejeros
nacionales Ref. 95. En el Decreto de 12 de Julio de 1956 creando la
Vicesecretaría de Educación Nacional o Decreto 12.7.56 sobre organización
y configuración del SEU hay absoluta identidad entre uno y otro término
Llegaba incluso a entender que en el Movimiento estaban "todos los
españoles, aunque lo encuadren y administren quien voluntaria y
disciplinadamente se adscriben a su servicio."(24.10.57 Audiencia al
Consejo Provincial de Barcelona Ref. 85) También y con resonancias del
General Primo de Rivera y su Unión Patriótica, llegó a entender que
"El Movimiento comprende a todos los hombres de buena voluntad fieles
a unos principios y a una disciplina." (29.12.60 ref. 137 Discurso
fin de año. Las referencias en Pensamiento Político de Franco)
En
algunas ocasiones llegó a una definición más precisa de lo que
significaba Movimiento que al apoyarse en cuatro pilares: doctrina,
organización, disciplina y jefatura, identificaban el entramado con la
Falange, pero también en otros momentos se daba rienda suelta a distintas
interpretaciones.
Confeccionada
la Ley Orgánica del Estado, el diario Madrid afirmaba (28.11.66) que el
Movimiento representaba una realidad más amplia que la de la FET y que en
el plano constitucional carecía de cuerpo físico u orgánico: "es
como el "corpus mysticum politicum" (5.12.66). Tal interpretación
se vería contrarrestada pronto. A la aparición de la Ley Orgánica del
Movimiento existía un Jefe Nacional del Movimiento que era Jefe de una
organización política por tocada que estuviera ya entonces.
Estos
tiempos presenciaron el decidido ánimo de organizar el Movimiento con un
carácter integrador de tendencias, pero la fusión entre la organización
política creada por el propio Franco en 1937 y el nombre con que se la
bautizó, se mantendría hasta la muerte del General.
El
origen histórico en Abril del 37, incluso en las referencias lingüísticas,
llevó en 1975 a la negativa de la concesión del nombre Falange Española
de las JONS a los Círculos doctrinales José Antonio con el siguiente
argumento: "Es, pues, evidente que el Movimiento Nacional,
institucionalizado por la LOE es el mismo Movimiento creado por el Decreto
de 19 de Abril de 1937".
2.-
Los elementos de referencia interna. Una aproximación a los símbolos.
Como
productor de símbolos el hombre es el animal que por excelencia crea este
tipo de imágenes. Una representación, una realidad que sustenta esa
representación y un referente. La primera es la imagen visible hasta el
punto que todos la pueden ver y quedarse en ella sin pasar de ahí, ha
sido elegida por los creadores del símbolo para representar a la realidad
que sustenta y la tercera hace mención a la posibilidad interpretativa
que un grupo tiene del símbolo… Pero el símbolo por más que
permanezca inalterado en cuanto a su forma, sufre un proceso de
transformación en el tiempo. Lo que antes era, ahora no es, ya es otra
realidad. Los propios participantes de la simbología se verán en la
necesidad de adaptar los símbolo o de darlos una lectura diferente. Los
tiempos mandan.
Durante
el periodo de ejercicio de la FET hubo una serie de lugares, costumbres,
gestos y actitudes comunes. Repeticiones litúrgicas que, junto a los
lugares históricos produjeron la escenografía para el movimiento de los
actores.
El
ritual falangista del saludo brazo en alto, con origen entre los iberos
(utilizado y ocultado también en las primeras olimpiadas de la edad
moderna) pero sobre todo usado por las formaciones de las milicias de
partidos autoritarios, fue asimilado como saludo nacional a raíz del
Decreto Unificador. La refundición de disposiciones sobre himnos, saludos
y cantos nacionales llevó a la Presidencia del Gobierno a los cinco años
del comenzar el Alzamiento, a la confirmación del saludo brazo en alto
como saludo nacional. Se obligaba su utilización a los militares en actos
públicos y desfiles y se hacía sustitutivo del saludo militar cuando se
encontraran descubiertos
La
Unificación y la victoria había llevado a generalizar el saludo
falangista y los tiempos venideros habían corrido a favor de seguir
utilizándolo, pero el derrumbe del Eje hizo inviable continuar con aquel
saludo en calidad de "nacional". Reservado para la FET, la
Presidencia del Gobierno derogaba en Septiembre del 45 el Decreto dado
ocho años antes. El preámbulo de la orden justificaba la adopción del
saludo frente a la violencia del puño cerrado, pero se resignaba a la
necesaria sustitución: "Mas circunstancias derivadas de la gran
contienda han hecho que lo que es signo de amistad y cordialidad venga
siendo interpretado torcidamente"
En
cuanto a los himnos nacionales cuatro fueron los aceptados: La Marcha
Granadera (restablecida el 22.II.37) El Himno de la Legión, El Oriamendi
y el Cara al Sol; de ellos, este último se llevaba la primacía en las
manifestaciones populares tanto en las voluntarias como en las
coercitivas, y así cualquier concentración patriótica, de defensa del
nuevo Estado o de representación del régimen tenían como colofón el
Cara al Sol o, en versión contraria, los muchos presos políticos que
hicieron los nacionales durante y después del conflicto tendrían la
obligación de entonarlo mañana, tarde y noche. Por Decreto de la
Presidencia del Gobierno del 17 de Julio de 1942 la Marcha Granadera
seguiría de Himno nacional, reservándoles a los otros tres la categoría
de Cantos Nacionales. Pero una era la opción elegida para los actos
oficiales y otra era la preferida por las masas, en esta última faceta se
llevaba la palma, otra vez, el Cara al Sol, unida de forma indeleble al
transcurso del régimen.
Todo
escrito que saliera de las dependencias falangistas en tiempos de guerra
debía llevar el correspondiente membrete y el eslogan "Saludo a
Franco" "Arriba España". En Mayo de 1939 se normalizaba
ese membrete en donde debía figurar "Falange Española
Tradicionalista y de las JONS", el nombre del Servicio que lo
utilizaba y el Yugo y las Flechas.
Al
uniforme, compuesto en principio por una camisa de color azul mahón
(entero, serio, neto y proletario), un color ya utilizado por la
izquierdas de las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campensinas), y
al que la situación bélica o la conciencia prebélica anterior a la
contienda, había añadido correajes militares, se sumaría la corbata
negra que en señal de luto por la muerte de José Antonio, ordenaba
colocar el Secretario General de la FET en Noviembre de 1938 cuando se
decidió hacer pública la ya conocida muerte de Primo de Rivera.
Hasta
el 25 de Enero de 1939 el Jefe Nacional no impuso el uniforme mixtura del
Tradicionalismo y de la Falange, donde junto a la camisa azul se incluía
la boina roja, pero ya en Agosto de 1937 había quien solicitaba aquella
simbiosis en el vestuario. Así, Ernesto Giménez Caballero en una carta
enviada a Ladislao López Bassa desde Italia donde se encontraba al frente
de una expedición, decía: "...ahora el uniforme. Mi boina, nuestra
boinas es lo que más gusta aquí, lo más español ¡Unificación rápida!"
(7). Curiosamente un antecedente de tal vestimenta fue la pensada en
utilizar por don Juan de Borbón en su fallido intento de incorporarse al
frente del Alto del León como combatiente nacional y que contó con la
censura del general Emilio Mola.
Aquella
indumentaria se hacía obligatoria para todos los afiliados con la excepción,
sin duda para evitar problemas, de los combatientes que en fuerzas
organizadas podían llevar sus antiguos uniformes.
En
guerra y en la zona nacional y luego en todo lugar, hubo una compulsión
uniformadora. La exhibición del uniforme en cualquier lugar y bajo
cualquier pretexto al compás de los momentos triunfales, precisó de
medidas de continencia. La Jefatura Provincial de Madrid con Valdés Larrañaga
al frente llevó a su prohibición en "cafés, bares, dancings y
otros sitios de diversión"
Chaquetas
negras y blancas complicaron la uniformidad siguiendo, al parecer, la
inspiración de Serrano Suñer. Influidos por la moda italiana del PNF se
pensó, incluso, en añadir a los mandos y jerarquías un puñal que
completara la vestimenta.
Paralelo
a la pérdida del protagonismo falangista se realizó una devaluación del
vestuario, del que quedaba como elemento esencial la primitiva camisa
azul. Llegaría también el tiempo en que la milicia falangista
universitaria integrada en las filas del ejército tuviera que
abandonarla. El tiempo y los avatares internacionales fueron restringiendo
su uso. Dirigentes del Partido,que ocupaban también cargos del Estado,
olvidaban el ponérsela, prefiriendo otros colores menos comprometidos.
Faltaban aún muchos años para que el noecaciquismo cultural de
izquierdas entonara el "camisa blanca de mi esperanza", pero
alertados quizás porque el hábito no hace al monje pero dice quién es
circulares de la SGM llamaban la atención sobre el uso obligatorio de esa
prenda para jerarquías, mandos y militantes que ocuparan cargos con la única
excepción de quienes llevaran uniforme militar. Ese olvido provocaba el
malestar entre afiliados que veían en ello el alejamiento ideológico y
que protestaron ante la Secretaría General cuando cargos del Movimiento
prescindían de ella.
Junto
al uniforme los distintivos de mando, combinando estrellas, flechas y
yugos con los colores oro plata, rojo y verde.
La
emblemática de las jerarquías del Partido, añadida al uniforme, ajustándose
a las normas de la FE se incluían a primeros del 38
|
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Jefe nacional de servicio |
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Subjefe de bandera |
|
Jefe nacional |
|
Secretario nacional de
servicio |
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Jefe provincial de servicio |
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Jefe
directo de la milicia |
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Jefe
provincial |
|
Secretario
provincial de servicio |
|
Jefe
divisionario de la milicia |
|
Secretario
provincial |
|
Jefe
local de servicio |
|
Miembro
de la Junta Política |
|
Jefe
local |
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Jefe de
centuria |
|
Consejero
nacional |
|
Jefe
provincial de milicia |
|
Jefe de
falange |
|
Inspector
general |
|
Jefe de
tercio |
|
Jefe de
escuadra |
|
Secretario
general |
|
Jefe de
bandera |
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Subjetfe
de centuria |
|
Subjefe
directo de la milicia |
|
Subjefe
provincial de milicia |
|
Subjefe
de falange |
|
Subjefe
divisionario de la milicia |
|
Subjefe
de tercio |
|
Subjefe
de escuadra |
|
Los
gritos, la primaria expresión del sentimiento, se recondujeron a raíz de
la Unificación y quedaron limitados a cuatro: "¡Franco, Franco,
Franco! "¡Arriba España!" "¡Viva España!" y "¡España,
Una, Grande, Libre!". Dos de ellos entraban en el ritual de la
Falange primitiva, el otro, más emparentado con sentires tradicionales y
por fin el que expresaba el culto a la personalidad del Jefe, del Caudillo
viviente. Paralelamente, a José Antonio Primo de Rivera, fusilado en
Alicante el 20 de Noviembre del 36, se reservaba toda una serie de
homenajes, pompas y devociones que convertían al Fundador en un mito.
Cuanto más arriba, más alejado, cuanto más lisonjeado más separado. Un
José Antonio estratosférico y sin estación de radio para comunicar.
Fue
en Noviembre de 1938, cuando se hizo pública en la zona nacional, la
muerte de Primo de Rivera, ocultada hasta entonces con el mito de "El
Ausente", la Jefatura del Estado ordenó luto nacional los 20 de
Noviembre. Durante todo el tiempo de duración del régimen, una esquela
mortuoria acompañaría al boletín de la FET y actos litúrgicos de
contenido religioso o político tendrían lugar en esa fecha. Se ordenaba
también la colocación en las iglesias de lápidas con el nombre de los
caídos (obsérvese la palabra) nacionales originarios de la localidad a
la que pertenecía cada iglesia, en lista que inexorablemente comenzaba
por José Antonio Primo de Rivera. Aquella instalación en los paramentos
de lugares sagrados de las listas de los caídos llevó a interpretaciones
curiosas. Relataba José Agustín Goytisolo el caso de un moro que en
Xauen le contaba que, a pesar del abandono español de aquellas tierras,
él seguía encomendándose al santo de la fachada de la Iglesia, a
"San José Antonio Primo de Rivera".
Esa
medida ejercida con cinceles sobre las bases pétreas o con pinturas,
mantenida hasta la finalización del régimen de Franco y que es posible
encontrar todavía hoy en algunas iglesias de núcleos rurales como
residuo arqueológico de una segunda edad del hierro, contó con la
negativa del reaccionario y excéntrico Cardenal Segura. Pero si la
postura de este prelado ha sido ampliamente divulgada, mayor silencio se
ha mantenido sobre la negativa que, oficialmente, realizó el Vaticano. El
12 de Febrero de 1942 el Vicesecretario General Luna Menéndez recibía
copia del texto enviado por el Cardenal Vico, en donde en base a una
declaración de la Sagrada Congregación de Ritos de 20 de Octubre de
1922, se consideraba ilícita la colocación en iglesias y criptas
dedicadas al culto de lápidas con inscripciones de no sepultados.
Finalmente aquello, a pesar de presentar inconvenientes, fue generalmente
aceptado.
Por
otra parte, se crearon cátedras de doctrina política en Madrid y
Barcelona con el nombre del Fundador, en donde el docente titular de las
mismas quedaba a la espera de su designación por el Jefe Nacional. Prensa
y Propaganda y además se crearía un concurso literario y artístico
sobre José Antonio. La juventud y el mundo del trabajo organizados en la
FET titularían a sus primeras instituciones con el nombre, ya mítico, de
José Antonio y los ejércitos de Tierra, Mar y Aire bautizarían unidades
con ese nombre. El boletín de la FET dirigía escritos sobre el líder
falangista a niños, y a obreros y utilizaba, de la propia pluma del
Fundador, el mensaje dirigido a los hombres del campo.
El
primer Noviembre, acabada la guerra, El Jefe del Estado ordenaba el
traslado de los restos de José Antonio al Monasterio de El Escorial.
Restos que fueron reconocidos por sus familiares, a través de las
vestimentas últimas que llevaba, y se organizó una magna peregrinación
que desde Alicante a Madrid, en una impresionante movilización humana de
diez días de duración, con "miliarios" en los lugares de
relevo, conduciría para un enterramiento temporal el cadáver de Primo de
Rivera, dándole honores de Capitán General.
Una
completa relación, con todo lujo de detalles, sobre el estado emocional
de los participantes del traslado, del ornato, y de las comitivas de
participantes queda en el libro de Samuel Ros y Antonio Bouthelier “A
hombros de la Falange”. Y fotografías y fotogramas animados indican el
grado paroxismo que representaba José Antonio Primo de Rivera en aquella
nación que acababa de tener un cruel guerra. Tiempos de esperanza de
aquellos brazos levantados, de cuerpos cuyos pies pisaban la miseria.
La
vela del sepulcro de José Antonio montada por grupos de siete centurias
de falangistas contó con la presencia de jerarquías de la FET que, por
espacio de media hora, dedicaban su recuerdo a un jefe que muchos no habían
ni tenido ni reconocido. Acoplados por el Protocolo de la Falange según
su servicio a la FET comparecían José María de Areilza, García
Valdecasas, Dionisio Ridruejo o Gerardo Salvador Merino en su calidad de
miembros de la Junta Política; Agustín Aznar, Leopoldo Panizo, Ángel
Alcázar de Velasco o Narciso Perales por su condición de Palmas de Plata
de la Falange. Pilar Primo de Rivera, Ricardo Jiménez Arnau y otros en su
calidad de Delegados y Jefes de Servicio. Más tarde, el cortejo de
consejeros nacionales, entre los que, sin duda, había quienes no
concedieron el más mínimo crédito al hijo del Dictador en vida y
quienes consideraban que El Escorial, pudridero y osario de reyes (todo lo
iguala la muerte), no era lugar adecuado para última morada del fundador
de la Falange..
Pero
la construcción del mito y el saber comportarse en aquel preciso tiempo
presidían aquella visita a la sierra de Madrid. Ocasionalmente se harían
guardias de honor en la tumba del Fundador. En marzo de 1940 la redacción
de Arriba conmemorando su fundación allí acudía, y desde ese periódico
el luto acompañó durante su historia el ejemplar que salía ese día de
Noviembre., fecha donde se registró también que el Jefe Nacional vivo
concedía la Palma de Oro de la Falange a su primer Jefe Nacional,
distinción "...que aún hoy ningún hombre de la Falange ha logrado
ostentarla bajo su brazo".
El
culto a Primo de Rivera se ampliaba también con el reconocimiento hacia
quienes intentaron libertarlo. En 1941 cien mil falangistas rindieron
homenaje en Elche a los cincuenta y dos militantes de la Falange muertos
en uno de los intentos de liberar a su jefe. La Delegación Nacional de
Propaganda, dependiente de la poderosa Vicesecretaria de Educación
Popular, tuvo la ocurrencia en Octubre de 1942 de crear en la Capilla
Vieja del Monasterio de El Escorial un museo que, recogiendo ofrendas de
valor material o significativo, expusiera la devoción de los españoles
por José Antonio. Este "recinto votivo" proyectado no paso del
grado de tentativa.
Esa
fecha del 20 de Noviembre que, por extraños azares del destino, coincidiría
con la del fallecimiento del creador del Régimen, concentraría el
recuerdo a los muertos de la Falange. El Día de los Caídos se convertiría,
además, en una especie de revista de los activos existentes. Al igual que
se escudriña la asistencia a los funerales de miembros de una familia, el
todavía Partido informaba en 1942 de aumento de asistencia en Soria,
Toledo, Málaga, Huesca, Córdoba, Oviedo, Badajoz, Álava y Albacete
mientras que aquel improvisado termómetro reflejaba preocupante frialdad
en ciudades como Santander, Logroño, Vitoria, Orense, Tarragona o Ciudad
Real.
A
finales de 1943 la preocupación por magnificar la figura del Jefe muerto
movía a los intentos de una fundación que, pagada por los hombres de la
FET, atendiera el mantenimiento del sepulcro y las atenciones
espirituales. De aquel intento llamaba la atención la justificación que
se hacía desde la Jefatura de Protocolo a la Secretaría Política:
"la Falange ha dejado en el abandono más absoluto a José
Antonio" y que eran repetición de palabras de falangistas vascos
pronunciadas muy poco antes.
Esquemas
repetitivos de actos eran año tras año ordenados por la SGM a las
distintas Jefaturas provinciales. Comitivas organizadas por la FET se
encaminaban hacia el Escorial los 20 de Noviembre ya que hasta el 1959 no
se inauguraría El Valle de los Caídos
En
los primeros años, el 29 de Octubre, fecha de fundación de la Falange
Española servía también de recordatorio a los muertos, pero el
Secretario General Arrese (20) propuso reservar ese día para conmemorar
la fundación y pasar al 20 de Noviembre la significación luctuosa. También
Arrese pensó en que el 19 de Abril se celebrara el Día de la Unidad, una
fecha olvidada y que sin embargo debía llegar a toda la nación. Se
trataba con ello de perpetuar la medida elegida por el general Franco para
hacerse con el resorte político de su Estado. Otra paradoja más, pues
esa fecha que se debía celebrar le costó en su día al Secretario
General Arrese su detención y proceso.
Otras
marcas rojas del calendario serían la del 18 de Julio que conforme a la
Orden de 28 de Febrero de 1942 se convirtió en Día del Valor y en cuya
conmemoración participaban las secciones juveniles de la FET.
Mientras
tanto, el Jefe Nacional había buscado en la sierra madrileña un
emplazamiento para construir un monumento que perpetuara la memoria de los
caídos de la contienda civil. Elegido el valle de Cuelgamuros, en el montículo
rocoso de La Nava, en la Sierra de Guadarrama se levantó allí un
complejo compuesto de una basílica hipogeo finalizada con grandiosa cúpula,
abadía de benedictinos, vía crucis a través de los riscos, hospedería
y una gigantesca cruz que, adornada por la antropomorfización de las
virtudes teologales cristianas, se convirtió en estandarte de aquellos
pagos. Obra arquitectónica de Pedro Muguruza y del escultor Juan de Ávalos,
aquel gigantesco trabajo redimió por contrasentido de la historia las
penas de muchos combatientes rojos.
A
los pies del altar de la basílica, tras recorrer una galería con imágenes
de las vírgenes patronas de los Ejércitos e instituciones militares, una
sencilla lápida cubre los restos del fundador de la Falange y a 180
grados (máxima amplitud) se ubicarían con el tiempo los restos del
impulsor del monumento.
En
Febrero de 1941 se compraron los terrenos para el Valle de los Caídos,
pero la realización de la obra tardaría en llegar. A la inauguración en
1959 le antecede un periodo de construcción de aquella magna obra
costeada en parte por los sobrantes de la Suscripción nacional de la
guerra civil que como se sabe fueron aportaciones más o menos voluntarias
de joyas y tenencias particulares para apoyo económico del gobierno de
Burgos. A los aportes económicos para su realización provenientes del
Estado y del trabajo gratuito de los penados se sumaban, en ocasiones,
cantidades extras, sacadas de aquí y de allá, con que hacer frente a la
magna construcción. Así, a mediados de Octubre de 1951 el Consejo de
Ministros autorizó de forma reservada la utilización de 3.873.700 ptas
del presupuesto de deportes de la Milicia para el Consejo de Obras del
Monumento.
La
idea inicial de la construcción de El Valle llevaba la doble intención
de la victoria y del perdón. Victoria sobre el comunismo actuando de
causa primera, a la que se añadía la magnanimidad cristiana del vencedor
en un monumento no pensado para perpetuar el enfrentamiento por difícil
que eso resulte para el entendimiento de los vencidos. El hipogeo alberga
de treinta a cuarenta mil de los muertos de la guerra trasladados allí a
partir de Marzo de 1959.
Una
información mucho más completa sobre el Valle de los Caídos esperamos
esté en breve a disposición de los lectores del Rastro de la Historia.
La
construcción de monumentos no se ciño a las obras de El Valle, numerosos
proyectos y realizaciones habían surgido, desde la creación de la Comisión
de Estilo en las Conmemoraciones de la Patria en 1938 y los posteriores
organismos que, sobre todo en la época dirigente de Serrano Suñer,
cuidaron del ceremonial. Aquellos monumentos o sus proyectos (porque en
eso quedaron muchos) "...se dedicaron mayoritariamente a la
"Victoria" y a los "Caídos". Así lo dice Ángel
Llorente en su pormenorizado estudio sobre el arte falangista. Esto es,
fueron monumentos conmemorativos y funerarios... buscando formas en las
que no hubiera elementos que se prestaran a la confusión con exaltaciones
paganas como el obelisco o la pirámide
Se
hacía pues una elección premeditada tanto del significado de las formas
arquitectónicas en su conjunción con la ideología que se pretendía,
como del efecto que la integración del individuo tendría en y ante
aquellos monumentos, se cuidaba sobremanera el aspecto escenográfico. El
mundo artístico sirvió también como elemento didáctico y propagandístico,
utilizándose el muralismo y la pintura épica como instrumentos del
esfuerzo acometido en la nueva España Un amplísimo abanico de pintores y
escultores sirvieron también para reforzar el culto a la personalidad del
Jefe nacional y en menor medida de Primo de Rivera aunque esa exaltación
iconográfica se viera condicionada por ciertos moldes ideológicos, como
dice Ángel Llorente: "La pacata ideología franquista hizo de todo
punto imposible representaciones de jefe desnudo como los de Mussolini de
un Crescini o de un Ferrichio Vecchi"
La
ideología en donde la mística del sacrificio estaba presente con la
confluencia del falangismo, el catolicismo y los valores castrenses
propició unas representaciones muy características de esos primeros
momentos de exaltación: "Las principales fueron las imágenes del
"ángel", el "héroe" y el "caído",
seguidas de la "Victoria". Otras como la "madre", el
"campesino", la "paz" y alegorías a la
"familia" y el "hogar" se produjeron más a partir de
los años cincuenta que en los diez primeros años de la posguerra."
1951
vería el proyecto de un Decreto Ley creando la Fundación Casa Prisión
José Antonio Primo de Rivera para perpetuar el recuerdo del Fundador y de
sus compañeros caídos en Alicante". El año anterior un Decreto de
Presidencia del Gobierno cedía a la FET el usufructo indefinido de la
antigua Casa Prisión Provincial de Alicante. Residencia estudiantil hoy
donde una lápida recuerda el acontecimiento.
La
perpetuación del recuerdo no quedaría sólo en obras arquitectónicas,
escultóricas o pictóricas. En Diciembre de 1956 la Secretaría General
del Movimiento conmemorando el XX aniversario de la muerte del Fundador
creó tres premios literarios para la mejor biografía, el mejor libro
escolar y estudios de pensamiento dotados con 50.000 ptas. Se convocaron
además tres premios de periodismo y dos de radiodifusión. Todos ellos
con un límite de un año para su aparición.
De
los personajes vivos se reservaba el honor y la gloria al Jefe Nacional.
Muerto el Fundador, ocupaba su lugar un "alter ego" que regía
los destinos del Movimiento. A él y sólo a él correspondía la dedicación
honorífica de la Falange.
A
escasos meses de producida la Unificación, en el mes de Octubre de 1937,
se ordenaba que los artículos encomiásticos únicamente podían
dedicarse a José Antonio (ya muerto pero sobre el que se cernía la
leyenda de "El Ausente") y a Francisco Franco. En el afán
uniformador y de sometimiento de tendencias se recordaba que la FET era
una orden militar y que sus miembros no podían actuar por cuenta propia.
Llamados a un espacio militar, mentalmente querido por la Falange, se les
fijaba su posición de sometimiento y disciplinada con la advertencia de
que las huestes de Falange no podían confundirse con "animadoras
claques aduladoras del estilo liberal"
La
devoción a la figura del Caudillo llevó a que el 1 de Octubre o Día del
Caudillo (por su elección como Jefe de la Junta militar) diera comienzo
el "Año político" en las actividades de la Falange.
El
acompañamiento coreográfico de la FET iba a estar presente para siempre
en aclamación a su Jefe Nacional. Todas las secciones y departamentos
quedaban convocados en cualquier acto más o menos público como
agitadores de masas. Los contingentes humanos que recibían enfervorizados
a Franco en sus desplazamientos, contaban con la asistencia en primera línea
de los afiliados a la SGM. Generalmente era el jefe provincial quien se
dirigía a las jefaturas locales para incitar a la acogida y en esos
escritos se desarrollaban algunos aspectos de la coreografía que había
que utilizar tales como uniformidad, banderas o eslóganes. La colocación
de los afiliados tras sus jefes locales en las carreteras era una obligación
más en los desplazamientos del Caudillo, así como el control por parejas
falangistas de las carreteras por las que iba a transitar el Jefe Nacional
de forma similar a los servicios montados por la Guardia Civil.
La
preparación de esas masas uniformadas presentó en algunos momentos
problemas de abastecimiento, por lo que los jefes provinciales se vieron
en la necesidad de remitir con urgencia las camisas azules y boinas rojas
necesarias para aquellas puestas en escena que serían pagadas por los
propios figurantes que las llevaran. Otra prenda necesaria era un pantalón
o falda negra, de fácil obtención tal y como algún jefe provincial señalaba
"bien porque ya los tengan o porque se los tiñan"
Enfermeras
y afiliadas a la Hermandad de la Ciudad y el Campo de la Sección Femenina
deberían portar sus correspondientes uniformes e incluso "con trajes
regionales las camaradas que lo tengan". Otras formas de manifestar
la devoción al Generalísimo estuvo en la entrega de álbumes con firmas
de adhesión, "in situ" o acudiendo al Palacio de El Pardo para
tal cumplimiento.
Secciones
de la FET contribuían como parte del conjunto falangista o por propia
iniciativa a la exaltación de Franco, participando de la "devotio
ibérica" tan afincada en las conciencias de los falangistas. De
esa forma el Frente de Juventudes, hacia 1950, le concedía el título de
Jefe de Centuria honorífico de la promoción Sancho el Fuerte al Jefe
Nacional.
La
proyección entusiasta en jefes políticos o señores de la guerra, tras
los acontecimientos triunfales dieron lugar a la promoción de fiestas,
homenajes, funerales y demás. Aquellos actos en donde la fidelidad de los
subordinados quedaba de manifiesto, encubrían aspectos incómodos para la
buena marcha del Partido. Por una parte, estaba la faceta económica donde
junto a los pequeños dispendios se unían el absentismo laboral que se
producían al acudir a los actos; por otra, el que la figura del Jefe
Nacional no debía entrar en competencia con persona alguna del Partido.
El regeneracionismo que intentó aplicar Muñoz Grandes en su paso por la
Secretaría General llevó a la prohibición de celebraciones festivas o
luctuosas en horas de trabajo.
No
mucha eficacia debió tener la circular anterior cuando seis meses más
tarde Gamero del Castillo reiteraba las instrucciones de prohibición de
homenajes y concentraciones. Aunque esta última medida del Vicesecretario
entraba más en el plano político que en el de la austeridad propiciada
por Muñoz Grandes ya que Gamero dejaba abierta la posibilidad de
realizarlos una vez obtenido el permiso de la SGM y la posterior
autorización del gobernador civil de cada provincia.
Cuando
en 1956 aparecía un tímido resurgir falangista volvía a reiterarse la
orden de prohibición de homenajes y la supresión total de vinos de
honor. Los homenajes, dedicaciones de calles y demás actos de
agradecimiento debían dilatarse al menos tres meses tras el cese del
homenajeado. Por
supuesto que de esas medidas de restricción quedaba aparada la figura del
Jefe Nacional.
2.16.-
Privilegios y protocolo.-
2.16.1.-
El privilegio de las jerarquías.-
A
raíz de la publicación de la Ley de Fuero de las jerarquías de la FET,
los consejeros nacionales gozaron de inviolabilidad, con las prerrogativas
legales que esa situación comportaba. Así, tenían competencias para
conocer las causas que contra ellos se incoaran la Sala Segunda del
Tribunal Supremo, el Tribunal Supremo en pleno o la Sala de Justicia del
Consejo Supremo de Justicia Militar o el propio Consejo en función de
"la graduación, destino o mando del aforado". El Fuero de
Jerarquías de la FET declaraba que (art. 1.) no era posible la detención
sino por orden del Jefe Nacional o en flagrante delito; para el
procesamiento de las jerarquías había que solicitar venía al Presidente
de la Junta Política. Exentos quedaban también de ser juzgados por el
Tribunal de Responsabilidades políticas sin mediar autorización de esa
misma autoridad.
La
apariencia, el protocolo marca la importancia formal que se otorga a las
distintas fuerzas. Resulta interesante observar las equivalencias de la
FET con otros poderes y la colocación que tenían con respecto a ellos.
Este fenómeno se daba con el auge de Serrano Suñer en la política española
y más tarde fue cayendo en desuso.
El
Secretario General tendría tratamiento de excelencia. honores: Arma al
hombro y marcha militar. Los Miembros de la JP Consejeros nacionales y
Vicesecretarios Tratamiento de excelencia. Arma descansada y marcha
militar .Los Delegados Nacionales e Inspectores nacionales Tratamiento de
Ilustrísima .Arma descansada y marcha militar. Los Secretarios Nacionales
y Jefes Provinciales tratamiento de Señoría y arma descansada. Los
Secretario Provinciales y los Jefes locales de capitales de provincia
guardia sin armas. Los honores militares serían dados por las milicias de
la 1 y 2 línea de FET en actos oficiales, cuarteles y guardias de
cualquier edificio o dependencia de la organización.
Se
realizó también la correspondencia protocolaria con miembros del Ejército
de la siguiente manera:
Secretario
General con General de División
Junta
Política, consejeros nacionales y vicesecretarios con Generales de
Brigada
Delegados
Nacionales e Inspectores generales con Coroneles
Los
Secretarios Nacionales y Jefes Provinciales con Tenientes coroneles.
En
cuanto a la prelación entre autoridades del Estado y de la jerarquías
del Movimiento
Ministros
y Secretario General
Junta
Política y Consejo Nacional
Subsecretarios
y Vicesecretarios
Jefes
Nacionales de Servicio y Delegados Nacionales del Movimiento
Gobernadores
civiles y Jefes Provinciales
En
cuanto al orden de protocolo con las autoridades eclesiásticas:
Cardenales
y Secretario General
Junta
Política, Consejo Nacional y Arzobispos
Vicesecretarios
Delegados
Nacionales y Obispos
En
concurrencia con los eclesiásticos se hacía valer la preeminencia de éstos.
En
coincidencia de jerarquías equiparadas tenía preeminencia el Ejército y
Estado (observar el orden).En actos de índole provincial, con la excepción
del Secretario General si estuviera presente, todos los asistentes se
colocarían detrás del gobernador (según la relación del Ar. 3) En
concurrencia con los eclesiásticos preeminencia de estos.
El
protocolo fue causa provocadora de incidentes en algunos momentos, en el
interior del propio Partido, donde también existieron normas que (42)
establecían una prelación con base, en primer lugar, a la pertenencia de
los Delegados Nacionales a la Junta Política por razón de ese cargo ( es
decir el Vº General, Vº de Secciones, Sindicatos Vº de Obras Sociales,
SF, FJ, Educ. Nal. Prensa). En segundo lugar, los Delegados de Servicio
que estuvieran en la Junta Política por libre designación (Ex
Combatientes, Sanidad, IEP, Jefe Milicias, Ex cautivos, Justicia y
Derecho, Auxilio Social, Información e Investigación).En tercer lugar
estaban los responsables de delegaciones creados con posterioridad a los
Estatutos de la FET (Provincias, Personal. Junta Central de Recompensas,
SEU, SEM, Guardia de Franco, Vieja Guardia, Servicio Exterior y Secretaría
Política.)
En
esa prelación se pudieron detectar al menos dos posibles anomalías: una
con el Servicio Exterior que sí aparecía en los Estatutos aunque en su
tiempo fue Delegación y más tarde Servicio (sombra de lo que fue). En
cuanto al SEU, integrado en el F. de JJ, poseía la suficiente veteranía,
anterior al estallido de la guerra, como para poder disputar lugar de
mayor privilegio. Pero de ninguno de ellos vino reclamación alguna. Fue
la Vieja Guardia quien se sintió molesta por haberla colocado en los
lugares de cola. El que los últimos serán los primeros y los primeros
los últimos es mensaje evangélico de difícil digestión.
En
la Falange Española había existido una Junta Nacional de Recompensas que
había concedido la Palma de Plata a Manuel García Míguez muerto por los
sucesos de Aznalcóllar y único fallecido a quien se concedió tal
condecoración. Concedió, además, otras 7 Palmas de Plata a la Falange
de Sevilla y la misma condecoración a los guiones de milicias de Sevilla
y Madrid.
Precisamente
en el amparo de esa Junta el vocal falangista del Secretariado Político,
Miranda, en Julio de 1937 proponía la concesión de la más alta
condecoración del Partido, la Palma de Oro, al General Franco.
En
este año de 1937 se proyectó una condecoración que con el nombre de
"Legión de honor" recompensaría a mutilados, inválidos y
heridos de guerra. Pero no consta que tal título llegara a hacerse
realidad. El nombre, de claras connotaciones francesas, no era lo más
apropiado.
El
21 de Julio de 1937 J. Miranda se dirigía al Secretariado Político con
la intención de que se hiciera llegar al Jefe Nacional una propuesta para
crear una Junta de Recompensas. Tras hacer mención de las condecoraciones
que existían en la Falange, urgía el establecimiento de una organización
responsable de aquello por la proliferación de gentes que, sin concesión
alguna lucían todo tipo de recompensas impuestas por su gusto y gana.
Hasta
el 12 de Marzo de 1942 no sería creada la Junta Central de Recompensas.
La composición de este organismo quedaba formada por un Presidente que
sería miembro del Consejo Nacional y que ostentara la Palma de Plata y
como vocales un Delegado Nacional de la FET, un Jefe del Ejército, un
letrado y dos militantes. Las competencias para otorgar recompensas de la
Sección Femenina y de las OOJJ quedaban al margen de las de esta Junta,
si bien su Presidente sería miembro nato de las Juntas de recompensas de
esas dos delegaciones.
El
25 de Marzo de 1942 era nombrado Presidente de la Junta Sancho Dávila y
de vocales aparecían Juan Francisco Yela, Ramón García Noblejas y los
Comandantes del Ejército Modesto Aguilera y Claudio Rivera. En julio
aparecieron concedidas las primeras distinciones. Las de más alta categoría
se otorgaban a veteranos miembros del Partido, Agustín Aznar, Alcázar de
Velasco y también a García Noblejas y a Aguilar.
Las
recompensas fueron sistematizadas en 1943 y se correspondían con el mérito
político (ángulo verde, aspa verde y palma verde) sufrimientos padecidos
por los militantes (ángulo rojo, aspa roja y palma roja), actos heroicos
(ángulo de plata, aspa de plata y palma de plata). Se establecía también
y con carácter excepcional la Palma de oro. Curiosamente esta Palma de
oro se reservaría para los Jefes Nacionales ejercientes como tales 3 años
y 22 días. Tal lapso de tiempo se justificaba en que ese era el periodo
de mando que había tenido José Antonio; pero resultaba claro que la
limitación temporal ponía fuera de combate para recibir la más alta
distinción a Manuel Hedilla.
Se
le concedería con el tiempo a la Junta poder retroactivo en tanto que
cualquier recompensa otorgada con anterioridad a la constitución de la
JCR habría de ser revisada por ésta.
En
Mayo del 50 se hacía cargo de la Presidencia de la Junta Manuel de Mora
Figueroa, al anterior Presidente se le hacía Secretario de la Cancillería
de la Orden de Cisneros Seis años más tarde, en 1956, las funciones
auxiliares de la Cancillería de Cisneros pasarían a la Junta Central de
Recompensas
Conviene
reseñar que hubo un intento en 1950 de desbancar a la Junta Central de
sus cometido por parte de la Vieja Guardia. Efectivamente, el 10 de Junio
de 1950 el Presidente de la JCR, M. Mora Figueroa, se mostraba contrario a
los deseos expresado por la Vieja Guardia de sustituirles en las funciones
relacionadas con la concesión de la denominada medalla de la Vieja
Guardia, con razones como la eficacia demostrada por la Junta, la
colaboración que la VG hacía al ser ella quien promovía los expedientes
y el pensar que la extinción de la VG por razones biológicas obligaría
a pasar la documentación a otra dependencia
El
número de falangistas que recibieron la Palma de Plata fue bastante
reducido. Se concedió ésta por hechos heroicos a Federico Servet y a Tomás
García Rebull. En Noviembre del 52 Juan Yagüe Blanco recibía a título
póstumo la Palma de Plata y tres meses más tarde la recibía Gerardo
García Carpintero y el colectivo de las JONS de Villanueva de la Serena.
Cuando
existían problemas para la concesión de la Palma de Plata por existir méritos
de difícil demostración se recurría a abrir un "juicio
contradictorio" que pusiera en claro si era el encausado merecedor o
no de la condecoración. Entre los sometidos a juicio contradictorio
estuvieron Joaquín Bernal Vargas (albañil, Jefe provincial de Cádiz),
Federico Servet Clemencín Miguel Blasco Vilatela (muerto durante la
guerra en los Pirineos), Maestro y Alférez de las Milicias falangistas o
Gerardo Garcìa Carpintero, combatiente de la División Azul.
El
18 de Julio del 56 se concedía la Palma de Plata a Miguel Blasco Vilatela,
Rafael García Siso, Santiago Pedrosa Posada, José Luna Meléndez y al
General Antonio Sagardía Ramos. Se entregaba en la misma fecha la Palma
de Plata a los falangistas que intentaron liberar a José Antonio el 19 de
Julio del 36
De
menor entidad, la Palma Verde fue concedida a falangistas vivos e
incrustados de lleno en el régimen de Franco. En enero del 45 la recibían
Fernández Cuesta y Jesús Suevos.
Por
Decreto del 10 de Marzo de 1942 el Mando Nacional del Movimiento creó la
Medalla de la Vieja Guardia para los militantes de los Partidos Unificados
que se encontraran inscritos en ellos antes del 16 de Febrero de 1936
(fecha de las elecciones donde triunfó el Frente Popular). En la cinta de
la medalla los que desempeñaron algún cargo podían llevarlo con el
emblema correspondiente, adaptado eso sí, a la nueva nomenclatura de
mandos y jerarquías de la FET.
La
frontera de las elecciones de Febrero del 36 fue el requisito de
consideración de Vieja Guardia Cuando se realizó la creación de esa
Medalla se habló de los "Partidos Unificados", con lo que se
podría incluir allí a Renovación y Acción Española, además de a la
CEDA, pero ya en Agosto del 42 se daba por supuesto que la acreditación
de militancia o era de la FE o de la Comunión Tradicionalista, olvidando
cualquier otra opción. Se exigía, además, para la concesión el haber
aceptado la reconducción impuesta en el Partido Único, es decir, la
adhesión al Movimiento y el uso obligatorio de la condecoración en el
uniforme.
De
las Delegaciones de la Vieja Guardia partían los expedientes que eran
finalmente estudiados por el organismo específico para otorgar las
recompensas: La Junta Central de Recompensas y Distinciones.
Aún
sin decidir qué dibujo llevaría la medalla, poco tiempo más tarde, en
el mes de Mayo, se convocaba un concurso entre artistas españoles para
elegir y premiar los modelos que se presentaran.
Por
orden del 18 de Julio de 1942 se ampliaba la concesión de la medalla a
familiares de militantes caídos en donde la única diferencia lo ponía
el negro de la cinta, señal de luto.
Fue
a partir de la creación de esta recompensa que larguísimas relaciones de
expedientes para la concesión de la medalla llenarían páginas y paginas
del órgano oficial de la FET. La recompensa no concedía beneficios de
ningún tipo con la única salvedad de dificultar la expulsión del
Partido y era exclusivamente honorífica; pero demostrar haber sido partícipe
de la verdad impuesta por las armas en los momentos difíciles, pionero de
la nueva situación, significaba una categoría en la España salida de la
guerra.
El
1 de Abril de 1949 finalizó el plazo para solicitar la Medalla; pero para
rezagados quedaba un resquicio, se preveía para el futuro que quienes
pudieran solicitarla lo hicieran a través de los Jefes Provinciales, éstos,
tras la información de la Delegaciones de Vieja Guardia, elevarían a
Secretaría General la petición.
A
mediados de 1950 habían sido resueltos 31.000 expedientes de la Medalla
de la VG. Tal cantidad da qué pensar porque los efectivos de la Falange
en términos aproximados, en Febrero del 36 oscilaban entre los 7.000 y
10.000 Suponiendo que todos los supervivientes de FE y los familiares de
los fallecidos la hubieran solicitado quedarían aún 20.000 medallas.
Adjudicárselas a miembros de la Comunión sería exagerado, ni por la
trayectoria política mayoritariamente seguida de abandonismo con respecto
al Régimen, ni por considerar que es un número excesivamente elevado
para ese contingente. Quedarían gentes, que participando de otras
opciones de las que se unificaron y a pesar de no estar explícitamente
reconocidas, buscaron, a falta de documentación probatoria veraz, los
testimonios, más o menos fiables, más o menos interesados que les
permitieran lucir aquella recompensa, que aún no comportando beneficios,
ya de por sí era un seguro beneficio en la España de Partido Único.
2.17.4.-
La
medalla del XX Aniversario.-
El
gustillo por el ornato se ponía de manifiesto en la creación de la más
prolífica de las condecoraciones realizada por la FET, la Medalla del XX
aniversario, concedida a todos aquellos que acudieron al primer y único
Congreso Nacional de 1953. Interminables listas de asistentes obtenían
aquella recompensa honorífica. Una buena fuente para conocer quiénes en
los comienzos de los cincuenta participaban en el partido único en las
distintas localidades españolas.
Otra
de las condecoraciones utilizadas por el Régimen arrancada de la simbología
falangista fue esta, primero conocida como Orden Imperial de las Flechas
Rojas. En Agosto de 1938 se realizó la concesión de grandes cruces y
placas de la Gran Orden Imperial a Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz
Bachiller, Fermín Izurdiaga y José Luna Menéndez. En Octubre de 1938
recibían Cruces, entre otros, Hess, Farinacci, Queipo, Saliquet, Moscardó
y Eugenio Montes. Más tarde les correspondió a Laín, a Tovar,
Manuel de Castro Alonso, Arzobispo de Burgos, y al General Varela.
En
Febrero de 1943 la denominación cambió y comenzó a titularse Orden
Imperial del Yugo y las Flechas tal tiempo que se dictaba el reglamento de
la que era considerada más alta recompensa de servicios prestados a la
nación. Como lema de la misma se imponía una frase de inspiración evangélica
(Mat. 22,21) "Caesari caesari, Dei Deo".
2.18.-
Una coreografía paralela. El Frente de Juventudes y la Sección Femenina.-
Al
igual que las secciones masculinas, la Delegación femenina fue creando
una amalgama de referentes significadores. Los distintivos de mando se
hicieron con el bordado de flechas en seda azul y blanca y las Regidoras
de los distintos servicios deberían llevar el signo de esa distinción
con el escudo del servicio y barra, yugos de seda verde y estrellas de
seda del mismo color.
El
"santuario" elegido por la Sección Femenina fue el Castillo de
la Mota en Medina del Campo. Lugar de estudio y concentración de masas
como la celebrada el 22 de Abril de 1938, en el aniversario del nacimiento
de Isabel la Católica a la que fue invitado el General Franco Este emblemático
edificio fue cedido por la Presidencia del Gobierno en 1942 a la Sección
Femenina para la instalación de la Escuela Mayor de Mandos José Antonio.
La cesión iba condicionada por la continuación del Patrocinio del
Ministerio de Educación al tener el castillo la consideración de
monumento nacional.
Entre
las fiestas señaladas para la organización femenina estaba la celebración
del Día de Santa Teresa para el que se convocaban estudios sobre la santa
y la celebración de misas con la expresa orden de que "no se debe
obligar a comulgar a aquéllas que voluntariamente no quieran
hacerlo". Esta talante no impositivo chocaba con la obligatoriedad
impuesta en otros ámbitos de la Iglesia, no en tanto que recomendación
moral sino en cuanto poder coercitivo que la obligación de comulgar
adquirió, lo que llevó incluso a la emisión de certificados de haber
realizado aquella obligación como justificante en empresas y colegios.
Terminada
la guerra se habilitó un servicio de recompensas particular de la SF Las
condecoraciones se denominaron "Y" en honor de Ysabel la Católica
y tenían las variaciones "Y" de oro", "Y" de
plata", "Y" roja e "Y" colectiva. Una Junta
Permanente de Recompensas sería creada como enlace entre SF y Secretaría
General.
Mujeres
muertas durante la guerra fueron las primeras a las que se concedieron
estos distintivos. La Y individual de oro se otorgó a María Luisa Terry,
María Paz Unciti, Carmen Tronchoni, Rosa Brios, Julia Jáez, Agustina Simón,
Francisca Magdalena de la Hoz y Marina Moreno
Reciberon
también su recompensa mujeres falangistas destacadas en hechos de guerra
o aquellas más significadas en la ayuda a la Falange como fue el caso de
la Y roja colectiva concedida al Banderín de SF de Filipinas del Servicio
Exterior por la entusiasta ayuda prestada En Marzo de 1942 se publicaba la
Ordenanza de recompensas de la SF reglamentándose en ella la imposición,
propuesta y pérdida. Las enfermeras voluntarias en la División Azul
recibieron también la Y de plata colectiva poco tiempo después de
publicarse la Ordenanza de recompensas. Una de esas enfermeras, tal vez la
más destacada, Celia Jiménez recibía el nombramiento de afiliada
honoraria de la Sección Femenina del SEU por su trabajo a favor de los
universitarios falangistas en la División Azul
También
fueron merecedoras de condecoraciones aquellas afiliadas o colectivos que
se destacaron en tareas humanitarias o de apoyo al Partido. Por ello, en
Mayo de 1948 la Y de plata colectiva recaía en la SF de Cádiz
aprovechando la festividad de Santa Teresa 1947 y en recuerdo del heroico
comportamiento en la catástrofe de la ciudad en 1947
En
Marzo de 1950 recibían la Y de Plata colectiva las afiliadas a la Sección
Femenina que fueron a la primera expedición a América en el Monte
Albertia, con los Grupos de Coros y Danzas.
La
construcción de monumentos conmemorativos fue también labor de las
mujeres falangistas. A un año de terminada la guerra SF convocó un
concurso para la creación de un altar en la galería de la cárcel de
Alicante donde José Antonio había sido fusilado. El Tribunal para
valorar los méritos artísticos estuvo formado por Pilar y cuatro
artistas nombrados por SF, SGM, Dirección General de Arquitectura y
Dirección General de Bellas Artes. Se establecieron tres premios: 1º
realización del altar estipulando contrato; 2º 5.000 ptas. 3º 5.000
ptas. Se podrá declarar desierto el concurso.
El
Frente de Juventudes creó una serie de fechas para incorporar a su
particular santoral. El 9 de Febrero, conmemorando el asesinato del
estudiante falangista Matías Montero, se celebraba el Día de los Caídos
(con anterioridad se venía realizando el 29 de Octubre) especie de
concesión que el F de JJ realizó al SEU cuando este Servicio se integró
en esa Delegación.
El
1 de Abril, conmemorando la victoria en la guerra civil se proclamaba, Día
de la Canción. El 30 de Mayo, festividad de San Fernando sería el día
grande de las juventudes o Día de la Juventud. El 18 de Julio, Día del
Valor. El 2 de Agosto efemérides por la salida de Colón de Palos a América
Día del Amanecer. El 1 de Octubre, Día del Caudillo. El 29 de Octubre, Día
de la Fe. El 20 de Noviembre Día del Dolor y el 8 de Diciembre, Día de
la Madre.
El
Frente de Juventudes disponía también de recompensas, las medallas de la
juventud, con distintas categorías, concedidas a gentes del mundo de la
Falange o a afines Con motivo del Día del Caudillo en Octubre del 54 se
concedía la Medalla de Oro de la Juventud al arzobispo de Santiago,
Quiroga Palacios y a los destacados falangistas José Antonio Girón, Blas
Pérez y Rodríguez Tarduchy. Integrado en el Frente del Juventudes el SEU
disponía de sus particulares recompensas. En la época de revitalización
del sindicato se modificó el reglamento de recompensas con el claro interés
de ampliar los beneficiarios a quienes no siendo miembros del SEU hubieran
cooperado con él. La fecha del 21 de Noviembre (aniversario de la fundación
del Servicio) y la del 7 de Marzo (Santo Tomás de Aquino) se reservaban
para otorgar los Víctor de Plata y de Bronce respectivamente.
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