Durante los agitados años de la segunda guerra mundial, José Luis de Arrese se propuso, en tanto que ministro secretario general del Movimiento, desarrollar el ideario de José Antonio Primo de Rivera y llevarlo al terreno de las realizaciones prácticas. Resulta extraño, en este sentido, que no haya sido especialmente considerada por la historiografía la figura de quien desempeñó entre 1941 y 1945 el papel de ideólogo del Estado de Franco. La presente obra se propone cubrir esa laguna.

El análisis de la adaptación del pensamiento de José Antonio acometida por Arrese tiene tres coordenadas principales: la suerte bélica de un conflicto como la segunda guerra mundial; la existencia de otras “familias”, aparte de la falangista, en el seno del régimen surgido de la guerra civil; y la propia personalidad del ministro, más inclinado que el fundador hacia el tradicionalismo. De Diego desentraña las obras doctrinales y la ejecutoria política de Arrese, estableciendo continuas referencias a las premisas joseantonianas de las que se decía partir. Demuestra, de este modo, sin pudor pero sin distorsión, las contradicciones anejas al empeño.

El trabajo, entre otras cosas, viene tanto a desvelar el alto grado de idealismo contenido en el pensamiento falangista originario, como a desmentir el presunto monolitismo consustancial al régimen de Franco. Concluye el historiador que la de Arrese fue una de las posibles lecturas del falangismo, pero no una de tantas, por cuanto resultó, en tanto que conservadora, la más grata al general que gobernó España a lo largo de casi cuatro décadas.

La lectura de este libro, en suma, se antoja ineludible no sólo para conocer la figura de quien (Arrese) tuvo un mayor peso en la historia de España de lo que se le ha concedido hasta la fecha, sino también para comprender la edificación de un Estado, tras una guerra civil, a cargo de diferentes “familias” alternativas, cuando no adversarias.