Intentar comprender, en eso consiste
este pequeño trabajo y para ello se tiene en cuenta la enorme diferencia
de contexto que media entre la España de 1934-35-36 y la de finales del
siglo, aunque negros nubarrones barrunten tiempos de tormenta. El intento
de trasladar actitudes en escenarios tan distintos produce un disparate
del que desgraciadamente no se alejan todavía hoy algunos "revividores"
de la Historia y que produce monstruos. En una nación con 14.000 dólares
de renta per cápita, con avanzadas tecnologías en el campo de las
comunicaciones o de la sanidad, con la educación generalizada y gratuita
hasta los dieciséis años, con, incluso, exceso de dinero para la diversión
que llega al despilfarro, esa España de los años treinta parece mucho más
distante de los sesenta y pico años que han transcurrido . Titulaba Solidaridad
Obrera en 1934 uno de sus números con un "España es un país
miserable donde la gente se muere de hambre" , que era expresión
bastante exacta de la realidad en muchos lugares de nuestra nación, una
tierra campesina en donde reinaba según el Arriba "la
espantosa miseria". Sin aspavientos, era desgraciadamente cierto.
Noticias trágicas de muertos por hambre y frío, desesperación de madre
ante el no poder dar a sus hijos de comer, y la posterior muerte de éstos
a manos de la primera las hay en las páginas de los periódicos de la época.
Es cierto que la España actual presenta un dualismo, una dicotomía
sangrante, que los jóvenes se encuentran en precario a la hora de buscar
empleo y que las múltiples ventajas que oferta incesantemente la sociedad
de consumo produce frustración para quien con dificultad puede conseguir
una mínima parte de esa devastadora oferta. Pero, afortunadamente, no se
producen muertes por hambre y en el tiempo de este trabajo sí. Distinto
sería acudir al plano de los valores, en donde, desde una educación
concreta que tiene quien redacta estas líneas, se encuentra a la sociedad
actual huérfana o sometida a una transmutación tan compleja que con
dificultad se encuentran valores o son éstos de una naturaleza tan
distinta - producto del pragmatismo ético- que no los logro distinguir.
No se trata de buscar malos o buenos,
aunque es evidente que quienes en múltiples publicaciones han soportado
el sambenito de malos, pistoleros o fascistas, posiblemente encuentren bálsamo
en las líneas siguiente, el que produce el intento de buscar la verdad;
lo que no obsta para la pertinente crítica hacia algunos datos de su
historiografía, porque también su particular literatura precisa de
revisiones, de desbroce de mitos que se recitan de forma mecánica en los
pocos núcleos herederos de aquellos "señoritos
del fascio devoradores de obreros".
Si se admite que toda sociedad muestra un
complejo en donde aparecen valores, modelos y símbolos imbricados y
exigiéndose los unos a los otros, un repaso a lo ocurrido muestra como
esos tres elementos están presentes en los bandos contendientes de forma
casi simétrica. Así por ejemplo el elogio de la violencia a campo
abierto lo encontramos en Primo de Rivera y en los socialistas. Lo que se
repudia al final es la violencia de los otros, porque la violencia ajena
es aniquilamiento mientras que la propia no lo es. Primo de Rivera en el
entierro de Matías Montero reivindicaba el sacrificio como exigencia de
compromiso:
"Que Dios te dé su eterno descanso y a nosotros nos lo niegue hasta
que hayamos sabido recoger para España la cosecha que siembra tu
muerte". No muy lejano, pero sin la carga poética del texto
anterior, Wenceslao Carrillo decía en el entierro de Juanita Rico:
"Haremos que nuestras ideas triunfen por encima del fascismo, por
encima de los que colaboran a su fortalecimiento. En el régimen que
nosotros implantemos no podrán darse caso de la vileza del que
lamentamos". Quienes más han alentado el apartado combativo de
la Falange, caso de Ernesto Milá, señalan como "los camaradas
asesinados son factor de compromiso" ya que la muerte de uno de
los militantes "debe servir para afianzar el compromiso militante
del resto de los camaradas". Pero es que para los contrincantes,
para los enemigos ocurría algo de enorme similitud. La lucha sin cuartel
no era patrimonio del fascismo. La batalla estaba ahí, el escenario
perfectamente colocado y los actores a punto. ¿Puede alguien en su sano
juicio pensar que sólo unos preparaban la tragedia en que aquello acabó
y que los demás - espíritus puros- pensaban en la concordia y en la
conciliación? Esta gran mentira, dicha o insinuada en múltiples libros y
en textos de estudio obligatorio, no aguanta el mínimo envite. El uso de
la pistola, de la bomba, del insulto más feroz hacia el adversario era
frecuentísimo. Además del pañuelo, en los bolsillos de los militantes
era casi obligatoria la pistola. Armas que lucieron en sesiones del
parlamento. Armas legales o ilegales que la policía detectaba en
registros de locales o tras los combates callejeros. No se libraba nadie,
ni falangistas, ni socialistas, ni comunistas, ni los del pensamiento
confederal, porque el anarquismo español, ese monumental derroche de
pasiones con visionarios y pistoleros en su entorno, con profetas y
santones, plagado de ascetas laicos, disgustado y crítico, amargo y
profundamente humano llegaba a escribir en 1936, a raíz de la
constitución del Frente Popular, textos de este tenor: "Es
preciso arrasar sin debilidad a la burguesía y sus puntales…¡Muerte a
los arrastrasables, a los sacerdotes, a los políticos y a los magistrados
de toda laya!¡ Si hoy no atizas fuerte y sin piedad, mañana te matarán
sin remisión ni cuartel!".
En La Losa (Segovia) a 8 de Noviembre de
1998
-o O o -
Luz de invierno. Luminosidad
crepuscular. En la calle Valencia de Madrid, en la sede que el desgastado
partido único del franquismo tiene en el distrito de La Arganzuela, un
grupo de ¿nostálgicos? ¿fieles? se aprestan a oír las palabras de
Felipe Ximénez de Sandoval. El orador conoce bien la historia de la
Falange. Ha participado en ella como protagonista. Dirigió el Servicio
Exterior de la Falange Española y más tarde el de la FET. Escribió una
biografía de José Antonio Primo de Rivera y nunca ocultó que su obra
era hagiográfica porque la tituló .José Antonio. Biografía
apasionada y así nadie podrá decir que vendió mercancías varias
distintas a las pregonadas. Escritor fue también de novelas y comedías
además de algún ensayo histórico. Sirvió en el Cuerpo diplomático y
sufrió un expediente por asuntos escabrosos, que hasta hace poco era
repartido a cualquier investigador o visitador que lo solicitara en el
archivo del MAE como si este falangista hubiera quedado exceptuado de la
privacidad que tanto se predica con el derecho al honor y la intimidad de
otros.
Se conmemora la fecha en que Matías
Montero caía asesinado en la calle de Mendizábal de Madrid., 9 de
Febrero. Una fecha mágica del calendario falangista, al final,
recurrente, rutinaria, mecánica…
A partir de aquella disertación, cuyo
texto íntegro se transcribe a continuación, se cruzan comentarios,
aportaciones y decires fundamentados en otras fuentes, algunas inéditas,
que ayuden a comprender aquellos tiempos de violencia o a fatigar
-¿quién sabe?- tanto monolitismo histórico enfundado en condón
tornasolado por ácidos.
Para quienes estén al tanto de la
historia de la Falange la conferencia de Ximénez de Sandoval no aporta
gran cantidad de novedades. En textos como La rebelión de los
estudiantes de David Jato, La España de ayer de Víctor
Fragoso del Toro o Retrato de un visionario. José Antonio Primo de
Rivera de Julio Gil Pecharromán pueden encontrarse estos datos e
incluso con mayor profusión, pero la conferencia tiene el valor de hilar
en una sola pieza el tema de los caídos falangistas y que vea por fin la
luz, luego de ser prisionera en cajones de archivo durante muchos lustros.
Recomiendo a quien esto lea que lo haga
primero, exclusivamente con el texto de la conferencia y una vez entrado
en cuestión que realice una segunda lectura y , ahora sí, consulte las
notas y comentarios que se hacen sobre las palabras de Ximénez de
Sandoval.
EL TELÓN DE LOS CAIDOS
Hoy, 9 de febrero, se cumple el 39
aniversario de Matías Montero y Rodríguez de Trujillo, fundador y
triunviro del SEU de Medicina en la Universidad de Madrid, y una de las
más nobles y prometedoras inteligencias de la primitiva Falange
Española, Aun cuando su sangre no fuera la primera derramada por la idea
de la España, una, grande y libre, Matías Montero se convirtió en el
símbolo de la juventud falangista sacrificada, por su condición de
estudiante, por su vocación intelectual, por la finura de su estilo y por
la temeridad de su valor personal. La fecha de su muerte sería más
tarde, la de la conmemoración de todos los estudiantes caídos y hoy
viene a ser un poco la de todos los falangistas - estudiantes o no- que
juraron darse siempre al servicio de España, no tener otro orgullo que el
de España y el de la Falange y vivir bajo la Falange con obediencia y
alegría, ímpetu y paciencia , gallardía y silencio, rechazar y dar por
no oída toda voz, amiga o enemiga, que pudiera debilitar el espíritu de
la Falange, mantener, sobre todas, la idea de la unidad: unidad en el
hombre y entre los hombres de España.
Esta es la razón de que estemos
reunidos esta tarde para honrar una vez más a quienes, como diría Rafael
Sánchez Mazas, "víctimas del odio, no cayeron por odio sino por
amor, y el último secreto de sus corazones era la alegría con que fueron
a dar sus vidas por la Patria… para libertar con su sacrificio generoso
a los mismos que les asesinaron, para cimentar con su sangre joven las
primeras piedras en la reedificación de una Patria libre, fuerte y
entera". Es decir, a cuantos fueron sumando sus nombres humildes al
gran telón de fondo de los actos falangistas, antes de que la conmoción
del 18 de julio de 1936, multiplicara fabulosamente el censo de caídos,
incluyendo en él a los fundadores, José Antonio y Ledesma Ramos,
Onésimo Redondo y Ruiz de Alda.
¿De quién fue la idea de utilizar como
austero elemento decorativo y emocional para nuestros actos públicos en
lugar cerrado, el telón de los caídos, consistente en una superficie
negra con un gran emblema falangista- las flechas y el yugo- en rojo y
-los nombres de los caídos, por riguroso orden cronológico, en oro? A
pesar de haber participado en la preparación de los actos del cine Madrid
del 19 de Mayo y el 17 de Noviembre de 1935 y en la del doble de los cines
Europa y Padilla del 2 de Febrero de 1936, no recuerdo exactamente a
quién se le ocurrió. Lo más probable es que la idea fuese de José
Manuel Aizpurúa, joven y brillante arquitecto donostiarra, amigo personal
de José Antonio, falangista de la primera hora, miembro de la Junta
Política y Consejero Nacional de Falange Española de las JONS, y Jefe
Nacional de Prensa y Propaganda, creador y decorador del círculo politico
e intelectual "Gu" de San Sebastián, verdadero Ateneo
falangista, al que acudían numerosas personalidades de las Letras, de las
Artes y la Política, de paso en la capital de Guipúzcoa. Pero también
es muy posible que la concepción y realización de ese telón fuese obra
del gran pintor Alfonso Ponce de León, al que se debe la casi totalidad
de los dibujos que ilustraron los periódicos falangistas madrileños -FE,
Arriba, Haz- así como los escasos carteles murales que Falange pudo
hacer.
Cualquiera de los dos pudo haber sido su
creador, por su talento, su pasión falangista y por haber sido elegidos
por el Destino para que sus nombres se incorporasen un día a la lista de
aquél telón glorioso, ya que el rencor del enemigo les tenía señalados
para el holocausto. José Manuel Aizpurúa, constantemente amenazado por
los marxistas y por los separatistas donostiarras, que todavía no unidos
prefiguraban ya a la ETA de nuestros días, estuvo a punto de morir en el
atentado que costó la vida al jefe local de San Sebastián, Manuel
Carrión, el día 9 de septiembre de 1934. Dos años después, en los
primeros días de agosto de 1936, sería vilmente asesinado en su ciudad
natal que tanto amaba. Casi en los mismo días era paseado en Madrid,
Alfonso Ponce de León, no sólo entre la indiferencia de muchos
intelectuales marxistas que en otro tiempo habían sido amigos suyos, sino
con el beneplácito de algunos para quienes su bárbara ejecución era una
consecuencia lógica de su ingenuidad al separarse de los grupos
vanguardistas que ganados al marxismo, tremolaban la bandera del
antifascismo, a cuya sombra habría medrado, medraban y medrarían donde
quiera que se encuentren, bien en los dorados exilios europeos o
americanos, bien en la resignada y confortable acomodación que han
encontrado en la España vencedora en 1º de abril de 1939, a la que con
mohín y acento desdeñoso llaman siempre "este país".
Fuera cual fuera de aquellos dos grandes
falangistas el creador del telón de los caídos, lo cierto es que la
primera referencia a éste no la tendremos hasta el 23 de Mayo de 1935,
fecha en que el número 10 del viejo ARRIBA dedicado a reseñar la jornada
memorable del que José Antonio calificara como "acto de rendición
de cuentas de una larga jornada de año y medio", se describen así
los preparativos de los camaradas encargados de disponer el local, que no
durmieron en la noche anterior al mitin: "Todo fue trajín aquella
noche, martilleo en la tribuna presidencial, prueba de luces y altavoces…
Hubo un momento solemne: aquél en que se izó el enorme telón del fondo.
El actual cine Madrid (antiguo frontón) tiene la pantalla en la que fue
pared de bote. Había que cubrir por entero su superficie de más de
doscientos metros cuadrados, y a tal efecto se construyó un inmenso
telón negro con nuestros emblemas en rojo, de cinco metros de altura y
los nombres de nuestros camaradas caídos en grandes letras de oro. Como
el telón tenía de ancho 18 metros, hubo que izarlo lentamente, para que
no se rompiese la larguísima vara de madera que lo armaba. No fue
operación corta. Pero cuando, al fin,
La imponente superficie negra con el
yugo (por una de aquellas increíbles erratas de imprenta que tanto nos
desesperaban a cuantos hacíamos ARRIBA, decía "grupo" en vez
de "yugo") y las flechas y los nombres de los mártires cubrió
el extremo del frontón vacío, nuestros camaradas no pudieron menos de
experimentar una sacudida. Ya clareaba el amanecer."
Las áureas letras formaban dieciocho
nombres. El primero el de José Ruiz de la Hermosa, muerto en Daimiel el 2
de noviembre de 1933. El último el de Juan Pérez Almeida, joven
salmantino, fallecido en el Hospital de Salamanca, quince días antes del
mitin, el 4 de mayo de 1935.
Posteriormente, el telón de los caídos
se utilizaría en otros actos celebrados en teatros de Madrid y de
provincias, siempre aumentada la lista de nombres. Cuando los actos
falangistas tenían lugar al aire libre, en el campo, en algún corral o
en una plaza de toros pueblerina, o cuando las autoridades locales
prohibían que el telón de los caídos figurase en el escenario, antes de
empezar los discursos, Raimundo Fernández Cuesta o el propio José
Antonio, leían los nombres de los caídos, acogidos con clamorosos
presentes. En el mitin del 17 de Noviembre de 1935 en el cine Madrid de la
capital de España, ya eran veinticuatro. En el doble mitin del Cinema
Europa y del Cine Padilla del 2 de Febrero de 1936-en el que se cantó por
primera vez, y bastante mal por cierto, el "Cara al Sol", por
ser muy pocos los que lo sabíamos- los muertos eran veinticinco. Con los
cuatro últimos "Presentes" publicados en el último número de
ARIBA el 5 de marzo del 36, pasaban de treinta. Pero suspendido
definitivamente nuestro periódico y puesta fuera de la ley la Falange por
el gobierno del Frente popular, beligerante contra el fascismo, ya no
pudimos dejar constancia impresa de las víctimas que cada día nos
costaba el júbilo de los marxistas y sus cómplices, por el
"democrático" triunfo que habían alcanzado en las elecciones
del 16 de febrero. La clausura de nuestros centros, el encarcelamiento de
nuestros jefes y camaradas, la persecución inmisericorde de los
falangistas que todavía en libertad se jugaban la vida en actuaciones
clandestinas, impidieron la recogida de detalles sobre los nuevos caídos.
Y entre tantas cosas como en aquellos días desaparecieron, estaba el
famoso telón, del que no se volvió a tener noticia.
A José Antonio le entristecían
profundamente las muertes de sus jóvenes camaradas, que con tan
despreocupada gallardía se jugaban la vida. Le entristecía lo mismo
desde el punto de vista humano, porque como diría en su testamento nunca
es alegre entregar sin defensa y en plena juventud una vida que aún puede
ser útil, que desde el de jefe político angustiado por la parte que
pudiera corresponderle en provocar la efusión de tanta sangre, y, sobre
todo, por la terrible duda -que después de los años ha vuelto a
acongojar a muchos de quienes la compartieron con él en tiempos
difíciles de la persecución y la incomprensión- de si aquellos
muchachos caían unos tras otros en la primera línea de fuego, para
defender a una España-la de entonces- que, como la de ahora (indiferente
al "movimiento revolucionario que se prepara; esto es, el que se
agita cada vez más áspero, cada vez más hostil, cada vez más seco bajo
esas coaliciones, más o menos probables, de los socialistas con los
republicanos de izquierda") acaso no merecía su sacrificio (Discurso
en el Parlamento, 8 de noviembre de 1935).
Me consta esa tristeza, porque uno de
los últimos encargos personales que desde su celda en la Cárcel Modelo
de Madrid me hizo José Antonio en abril de 1936 fue el de redactar un
folleto sobre los caídos, que habría de publicarse y repartirse
clandestinamente como su Carta a los militares de España del 4 de mayo,
su Circular a todas las Jefaturas territoriales y provinciales del 29 de
junio y los cuatro números del "No importa", boletín de los
días de persecución. Lo hice ràpidamente, con los pocos datos que de
cada uno de nuestros camaradas muertos me fue posible reunir, pues al
clausurar el gobierno nuestros centros, la policía se incautó de los
archivos que no hubo tiempo de trasladar a los domicilios particulares de
algunos simpatizantes. Llevé el manuscrito a José Antonio , quien hizo
algunas correcciones de su puño y letra, lo recogí y se lo entregué a
Vicente Cadenas, que en ausencia de José María Aizpurua, actuaba como
Jefe Nacional de Prensa y Propaganda. - Cadenas no tuvo ocasión de
imprimirlo y poco después lo perdería con otros documentos de aquella
época heroica, que para algunos falangistas hubiesen tenido valor de
reliquias.
Durante los primeros meses de la
Cruzada, en la Jefatura Nacional de Prensa y Propaganda establecida en San
Sebastián, se pensó en cumplir el deseo de José Antonio, rehaciendo el
folleto perdido. Pero el apremio de otras cosas más urgentes y el
incesante número de muertos, entre los que ya figuraban José Antonio,
Ledesma Ramos, Onésimo Redondo, Ruiz de Alda, Mateo, Aizpurúa, Salazar y
otros jerarcas de la Falange y del SEU, fueron aplazando el proyecto, que
cedió paso a otro de mucha más envergadura que increíblemente no se ha
llevado a cabo todavía y que según parece nunca se realizará: una
Historia auténtica de la Falange, escrita por falangistas auténticos,
sin mitificaciones, pero también sin desfiguraciones. Sé de algunos
antiguos camaradas que poseen material privado tan importante como el
documental conservado en los archivos nacionales, cuyo manejo parece
reservado a los historiadores oficiales, quienes lo utilizarán cundo Dios
quiera con la objetividad más minuciosa, glacial y aséptica.
La cordial invitación de esta Jefatura
local del Distrito de Arganzuela, me va a permitir cumplir en parte aquél
encargo que me hiciera José Antonio hace treinta y siete años, al evocar
ante vosotros a los caídos que figuraban en el telón de nuestros
mítines y a unos pocos más que no hubo tiempo de incluir en él, pero
cuyos nombres se recogieron en ARRIBA. Como veréis aquellos hombres y
muchachos supieron mantener con su sangre, sobre todas, la idea de unidad.
Unidad entre las tierras de España, pues todos ellos nacieron y murieron
en esta península ibérica con forma de piel de toro, una y varia como la
síntesis de la Creación, extendida sobre las verdiazules aguas de tres
mares, entre el murallón de los Pirineos y la roca ciclópea de Gibraltar.
Hablaban la lengua de Mío Cid y Don Quijote, matizada con los acentos
castellanos, cántabro, astur, galaico, extremeño o andaluz de sus
comarcas nativas. El amor a España sentido por todos ellos, aunque
España no les gustara, no dependía ni del origen -proletario o burgués-
ni de la condición social o económica -campesina, artesana, intelectual-
de cada uno, imponiéndoles, en cambio, la conciencia de un quehacer
colectivo, de una inquebrantable unidad de destino, de un afán común de
conseguir para todos los españoles la Patria, el Pan y la Justicia de la
vieja consigna jonsista.
Como todos sabéis, el día 29 de
octubre de 1933, en un mitin "de afirmación nacional" celebrado
en el Teatro de la Comedia de Madrid en el que intervinieron como oradores
Alfonso García Valdecasas, Julio Ruiz de Alda y José Antonio Primo de
Rivera, se alzó la bandera de una hermosa revolución nacional,
convocando a la juventud española para defenderla alegremente,
poéticamente. Entre los asistentes a aquel acto que "tenía el calor
y todavía, si lo queréis, la irresponsabilidad de la infancia",
figuraban muchos jonsistas con Ramiro Ledesma Ramos, y muchos miembros de
la Asociación de Estudiantes Tradicionalistas. Entre los primeros se
encontraba un estudiante de Daimiel, llamado José Ruiz de la Hermosa.
Afiliado a uno de los poderosos partidos en que se hallaba dividida la Derecha
española, se ahogaba desde hacía algunos meses en su agua estancada y
gris, por lo que se incorporó a las JONS tempraneras, que brindaban al
mocerío hispánico la ocasión de actuar intensa y enérgicamente para
liberar al país "de las masas torvas, rencorosas, envenenadas por
los agentes españoles del bolchevismo ruso", ansiosas de implantar
en España "la dictadura del proletariado, la dictadura que no
ejercería el proletariado sino los dirigentes comunistas servidos por un
fuerte ejército rojo" para hacer vivir a los españoles "sin
sentimiento religioso, sin emoción de patria, sin libertad individual,
sin hogar y sin familia". Ávido de la verdad todavía soterrada, el
mozo manchego vino a Madrid para escuchar a José Antonio en la Comedia.
Le oyó, creyó en él, tal vez estuvo en el almuerzo del restaurante
Amaya en la Carrera de San Jerónimo en el que nació la camaradería de
la Falange, y regresó esperanzado a su tierra. El 2 de noviembre, día
que la Iglesia Católica dedica al recuerdo de los Difuntos, el partido
socialista celebraba un mitin electoral en Daimiel al que acudió José
Ruiz de la Hermosa dispuesto a cantar a los oradores marxistas las
verdades oídas a José Antonio. Así lo hizo valientemente, pero sus
palabras fueron truncadas por el brutal navajazo de un socialista que, por
coincidencia o capricho del Destino, se llamaba también José Ruiz de la
Hermosa.
Como dice David Jato, "en la
Falange la muerte se adelantó a los reglamentos. Cuando ni siquiera se
habían redactado los Estatutos del naciente movimiento y sólo levemente
se había hablado de la forma de encuadramiento de los estudiantes
adictos", murió Ruiz de la Hermosa. La idea falangista, recién
nacida y todavía no bautizada oficialmente se baño con la sangre de
aquel mozo manchego y jonsista. La revista JONS, dedicó un poema a su
muerte en el que cantaba el poeta: "Tu cuerpo juvenil se ha desatado
del haz de nuestro escudo". La Falange, que casi no tenía nombre,
carecía también de prensa en donde dejar constancia de la muerte de
José Ruiz de la Hermosa, pero José Antonio, considerando el muchacho
como el adelantado de sus escuadras para la muerte, le designo el primer
caído de la que pronto sería la Falange Española de las JONS. Y aunque
no le conocía, le recordaba siempre. Así, al encargarme en abril del 36
el folleto que acabo de mencionar, me dijo: "No olvides a José Ruiz
de la Hermosa, primero de nuestros caídos. No había vestido la camisa
azul, ni lanzado nuestros gritos, ni sospechado que íbamos a tener
"Cara al sol" para hacer más alegre nuestra muerte. Pero era un
verdadero falangista. Vino, oyó y murió. Tenía la manera de ser de los
mejores".
El 4 y el 26 de diciembre de 1933 fueron
asesinados a mansalva por grupos de pistoleros de las Casas del Pueblo de
Zalamea de la Serena (Badajoz), la tierra del Alcalde Pedro Crespo, y de
Villanueva de la Reina (Jaén), próxima a las Navas de Tolosa y a
Bailén, dos miembros de las respectivas JONS rurales, llamados Juan Grau
y Tomás Polo Gallego. Eran dos hombres nacidos en dos de los
"pueblos de esta España maravillosa, esos pueblos en donde,
todavía, bajo la capa más humilde, se descubren gentes dotadas de una
elegancia rústica que no tiene un gesto excesivo ni una palabra ociosa,
gentes que viven sobre una tierra seca en apariencia… torturadas por
pequeños caciques, olvidadas por todos los grupos, divididas y
envenenadas por predicaciones tortuosas", cuyos nietos tal vez
habrán tenido que emprender el camino de la emigración para ganar el pan
de cada día, tan difícil de obtener en su patria. De Juan Jara y de
Tomás Polo labradores como Peribáñez o García del Castañar,
encorvados quizá sobre tierras ajenas para arañar eriales que nunca
debieron dejar de ser eriales o luchando con los pedregales que no se
debían haber labrado nunca, no tenemos más datos personales que las
fechas de sus muertes, y sus fotografías publicadas en la doble página
del número extraordinario dl 12 de octubre de 1935, en la revista HAZ,
órgano del SEU. Los dos parecen hombres hechos y derechos, de recias
fisonomías campesinas, que nada tienen que cer con el
"señoritismo" atribuido por los marxistas de ateneo y de salas
de redacción a los "facistas".
En enero de 1934, el gobierno de la
república autoriza la publicación del primer periódico falangista de
España : FE cuyo nombre, claro y magnífico, elegido por José Antonio,
sugiere entonces y ahora, la virtud que más necesita nuestra Patria,
carcomida por todos los viejos y nuevos escepticismos: FE . El primer
número se vendió en las calles madrileñas por estudiantes y jóvenes
obreros, entre insultos, bofetones y puñetazos, sin que corriera la
pólvora, como las juventudes marxistas habían anunciado. El día 11 sale
el segundo numero. Los escuadristas del SEU lo vocean estentóreamente en
la Puerta del Sol, en la calle de Alcalá, en la Glorieta de Bilbao, en
Cuatro Caminos, en la calle del Piamonte frente a la Casa del Pueblo. En
la calle de Alcalá, esquina a la de Sevilla, un joven llamado Francisco
de Paula Sampol, que hacía compatibles sus estudios con el trabajo de
mecánico en la Telefónica, afiliado a la Falange, aunque todavía sin
carnet, se acerca a las ocho de la tarde a un muchacho que vocea el primer
órgano de la Revolución Nacional:- Dame FE, camarada…
Paga con veinte céntimos las ideas de
Platón, que según la ironía cedista, contenía la revista por la que
José Antonio hacía morir a sus muchachos, se detiene y despliega sus
páginas como para buscar una consigna, lanzando a los ojos de los
transeuntes, las gruesas siglas de la portada. Al cabo de un rato dobla el
periódico cuidadosamente y con la misma parsimonia lo guarda en el
bolsillo de la gabardina, procurando dejar fuera y bien visibles las dos
iniciales de su FE. Echa a andar maquinalmente sin advertir que le siguen
dos o tres jóvenes que, un poco más allá, frente a la puerta del teatro
Alcázar, le hacen casi a bocajarro dos disparos de pistola por la
espalda, alcanzando su corazón que riega con su sangre las losas de la
calle alegre y confiada.
Con el de Francisco de Paula Sampol, se
inició el ritual de los entierros falangistas. Cinco o seis centenares de
muchachos le saludan brazo en alto y contestan el nombre de su camarada
caído gritado emocionadamente por José Antonio, con un unánime y
fragoroso "Presente". El sumario instruido por su asesinato en
el Juzgado número 10, no consiguió identificar a los criminales.
En la noche del 27 de enero, es
asesinado a tiros en la calle del Clavel de Madrid, Vicente Pérez, obrero
libre, pero no falangista, que se ganaba la vida sin querer acatar la
tiranía de los Sindicatos marxistas o cenetistas, razón suficiente para
que le privara de ella el frío sadismo de los pistoleros. Como Vicente
Pérez, aunque servía como capataz a FE periódico no se había afiliado
todavía a FE movimiento, no sería incluido en el telón de nuestros
muertos.
Matías Montero y Rodríguez de
Trujillo, quinto caído de la Falange, había nacido en un piso de la casa
número 5 de la madrileña calle de Carranza, el 28 de junio de 1913,
siendo el segundo de los tres hijos de un ejemplar matrimonio de la clase
media española. El mayor era una hembra -llamada Angela, que sobrevive- y
el pequeño otro varón, Fernando, muerto en 1943 a consecuencia de una
enfermedad adquirida en la cárcel y en los refugios por los que pasó
entre 1936 y 1939. El padre murió en 1918 y la madre, el 10 de mayo de
1921, a los cinco días de recibir Matías la Primera Comunión. Los tres
huérfanos fueron recogidos en la casa de la calle del Marqués de Urquijo,
número 21, en que habitaban su abuela materna y sus tías Rosario y
Rafaela Rodríguez de Trujillo.
El niño, sin padres, creció reservado,
melancólico e introvertido, adquiriendo una educación cristiana y
española en su nuevo hogar y en el Colegio de los Sagrados Corazones en
la calle de Martín de los Heros. Estudioso y serio, al terminar el
bachillerato soñaba con ser marino de guerra, siguiendo la tradición de
sus ascendentes maternos, pero no pudo ingresar en la Escuela Naval a
causa de su miopía. Entonces decidió estudiar Medicina. Alumno
aventajado en la vieja y gloriosa Facultad de San Carlos, no tardó en
afiliarse, como la mayor parte de sus compañeros, a la F.U.E. Al darse
cuenta pronto de que las actividades fueistas se desviaban de su
primigenia finalidad corporativa y profesional, perdió la ilusión por
ellas. La lectura del manifiesto de La Conquista del Estado de
Ledesma Ramos, lanzador de un programa de supremacía del Estado,
afirmación nacional y exaltación universitaria, le señaló el camino
que debía emprender la juventud española, por lo que se dio de baja de
la F.U.E. y envió su adhesión al naciente grupo el 9 de febrero de 1931.
Doble decisión que pagaría con su vida a los tres años justos, el 9 de
febrero de 1934.
Ello supondría entrar de lleno en la
batalla política que se avecinaba, cosa que no le asustó. Participaría
en ella porque "ya se había dado por entero a la Patria", pero
sin descuidar sus estudios. Pronto entraría como alumno en la clínica
que el profesor Olivares tenía en la Facultad de San Carlos. Su
propósito era marchar a Africa en cuanto obtuviese el título de médico
y trabajar ardorosamente en su carrera hasta ganar el dinero suficiente
para repatriarse y montar una clínica psiquiátrica, con todos los
adelantos científicos.
En octubre de 1933 inició el último
curso de su carrera. El 29 estuvo en el teatro de la Comedia y oyó la voz
de José Antonio. Inmediatamente se afilió a la Falange, como otros
muchos camaradas jonsistas, y entró a formar parte de la redacción de
FE, aquella revista perseguida por el lápiz rojo de los censores, las
ironías de los parlamentarios y las pistolas de las juventudes marxistas,
y fue nombrado triunviro del naciente SEU de Medicina. El excelente
universitario lleno de inquietudes científicas y literarias, el escritor
de buena pluma, no vaciló, en vista de las dificultades que FE encontraba
para su venta callejera, en convertirse en vendedor del periódico que
redactaba, voceándolo ante las tabernas y puntos de reunión de los
jóvenes del puño en alto y la hoz y el martillo. Después de cumplir ese
humilde acto de servicio a la Falange y a España, Matías Montero perdió
la vida, justificando con su sangre unas palabras que su madre solía
decir mirando al niño, sin que cuentos la oían adivinasen el misterio
profético de aquella afirmación: "Matías es un predestinado".
En su libro La rebelión de los
estudiantes, David Jato describió así el trágico suceso: "FE
se vendía por grupos, con objeto de protegerlo contra los ataques de los
milicianos socialistas y comunistas. Cuando terminó la venta del número
6, en el que se relataban, precisamente, los sucesos de San Carlos - el
asalto a la FUE de Medicina, comentado por José Antonio el 2 de febrero,
en el que se declaró que Falange podía hacer con sus muertos símbolo de
enseñanza o escuela de sacrificio pero no convertirlos en efectos
políticos desdeñables -, Matías Montero fue seguido por un pistolero,
quien en la calle de Mendizábal- hoy de Víctor Pradera- le disparó tres
tiros por la espalda y , ya caído, otro más a bocajarro".
Por su hermana he sabido que un minuto
antes, al despedirse de un amigo que iba con él por vivir cerca, le
pidió un cigarrillo. El amigo, al ofrecerle su pitillera, le dijo en
bromas estas palabras de las que nunca se consolaría: "¿Toma, y a
ver si es el último que me pides!" En el momento de los disparos del
pistolero, una joven que pasaba por la acera se desmayó, por lo que los
transeúntes creyeron en un principio, que se trataba de un crimen
pasional. Un compañero suyo de colegio que vivía en la calle de
Mendizábal oyó las detonaciones y reconoció la voz de Matías. Salió
corriendo para avisar a su antiguo profesor en los Sagrados Corazones,
quien pudo llegar a la Casa de Socorro a la que el moribundo había sido
trasladado, y administrarle la extremaunción.
Enterado José Antonio al volver de una
cacería de la muerte de su joven camarada, se juró a sí mismo acabar
con los actos frívolos en su vida. Y en el momento de dar sepultura a su
cadáver en el cementerio de Santa María, pronunció su famoso Presente:
"Aquí tenemos, ya en tierra, a uno
de nuestros mejores camaradas. Nos da la lección magnífica de su
silencio; otros, cómodamente, nos aconsejarán desde sus casas ser más
animosos, más combativos, más duros en las represalias. Es muy fácil
aconsejar. Pero Matías Montero no aconsejó ni habló: se limitó a salir
a la calle a cumplir con su deber, aun sabiendo que, probablemente, en la
calle le aguardaba la muerte. Poco antes de morir dijo: "Sé que
estoy amenazado de muerte; pero no me importa si es para bien de España y
de la causa". No pasó mucho tiempo sin que una bala le diera
cabalmente en el corazón. Donde se acrisolaba su amor a España y su amor
a la Falange. ¡Hermano y camarada Matías Montero y Rodríguez de
Trujillo, gracias por tu ejemplo! Que Dios te dé eterno descanso y a
nosotros nos lo niegue hasta que sepamos ganar para España la cosecha que
siembra tu muerte. Por última vez: Matías Montero y Rodríguez de
Trujillo: ¡Presente! ¡Arriba España!
Dice también Jato: "El Inspector
de Policía, don Justino Arenillas, logró detener al autor del crimen,
que resultó ser Francisco Tello Tortejada, del grupo socialista
"Vindicación"; se le encontró correspondencia con el
Presidente de la Juventud socialista madrileña y formaba parte de una
banda que recibía dinero por sus actuaciones. José Antonio, en el
proceso ante un Tribunal de Urgencia, hizo de acusador privado e informó
sin matices vengativos. El asesino fue condenado a veintitrés años y
seis meses de prisión. La República había suprimido la pena de
muerte".
La lista de caídos siguió aumentando,
aunque de la mayor parte de ellos se carezca actualmente de precisiones
biográficas. A la salida del acto del 4 de Marzo de 1934 en Valladolid,
en el que se proclamó la indisoluble fusión de Falange y de las JONS,
resultó muerto otro estudiante de Medicina, Angel Abella, que había
asistido al mitin. Dice Jato que no estaba afiliado al SEU, pero moría
dentro de la comunidad ideológica de la Falange. Añade que "en el
grupo asesino figuró Calle, un marxista, Presidente de la FUE de la
Escuela Normal, contra quien mantuvo una gallarda acusación, en el acto
del juicio, otro seuista, estudiante también de Medicina, González
Vicén." Por carecer de carnet del SEU, de las JONS o de Falange,
Angel Abella no figuraría en telón de los caídos.
Pero cuatro días después, el 8 de
marzo, sin haberse cumplido el mes del asesinato de Matías Montero, y
casi a la misma hora, cae abatido por las balas de las pistolas
mercenarias de la II o III Internacional, en la Glorieta de Bilbao
madrileña, otro vendedor de FE, llamado Angel Montesinos. Angel
Montesinos no era un burgués, no era un estudiante, no era un señorito.
Angel Montesinos no llevaba corbata, ni bebía "whisky", ni
fumaba rubio. Era un obrero nacionalsindicalista, expuesto por esa razón
a las represalias de los sindicatos izquierdistas, que imponían la
separación de los talleres y los tajos a quienes creían en una verdadera
libertad sindical no basada en la lucha de clases. Angel Montesinos murió
con su "mono" proletario, soñando con redimirlo de esta
condición y convertirlo en un honroso uniforme laboral. El entierro de
aquel modesto camarada tuvo la misma solemnidad que los anteriores. Y otra
vez José Antonio, la testa descubierta y la mirada grave, cruzó entre
hileras de muchachos con los brazos en alto, para pronunciar ante la
sepultura una oración fúnebre escueta, con el laconismo militar de
nuestro estilo: "La muerte es un acto de servicio. Cuando muera
cualquiera de nosotros, dadle piadosa tierra y decidle: Hermano: para tu
alma la Paz; para nosotros por España, adelante".
El nombre número 7 del telón de los
caídos correspondió al de Jesús Hernández, mortalmente herido al
oscurecer del 27 de marzo en la calle de Augusto Figueroa de Madrid, cerca
de la Casa del Pueblo. Jesús Hernández tenía quince años, aunque su
presencia, varonil más que adolescente, le había permitido afiliarse en
las JONS afirmando tener dieciocho, y compartía con otros escuadristas de
primera línea todos los riesgos de una lucha feroz contra el marxismo.
Sorprendido por sus agresores, no tuvo tiempo de defenderse. Tras dos
días de agonía murió sonriente como una arcángel.
La muerte de aquel muchacho valeroso,
causó un gran revuelo, desatando una campaña contra la Falange
"acusada de reclutar para acciones peligrosas a niños seducidos por
la violencia". Una ley prohibió el ingreso en partidos políticos a
los menores de dieciocho años… aunque no a las Juventudes marxistas.
Los más jóvenes falangistas tuvieron que sustituir su carnet de tales
por el de afiliados al SEU.
Detenido como supuesto autor del crimen
un anarcosindicalista apellidado García Guerra, se celebró el proceso
ante el Tribunal de Urgencia en la Cárcel Modelo el día 10 de abril.
José Antonio, despreciando las amenazas recibidas, y contrariando su
vocación de civilista, asumió con gran gallardía la misión de acusador
privado. Pero la prueba resultó favorable al acusado, el ministerio
fiscal retiró la acusación, la Sala lo absolvió y los afiliados a las
juventudes libertarias asistentes al juicio demostraron clamorosamente su
júbilo.
Por verdadero milagro, la Falange no
tuvo aquella mañana nuevos caídos, pues al salir de la cárcel José
Antonio, con sus fieles acompañantes Cuerda, Sarrión y Gómez, al llegar
por la calle de la Princesa a la altura de la de Benito Gutiérrez, cuatro
individuos allí apostados arrojaron contra el coche dos petardos de gran
potencia que destrozaron el parabrisas. José Antonio y sus tres camaradas
se lanzaron en persecución de los agresores, que dispararon contra ellos
sus pistolas, sin lograr apresarlos. Al día siguiente, en una entrevista
que para el ABC le hizo Cesar González Ruano, José Antonio declaró que
hubiera sentido le sorprendiera la muerte aquel día "Por no saber si
estaba preparado para morir. La eternidad me preocupa hondamente. Soy
enemigo de las improvisaciones. Igual en un discurso que en una muerte. La
improvisación es una actitud de la escuela romántica y no me
gusta".
A los ocho días de una sorprendente
concentración falangista en el aeródromo de Estremera, difundida de
manera estrepitosa en el periódico republicano LUZ de Madrid.
Las juventudes marxistas mataron a Juan
Cuéllar, en las cercanías de El Pardo, a la orilla izquierda del
Manzanares, frente a la Playa de Madrid. El estudiante Cuéllar, hijo de
un agente de policía, se encontraba con otros camaradas de su escuadra,
desde primeras horas de la mañana en aquel lugar dedicado a observar y
localizar a grupos de "chíbiris" socialistas que tenían acotas
para sus expansiones erótico-sociales las márgenes del arroyo aprendiz
de río. Los falangistas, decididos a mostrar a los marxistas que no
tenían derecho a impedir a los ciudadanos tomar el sol y el aire bajo las
frondas del El Pardo, fueron provocados, insultados y agredidos por veinte
o treinta matones. Luchan a puñetazos, mordiscos, patadas y navajazos.
Suenan dos tiros y Juan Cuéllar cae malherido. Sus compañeros se baten
en retirada para buscar el refuerzo de los otros falangistas desperdigados
por la ribera. Otro camarada, herido también, que apoyado en un árbol
contempla la escena horrorizado e impotente, ve cómo las enfurecidas
chavalas socialistas se ceban con el caído. Le pisotean, le arrancan el
pelo, le machacan el rostro con un cántaro lleno de vino, le insultan,
bailan satánicamente en derredor de su cuerpo, sobre el que una de ellas
orina. Cuando llegan los camaradas, la tragedia se ha consumado. La
batalla campal es interrumpida por la Guardia Cívil que deja huir a los
marxistas, detiene a los de Falange y contempla el cadáver tumefacto y
mutilado de Cuéllar. Cuando su padre llega al Juzgado de El Pardo, apenas
puede reconocer el rostro de su hijo. A la madre, no se le permitiría
verlo en el Depósito Judicial. Aquella tarde José Antonio no pudo
mantener su actitud de no contestar el asesinato con la muerte, y hubo una
dura réplica. A Juan Cuéllar se le dio sepultura al amanecer, mientras
el sepelio de los marxistas muertos se celebró en pleno día y entre una
apoteosis de puños en alto.
El siguiente caído del telón es José
Hurtado. Ni cuando compuse la biografía de José Antonio, recordé los
datos de él que incluyera en mi folleto ni los demás escritores que se
han ocupado de la historia de la Falange han aportado noticias para el
conocimiento de la condición y las circunstancias de la muerte de este
camarada. Al preparar esta charla, sólo he encontrado su fotografía en
laya citada doble página del semanario HAZ del 12 de octubre de 1935. Es
un hombre joven, bien parecido, vestido correctamente, de mirada franca y
noble. Podía ser estudiante, empleado o comerciante. No lo sé por
desgracia. Al pie de la foto dice únicamente a continuación de la cruz:
6-6-34. Ubeda (Jaén).
En la mañana del 9 de septiembre,
cuando salía con José Manuel Aizpurúa y otros camaradas de la casa
número 32 de la calle de Prim en San Sebastián, los pistoleros
marxistas, asesinan por la espalda a Manuel Carrión, Jefe local de la
Falange donostiarra. A diferencia de los demás caídos hasta entonces,
Manuel Carrión no era un muchacho, sino un hombre maduro, honrado y
trabajador, propietario de un modesto hotel. Es decir, tampoco era un
"señorito", en el sentido que se daba al aplicar
despectivamente esta palabra a los falangistas. Carrión había sido
reiteradamente amenazado de muerte, pero hacía caso omiso de tales
amenazas. Sobre todo desde hacía unos días en que acababa de conocer y
tratar a José Antonio, quien imposibilitado de acudir al entierro
celebrado el día 10, llegó para sus funerales el 11 por la mañana,
encontrándose con una concentración socialista que se disponía a
asistir al entierro de Manuel Andrés Casaus, ex Director General de
Seguridad durante el bienio azañista, sobre el que la Falange donostiarra
había aplicado en legítima defensa, la terrible ley del Talión.
El día 4 de octubre - inminente ya el
conflicto entre la España que quería vivir todavía sin saber cómo- y
la España que intentaba suicidarse en el pozo negro del marxismo, se
reunió en el Centro de la calle del Marqués del Riscal, nº 16, el I
Consejo Nacional de FE de las JONS; en él se planteó la cuestión
pendiente entre los partidarios de la continuidad del Triunvirato
directivo y los de la elección de un Jefe Nacional. La polémica fue
larga y difícil. Sólo por un voto de diferencia -el de Jesús Suevos- se
decidió el mando único. Inmediatamente, y a propuesta de Ledesma Ramos ,
se designó por unanimidad Jefe Nacional de FE de las JONS a José Antonio
Primo de Rivera, quien lo aceptó "con toda autoridad y toda
responsabilidad". Seguidamente y por decisión del Jefe, se eligió
la camisa azul mahón, como prenda de uniforme y mortaja de los
falangistas, y se dieron las instrucciones a los camaradas de toda España
para la lucha inminente contra los marxistas y los separatistas
sublevados. Su actuación fue espléndida en todas partes, resultando
heridos un centenar de muchachos. En la defensa del Sindicato Católico
Minero de Moreda, atacado por los rebeldes con armas largas y cortas y
cartuchos de dinamita, cuatro mineros, dos de ellos falangistas: Alvaro
Germán Gutiérrez y José Montes Campal, que se ofrecieron
voluntariamente para cubrir la retirada de sus compañeros, perecieron
gloriosamente en el empeño después de veinticuatro horas de lucha en la
mañana del 6 de octubre. El Jefe local de las JONS de Torrelavega,
Francisco Díaz Nerco, joven abogado e industrial, que con sus
escuadristas cooperó con la Guardia civil en todos los servicios, viaja
el día 9 en una camioneta a las órdenes de un sargento, cuando al llegar
al recodo de una carretera sufrieron unas descargas, desde una casa
abandonada y desde la tapia de un cercado de enfrente, resultando muerto
en el acto Díaz Nerco y heridos graves dos de sus camaradas. El mismo
día caía en Madrid Eleuterio López y el 17 en Ariza (Burgos) Jesús Sáiz. El gobierno radical-cedista, liquidó la bárbara revolución de
Octubre, aplicando el rigor de las leyes únicamente a dos revolucionarios
de menos cuantía: el sargento Vázquez, fusilado después de saludar a la
bandera nacional, y un pistolero apodado el "Pichilatu",
mientras arropaba en la más tibia y suave impunidad a los organizadores
del tremendo atentado contra la paz y la unidad de la Patria. Y,
naturalmente, la sangre falangista siguió regando los suelos de España.
A las cuatro de la tarde del día 2 de
abril de 1935 es asesinado, como siempre con premeditación y alevosía,
en la plaza de Isabel II, a unos pasos del Centro de la Cuesta de Santo
Domingo, el camarada José García Vara, antiguo marxista, secretario del
Sindicato Nacional de Panadería, incorporado con entusiasmo de
escuadrista a nuestras filas. Inteligente, activo y tenaz, había logrado
que nuestro sindicato rompiera el monopolio del trabajo ejercido en las
Artes Blancas por la Casa del Pueblo, consiguiendo que muchos obreros
emancipados del despotismo marxista amasaran en varias tahonas el pan de
cada día de muchas familias madrileñas. A pesar de las amenazas de los
marxistas y de los esfuerzos del gobierno por impedirlo, el entierro de
García Vara en el Cementerio de la Almudena, reunió en torno a José
Antonio a casi toda la Falange madrileña en la tarde del 3. La oración
fúnebre, pronunciada por el Jefe Nacional, fue más extensa que de
costumbre. Está reproducida en varios libros por lo que no voy a leerla
íntegra. Sólo destacaré algunas frases cuajadas de profecías y
augurios que la Falange sabría cumplir. Entre ellas, estas: "Por
luchar por el amor te ha matado el odio. ¡Camarada! Tu sacrificio no
será vano: Todos los que podemos aún saludar tu tumba con el brazo en
alto, sabremos seguir tu ejemplo magnífico. Todos estamos dispuestos a
llegar, como tú, hasta el supremo sacrificio por cumplir nuestra misión…Yo
os pido que demostréis con vuestra conducta cómo sabemos sufrirlo todo,
recogiendo de entre la sangre de nuestros hermanos su animoso espíritu -
de esa sangre que vuelve a ser el abono fecundo en el suelo de España
para la futura cosecha - para seguir imperturbables nuestra ruta…
¡Bendita locura la de este amor que nos lleva a entregar a la Patria lo
más precioso que nos dio :¡nuestra sangre!" Y terminaba: "Otra
vez las Falanges ¡Firmes! Todos en las filas de choque, en la vanguardia,
ahora más que nunca y como siempre. Hay ya uno más entre los mártires
de España. José García Vara: Presente. ¡Arriba España!".
El 30 de abril de 1935 pasa a la
historia de la Falange el nombre de un pueblecito sevillano, habitado por
mineros de la Mina Caridad: Aznalcóllar. La Falange sevillana, acudía a
éste, como a otros lugar, para vender ARRIBA pese a la feroz oposición
de los marxistas, que se hizo más violenta que nunca en la mañana del
29, por lo que a la tarde siguiente, llegaron a Aznalcóllar en tres
taxis, veintiún falangistas, dispuestos a vender a toda costa el número 6 de
nuestro periódico, en el que se denunciaban las blandenguerías
gubernamentales con los separatistas catalanes. Unos guardias municipales
trataron inútilmente de impedirlo. Los marxistas, parapetados en las
casas y las esquinas, abrieron fuego con pistolas y escopetas contra los
falangistas, quienes les dieron réplica rotunda, hasta que al aparecer la
Guardia civil iniciando la retirada. En aquél momento, Manuel García
Míguez, gallego de mediana edad, trasplantado a Andalucía, "perito
industrial y buen aficionado a las letras", cae sangrante y sin
sentido a consecuencia de una pedrada en la sien. Un grupo de enemigos se
abalanzó sobre él disparándole a quemarropa, agrediéndole con palos y
navajas. El jefe de la expedición falangista recoge a su camarada
moribundo con el brazo izquierdo y sigue disparando con su revólver hasta
agotar las balas, logrando unirse al cabo de la Guardia Civil.
Poco días más tarde sería asesinado
en Sevilla, uno de los taxistas que condujeron a los falangistas hasta
Aznalcóllar. Aunque murió víctima de los mismos enemigos de la
Revolución nacional, su nombre no pasó al telón de los caídos, por no
estar afiliado.
En el Jardín de la Alamedilla de
Salamanca, y en el momento en que se reunía con sus hermanas y su novia,
el joven falangista Juan Pérez Almeida, cayó gravemente herido en una
emboscada nocturna y alevosa. Los agresores abrieron fuego contra el grupo
apoyando sus pistolas en las piedras del basamento de la verja. La hermana
de nuestro camarada, Carmen, niña de doce años, muere casi
instantáneamente. Juan agoniza entre el dolor y la emoción de todos sus
camaradas, y fallece en una cama del Hospital , el 4 de mayo. En el
Presente que se le dedicó en ARRIBA, se decía: "Cayó Juan Almeida,
por España, muerto a traición con la hermanita que tanto quería, en uno
de los episodios más conmovedores, en uno de los atentados más viles que
la Falange ha sufrido. Guardad todos en el fondo de vuestras almas este
nombre y este dolor y pensad que allá arriba, con Juan Almeida y con los
veinte nuestros, hay una niña que han matado a una familia de gentes de
bien, pero que nos la han matado también a nosotros".
Otro joven obrero nacionalsindicalista,
Miguel Soriano Jiménez, aportó su nombre al largo martirologio de la
Falange, el 6 de junio de 1935, en Linares. Nada sabemos de él. Como
diría el gran escritor José Pla, era una vergüenza ver desangrarse a la
Falange en medio de una soledad espantosa, entre fáciles ironías de los
sectores de derechas.
El 12 y el 13 de junio, a consecuencia
de la explosión de una bomba en el centro de la Falange de Oviedo, mueren
Enrique Moyano y José María Suárez López, de los que tan solo conozco
las fotografías publicadas en HAZ. Los dos eran jóvenes, fuertes, bien
plantados. Acababan de oír el discurso pronunciado por José Antonio en
el Teatro Principal de Oviedo el 26 de mayo y todavía les cantarían en
los oídos y los corazones las últimas y emocionantes palabras del Jefe,
asegurando a sus camaradas:
"La revolución nacional la haremos
nosotros, sólo nosotros, camaradas de las camisas azules, y la haremos
por un móvil espiritual, que es por lo único que se muere. Los mineros
de Asturias, equivocados, pero valerosos, no hicieron la revolución por
ellos, que ganan los mejores jornales de España, sino por los
trabajadores hambrientos de Andalucía. Nosotros tampoco haremos nuestra
Revolución para nosotros, sino para España. Ya veréis como acaban por
entendernos los mismos mineros de octubre, a los que podemos decir:
"No empleéis vuestro magnífico coraje para luchas estériles. Haced
que os depare, además de la justicia y el pan, una Patria digna de
vuestros padres y de vuestros hijos".
Las continuas suspensiones de ARRIBA y
la creciente fobia antifalangista de la censura del moribundo
"gobierno democrático", impedían la aparición de los
"Presentes" por nuestros caídos. Así sucedió con el de otro
humilde falangista sevillano, el obrero Antonio Corpas Gutiérrez,
asesinado el 9 de agosto en Sevilla, por una anarquista llamado Jerónimo
Misa, convicto y confeso de su crimen y condenado a muerte por un Tribunal
de Urgencia, cuyo indulto no le importó a José Antonio ser el primero en
pedir, en la mañana del domingo 26 de diciembre de 1935.
Si el lápiz rojo del censor pudo tachar
los presentes de Eduardo Rivas, modesto pintor y subjefe de las milicias
sevillanas, a quien se había concedido la Palma de Plata por su heroica
actuación en Aznalcóllar y de Jerónimo Pérez de la Rosa, empleado de
ferrocarriles y estudiante del SEU de la Escuela Industrial, no pudo
evitar que en el número 19 de ARRIBA de 14 de noviembre, se reprodujeran
las solemnes palabras con que José Antonio denunció ante el caduco
Parlamento, el asesinato de sus camaradas sevillanos. Palabras que no han
perdido actualidad en 1973. Aquellos jóvenes -dijo- "se alistaron en
la Falange porque se dieron cuenta de que el mundo está en una crisis
espiritual, de que se ha roto la armonía entre el destino de los hombres
y el destino de las colectividades. Ellos dos no eran anarquistas; no
estaban conformes en que se sacrificase el destino de la colectividad al
destino del individuo; no eran partidarios de ninguna forma de Estado
absorbente y total; por eso no querían que desapareciese el destino
individual en el destino colectivo. Creyeron que el modo de recobrar la
armonía entre los individuos y las colectividades era este conjunto de lo
sindical y de lo nacional que se defiende, contra mentiras, contra
deformaciones, contra sorderas, en el ideario de la Falange. Y se
alistaron en la Falange, y salieron hace dos noches a pegar por Sevilla
los anuncios de un periódico permitido. Y cuando estaban pegando los
anuncios en la pared, fueron cazados a mansalva; uno quedó muerto sobre
la acera, y el otro murió en el hospital, pocas horas después".
España entera, conoció así , por boca
del Jefe Nacional de la Falange, las muertes de estos dos camaradas, el
primero a las once de la noche del 6, frente al número 67 de la calle de
San Vicente, el segundo a las tres y media de la madrugada del 7, en el
Equipo Quirúrgico del Prado de San Sebastián. David Jato nos
proporcionó en "La rebelión de los estudiantes" este detalle
patético: "Rivas intentó utilizar su pistola, y al llevar su mano
al costado le quedó bañada en la sangre que manaba de su corazón
atravesado. Intentó apoyarse en la pared, y durante días quedó la
huella ensangrentada de su mano abierta, como una acusación y una
promesa".
Los nombres de Eduardo Rivas y Jerónimo
Pérez de la Rosa, a quienes dedicaría Agustín de Foxá un poema
publicado en el penúltimo número de ARRIBA, de 21 de febrero de 1936,
fueron los últimos inscritos en el telón de los caídos que figuró en
el mitin del Cinema Europa celebrado el 2 de febrero de 1936, en el que se
cantó por primera vez la canción de guerra y amor de la Falange, ese
himno de eterna Primavera, a cuyos acordes marciales se iba a salvar la
Patria pocos meses más tarde.
Todavía, antes de clausurarse nuestros
Centros, de suprimirse nuestro periódico, de encarcelarse a nuestros
Jefes, de tratar de poner fuera de la Ley a la Falange, cayeron otros
cinco camaradas, cuyos nombres se pudieron recoger en las columnas de
ARRIBA. Eran Luis Collazo, "muerto de buena lid, de cara al enemigo,
defendiendo en nuestra pobre casa viguesa, el honor de la Falange".
Su vida generosa - decía el Presente, probablemente redactado por
Sánchez Mazas- ofrece a España un ramo fresco de flores y de hojas
verdes de esperanza. Acoja el Señor con piedad a nuestro hermano. Porque
allá, en las escuadras de arriba, él va a juntarse con aquellos otros de
los nuestros que con el brazo en alto saludan a las banderas de la
eternidad".
De los cuatro últimos, hice yo los
PRESENTES, que aparecen en la última columna de la última página del
último número de ARRIBA de 5 de marzo de 1936. Curiosamente, en estos
cuatro PRESENTES se repite tres veces el nombre José y dos los apellidos
Díaz y Molina, como otro haz de unidad de los hombres de España.
Permitidme leerlos y disculpadme si la emoción se enrosca en mi garganta.
"José Rodríguez Santana. El
jueves 27 (de febrero) a las ocho y media de la noche lo asesinaron a
traición en Vallecas. Empleó su vida en la humilde gloria del trabajo
manual. Ofreció su muerte, callada y heroica, al futuro amanecer de
España".
"José Díaz García. Iba con su
padre, inerme, cuando de una manifestación de júbilo se destacaron y lo
asesinaron a tiros. Ello ocurrió en Pechina (Almería) el 24 de febrero.
Así unió su vida fresca al ramo fragante de sacrificios que ofrecen a
España los que la aborrecen, con sangre de la Falange".
"José Molina. Agonizaba desde la
explosión del Centro de Oviedo que costó la vida a otros dos camaradas.
Soportó heroicamente el horror de sus carnes quemadas y la tortura
espiritual de aguardar una muerte segura en plena juventud, con un hogar
feliz y nuevo. Dios le llamó a Sí el 16 de febrero y le dio plaza de
honor en la escuadra de nuestros mártires".
"Antonio Díaz Molina. Le
asesinaron en Málaga gentes rencorosas en castigo a haber puesto al
servicio de la Falange el ímpetu que acrisoló en otras organizaciones
revolucionarias. Le amenazaron con la muerte si permanecía en la Falange
y le ofrecieron premio si la traicionaba. No se puede decir que eligió,
porque la opción no se planteó en su alma siquiera. Era albañil de
oficio".
En adelante, ya no habría telón de los
caídos. La inmensa multitud de camisas azules asesinados en las calles,
en las cárceles, en las checas, junto a las tapias de los cementerios, en
Paracuellos, en los fosos de Monjuich, en todas las carreteras y caminos
de España, o muertos gloriosamente en los cuarteles de la Montaña o de
Simancas, en el Alto de los Leones, en el Alcázar, en la Ciudad
Universitaria, en el Jarama, en el Pingarrón, en Villafranca del
Pardillo, en Quijorna, en Brunete, en el cinturón de hierro bilbaino, en
la Sierra de Alcubierre, en Teruel, en el Alfambra, en el Ebro, en la
cubierta del Baleares cantando el Cara al Sol mientras se hundía
ante el asombro de los marinos ingleses, en los "bous", en las
escuadrillas de la aviación nacional, en las estepas de la Rusia
Soviética, antes culpable y ahora presunta amiga, tendría otro telón
más vasto para acoger sus nombres y su humildad anónima de soldados
desconocidos. Ese telón sería el cielo anchuroso y oscuro, en el que
cada uno se clavaba como un lucero para formar una guardia de
inquebrantable firmeza a su capitán. A José Antonio Primo de Rivera que,
como todos ellos, derramó, también su sangre sobre las losas del patio
de la Prisión Provincial de Alicante en la madrugada del 20 de noviembre
de 1936, con el deseo -que todos debemos esforzarnos en cumplir- de que
fuese la última vertida en discordias civiles, a fin de que su pueblo -el
pueblo español- tan rico en buenas calidades entrañables, pudiera al fin
gozar en paz de la Patria, el Pan y la Justicia que se le negaron durante
siglos.
ANOTACIONES Y COMENTARIOS
1.- Estas palabras, que corresponden
a la Oración por los muertos de la Falange fueron escritas por
Rafael Sánchez Mazas y aparecen publicada en el periódico FE número 7,
de 22 de febrero de 1934. Se trata de una magnífica pieza para entender
el significado de servicio que la muerte tenía para los falangistas con
una visión, por supuesto, transcendente. Esta bella oración,
posiblemente, fue asimilada por muchos falangistas, pero más adelante, en
los torvos tiempos de persecución sistemática, resulta difícil entender
la muerte por amor y sin odio contra el enemigo. Incluso en esta primera,
y en gentes como Juan Antonio Ansaldo, asaltan las dudas sobre ese
cristiano sentimiento de manera más que razonable. (Volver)
2.- Sobre José Manuel Aizpurúa,
el Arquitecto José Mata, hijo de Pepe Mata, falangista de infantería
desde su nacimiento hasta su muerte, escribió una pequeña pero
interesante otra, hace ya varios años. (Volver)
3.- En aquel mitin una muchedumbre
calculada en 10.000 personas puestas en pie fueron coreando el ¡Presente!
Cuando el Secretario General Fernández Cuesta dio lectura del nombre de
los caídos. (Volver)
4.- A estos dos asesinados hay que añadir
el atentado sufrido por Nicasio García de Valderas
(León) gravísimamente herido por cinco balazos en una emboscada que le
tendieron socialistas de su localidad (V. FE número 11 19.4.34 p.6) (Volver)
5.- Tomás Polo
Gallego pertenecía a la organización de Villanueva de la Reina (Jaén)
que fue la primera organización local de esa provincia andaluza. Según
el Jefe Provincial, los comunistas estaban indignados ante el nacimiento y
desenvolvimiento de aquel núcleo falangista, dirigido por un ferroviario,
Angel Cobos. De noche (siguiendo el relato de Rodríguez Acosta) un grupo
de comunistas se acerca a la reja donde Polo habla con su novia e invitan
a que el falangista grite ¡Viva Rusia! (auténtica la obsesión eslava de
la izquierda) a lo que Polo respondió ¡Viva España! Tomás Polo recibió
una puñalada en la espalda al compás de un "Así aprenderás a
decir ¡viva Rusia!" Una muerte de luna, rejas y noche: Andalucía. (Volver)
6.- El 13 de ese mes de Enero en Eíbar
un grupo socialista hirió de gravedad a José de Oyarbide disparándole
cinco balas. El FE número 4 relataba la respuesta heroica de aquel
falangista: "…desde su lecho, sacó fuerzas antes que nada para
escribir con lápiz a uno de nuestros jefes: " A pesar del crimen
estoy cada vez más identificado con nuestra idea; ahí va, otra vez, mi
ferviente adhesión ¡Viva España!".
También en Enero, el día 18, era
herido de gravedad Manuel Baselga de Yarza, un estudiante falangista de
Zaragoza cuando entraba en un café de esa capital. La elección que se
hizo para acabar con él, venía motivada por la defensa de conventos y
edificios religiosos que Baselga había realizado días antes. (Volver)
7.- Desde sus comienzos hay profusión
de datos que avalan el boicot que desde la izquierda se hacía a la libre
manifestación de las opiniones de la Falange. Gil Pecharromán (V. o.c.
p. 223) comenta que los sindicatos habían mostrado su decisión de
impedir la venta; los quiosqueros y los voceadores rechazaban la
publicación por miedo a venderla. Fueron los propios falangistas quienes
lo hicieron y se consiguió justo lo contrario al silencio que la
izquierda deseaba: "la declamación de los titulares resultaba, sin
embargo, mucho más espectacular que su colocación en los quioscos, y
para algunos, sonaba, sencillamente a una provocación.". El boicot
quedaba reflejado en el propio número 2 de FE en donde se exponía cómo
"Todos los obreros del Arte de Imprimir afiliados a la Casa del
Pueblo recibieron orden terminante de no componer ni tirar
"FE"". En ese mismo artículo se hace mención a la actitud
de jóvenes comunistas que atacaron a los vendedores del FE y recibieron
contundente respuesta. El Socialista
(23.1.34) bien divulgó que la sociedad de vendedores de periódicos El
Progreso se negaba a vender FE y amenazaban con graves sanciones
"contra el que contraviniendo este acuerdo vendiese ese repugnante
libelo…" (Volver)
8.- Si el primer número tuvo problemas,
más aun los tendría el segundo. Se produjeron detenciones de falangistas
y comunistas y en la Puerta del Sol grupos de parados y trabajadores
ociosos se adueñaron de algunos ejemplares y los prendieron fuego. El
Socialista, que se creía portavoz monopolizador del obrerismo,
acusó a Primo de Rivera de abofetear a un trabajador, como muestra clara
del desprecio del señorito al obrero. Gil Pecharromán (V. o.c.p.237)
aclara el incidente de forma bien distinta, relatando que al llegar las
escuadras de protección a la Puerta del Sol uno de los obreros presentes,
sacando una navaja, pronunció un "duro con esta canalla"…"pero
un puñetazo del diputado Primo de Rivera lo acalló". La batalla
campal continuó "José Antonio sacó una pistola y encañonó a sus
adversarios, pero la guardó rápidamente al ver aparecer una sección de
la Guardia de Asalto procedente del Ministerio de Gobernación". Solidaridad
Obrera (25.2.34) se hacía eco de los incidentes, bien en Santander
("El periódico fascista FE motivo constante de perturbación"),
bien en Madrid ( "FE continúa perturbando el orden. Bastonazos,
bofetadas y detenciones"). Los números siguientes vieron el mismo
panorama y así El Socialista no se perderá en disquisiciones y
sin molestarse en hacer la más mínima crítica al contenido de FE,
fijará su atención en los incidentes de la venta, no olvidando la
descalificación "ad hominem" hacia los vendedores ("pollos
fascistas iban en actitud provocativa" …"El talante chulesco
en que iban los señoritos fascistas") (V. El Socialista
9.3.34). Una descripción histórica sobre la venta de FE, recreada por la
genial pluma de Agustín de Foxá, puede encontrarse en Madrid de corte a cheka,
Prensa Española. Madrid 1964 pp. 150-152. (Volver)
9.- Muerte que era por propia elección,
por decisión personal, por kantiano imperativo categórico. Rafael García
Serrano refleja con perfección la voluntaria elección de esta forma de
morir: 4ª Muerte de voluntad.
Esta sí que es bella, camarada Eugenio,
porque la buscas tú, te la impones con voluntad. Mueres bajo el sol o
bajo las estrellas. Pero mueres en combate y tu sangre se hace fértil
como una primavera." (Eugenio o la proclamación de la primavera.-
Planeta.- Barcelona 1982 p34)( Volver)
10.- La muerte de Francisco de Paula
fue recogida en el número 3 de FE, en ese mismo ejemplar y tras comentar
la salida del anterior número de la publicación en él apartado
"Basta de mártires" se mostraba ya una rabia y un deseo de no
dejar sin respuesta aquellos ataques asesinos: "Los lectores del
primer número de "FE " nos achacaron demasiado suavidad de
tono. Nosotros respondimos que no éramos afectos a la baladronada. No es,
pues, baladronada lo que vamos a decir: es, ni más ni menos, expresión
imperturbable de un propósito firme, adoptado con toda tranquilidad. No
estamos dispuestos a que se derrame en las calles, gratis, más sangre de
los nuestros. Ya tenemos bastantes mártires. No estamos libres de que
caiga alguno más. Pero no caerá impunemente". Sin embargo, todavía
le quedaba aguante a la Falange, los "pistoleros fascistas" debían
cargarse de más razones para empezar a responder con contundencia. Se ha
escrito que el propio José Antonio fue el freno para evitar represalias,
es lo más posible, pero de lo que no cabe duda alguna es que por unos
meses la respuesta falangista estuvo por bajo de la proporcionalidad que
la razón y el derecho otorga a quien es agredido. (Volver)
11.- En la calle del Clavel
y hacia las nueve de la noche caía gravemente herido Vicente Pérez
por un disparo hecho a traición que le atravesó el glúteo con salida
por el bajo vientre. Fallecería poco después. Vicente Pérez había
recibido el encargo del administrador de La Nación para contratar
voceadores que vendieran FE. El lugar de encuentro de éstos era la Plaza
de Pontejos de Madrid y allí Vicente Pérez había sido agredido unos días
antes por un grupo de voceadores. Hay que insertar el asesinato en la
radical animadversión de la izquierda. Todo valía para neutralizar la
propaganda de la Falange: boicot de los vendedores, asesinato de sus
lectores, agresiones a los militantes que lo vendían e incluso bombas en
la imprenta donde se imprimía el semanario (V. FE número 6 p.4) (Volver)
12.- Pocos días antes de la muerte de Montero,
dos estudiantes que vendían FE eran tiroteados en la Gran Vía madrileña
y estallaba una bomba en la imprenta donde se editaba el semanario
produciendo heridas a cinco trabajadores. Los "pistoleros
fascistas" que soportaban heridos y muertos todavía no habían
nacido aunque una posterior leyenda negra adelante indecentemente su
origen. El profesor Gil Pecharromán es claro al respecto: "los
falangistas tardaron semanas en responder con contundencia a estas
agresiones, y no sería hasta junio cuando recurrieran al asesinato como
arma política" lo que no era obstáculo para que el enfrentamiento
con la izquierda fuera algo consustancial con la Falange. (V. Gil
Pecharromán O. c. 239) (Volver)
13.- Gil Pecharromán
(v. o.c. p.234) informa suficientemente sobre qué era esta
Federación Universitaria Escolar: "La FUE eran asociaciones
profesionales, formalmente apolíticas, pero desde finales de los años
veinte, en parte como consecuencia de su enconada lucha contra la
Dictadura, se alinearon decididamente al lado del republicanismo. Las
juventudes socialistas y comunistas realizaban una labor de infiltración
en ellas, que estaba dando sus frutos en una politización acelerada del
movimiento estudiantil y en la aparición en su seno de pequeños grupos
muy radicalizados que no dudaban en recurrir a la violencia para combatir
a sus tradicionales rivales de la Confederación Católica de Estudiantes.
Era en este enfrentamiento creciente donde una organización juvenil
falangista podría jugar entonces sus principales bazas". Desde el
portavoz falangista FE (número 5 p.4) se denunciaba el pistolerismo de la
FUE con datos concretos como el armamento que estaba a disposición de la
llamada Vieja Guardia de la FUE varios de cuyos miembros fueron detenidos
con armas en la Escuela Normal de Madrid. En una intervención
parlamentaria, José Antonio Primo de Rivera acusó a la FUE de acudir a
la violencia y ser la directa responsable de las provocaciones contra
estudiantes de la Falange y del atentado contra Manuel Baselga. En esa
misma comparecencia Primo de Rivera admitía que en las filas de los
estudiantes falangistas algunos, muy pocos, iban armados ("Entre los
200 ó 300 asaltantes, hay dos que llevan pistola…"), pero
justificaba tal actitud con el argumento de la autodefensa plenamente
justificada ("…pero ¿es mucho que lleven pistola, cuando varios
días antes les han asesinado a un compañero en Zaragoza y cuando llevan
pistola los de la vieja guardia de la FUE?"). David Jato relata (o.c.
p. 218) como el 19 de Septiembre de 1934 la Guardia Civil detenía al
dirigente de la FUE Francisco Ordóñez mientras descargaba un camión con
fusiles, munición contra blindajes, peines para ametralladoras y cinco
lanzallamas (V. también Fragoso del Toro, Víctor.- La España de ayer
Ed. Nacional Madrid 1967 T.! p. 465. En FE n. 4 p.5 se realizó una
denuncia sobre la tenencia de armas de la FU.E El llevar armas los
militantes de la FUE era algo corriente. José Luis Fuertes Otero,
fueísta, resultó detenido en Octubre del 34 en la calle Vicente Blasco
Ibáñez con pistola y cargadores completos. Naturalmente el motivo de
llevarla "era por estar amenazado por elementos fascistas" como
dijo ante el juez. Cuestión de "autodefensa" simplemente. (Volver)
14.- En un intento de disipar o aminorar
lo que fue un asesinato en toda la regla El Socialista del 10 de Febrero
daba la siguiente noticia: "En la calle del Marqués de Urquijo es
muerto a tiros un fascista armado, vendedor del periódico "FE".
Detención de un compañero de la juventud socialista". Esa misma
publicación no ocultaba que, tras incidentes en la venta de FE ,
militantes socialistas siguieron a tres falangistas, entre los que se
encontraba Matías Montero aunque no indica, ni falta hace, con qué
intención . Una semana más tarde no asomaba el mínimo de piedad que la
condición humana debe exigir al anunciar los funerales por "el
fascista que murió hace unos días en la calle de Mendizábal… al acto
asistieron numerosos señoritos fascistas…Como siempre los señoritos
fascistas no fueron molestados por las autoridades" (V. El
Socialista 17.2.34 p. 3) Para el portavoz de los socialistas (V. El
Socialista 24.2.34 p. 3) "Tello Tortejada fue condenado por la
sola declaración de un inspector de policía", que curiosamente fue
el autor de su detención inmediatamente después de cometido el
asesinato. Parece ser que a la llegada del Frente Popular el asesino fue
amnistiado. José Antonio Primo de Rivera que ejercía la acusación
particular demostró que "Tello mató a traición al estudiante
Matías Montero, que se le vio disparar, se le siguió sin interrupción y
quedó detenido casi en el acto" (V. Del Río, A, y Pavón E. José
Antonio abogado Ediciones del Movimiento 1969 p. 192) y lo que era
más grave: era evidente que había una trama para atentar contra los
miembros de la Falange Española. Tello iba a la cárcel a ver al presunto
asesino de Francisco de Paula Sampol y conocía a Tejada, autor de la
muerte del capataz de La Nación Vicente Pérez (V. Del Río, A. y
Pavón E. O.c. p. 192). (Volver)
15.- En Febrero de 1934 los falangistas
hablaban de cinco mártires. Sin citar a los heridos,
los muertos falangistas reconocidos por la organización, por militar en
ella o por tener fe en la Falange, eran José Ruiz de la Hermosa, Juan
Grau, Tomás Polo Gallego, Francisco de Paula Sampol y Matías Montero,
además de Vicente Pérez que "No militaba en la Falange; pero acaso
quienes le asesinaron quisieron elegirle para aterrorizar más a nuestro
alrededor". (V. FE número 7 p. 7) Habría que incluir a un
"desconocido" Fernando Cienfuegos, vendedor de FE que fue
asesinado en Gijón (V. Solidaridad Obrera 17.2.34 p.3) (Volver)
16.- En los incidentes producidos a la
salida del Teatro Calderón de Valladolid la policía que acudió realizó
disparos al aire, pero con anterioridad y desde un casa próxima parece
ser que se habían producido detonaciones. Resultó herido grave un
jornalero, Emilio García, y de forma leve Víctor de la Cruz. Ángel
Abella, que resultó herido, fallecería más tarde, sus restos fueron
trasladados a Asturias (V. Solidaridad Obrera 5.5.34 p 3) Llama la
atención el hecho de que cuando se produjo el anuncio de la fusión de FE
y JONS el periódico anarquista redactó una nota escueta, pero en cierto
modo elogiosa, quizá porque los presupuestos que colocaba como objetivos
del nuevo grupo le sonaban cercanos: "La FE y la JONS -sic- se unen
en un solo partido" "…Existe una perfecta coincidencia para la
unión sobre los principios acción directa, antimarxismo,
antiparlamentarismo, salvación del pueblo campesino y obrero y de todos
los pequeños propietarios". (V. Solidaridad
Obrera 16.2.34 p. 1)
El acto de Valladolid en donde también
resultó herido Emilio Alvargonzález (V. FE número 9 p.6) primer
Delegado de provincias de FE, se encuentra relatado desde la óptica
entusiasta del falangismo (y respondiendo a la información suministrada
por los socialistas) en el semanario FE número 9 pp.3, 4, 6 y 9 (Volver)
17.- Ángel Montesinos, de 36 años de edad vivía en el madrileño y rojo barrio de Tetuán
de las Victorias, ("la ciudad sagrada del marxismo" según Agustín
de Foxá). Hacia las dos de la tarde del 8 de Marzo de 1934, vendiendo el
semanario FE fue herido de dos balazos que le alcanzaron la femoral.
Trasladado a la Casa de Socorro del distrito de Universidad y más tarde
el Equipo Quirúrgico acabó falleciendo a causa de las heridas sufridas.
En aquella refriega resultaron otras siete personas heridas por arma de
fuego, puñetazos y agresiones con porras. (Volver)
18.- Miguel García Guerra
tuvo una petición por parte del fiscal de 18 años de reclusión y
10.000 pesetas de indemnización, además de seis meses de prisión por
tenencia ilícita de armas. Francisco Barrayo otro anarquista acompañante
del primero, tuvo también una petición de seis meses por la tenencia
ilícita de armas. Los testigos de la acusación no eran testigos directos
y sus declaraciones iban por "que habían oído decir…" motivo
por lo que el fiscal retiró los cargos. Al joven falangista Hernández le
acompañaba otro joven de dieciséis años, Apolinar Rodríguez. Curiosa y
equivocadamente al hacer mención al tema el portavoz anarquista titulaba
la noticia: "Fascistas absueltos por el Tribunal de Urgencia"
(V. Solidaridad Obrera 10.4.34 p. 3) (Volver)
19.- Otras versiones
compaginan la profundidad en la meditación por una muerte más que
posible con la ironía del líder falangista por aquello, que no le supuso
impedimento para comer tranquilamente como si nada. Tanto José María Pemán
como el embajador americano señalan la gallardía de José Antonio tras
sufrir el atentado. Sin embargo, hubo también quienes, en el Parlamento,
y no desde las filas socialistas, insinuaron insidiosamente un montaje,
cuyos autores "eran los propios amigos del joven fascista; y que el
objeto de aquél no era otro sino un "reclame" de tipo
hitleriano" (V. El Socialista 11.4.34 p. 5). (Volver)
20.- La concentración de Estremera,
al comenzar Junio del 34, también conocida como de Carabanchel, sirvió
como pretexto para la indignación de la izquierda que debía pensar que
el monopolio de la milicia era suyo. Unido el tema a la ocupación de
armas en Marqués de Riscal con la detención del falangista Marcial
Villaverde a finales de Mayo y los inmediatos acontecimientos que se iban
a producir el resultado final consistió en la sistemática acusación
sobre el armamento de la Falange, ("Falange Española dispone de un
armamento mortífero, cuya potencia… es extraordinaria") farisaica
acusación, porque armas llevaban todos. En distintas historias se
justifica la existencia de milicias de la izquierda por la aparición de
otras milicias de signo contrario. Así por ejemplo, Enrique Líster
afirma (Nuestra guerra col. Ebro 1966 p.27) que las milicias
socialistas y comunistas empiezan a funcionar después del año 34
"para proteger las manifestaciones, mitines, etc contra los ataques
de los grupos de pistoleros falangistas. Tenían un carácter de
autodefensa". Evidentemente para Líster los pistoleros de izquierdas
no debían ser milicia, el asesinato de adversarios era autoprotección y
la vocación militar de sus miembros altísima, la debían llevar en la
sangre, toda vez que en Julio del 34 con motivo del entierro de Juanita
Rico, demostraron con gran perfección su formación marcial -roja por
supuesto-. Enrique Líster "retrasó" la formación de las
milicias de izquierdas para justificar su existencia; pero los hechos no
le dan la razón. El primer ataque "directo" de la Falange con
muertes se produce en el atentado de la calle Cardenal Cisneros. En la
mañana de aquel junio del 34, jóvenes comunistas hacían preparación
gimnástico-militar en El Pardo, pero es que, además, en el entierro de
la socialista asesinada, la izquierda rendía honores a Juanita Rico en
formación militar. ¿Eran de tan rápido aprendizaje que en cuestión de
horas fueron capaces de organizar su autodefensa militarmente? (Volver)
21.- Este asesinato y la posterior represalia,
también asesina contra la socialista Juanita Rico, suponen una auténtica
inflexión en el comportamiento que hasta entonces tuvo la Falange. Gil
Pecharromán adelanta un dato clave para seguir los acontecimientos: nunca
quedaron aclaradas judicialmente las muertes de Cuéllar y Juanita Rico.
El mismo historiador da otra clave también cierta: casi todas las
versiones falangistas cargan las tintas sobre la saña en la muerte de Cuéllar.
En los núcleos azules se admite que tras la muerte de Cuéllar su cadáver
fue profanado rompiéndole la cabeza con un cántaro y orinando encima de
él. De este último y execrable asunto se acusa en directo a Juanita Rico
(V. Jato o.c.p. 211 y Gil Pecharromán o.c.p. 280 se hace eco de esta
versión). Más aún; en cierta tradición oral de esos grupos azules se
ha insinuado un conocimiento o relación sentimental entre ambos
personajes. Los datos de que se disponen muestran un cuadro en donde
miembros de las juventudes comunistas y no socialistas de excursión en la
zona de La Zarzuela en el Monte de Pardo coincidieron con otro grupo
falangista que observaba sus movimientos entablándose una batalla que
finaliza con la muerte de Cuéllar. Mundo Obrero haciendo una versión
amañada del suceso, dispuso un escenario en donde "un grupo numeroso
de fascistas" fueron a hacer prácticas de tiro y se encontraron con
familias obreras sorprendidas ante aquello y que fueron hostigadas por los
fascistas. Naturalmente sólo los fascistas disponían de armas y ellos
mismos fueron los causantes de la muerte de Cuéllar. Al Mundo Obrero
sólo le faltó decir que además de fascistas eran tontos y se disparaban
entre ellos Para El Socialista se trataba de una especie de celada
que tendieron los falangistas a jóvenes comunistas que se dedicaban
"a sus habituales ejercicios gimnásticos" y fueron insultados
por los primeros tras lo cual se pasó a la pelea en donde resultaron
cinco personas heridas . Quien quiera seguir el relato de una forma
pormenorizada puede hacerlo en la obra de Jato p. 211. Aunque es posible
que interprete el lector que están cargadas las tintas. ¿Lo están?
Unicamente en cuanto al hecho de haberse orinado encima y en que fuera
Juanita Rico la protagonista de aquel satánico acto. De lo demás hay más
que suficientes datos que permiten hablar del asesinato y suponer su
posterior macabra mutilación y es que el propio periódico El
Socialista dice que "El cadáver presenta dos heridas de arma
blanca en los labios, dos balazos en un costado y desgarramiento
del pabellón auricular derecho". Además de Cuéllar resultaron
heridos otros tres que, curiosamente, eran de "filiación
fascista" según el vocero socialista: Costa Castro, Manuel Arredondo
y Manuel Roldán. Menos mál que fueron estos los agresores porque ¿qué
hubiera ocurrido si hubieran sido los agredidos? (Volver)
22.- La réplica hay que considerarla terrible.
Primero porque fue indiscriminada y además porque, a partir de ahí, la
Falange se sumaba a la espiral de violencia mortal que ella no había
comenzado. La caja de los truenos se había abierto hacía meses y
después de tener siete muertos a las espaldas se decide la respuesta más
brutal. Pudo influir en ello el hecho de que Ansaldo estaba al frente de
los grupos más combativos (La Falange de la sangre). Este personaje
sería expulsado poco después "por su insistencia en mantenerse en
una línea permanente de agresión" (D. Jato o.c. p.213), pero hay
que pensar también en los límites humanos del aguante como diría Primo
de Rivera. La misma tarde del domingo en que caía Cuéllar un coche gris,
de la marca DKW, matrícula de Madrid, esperó en la esquina de Eloy
Gonzalo con Cardenal Cisneros a un grupo de las juventudes socialistas que
acababan de dejar el autocar del que volvían de excursión y dispararon
sobre ellos. A consecuencia de ello resultó muerta Juanita Rico
Hernández y heridos sus dos hermanos Angel y Lino, este último de
gravedad extrema. Resultó herida también Juana Arroyo González. El
automóvil era propiedad de Alfonso Merry del Val. David Jato, buen
conocedor de aquella Falange señala a Guitarte y a Aguilar como
protagonistas decisivos S. Ellwood señala junio del 34 como la creación
de los "grupos de asalto de la "Primera Línea" de la
Falange" consecuencia de "La muerte de numerosos militantes.. y
los dos atentados contra la vida de Primo de Rivera…" )V. Ellwood,
S. Prietas las filas.- Grijalbo.- Barcelona 1984 anotación 79 de
la p.46).- Payne resalta la inflexión que se produce en ese mes de junio:
"Aunque muchos miembros de los partidos de izquierdas habían sufrido
lesiones o golpes en las riñas y peleas callejeras a manos de los
falangistas, la joven Rico fue la primera víctima mortal causada por los
falangistas" (V. Payne S. Franco y José Antonio .- Planeta. -
Barcelona. 1998 p. 200) y señala a Juan A. Ansaldo como la figura clave
de aquel proceso de endurecimiento y protagonista directo de la muerte de
la socialista Rico (V. Payne O.c. p. 197, 200) frente a un José Antonio
en extremo prudente a la hora de ejecutar represalias "…José
Antonio se mostró contrario a seguir las tácticas del fascismo italiano,
del nazismo de los alemanes o de la izquierda revolucionaria
española". (V. Payne o.c. p. 194) (Volver)
23.- A las diez y media de la mañana en
la iglesia de San Fermín de los Navarros se
celebró el funeral por Juan Cuéllar que, tras el alevoso ensañamiento
que se hizo sobre su cadáver, todavía le quedaba por saber que su
funeral para El
Socialista era, ni más ni menos, que un "Festejillo
fascista". El entierro de Juanita Rico fue una macromanifestación de
la izquierda: "Más de diez mil trabajadores y cerca de mil
quinientas mujeres desfilan ante el cadáver de la infortunada compañera
asesinada por los fascistas" rezaba el titular del El Socialista.
Socialistas, comunistas, sindicalistas… se juntaron en piña solidaria.
Formaciones paramilitares -les guste o no hoy reconocerlo- desfilaron ante
Juanita Rico y en formación de "tres en fondo ante la tumba"
salieron del cementerio civil. Wenceslao Carrillo dirigió un discurso
que, dado el momento, debe considerarse templado a pesar de reivindicar la
venganza "pero no la venganza ruin que hace descender a las personas
al papel de asesinos". Se iniciaron suscripciones para los familiares
de la víctima que se convertiría en mártir del fascismo y Alberti la
dedicó unos versos. No está, pues, muy acertado González Calleja cuando
afirma que "Los entierros de las víctimas de ambos bandos se
efectúan clandestinamente y en medio de una gran tensión" (Art.
citado p. 25). Como respuesta al asesinato de Juanita Rico, un automóvil
ametrallaba la sede la Falange en Marqués de Riscal provocando varios
heridos de gravedad. Farisaicamente El Socialista miraba para
arriba y parecía no saber nada. En su número de 24 de Junio se decía
que cuatro individuos habían alquilado un coche y amenazado al conductor
para hacer lo que le ordenaban, pero el siete de Agosto ya el diario
socialista daba luz y pistas, precisamente cuando la Audiencia de Madrid
absolvió al conductor por falta de pruebas, porque - ahora ya sí- se le
reconocía al antes inocente chófer como militante socialista. (Volver)
24.- El tiempo que media entre el
asesinato de Cuéllar y el de Hurtado presenta el
comienzo obsesivo de los ataques del comunismo contra Falange Española.
Es a finales de Julio cuando Mundo Obrero comienza a preocuparse
de forma enfermiza por "…una organización fascista -entre las
varias que existen en el país- que, si bien no es importante
numéricamente, sí constituye un peligro para la seguridad personal de
los militantes revolucionarios…" . Sabemos hasta ahora por el
Telón de Ximénez de Sandoval que los asesinados falangistas eran
estudiantes, trabajadores o campesinos, que el órgano falangista FE
disponía de una esmerada confección y de un tono intelectual relevante,
pues bien , la descripción que ofrecía el portavoz de los comunistas de
lo que era la Falange no tiene desperdicio (V. Mundo Obrero
31.7.34): "La integran unos núcleos de señoritos de "casa
bien", que han hecho del crimen una diversión y el único objeto de
su vida, un poco agotada por las juergas de cabaret. Sin ser muchos,
parece que, utilizando las subvenciones de aristócratas fascistas,
mantienen a una cuadrilla de pistoleros a sueldo, reclutados en los bajos
fondos de la sociedad, vagos de profesión, explotadores de mujeres de
burdel, y algunos de los tan conocidos pistoleros de los Sindicatos
Libres, que tantos crímenes cometieron en los tiempos de la dictadura a
las órdenes del sanguinario Martínez Anido". Durante el mes de
Agosto frecuentaron las noticias insultantes y el desprestigio contra la
Falange. A finales de ese mes se lanzaba el eslogan de la "unidad de
acción inmediata contra las bandas criminales del fascismo". En
Septiembre se recrudece la campaña al compás de los intentos del
obrerismo falangista por colocar parados de sus sindicatos en distintas
obras de Madrid. Eso le resulta inaguantable a la izquierda, es una
afrenta en su propia línea de flotación. Viene una vez más la amenaza
no exenta de la chulería con la que tildan a sus oponentes: "AVISO A
los pistoleros fascistas… Señores pistoleros…EN EL LENGUAJE QUE SE
NOS HABLE ASI RESPONDEREMOS" (V.
Mundo Obrero 24.9.34 p.1). El punto culminante de la campaña va del
24 de Septiembre al 4 de Octubre donde en 13 ocasiones en un
"estudio", folletín por entregas, y de título "El
fascismo por dentro. FE de las JONS organización del crimen al servicio
del capitalismo", se hace un pormenorizado relato de la organización
falangista, atribuyéndole los más abyectos propósitos, uniendo, para
dar sensación de veracidad elementos reales junto a hipótesis, nombres
ciertos junto a mentiras en un contexto de truculencia no exento de
injurias contra dirigentes falangistas señalados como ladrones, asesinos,
señoritos o desclasados, que lo mismo da cuando el propósito es el
despretigio y dando sus direcciones en la publicación comunista (Ver por
ejemplo Mundo Obrero 27.9.34) con un clarísimo propósito, que a
nadie escapa: la inducción a su asesinato. Desde las acusaciones de que
"Los fascistas dirigen una banda de atracadores" a que "El
capitalismo nacional y extranjero subvenciona a las cuadrillas de asesinos
fascistas" pasando por unas biografías amañadas de Primo de Rivera,
Ruiz de Alda, Rodríguez Tarduchy, Arredondo…y, sobre todo, la
dedicación paranoica hacia Manuel Mateo ("Es uno de los mejor
considerados por el mando. Se le reconocen cualidades excepcionales. Es un
tipo cuya biografía moral es difícil de hacer. Pero se conocerá por su
"carrera política… Pero el Mateo es sin duda uno de los tipos más
repugnantes… Este individuo fue miembro de nuestro Partido. Más que
obrero es un elemento desclasado, lo que llaman los alemanes "lumpen-proletariat".
De vida oscura, sin conocérsele trabajo alguno". Se le acusa de
confidente y ahí se justifica su expulsión. El trágico destino que tuvo
a poco de empezar la guerra, torturado en sesiones interminables, estaba
más que previsto.
También El Socialista
transcribiendo lo publicado en el periódico Avance de Oviedo,
dedicó una serie de artículos con el título "Dos meses entre los
elementos de las JONS. Cómo están organizados y cómo actúan los
fascistas españoles" en Agosto del 34. La diferencia fundamental
estriba en que estos últimos se ajustaban en mucho a la verdad de la
organización falangista, aunque se magnificaran ciertos detalles, se
lanzaran los insultos al uso y el prisma de juicio hacia FE fuera,
evidentemente, crítico. Quizás sea que al contrastar la deformación
comunista con esta otra, aparezca ésta tenue en comparación al rosario
de mentiras del Mundo Obrero. La información suministrada tenía
su origen en un infiltrado de forma similar a lo que pasó con los
comunistas y cuyo topo, un tal Calero, ex legionario y querido de la
militante comunista Carmen Meana, "desapareció" en Barcelona.
Payne se inclina por seguir la confesión de Ansaldo en el sentido de que
el espía interno (debe referirse a Calero) fue eliminado (V. Payne o.c.
p. 199). (Volver)
25.- El Jefe Provincial de Jaén envió
el siguiente informe:" INFORME SOBRE LA MUERTE
DE NUESTRO AFILIADO JOSE HURTADO GARCIA; DE LA ORGANIZACIÓN LOCAL DE
TORREPEROJIL.- Hoy cumple el triste deber de informar al mando, de cómo
fue asesinado otro de los nuestros en esta provincia; y por las
circunstancias que en este hecho concurrieron podrá apreciarse que el caído
era noble, valiente y animoso, como corresponde a un miembro destacado de
ésta, ya por varios motivos heroica organización de FE y de las JONS. El
día 6 del corriente, a las seis de la mañana, José Hurtado García, de
22 años de edad, pequeño propietario y arrendatario del cortijo Las Pérez,
recibió la visita de unos 160 huelguistas, que le obligaron al despido de
los obreros campesinos que con él se dedicaban a las faenas de la
recolección. Los referidos huelguistas marcharon al cortijo colindante
(llamado Poco-Humo) con el mismo objeto. Al poco rato de esto nuestro
afiliado fue requerido por un guardia del Municipio y tres números de la
Guardia Civil, para que les ayudara a imponerse a los desmanes cometidos
por los nombrados huelguistas que en número de unos 300 habían pegado
fuego al cortijo Poco-Humo, sitiando en el mismo a la familia del dueño,
el cual se encontraba herido de un tiro en la cara.- José Hurtado García,
armado de una escopeta, salió acompañando a la fuerza que lo había
requerido, pero cerca de Poco-Humo y ante la actitud airada de los
sitiadores, tomó la heroica resolución de salvar a los sitiados, llega
hasta los revoltosos, les recrimina su conducta y con peligro de su
persona atraviesa el fuego que rodea la finca y al tratar de salir por la
puerta principal de la misma, llevando en brazos a una niña de tres años,
que trata de salvar, es recibido a tiros no pudiendo escapara, contiene
por algún tiempo con su actitud a los atacantes y cuando se desliza por
un agujero que logra abrir en la pared posterior del cortijo, llevando en
brazos a la niña nombrada, y antes de que pueda hacer uso de su arma por
el embarazo que le causaba la referida niña, descubierto por sus
enemigos, es muerto de un tiro en la cabeza.- He de hacer constar la
inmejorable y valiente conducta del Jefe Local ANTONIO HURTADO GARCIA,
hermano de muerto, que llegó a tirotearse con los revoltosos y sin que la
desgracia sufrida aminorara su entusiasmo por nuestra causa. Jaén 1º de
Julio de 1934.-El Jefe Provincial de FE y de las JONS Francisco Rodríguez
Acosta." Rodríguez Acosta F. Apuntes para la Historia de la
Falange de Jaén (n.p.) (Volver)
26.- La muerte de Manuel Andrés Casaús
sirvió para una manifestación conjunta de la izquierda contra el
asesinato. Fueron muchos los telegramas girados para condenar aquella
muerte, "vilmente asesinado por la canalla fascista" tal y como
decía el Partido de Izquierda republicana, adelantándose en la
construcción del sintagma a quienes más tarde la usarían con distinto
destinatario.
El clima estaba caldeado y las
represalias no se hacían esperar. Desde el 17 de Septiembre hasta el 9 de
Octubre, dos policías de la División social (Angel Sánchez y Frutos
Juanes) hicieron servicios de protección a José Antonio Primo de Rivera
"por haberse sabido que se proyectaba una agresión contra su
persona" en palabras del Jefe Superior de Policia.
El socialismo se aprestaba al combate.
No era ya que la revolución de Octubre asturiana estuviera cerca, y el Turquesa
atiborrado de armas aprovisionara la rebelión minera, es que en la propia
capital de España, en Madrid, la Casa del Pueblo, en la calle del
Piamonte, se había convertido en un arsenal. Los registros efectuados por
la policía en el mes de Septiembre en ese lugar habían conseguido
localizar en la parte destinada a teatro"…los objetos siguientes:
seis bombas o envolturas de bombas de las que explotan por percusión,
varios paqutes de dinamita; dos cargas para bomba química a falta de
líquido; dos paquetes de pólvora para fusil; un paquete de ácido
pícrico, veinticinco cartuchos de dinamita de cien gramos; cinco paquetes
de cloruro potásico; ciento sesenta detonadores; siete trozos de mecha
lenta; un saquito de pólvora para fusil; veinticuatro paquetes pequeños
de cloruro potásico y otras sustancias; una bomba química descargada,
dos a media carga y una cargada; cuatro bombas cilíndricas descargadas,
ciento veintidós cartuchos de dinamita y una cajita con cuatro ampollas
cerradas a la lámpara de ácido sulfúrico y otras cuatro de alcohol
coloreado de rojo, cuyas bombas cargadas son aparatos explosivos, así
como substancias explosivas la dinamita, la pólvora, el ácido pícrico y
el clorato; …En los sótanos de la casa una pistola "Omega"
7,65…tres cargadores llenos y dos vacíos; sesenta y tres cápsulas de
pistola y revólver y dos peines de mauser…En los sótanos del
escenario: seis pistolas 7,65,… una pistola marca "Westa" 7,65…otra
M.A.B. 7,65…otra "Cesar" 7,65,…otra M.A.B 6,35,…otra F.N.
6,35,…otra Omega 6,35,…otra Star calibre nueve ametralladoras… ; dos
revólver Smith calibre treinta y ocho especial…;siete revólver Smith
de diferentes calibres…; cinco revólver Buldog de diferentes calibres;…un
revólver para concurso de tiro;…cuatro culatas de fusil…ciento
cuarenta y dos peines de mauser…; ciento siete cajas con cápsulas de
diversos calibres: veintinueve cargadores de pistola y una caja con varios
cientos de balas de diversos calibres… En un cuarto cerrado de debajo
del escenario: una pistola Star del nueve…, otra Star 7,65…; otra
"Libia" 6,35…otra "Imperial" 6,35;…otra sin arca
ni número del mismo calibre; otra "Lafuche" calibre 12;
revólver de varios tamaños y calibres; veintisiete cargadores sueltos,
un tambor cargado de pistola Parabellum; varios cientos de balas sueltas;
noventa peines completos de mauser y dos abrazaderas de fusil. En la
cabina del Teatro cine: una pistola ametralladora Astra, 7,65…otra sin
marca…; otra "Bergman" calibre nueve…; otra lo mismo; otra
Mauser 7,63…; una pistola Wemblwy-Scot calibre nueve…; cinco Campo
Giro calibre nueve…; dos Lafuche calibre doce…;tres revólver grandes
Lafuche; dos revólveres grandes Smith-Wesson; uno marca Euskaro; otro
Privilegiado …; trescientas veintiocho cajas de municiones de sistintos
calibres y cuarenta cápsulas sueltas. Encima de la puerta cancela de
entrada al Teatro por la Calle de Gravina: Dos fusiles y dos carabinas
Remigton …; un fusil Winchester; un rifle Tigre Garate Anitua,,,; un
rifle Dumon …una escopeta de salón calibre veintidós; dos revólver
Smith Wenson calibre doce…; un revólver Orbea Ëibar…;tres paquetes
con varios millares de balas y un paquete con varios miles de balas mauser
en peine. En el local del Teatro detrás del transformador: Un revólver
Orba calibre doce…; otro Smith calibre doce…; una pistola M.A.B. 7,65…otra
de la misma marca…; otra con una corona en las cachas sin marca ni
número…; otra Furor 7,65 sin número; otra Regina 7,65 sin número;
otra O.T.Z. 6,35…; cuatro cajas de cápsulas de 7,35; siete peines
mauser y veinticinco cartuchos sueltos. En la parte alta de los telares
del Teatro: Dos fusiles Remigton sin culata…Hechos que se declaran
probados…En el mismo edificio, a virtud de los registros practicados en
los días quince, diecisiete y diecioocho de Septiembre se ocuparon las
armas siguientes: A)Dos pistolas sin marca ni número calibre 7,65 y 6,35
respectivamente con un cargador, tres cajas de cápsulas y siete cápsulas
sueltas las cuales se encontraban en un cajón abierto de la Secretaría
número treinta y uno de la Sociedad de Pocero…B)Una pistola calibre
7,65 sin marca ni número y un revólver Smith calibre treinta y dos si
número con cinco cápsulas y una caja completa de balas 7,65 en un cajón
de la Secretaría número treinta y ocho de la Sociedad de embaldosadores…C)
Una pistola 7,65 sin número ni marca …y una caja de cápsulas…D)Una
pistola César 7,65…con siete cápsulas …en un cajón de la
Secretaría número treinta de la Sociedad de Pintores Decoradores…E)
Una pistola calibre 7,65 sin marca…y otra del mismo calibre sin marca ni
número con dos cargadores de repuesto y una caja de cápsulas …en un
cajón abierto de la Secretaría numero cincuenta y tres de la Sociedad de
obreros Litógrafos…F)Una pistola Star calibre veintidós cañón largo
sin número y otra pistola 7,65 sin otra marca que un número nueve en las
cachas con un cargador de repuesto y cuatro balas…en un cajón de la
Secretaría número cincuenta y cuatro de la Asociación de
Estereotipadores …G) Una pistola "César" 7,65 con dos
cargadores y una cápsula…en un cajón …en la Secretaría número
veintidós de la Sociedad de Pavimentadores. H) Una pistola del 7,65 sin
marca ni número y otra pistola "César" calibre 7,65, con unas
cápsulas sueltas…en la Secretaría número veintidós donde además de
la anterior actúa la sección de Acuchilladores. I) Una pistola
"Furor" de 7,65 sin número con una caja completa de balas
algunas sueltas …en un cajón…de la Sociedad de Carpinteros de taller…J)
Una pistola Victoria calibre 6,75 sin número con un cargador y diez cajas
de balas de distintos calibres…en la Secretaría número cincuenta de la
Sociedad de Metalúrgicos "El Baluarte"…Hechos probados…en
el registro practicado el día quince de Septiembre se encontraron en
varios cajones de la habitación ocupada por la Secretaría número
diecisiete de la Federación de Obreros de la Madera y por la Secretaría
número diecinueve de la Unión de Grupos Sindicales Socialistas, las
armas siguientes: tres pistolas F.N. 6,35 sin número; una Astra .una Golt…otra
Royal…;otra Star 7,65…; otra Browning…;otra Bayard…; otra Royal
7,65; otra Walman; otra Royal 6,35…otra Star 6,35…;otra Mauser 7,65…;Otra
Omega 6,35…otra Star cañón largo calibre veintidós; varios
cargadores, varias cajas de balas de diversos calibres y una caja de
municiones suelta…" Consecuencia de tan monumental arsenal, que no
cuadra con la actitud "dialogante" y "democrática"
que rompieron al poco tiempo un grupo de fascistas convulsos provocando
una guerra, fueron procesados destacados dirigentes socialistas como
Wenceslao Carrillo, Rufino Cortés, Rafael Henche, Pascual Tomás, Agapito
García Atadell y Giordano Bruno Navarro Benítez.
(Los datos anteriores proceden del
Recurso de casación presentado por Wenceslao Carrillo por infracción de
Ley en la Sala Segunda de lo Criminal de la Audiencia de Madrid. Noviembre
de 1934).
Resulta desconcertante que historiadores
afines al socialismo y otros se recreen en la frase de la "dialéctica
de los puños y las pistolas", una frase al fin y al cabo, y olviden datos
de la envergadura de lo aquí expuesto. (Volver)
27.- Pocos días antes de que se
reuniera el Consejo Nacional en un enfrentamiento
moría un destacado comunista: Joaquín de Grado, miembro del Comité
Central de las Juventudes Comunistas, al que se intentó formar pareja en
el martirologio marxista-leninista con Juanita Rico. Desde Mundo Obrero
se realizó una burda reconstrucción de la muerte de De Grado ( en la
calle María de Guzmán, próxima a los Cuatro Caminos) que no aguanta el
mínimo envite, pero apta y efectiva para el militante, en donde, además,
con la truculencia de aquella publicación, se daba el nombre del
misterioso asesino: "…ES UNO DE LOS QUE ASESINARON A JUANITA RICO Y
SE LE CONOCE SOLO POR SU APELLIDO QUE ES EL DE MARTÍNEZ" (V. Mundo
Obrero 28.9.34) No se olvidaban, conforme a su acrisolada costumbre,
de dar la dirección del "asesino" y no dudaban en culpar de
dirigir a los asesinos al excomunista y ahora falangista Manuel Mateo, una
de las más codiciadas piezas a la que lograrían dar caza comenzada la
guerra. (Volver)
28.- Precisamente Ledesma
Ramos había sufrido poco tiempo antes el escarnio en unos dibujos
expuestos en El Ateneo de Madrid. Parece ser que Ledesma se hallaba
caricaturizado en el dibujo "Muchachas de uniforme" que
ridiculizaba la corriente homosexual del nazismo a propósito de la muerte
de Ernest Rohemn. Sabemos que el 9 de Septiembre un comando de Falange
Española asaltó el Ateneo. Sus integrantes según el Mundo Obrero,
que facilitaba además sus direcciones particulares, fueron Luis Barrado,
Valentín Medina, Eduardo Vizcaíno, José Alario, Germán Camina,
Leopoldo López, Patricio Gutiérrez, José Fernández, Camilo Olcina,
Rafael Rodríguez, Manuel Pacheco y el italiano Sandoval Gaspari a quien
se situaba como jefe del comando (V. Mundo Obrero 27.9.34). Resulta
interesante observar el descrédito que entonces significaba la
homosexualidad para la izquierda; el tiempo les ha convertido en adalides
de esta postura. (Volver)
29.- La narración de los
acontecimientos figura en el Arriba del 18 de
Abril del 35. Además de Díaz Nerco, (abogado y de una situación económica
desahogada) resultaron heridos Mariano Díez Blanco y Valentín Sollet Gómez,
el primero grave y el segundo menos grave. (Volver)
30.- En el paréntesis
mortuorio que se va a abrir por espacio de unos pocos meses merece
destacarse el recuerdo a los falangistas muertos. Efectivamente, el 9 de
Febrero de 1935 se celebró en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid, un
funeral por Matías Montero, continuado en la tarde del 10 de una
"velada necrológica" en los locales de "La Única"
con palabras dirigidas por José Miguel Guitarte. (Volver)
31.- La esquela que
insertó Arriba (04.04.35) acusaba precisamente al socialismo de
ser responsable del asesinato de García Vara por los motivos que recoge
Ximénez de Sandoval en su conferencia. (Volver)
32.- De Manuel García Míguez
sabemos que, además de gallego y trasplantado a Andalucía, estuvo en
Norteamérica y que en la localidad de Andújar, a cuya organización
pertenecía, trabajaba en las obras del Pantano de Rumblar. Junto con el
también falangista Avela y un grupo de jóvenes agitaba la localidad con
propaganda. El Jefe Provincial de la Falange de Jaén, Rodríguez Acosta,
le nombró Secretario y fue el organizador de la Primera Línea jienense.
Para conseguir dotarle de la correspondiente pistola fue preciso fingir
que era periodista y a ello se debe que se diera, a su muerte, la noticia
de tener esa profesión. Fue compañero inseparable del Jefe Provincial y
militante de primer orden hasta su muerte. Trece falangistas fueron
procesados bajo la acusación de homicidio, lesiones graves y tenencia ilícita
de armas porque además de García Míguez había resultado muerto el
vecino de aquella localidad Isidro Almendral. Entre los abogados
defensores estuvo Primo de Rivera. Antonio Sánchez Alvarez, el taxista
que llevó a algunos de los falangista a Aznalcóllar a vender el Arriba
fue asesinado a primeros de Mayo. Tres individuos le alquilaron el coche y
a poco de emprender la carrera la asesinaron con disparos en la nuca. Fue
acusado del crimen Felix Fernández Sánchez sobre quien caía el crimen,
entre otras razones, por la coincidencia entre su escritura y un "te
vengaremos" aparecido en una pizarra del Instituto Anatómico Forense
donde quedó el cadáver del izquierdista Isidro Almendral. (Volver)
33.- El asesinato de Juan Pérez Almeida
está teñido de unos tintes trágicos que quedan cortos en el relato
de Ximénez de Sandoval. El 10 de Abril este falangista salmantino fue a
recoger a su hermana Carmen (de la que se dan dos edades 13 y 8 años) al
Colegio Academia Fray Luis de León en la Avenida de Canals junto a la
Alamedilla salmantina. Dos individuos le siguieron y aguardaron el plan
criminal hasta que se hubo reunido con su hermana. Fueron siete los
disparos que efectuaron, Carmen cayó mortalmente herida y Juan Pérez
fallecería unos días más tarde. De las dos balas que le hirieron fue
posible extraerle una, pero la otra quedó alojada en sus pulmones y fue
causa de su muerte. Este "señorito fascista", dejó a su
familia en precario. El jefe de la Falange salmantina, Francisco Bravo,
dirigía una carta al director de El Adelanto de Salamanca (V. El
Adelanto 5.5.35) solicitando auxilio humanitario para la familia del
fallecido. Su padre, Luis Pérez Martín, un anciano, maestro de Machacón,
operado y con mala salud y otro hermano enfermo y sin trabajo. El cadáver
del falangista fue llevado a hombros por camaradas de su Falange por el
Campo de San Francisco y despedido en la Puerta de San Bernardo. El 8 de
Junio de 1935 el Tribunal de Urgencia condenaba a Luis Luciano Labrador
Fregeneda, un vidriero libertario, a cincuenta años de reclusión mayor,
a una indemnización de 20.000 pesetas y a tres años más de prisión por
tenencia ilícita de armas. El Tribunal apreció las agravantes de
premeditación y de nocturnidad. El otro asesino posiblemente era el también
libertario, Luis López, alias "El Cábila" no fue detenido y se
encontraba en situación de rebeldia (V. El Adelanto 8.6.35). El Arriba
(18.0435) aporta algunos datos más. Indica que Almeida iba acompañado de
su hermana pequeña y de su novia a buscar a otra hermana que trabajaba en
el colegio mencionado. Resalta la probada alevosía de los asesinos y
confirma el reconocimiento que Almeida hizo por dos veces de que el
detenido era uno de los que le había seguido. Almeida desconocía la
muerte de su hermana según informaba la publicación falangista:
"Almeida no tiene la certeza de su desgracia ni sabe que ayer
viernes, enterramos a la niña asesinada sin hacer de ella trofeo ni
estandarte, ni del dolor espectáculo, ni de la indignación de las gentes
honradas trinchera para luchar contra la canalla homicida que sólo es
capaz de matar a traición, de noche y premeditadamente". El 9 de
Mayo insertaba Arriba la esquela de la muerte del falangista
salmantino que no pudo curar de las graves heridas sufridas. Junto a esa
reseña luctuosa aparecía también la de García Míguez y una semana más
tarde se reproducían las fotografías de ambos caídos. (Volver)
34.- A las 9,45 de la tarde en la calle Campomanes,
sede de la Falange de Oviedo una explosión acabó con la vida de Enrique
Moyano, de 21 años, peluquero, casado y con un hijo. De gravedad
resultaron heridos José María Suárez López de 32 años, electricista,
casado y con dos hijos y José Molino García de 29 soltero. El primero de
los heridos fallecería poco después. Según el Gobernador General de
Asturias, tanto Moyano como Suárez habían tenido con anterioridad
filiación comunista y la misma autoridad decía que Molino García había
participado tiempo atrás en el asalto a la Banca Maribano de Avilés
formando parte de la banda de "el Seta", un forajido de
consideración. La respuesta del Gobernador General ante aquella desgracia
para la Falange la paliaba con la clausura de los centros falangistas de
su territorio (V. El Adelanto 12.6.35) (Volver)
35.- Precisamente
en la última página del número de 21 de Noviembre del 35 en un
recuadro de título "NO IMPORTA"- preludio de la nominación que
iba a tener la próxima publicación clandestina de la Falange, se daba
por seguro el suma y sigue de muertes de la Falange: "…¡VEINTIDOS
MUERTOS! No importa. Morirán más" Los dos últimos asesinados
elevaban el número a veinticuatro. Suma y sigue. (Volver)
36.- Cuenta David Jato que
el 9 de Febrero de 1936 se celebró en la iglesia de San Manuel y San
Benito frente al Retiro madrileño una misa por los estudiantes caídos.
La posterior manifestación se saldó con quince falangistas detenidos.
Ese mismo 9 de Febrero era asesinado un joven obrero falangista, Luis
Collazo. Pocos días antes, el 23 de Enero, Arriba, cuando
arreciaba la descalificación del Frente Popular hacia sus enemigos,
defensores de sus clases y de sus privilegios, no olvidaba el origen
humilde de los muertos de la Falange: "…Nuestros caídos, en
número ya de veinticuatro, son todos, salvo el glorioso Manuel Carrión,
hotelero modesto, obreros y estudiantes sin fortuna". Un ejemplo más
de ese humilde origen se producía con el asesinato de José Alcázar
Torrero, un obrero afiliado a la Falange. (V. Arriba 23.01.36) (Volver)
37.- A partir de
las elecciones de Febrero del 36 viene un tiempo de sangre, persecución y
muerte. La Falange se verá hinchada por gentes que difícilmente han
asimilado su doctrina pero que en ella ven el único elemento combativo
que además de morir les permita matar.
La suerte estaba echada y el que avisa
no es traidor. El Socialista de 8 de Febrero, presintiendo lo que
se avecinaba decía: "Con la autoridad que nos concede nuestra
tradicional repulsa a todo atentado o acto de pistolerismo venga de donde
viniere (sic), apelamos a la sordera del gobierno…El problema es bien
sencillo: O el gobierno corta por lo sano las audacias del fascismo, o los
trabajadores, convencidos de que se les desconoce este derecho, se
tomarán la justicia por su mano. Hoy se dedican pacíficamente nuestros
camaradas, en compañía de todos los republicanos de buena voluntad a
preparar su triunfo electoral. Pero al verse acosados por el pistolerismo,
¿no es natural que sus dirigentes los llamen a somatén y cada cual coja
para defender su vida las armas que las autoridades les niegan?"
Con la borrachera del triunfo El
Socialista (18.2.36) lanzó la amenaza que dispuestos estaban a
cumplir: "…Al fascismo, aunque por otras razones, la opinión
pública le ha retirado también la patente de circulación. En lo
sucesivo no podrá apoyar su existencia el pistolerismo de los señoritos
en ninguna tolerancia oficial. España lo ha desdeñado tan
terminantemente, que mostrarían los falangistas restos de juicio
renunciando a tiempo a enseñanzas más categóricas. Han podido hacer
pasar su jactancia y sus provocaciones por fuerza auténtica; pero la
farsa ha terminado y la República no puede tolerar ni un minuto más que
unas minorías insignificantes, mejor pandillas, cultiven el terror
callejero…"
Si para David Jato el tiempo de las
elecciones fue relativamente tranquilo, acostumbrado a una feroz dinámica
de violencia ( "Durante el periodo electoral, que se desarrolló con
cierta tranquilidad, fueron asesinados dos falangistas: Alcácer y
Collazo" V. O.c. p. 320) el tiempo posterior manifestará el más
brutal clímax de violencia. En efecto, los meses siguientes representan
una vorágine de sangre, represión y muerte. Payne señala cuarenta
falangistas muertos en tres meses, aunque ya el tiempo de
"franciscanismo" primitivo se había evaporado: "el número
de muertos por los falangistas fue probablemente mayor" (V. Payne oc.
P.313) Haz publicó su último número el 14 de Febrero, Arriba
el 5 de Marzo, pero este último número, el trigésimo cuarto de su
existencia fue íntegramente secuestrado por la policía, con la exclusiva
excepción de los pocos ejemplares que pudieron sacar de la imprenta el
personal del periódico. Este atentado a la libertad de expresión lo
ejecutaban quienes de forma sistemática habían dicho luchar por ella.
En la primavera del 36 la persecución
policial junto al acoso de la izquierda contra la Falange se intensifica
hasta límites asfixiantes. Espoleados por la muerte del escolta de Jiménez
Asua y sicarios de sus nuevos dueños la policía vigila los movimientos
de una Falange condenada ilegalmente a la clandestinidad. Cuando el 23 de
Mayo de 1936 son detenidos Julián Mazo Mendo y Julián Miranda a la
salida de la Granja del Henar en la calle de Alcalá de Madrid por ser
sospechosos de servir de enlaces de FE de las JONS, el Comisario General
de Policía en oficio remitido al Juez supone que por su afiliación (es
decir simplemente por pertenecer a la Falange) "dediquen sus
actividades a fines delictivos". José Antonio Primo de Rivera había
sido detenido por el grave delito de pertenecer a su asociación política,
es decir, simplemente por ser falangista Sometido a varios procesos no
volverá a salir de prisión, pierde los nervios en algún juicio tras ver
como detrás de las togas de la justicia se mueven deseos políticos de
venganza y llega a lanzar amenazas al juez que le condena en una de las
causas seguidas. De la acusación de delito de imprenta fue absuelto el 16
de Mayo de 1936 en sentencia leída y publicada por el Magistrado del
Tribunal Supremo Eduardo Iglesias Portal (ironías del destino hicieron
que este mismo magistrado fuera el Presidente del Tribunal Popular que
condenó a muerte a Primo de Rivera pocos meses después). Pero su puesta
en libertad no se produjo porque acusado de tenencia ilícita de armas fue
condenado a cinco meses de arresto. Leído el sumario en su integridad por
quien esto escribe, la impresión que se obtiene es que, efectivamente,
las armas habían sido colocadas ex profeso para ser descubiertas en el
registro policial. La condena por esa tenencia ilícita de armas haría
que Primo de Rivera no pudiera salir de prisión, continuando su estancia
carcelaria de la celular de Madrid a la de Alicante, en donde sería
condenado a muerte.
Las órdenes de persecución y acoso
fueron evidentes por más que el Supremo revocara la ilegalidad de Falange
Española. El capítulo titulado por David Jato "Cerco de
sangre" es lo suficientemente descriptivo y extenso para quien quiera
internarse en esa historia de violencia y muerte. La Falange no se quedó
quieta, con independencia del marchamo que el aluvión de nuevos ingresos
proporcionaba, se respondió también con violencia por sus más
históricos militantes. Muchos son los comentaristas e historiadores,
incluso gentes con deseos de objetividad , que aquí también cargan sus
tintas. El propio Gil Pecharromán recuerda (tomando la referencia del
propio Ximénez de Sandoval) la amenaza de que por cada falangista muerto
caerían díez marxistas. Igual recordatorio, pero sin fuente citada, hace
Eduardo González Calleja (v. "Los pistoleros azules" en H16
número 98 p. 32): "Las represalias son de una dureza desconocida: se
proclama que por cada falangista muerto se matará a 10 izquierdistas…"
Sin embargo, ambos ignoran u olvidan que tal aserto no es más que una
paráfrasis de lo pronunciado dos años antes por el
"compañero" socialista Carlos Hernández, no en una
publicación clandestina, ni en tiempos de terrorismo feroz, sino en el
mismísimo Congreso de Diputados: "…por cada trabajador que caiga
harán caer diez fascistas" (V. El Socialista 2.2.34 p.2). El
historiador americano Gabriel Jackson acusaba a los falangistas de haber
matado al juez Manuel Pedregal por haber condenado éste a un falangista
que había matado a un muchacho vendedor de periódicos de izquierda (V.
Jackson.- La Republica, la
Guerra civil p. 187), pero a lo que debe referirse es al atentado que
se hizo contra el juez que condenó a quien atentó contra Jiménez de
Asúa, Alberto Ortega, un falangista que simultaneaba esta militancia con
su pertenencia al incipiente Opus Dei según rumores extendidos y de
bastante credibilidad. Payne señala que los verdaderos pistoleros que
atentaron contra Asúa habían huido a Francia (V. Payne o,c, p. 313)
Muertos "anónimos", que
perdieron la vida en los inmediatos días anteriores a la contienda o en
los inmediatos siguientes a producirse ésta. Impresiona el caso de Justo
Serena Enamorado desaparecido el 5 de Julio del 36 y reaparecido, ya
cadáver por supuesto, con cerca de cien puñaladas en el Camino Bajo de
San Isidro . En los escasos treinta y tres meses de vida de la Falange
Española, es decir, en el período que abarca del 29 de Octubre de 1933
al 18 de Julio de 1936 como mínimo fueron setenta los muertos que había
tenido esa pequeña organización política. Tan solo dos días antes de
estallar la guerra fueron detenidos 185 miembros de Falange Española (V.
Gómez Casas, J. Breve historia del anarcosindicalismo español.
ZYX p. 196). El tributo de sangre y cárcel parecerá excesivo y quizá
atenúe los negros tintes que más tarde se pintaron sobre los pistoleros
azules. Muertos, huidos, heridos… con la soga al cuello algunos salvaron
su vida de las maneras más inverosímiles Merece la pena, por el
desconocimiento tenido hasta la fecha, detenerse en la rocambolesca
historia de José María Alonso Goya, activista de primera, exestudiante
de farmacia, y participante en numerosos enfrentamientos. Sabemos que,
tras defender en Febrero del 36 el local de la Falange en Santander en
donde era Jefe de la Milicia, fue llamado por José Antonio a Madrid. En
el tiempo de la clandestinidad, Alonso Goya conspira. A primeros de Junio
de 1936 fue detenido junto con otro falangista, José María de Lemús
Díaz Calderón, con diecisiete pistolas y una escopeta que llevaba en un
maletín y había recogido del domicilio del segundo. Alonso Goya fue
internado en la prisión de Madrid y el 19 de Agosto, con un mes de guerra
civil a las espaldas de España, debió ser trasladado a la Audiencia a
prestar declaración, lo que no fue posible porque la Guardia Civil no
dispuso el vehículo para el traslado. Convocado nuevamente el 31 de
Agosto, Alonso Goya tampoco acudió, esta vez por la sencilla razón de no
estar en la prisión. Sabemos de los asaltos asesinos que el 22 y 23 de
Agosto se realizaron por parte de las "milicias populares" en
las prisiones de Madrid saldados con el asesinato de muchos reclusos
políticos y la puesta en libertad de los comunes. Quizás por confundirle
con estos últimos Alonso Goya salvó la vida y quién le iba a decir a
él, después de mil y una batallas, que al Abril siguiente, acompañando
a Manuel Hedilla, en Salamanca -fue en Salamanca- camaradas de su Falange
le iban a colocar en la guardia de los luceros. (Volver)