PEDAGOGÍA DE LA CANCIÓN (II)
FILOSOFÍA DEL CANCIONERO DEL F. DE J.
Se trata ahora de esbozar unas
líneas generales del Cancionero desde el punto de vista de la
intencionalidad de los contenidos y de los aspectos pedagógicos en la
transmisión de los valores que éstos encierran, como soporte esencial
–como se ha indicado– en la creación de unos hábitos.
El abanico de variantes que
constituye este Cancionero es lo suficientemente amplio como para
imposibilitar un estudio fugaz, por lo que más tarde, tras una
clasificación de las canciones, profundizaremos en las canciones de
marcha más representativas, por entender que forman un gran apartado con
personalidad propia, por su contenido ideológico.
Este contenido, en esta
primera visión general, se limita a los grandes conceptos (Dios, España,
Justicia, Libertad, Caídos, Victoria...) o a lo meramente externo,
"consignas y símbolos" [21]; todo ello supone, con más o menos
fortuna según la canción y sus autores, una recreación de la poética
falangista. En unos casos, adoptará tintes de originalidad, cayendo otras
veces en el tópico. Especial interés tienen aquellas canciones que
insisten en aspectos más internos que exteriores, intentando ser
consignas de "estilo" más que proclamas políticas: invocación
al honor, el tema machadiano del "camino", la dificultad como
acicate personal, el servicio, la propia juventud, la "elegancia y el
rigor"... Evidentemente, el acento en estos aspectos pertenece a la
etapa OJE, sin que por ello esté ausente en canciones de épocas
anteriores. Si en éstas era creíble que se formaba parte de un
"orden nuevo", que se irían creando con un empuje a arriar las
velas: habrá que conformarse con encontrar ese orden nuevo en el interior
de cada cual...
De todas formas, la canción
transmite en un caso o en otro un mensaje que incidirá en lo íntimo
(forma de ser) o en la proyección colectiva, siempre desde la perspectiva
falangista. Coincidentes en este punto, veremos ahora dos enfoques
contradictorios, que intentan explicar por qué cantó el Frente de
Juventudes.
La primera es la de José de
Arriaca, que en 1967 permanece "inasequible al desaliento" (por
decirlo en la terminología nacionalsindicalista); para él, "la
Falange fue la flauta de Tirteo de la nueva España" [22]; la
Canción tuvo una intencionalidad claramente constructiva, de unidad y
resurgimiento por y para la "Revolución Nacional":
"La juventud reunida
en torno a una bandera y encuadrada en filas uniformes no puede cantar
más que al compás de su marcha al unísono, con canciones fuertes y
exponiendo las viejas ambiciones y deseos de renacimiento" [23].
Para este autor, las canciones
cumplen, además, una función instrumental: conseguir la disciplina y la
cohesión, como forma de superar el egoísmo individual. Por ello
transcribe el texto del periodista Enrique de Aguinaga:
"Junto a la hoguera,
en la caminata, o simplemente cara al sol, cantábamos a la Patria. La
canción es así pluralidad, es "nosotros". Y nosotros éramos
la juventud generosamente unida, sin distingos folklóricos, sin
reparaciones sociales... Todos contribuíamos a que una sola y fuerte
voz estremeciese los campos con el nombre de España y aquello otro que,
metido en el corazón y en la cabeza, se hacía fácil estrofa. En la
alegría de nuestras canciones hemos aprendido de memoria el orgullo de
la Patria" [24]
El otro enfoque, menos
poético y más crítico, es el del desengaño, transcurridos los años de
la mocedad. José Luis Alcocer nos dice que las canciones terminaron
siendo una forma de alienación y quién sabe si de manipulación, no por
quienes las cantaban, sino por quienes las jaleaban:
"Constituían una
afirmación de vida, pero también 1a instancia más grave para lograr
una alienación política importante (...). Cuando se grita no se
razona... Nosotros tampoco gritábamos; hacíamos algo peor: cantar y
creer en aquello que cantábamos. Cantar es una manera de desahogarse. Y
en eso se convirtió, al final, el Frente de Juventudes: en el desahogo
de la nostalgia por lo que no habíamos hecho (...). Acumulamos
demasiadas emociones. Quizás reflexionamos demasiado poco, llevados de
un extraño pudor de lealtad" [25].
He aquí la canción también
como la "válvula de escape", que decía el Plan de Formación
de 1955, pero esta vez como elemento sustitutorio de las realidades que la
sociedad de la época mostraba como contradicción al mensaje falangista
juvenil. Viene a decir que no importaba que unos jóvenes cantaran una
Revolución, si se imposibilitaba su realización por otra parte; quizás
por ello, corno se ha dicho, a partir de los años sesenta –momento en
que finaliza Alcocer su trabajo– las canciones adoptan una serie de
consignas más "posibilistas".
La coincidencia de ambos
autores –aparte del origen– es la intencionalidad recta de los que
cantaban. Así diría Alcocer que las canciones del Frente de Juventudes,
funcionaron en dos sentidos: como una voluntad de afirmación, sin duda. Y
como un deseo de conocer al propio pueblo, también" [26].
Afirmación, alienación,
catarsis, vehículo de unidad y disciplina..... Quizás todo ello fue la
canción en el Frente de Juventudes. Lo que es indiscutible es, como dice
Arriaca, que "Falange Española y su organización de Juventudes han
sido "Las instituciones modernas, y quizás las únicas en toda la
historia de España, que han alentado y promovido con mayor efectividad
que los españoles canten a la Patria y a sus héroes" [27].
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