A
cinco que había en mi escuadra,
un muchacho nuevo se alistó,
mas al sonar el gon de la batalla,
cobarde, tan cobarde se mostró,
que al ver como caían sus camaradas
ni siquiera su cuerpo sepultó.
De
cinco quedan tres, y el muchacho,
de cinco, la muerte los llevó,
mas no lloran ni lamentan el trabajo,
pues aquel que cobarde fuera, acaso,
valiente, muy valiente, se mostró.
Y
al caer acribillado entra balazos,
un ¡Arriba!, tan fuerte pronunció
que de los cien que con él también
quedaron
se unieron sin decir una palabra.
A
cinco que había en mi escuadra,
un muchacho nuevo se alistó,
mas al sonar el gon de la batalla,
alto, muy alto, remontó.