: La defensa tiene
la palabra.
José Antonio: Con la venia del Tribunal. Cuando hace cuatro o
cinco noches se interrumpió el silencio de la incomunicación en que
vivía desde que empezaron los sucesos que conmueven a España; cuando
se interrumpió en forma de que, bajo la luz amarillenta de la
Prisión, harto menos brillante de la que ahora nos ilumina, allá en
nuestra celda, entraron el señor Fiscal y el señor Juez Instructor y
nos leyeron de sopetón un Auto de procesamiento y nos anunciaron que
íbamos a comparecer seguidamente, en el término de días, ante el
Tribunal Popular, y que quizá no nos correspondiese por turno de
Oficio tan excelente defensor como hubiéramos podido
proporcionárnoslo nosotros mismos, y que quizá no me concediesen el
medio de probar lo que yo necesitaba, cuando se me dijo esto de
sopetón, os he de confesar que me corrió por la espalda un
escalofrío.
Después ha empezado el Juicio y tengo que daros las gracias al
Tribunal porque se me ha permitido instruirme de los Autos, se me ha
puesto en condiciones de comportarme sin tener que adquirir nuevos
usos ante lo nuevo y el carácter bélico extraordinario que
corresponde a este Tribunal, sino como me he comportado en doce años
de ejercicio, porque el señor Fiscal que al principio de su informe,
como al final no, me señalaba como prototipo del señoritismo ocioso,
no le dijo a tiempo al tribunal, que yo llevo doce años trabajando
todos los días, según el Fiscal ha dicho, al reconocer que he
informado más veces que él, aún llevando él más años de
ejercicio y yo tener menos edad, y que en ese trabajo he adquirido
alguna destreza en mi oficio que es mi mayor título de dignidad
profesional, y esa destreza me ha permitido en dos horas y media
instruirme de ese montón de papeles, preparar mi defensa y someterla
a vuestra conciencia.
Este homenaje de mi artesanía habitual, honrada y tranquila, es la
mejor manera, sin alharacas y sin adulaciones, de expresamos mi
agradecimiento.
El señor Fiscal empezó diciendo: "Falange Española es una
asociación de tipo dictatorial, que aspira a un régimen político de
tipo dictatorial." Mis minutos son pocos, pero sobre esto la
benevolencia del Tribunal, administrada con largueza por su
Presidente, me permitió hablar ya ante vosotros cuando fui
interrogado en calidad de reo. Fui interrogado por el señor Fiscal e
inteligentemente por varios miembros del Tribunal, que saben lo que
son los partidos y sus sentidos sociales. Dije perfectamente por qué
somos sindicalistas y no encuadrados en los partidos que son solamente
sindicalistas; por qué añadimos a lo de "sindicalistas",
lo de "nacional"; y por qué en lo del sindicalismo que es
una posición nueva y de lo nacional, que es lo que parte en dos a
toda la juventud de España.
Toda la juventud de España, todas las clases enérgicas de
España, las juventudes ardientes, están divididas en dos grupos
encarnizados. A esto se debe que, de cuando en cuando, nos matemos
como fieras. A que unos aspiran a otro orden social más justo y se
olvidan de que forman con el resto de sus conciudadanos una unidad de
destino y los otros, ventean y mueven el gallardete del patriotismo y
se olvidan de que hay millones de españoles hambrientos y de que no
basta pasear la Bandera de la Patria sin remediar a los que padecen
hambre. No ahora que comparezco ante este Tribunal, ni por este hecho,
sino desde mil novecientos treinta y tres he venido sosteniendo esto
sin descanso. hasta enronquecer, y lo atestigua mi declaración que
figura al folio 69 de la causa instruida en Madrid, de la que podría
leer los padres que se refieren a economía, trabajo, lucha de clases,
tierra. ¿Queréis un punto improvisado ahora? "Todos los
españoles no impedidos tienen el deber de trabajar. El Estado
Nacional–Sindicalista no tendrá la menor consideración al que no
cumpla función alguna y aspire a vivir como convidado a costa del
esfuerzo de los demás." Punto dieciséis. Estos son los típicos
señoritos, este es el señorito. Pues ya ve claro y bien el señor
Fiscal cuál es la opinión de la Falange Española sobre el
señoritismo.
Yo he redactado casi todo el ideario de Falange Española, de la
que soy Jefe. Que soy el Jefe es evidente, sería pueril negarlo. Que
Falange Española se mueve dentro de la legalidad republicana lo he
demostrado también ayer. Y no he sido yo solo. Lo ha dicho el
Tribunal Supremo de la República hace muy pocos meses, mucho después
de triunfar el Frente Popular, y lo ha dicho una de las Salas, que por
los antecedentes de quienes la componen os debe ofrecer las mayores
garantías. Estoy seguro que al hacer el programa me he movido dentro
de la misma Constitución. Ahora, si esto es delito, yo ruego, y de
manera especial al Tribunal de Derecho que ha de redactar las
preguntas para el Veredicto que no involucro este hecho mío
innegable: Toda la responsabilidad para mí por haber sido el fundador
de esa entidad y por ser el autor de su programa, pero que no la
envuelvan hacia otras cosas que han sucedido después y que no tienen
nada que ver con mi condición de Fundador de Falange Española.
¡Actos delictivos! Este es otro pasaje de mi vida pasada. Resulta
que Falange Española ha cometido varios actos, de esta índole.
También me persiguen los minutos. La mayoría de los que formáis
el Jurado pertenecéis a partidos enérgicos. Habéis tenido bajas y
habéis comprobado que camaradas vuestros han abierto bajas en otras
filas. Solo hay una cosa indecoroso en este género de lucha. La lucha
en sí es triste. Es terrible, es dolorosísimo que lo más brioso, lo
más enérgico de la juventud de España, en nuestras filas y en las
vuestras, se mate a tiros. Hay, repito, solamente una cosa indecoroso
en estas luchas, y es que se emplee el pistolero profesional. En este
trance para mí tan solemne, os digo, que la Falange Española no lo
ha hecho nunca. Vosotros que estáis hechos a la lucha sabéis que el
pistolero profesional no sirve para nada, no hay quien se juegue la
vida por cinco duros. Se lo juega por nada el que siente dentro de sí
un Ideal. Vuestros militantes y los nuestros han sentido el ardor cada
uno de su Ideal y se han matado.
¿Cuántas veces habréis visto en estos hechos a la Prensa gruesa,
a la prensa burguesa, achacar la comisión de los mismos a pistoleros
profesionales para mancillar el nombre de una organización? Vosotros
sabéis que generalmente las Organizaciones de lucha no tienen para
pagar esos profesionales, ni los usan, porque quieren cobrar y no
arriesgar la vida. La Policía localiza siempre los grupos de
delincuentes habituales. La Policía no puede, ni mucho menos, cazar a
todo el que entra en la lucha de partidos numerosos, pero cuando hay
pequeños grupos de pistoleros asalariados, los caza siempre. Pues
¿cómo la Policía, que tantas veces nos echó en cara esta
condición nuestra, cómo no ha cogido nunca el cogollo de estos
grupos? ¿Por qué estaba a nuestro favor? La Policía nos ha
encontrado bombas y las ha encontrado también en vuestros locales,
sin que vosotros las hubieseis puesto. La Policía, Muñoz
Castellanos, Jefe de Policía de este bienio que llamáis negro y que
yo bauticé con el nombre de "bienio estúpido", nos armó
este y diecisiete enredos más y nos clausuró los Centros que
teníamos, y nos suspendió los periódicos que editábamos. Era mano
derecha de Valdivia, hombre tan afecto a la República, tan defensor
de la República, que cuando dejé de leer periódicos por mi
incomunicación creo que fue uno de los últimos que encarcelasteis
como sospechoso cuando comenzó el Movimiento.
Esta ha sido la vida de la Falange Española. Muertos de un lado y
de otro. Pero no venimos aquí a cancelar las deudas de sangre en
papel sellado. ¡Ojalá dejásemos de matar! Venimos a juzgar si yo he
participado o no en el actual Movimiento, y no vais a aprovechar esta
coyuntura para hacer una liquidación de cuentas más o menos falsas.
Enemigo destacado del régimen, según el señor Fiscal. Ayer os
expliqué las circunstancias en que vino el régimen y las
circunstancias de ánimo en que su venida me cogió a mí, dolorido en
lo entrañable del recuerdo de mi familia. No quiero insistir en esto
porque parecería hasta indecoroso que en un trance como este me
dedicase a tocar la nota de lo sentimental. Ayer la toqué y la dejo
encomendada a vuestro recuerdo.
Ahora bien, este carácter de enemigo del régimen, dice el señor
Fiscal, se ha manifestado más cuando alcanzaba el Poder alguna
situación izquierdista y proletaria, y señalaba una fecha. Este
entusiasmo y ardor contra el régimen, nacía en todas las derechas
españolas y singularmente en JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA cuando se
triunfó en las elecciones del 33, que dieron el triunfo a las
derechas. En ellas fui elegido Diputado. Debíamos haber participado
en aquella alegría colectiva. Os ruego que en la colección de Arriba
no dejéis de mirar un número, el número 23, de 12 de diciembre de
1935, en que se reproduce otro más antiguo, el artículo que escribí
y publiqué en "Falange Española", "F.E." el 7 de
diciembre de 1933, a raíz de las elecciones. Basta su título. Se
acababa de ganar la victoria de las derechas. Escribí un artículo,
cuyo texto leeréis vosotros y que se llama nada menos que así:
"La victoria sin alas." Esta fue mi manifestación de
contento en aquellas elecciones en que fui elegido.
Después mi participación en el entusiasmo de las derechas. Un
recuerdo a un difunto: José Calvo Sotelo. Fue el colaborador de mi
padre y esto me basta para que le cite siempre con respeto y afecto.
Pero en lo político, con algún remordimiento tengo que contaros que
a Calvo Sotelo le hice yo esto: El era fogoso, tenía una oratoria
confusa, se le disparaban torrentes de palabras que algunas veces
hasta llegaban a perder el sentido. Calvo Sotelo iba diciendo por
ahí: "No hay más que dos fuerzas nacionales, Falange Española
y los hombres del Bloque Nacional." Entonces yo le contesté con
una coz, con una cosa durísima que se encuentra en uno de esos
pasquines en letras grandes que veréis a la cabeza de todos los
números de nuestro periódico. Si no doy con él y no lo encuentro,
vosotros me haréis el favor de buscarlo y leerlo. Me parece que fue
en la cabeza del número 22. Le contesté la siguiente amabilidad al
pobre José Calvo Sotelo: "Algún orador se dedica a decir por
ahí que las únicas fuerzas nacionales son las de la Falange y las
suyas. ¿Por qué no deja en paz a la Falange? Su elogio nos hace la
misma gracia que ese refrán de: "El hombre y el oso cuanto más
feos más hermosos." Que nos llamen feos no nos importa, pero que
nos empareje con el oso..."
Llegan las nuevas elecciones. Regocijo de las derechas. Blanco y
Negro organiza aquella encuesta de que os hablé y me pide mi
opinión. Se publicó el 25 de diciembre y está reproducida en la
página última, página cuarta del número 33 de Arriba. Era la
pregunta: ¿Quién cree que ganará? ¿Triunfarán las derechas?
¿Cuál será la composición del nuevo Parlamento? Hice conjeturas
bastante aproximadas corno pude comprobar más tarde, una vez conocido
el resultado de las elecciones. "¿Qué sucesos prevé para el
año próximo?", y le contesté esto: "Las izquierdas
burguesas volverán a gobernar sostenidas en equilibrio dificilísimo
entre la tolerancia del Centro y el apremio de las masas subversivas.
Si los gobernantes –Azaña por ejemplo–, tuvieran el inmenso
acierto de encontrar una política nacional que les asegurara la
sustitución de tan precarios apoyos por otros más fuertes y
duraderos, acaso gozara España horas felices. Si como es más
probable, no tiene ese acierto, la suerte de España se decidirá
entre la revolución marxista y la revolución nacional."
Como se vé, mi actitud, la actitud nuestra ante la coyuntura
probable de un gobierno Azaña, era bastante benévola. Estaba llena
de interés, interés benévolo y discreto. Nuestra actitud no era de
hostilidad cerrada ni nada semejante, quizá porque este panorama del
retorno de Azaña estaba predicho por mí desde el 28 de marzo de
1935, cuando escribí en Arriba: "Antes de la primavera del año
próximo tendremos a Azaña en el Poder", y lo hice como
resultado de una política estúpida de las derechas. Yo auguré que
vendría Azaña, y cuando triunfó el Frente Popular y entró Azaña
escribí en este periódico: "Sucedió lo que debía suceder.
Azaña ha tenido dos ocasiones. La de ahora es peligrosa. Si no se
vuelve a las chinchorrerías del primer bienio, a coger a un
Comandante y a echarlo porque su mujer vaya demasiado a misa; si no se
vuelve a estas cosas con este ímpetu, puede hacer el Gobierno una
gran obra y tiene la obligación de hacer una obra revolucionaria en
lo social, mucho más amplia de la que hizo la otra vez." Esto lo
encontraréis en un trabajo que titulé "Azaña" comentando
el discurso pronunciado por Azaña en el Campo de Comillas.
Adhesión total, entusiasta a cuanto hicieron las derechas, no; a
las izquierdas, tampoco.
Yo creo que el Gobierno de Casares Quiroga tuvo en mucho la culpa
de que pudiera estallar este movimiento, porque sembró aquel
dislocamiento de todas las fuerzas, metió en la cárcel a tal
cantidad de personas –entre las que me cuento–, sembró pequeñas
incomodidades que predispusieron a todos y creció el espíritu
crítico. Sin eso podríais tener la seguridad de que no habría en la
lucha tanto joven, ni de que se hubiera podido provocar una locura de
estas a espaldas de personas responsables. De mí, por ejemplo, no os
voy a decir hipócritamente que no me hubiera sumado a la rebelión.
Creo que en ocasiones la rebelión es lícita y la única salida de un
período angustioso.
Ahora, una rebelión que han preparado en España y fuera de
España haciendo gestiones en Alemania e Italia, con lo difícil que
son las negociaciones en estos países las dos naciones de diplomacia
más intrincada y difícil, en donde hace falta meses para llegar a
conocer el vocabulario, para que un día en la cárcel me encuentre
con que ya está todo armado, sin saber a dónde va y que hay muchos
míos, unos matando, otros muriendo, otros haciendo las ferocidades de
que el señor Fiscal me da ahora la primera noticia; atrocidades que
por otra parte me va a permitir que ponga en cuarentena, porque sé
que mis camaradas no son capaces de cometerlas. Son trámites
difíciles con finalidades turbias, inexplicables por lo menos, con
pactos sobre si se entrega parte del territorio o no, y yo encerrado
en la Cárcel de Alicante, sin comunicación con nadie y sometido al
Tribunal Popular.
Eso no hubiera pasado si yo no hubiera estado encarcelado, y no
hubiera pasado si los Jefes de mis organizaciones no hubieran estado
perseguidos como alimañas, separados de sus familias, de sus
camaradas.
Por haberse puesto a España en este avispero ha sido posible que
estalle este movimiento que ahora tendremos todos que lamentar.
No os adulo. No encuentro toda la política de las izquierdas
acertada, ni mucho menos.
También veréis que dije en este traba o: "Azaña ha tenido
dos ocasiones en la historia", en la última plana, en cabecera
así de ancha (señala con las manos), que decía: "Azaña vive
su segunda ocasión. La primera se malogró, si se malogra la nueva
ocasión de Azaña se habrá perdido ya sin remedio y probablemente no
tendrá ninguna más."
Presidente: Ruego al Letrado que prescinda de esas
consideraciones.
José Antonio: En realidad, señor Presidente, el proceso es
puramente político. Pero como no adulo al Tribunal por la política
que le pueda inspirar, corto aquí. Basta. Con las derechas mi
disidencia ha sido constante. Mi agresión durísima, encarnizada. No
insistiré más en esto. Aquí os entrego mis textos y os ruego que
hagáis el favor de repasar esta modesta vida que no hubiera traído a
cuento si no lo hubiera hecho el señor Fiscal.
¿Que yo he dado muestras de esta aversión al pueblo? No sé cómo
aprovechar los minutos para hacer un índice.
Yo en las Cortes me levanté un día para pedir que se ampliara la
amnistía concedida por las derechas, gracias a la cual salieron a la
calle varios millares de afiliados a la Confederación Nacional del
Trabajo; y otro día, cuando se presentó el proyecto de anulación de
la Reforma Agraria, pronuncié dos discursos para impedir que se
anulara la primera Reforma Agraria y expuse de la tierra este concepto
que está escrito en el número del 21 de noviembre de 1935 de Arriba,
página 5, quinta columna, también dice: (leyendo). "¿En qué
consiste desde un punto de vista social, la reforma de la agricultura?
Consiste en esto: Hay que tomar al pueblo español hambriento de
siglos y redimirle de las tierras estériles, donde perpetúa su
miseria; hay que trasladarle a las nuevas tierras cultivables; hay que
instalarle sin demora, sin esperar siglos, como quiere la ley de
contrarreforrna agraria, sobre las tierras buenas. Me diréis– pero
¿pagando a los propietarios o no? Y yo os contesto: Esto no lo
sabemos; dependerá de las condiciones financieras de cada instante.
Pero lo que yo os digo es esto: Mientras se esclarezca si estamos o no
en condiciones financieras de pagar la tierra, lo que no se puede
exigir es que los hambrientos de siglos soporten la incertidumbre de
si habrá o no habrá Reforma Agraria; a los hambrientos de siglos hay
que instalarlos, como primera medida, luego se verá si se pagan las
tierras, pero es más justo y más humano y salva a más número de
seres que se haga la Reforma Agraria a riesgo de los capitalistas, que
no a riesgo de los campesinos." Cuando el señor Fiscal hablaba,
con razón, de la tragedia del campo español, quizá no formulaba
frases tan enérgicas como estas.
Y cuando la revolución de Asturias, me levanté en las Cortes y
dije, que en una revolución hay que atender siempre a dos cosas.
Primero a dominarlas, y después a ver si tenían razón. Una
revolución no estalla sin razón nunca.
Cuando decían frívolamente: "Los mineros de Asturias, ¿qué
quieren si ganan diecisiete pesetas?" Yo les decía: "Pero,
¿es que creéis que lo hacen por ganar dos o tres pesetas más? Han
empezado a votarse edificios, por los campesinos andaluces que ganan
una peseta o seis reales. Esto es lo que hay en la revolución de
Asturias si tenéis inteligencia para remediarlo. Y esto, ahora que
habéis dominado la revolución no haréis más que enjuiciar y
precipitar la segunda revolución de Asturias." He querido que
vengan los discursos. Algunos están aquí, por ejemplo el que
pronuncié cuando me opuse a la proposición acusatorio contra el
señor Azaña. Como sabéis la fecha, no os costará encontrarlo.
Vamos al tercer capítulo de mi vida privada. Señor Fiscal,
perdóneme
El señor Fiscal sabe ya cuáles han sido mis viajes al extranjero.
He estado en Berlín una sola vez, en mayo de 1934. No asistí al
mitin que se decía organizado por Hess y con intervención de Mosley.
No conozco ni a uno ni a otro. En cambio, nadie me preguntó si
conocía a Hitler, lo que podía ser más comprometido, y sin embargo
confieso que sí le he visto. Le vi unos minutos, cuatro o cinco, y ya
comprenderéis en ese espacio de tiempo lo que pueden hablar un
alemán y un español, un alemán que no sabe español y un español
que no sabe alemán. ¿Que estaba preparando entonces esta
revolución? Pero ¡Si ha tenido que ir Sanjurjo! El Fiscal no ha
aportado ninguna prueba respecto a este aspecto. La única sombra de
prueba es que Sarrión, que no sé si vive en estos momentos, el
Abogado y compañero mío de despacho (está justificado que viniera
mucho a verme porque, por fortuna, mi despacho era bastante próspero
y de actividad), no ha rectificado una información tomada por El
Liberal de Murcia, y en vista de que Sarrión, el pobre Sarrión,
no ha rectificado al murciano y el murciano no ha rectificado al
inglés, yo tuve que haber ido a Alemania. ¿Qué culpa tengo yo de
todo esto? Mi vida se refleja en nuestro periódico semanalmente. Cada
semana he estado en un sitio de España dando un mitin. A ver si es
posible que estuviera en Alemania al mismo tiempo.
Tenemos las dos cartas de Sanjurjo. La del 21 de marzo y la del 23
de abril, que figuran a los folios 93, 94 y 95 del Sumario. En el
folio 98 están estas cartas famosas del General Sanjurjo; me escribe
una carta por mi santo, me dice cuatro generalidades. Como por lo
visto se pierden las cartas de Sanjurjo y los telegramas, yo aprovecho
una visita de no sé quién, que me dice que va a Portugal y le digo
que le dé las gracias. Y escribo al margen: "Contestado de
palabra por persona segara." Si sería segura aquella persona que
en abril me escribe nueva carta y me dice: "No sé si habrás
recibido la mía anterior." No sólo no había recibido la suya
anterior. Me vuelve a decir en otra nueva carta nuevas generalidades,
me da el pésame por mi primo Andrés, que acababa de morir y nada
más. El General me habla de tú y yo a él de usted, me escribe dos
cartas sin clave, donde no se menciona ningún asunto, donde me dice:
"Vuelvo de Alemania." Y ello ¿qué demuestra? Esto, que es
lo importante: que Sanjurjo y yo no tenemos correspondencia, puesto
que para la segunda carta se sirve de alguien, lo que revela que no
recibió la contestación a la primera, y que esta falta no le
preocupó ni poco ni mucho. Esta carta es todo el indicio respecto a
las comunicaciones con Alemania.
Y bien, yo digo: Toda esta recapitulación de mi vida anterior, la
creación de Falange, mis visitas, todo esto, ¿a qué viene? A mí no
se me acusa de nada de esto, sino por haber participado en el
'Movimiento revolucionario y no menos que en jerarquía de jefe,
según se ha dicho por el señor Fiscal. Cuando hay que condenar a
hombres y mujeres no se puede decir: "Porque pudiera ocurrir que
en aquella fecha los presos........ Porque a lo mejor
hicieron..." "Porque quizá aprovecharan..." Esto no.
Si a mí no se me han visto las cartas, ¿pude haberlas empleado para
promover un movimiento revolucionario? Lo mismo pude haberlas empleado
desde aquí en dirigir una fábrica de moneda falsa. Esto es evidente.
Cuando no consta lo que se ha hecho, es posible que se haya hecho todo
lo humanamente realizable. Pero ni el señor Fiscal puede acusarme de
esa manera, ni el señor Fiscal puede acusarme con esa base.
El Tribunal necesita algún principio de prueba positiva. ¿En qué
consiste esta prueba? Que yo tenla comunicaciones, visitas... Todos
los Oficiales, los procesados y los no procesados han dicho cómo
eran. Muchedumbres que venían a verme, a las que yo ni siquiera
conocía. Gruñía por su abundancia, hasta el extremo de que yo
rogaba a mi hermano Miguel que las recibiera él, lo que le molestaba
tanto como a mí. Y comunicaciones por el locutorio de Abogados, con
Sarri¿)n por ejemplo y algún personaje amigo. Pues bien, esto es un
indicio, y como no se nos intervenían, es posible que estuviésemos
allí maquinando. Pues bien, en estas entrevistas" ha habido como
testigos más o menos tolerantes, los Oficiales, y como coro, la
población y la provincia. Cuando aquellas gentes volvían a sus
pueblos después de recibir mis instrucciones, no serían todas ellas
tan discretas que callasen en los pueblos los consejos y órdenes que
yo les daba. De modo que diez o doce o quince mil personas, han tenido
que saber que yo daba órdenes para una rebelión militar. Nadie ha
quebrantado el secreto. Nadie ha puesto de relieve que yo estaba
preparando un alzamiento contra la República.
Esta mañana vino un digno representante de la Comisión de Orden
Público y montó en cólera porque yo, con el respeto que estoy
manifestando ante el Tribunal, le dije: "¿Usted tiene la
convicción moral de que el movimiento lo he hecho yo?" "Eso
es siempre una segunda operación." "¿Recuerda quién le
dio la primera sospecha?" "La conciencia pública, me
respondió." Le dije: "Pero esa no es una voz, no es un
dato, eso no es una persona" "No sé a qué he venido aquí,
me respondió, a contestar a qué he venido", y se me fue todo
furioso. Yo he insistido hasta ser machacón, pero ¿ha oído alguien
que se dijese que aquí se estaba maquinando eso? Nadie ha oído, ni
visto, ni sabe que yo estuviese barruntando maquinaciones contra el
régimen, y algunos de los miembros del Tribunal que con más
sagacidad han intervenido en los interrogatorios parecen barruntar una
posibilidad de que no era en las visitas donde se había maquinado,
sino en las cartas. Esto es evidente. En cartas puedo haber tenido
esta comunicación. Pero tampoco hay el más mínimo rastro de prueba
de que haya podido tener estas comunicaciones. ¡Si cuando empezó el
levantamiento militar habían transcurrido treinta y cinco días de mi
prisión aquí y no había recibido menos de cuatrocientas cartas!
Cartas entusiastas, de camaradas, manifestaciones de afecto y hasta
baladronadas, si queréis, propias de la juventud. Pero naturalmente
esos son los que venían a verme y los que me escribían. Pero
¿quién iba a venir si no? indicios evidentes de que aquí se
maquillase algo, ¡nada!
No hay más que estas tres o cuatro cosas. "¡Se rajó Aldave!"
Uno de los que han manifestado más inteligente audacia en sus
manifestaciones de ayer, ante la previsión ya, de un careo, dijo que
él no había querido decir que se hubiese oído esta frase en un
grupo en el que figurásemos mi hermano y yo, sino que se había oído
en un grupo de falangistas presos. Si se dijo, pues, entre un grupo de
falangistas que no éramos ninguno de los dos, nada tengo que decir.
Segundo. Una visita de mi cuñada el día de la muerte de Calvo
Sotelo. ¡Sospechosa visita! Pues todo lo contrario. Calvo Sotelo
murió una madrugada. Cualquier persona bien informada, los
representantes de la prensa local pueden recordarlo, a las cinco o a
las siete de la madrugada, podían ya saber que habían asesinado a
Calvo Sotelo. Mi cuñada, que por lo visto tiene un hilo especial con
sus amigos para comunicar, se enteró de este suceso cuando ya había
oscurecido. La noticia era, en efecto, algo interesante porque supone
algo de prolongación familiar. ¡Seis años de trabajar junto con mi
padre! Mi cuñada, la que tenía hilo especial de información y
espionaje, se enter6 de que ha muerto Calvo Sotelo cuando hace diez o
doce horas que no hay quien lo ignore.
Las pistolas aparecen el dieciséis de agosto. Dos pistolas. Han
podido venir de los siguientes modos: o lanzadas por encima de una
tapia, cosa hacedera según creencia de algunos Oficiales de
Prisiones, que conocen otros casos en que esto ha ocurrido; o han sido
facilitadas por el locutorio de Abogados; o ese iracundo testigo que
dice que le consta, que lo sabe, porque se lo ha dicho un moribundo o
alguien que sabía que estaba a punto de morir' que han sido
introducidas en una paella; o en una cuarta forma, que el Oficial de
esta Prisión señor Muñoz dice que quizá de haber sido introducidas
en paellas no hubiera sido en una sino en dos. De modo que han venido
por el aire, por el locutorio de Abogados, por una paella o por dos.
Esta abundancia de versiones me permite robustecer la versión que he
tenido siempre sobre la ignorancia de la venida de las pistolas. Pero
como esto no es el tema, vamos a suponer que sí, que por uno de esos
cuatro medios o por otro cualquiera, nos hemos hecho introducir esas
pistolas. No olvide el Tribunal una cosa. Esas pistolas están en
nuestra celda el dieciséis de agosto. El día dos de agosto ha habido
"motín" y han roto los cristales de nuestras celdas. Es
justo que unos presos nos consideren, como el señor Fiscal, culpables
de que España esté así.
Pregunto a todos los Oficiales si siguió hasta el dieciséis de
agosto el régimen de tolerancia, y coinciden todos en que don Adolfo
Crespo lo cambió de medio a medio. Pues si el dos de agosto hemos
estado en riesgo inminente de perder la vida hubiera sido muy justo
que nos hubiéramos procurado dos pistolas para defendernos de un
segundo "motín". Pero si el señor Fiscal y el Tribunal han
oído que nuestras comunicaciones con los camaradas de Falange no
estaban intervenidas, sino que las teníamos a espaldas y nadie
vigilaba nuestras visitas, ¿íbamos, siendo veintitantos, a formar
como todo arsenal este depósito de dos pistolas? ¿Se creerá que
para cooperar con la rebelión nos íbamos a quedar con aquellas dos
pistolas, que hubieran servido como máximo para una defensa y
agresión de dos minutos? Si hubiera sido posible, como dijo el señor
Fiscal, con la actividad de mi cuñada introducir una ametralladora a
piezas, tenga la seguridad el señor Fiscal que nosotros,
comprometidos en el movimiento, hubiéramos hecho lo que se ha hecho
en otras poblaciones. Quien ahora resulta nada menos que el autor de
la rebelión y su dirigente, hubiera hecho algo más que meter estas
pistolas en una paella, dos paellas o tres paellas.
Hay un único principio. Aquí sí que ruego al Tribunal atención.
Hay una única cosa. El Fiscal dijo: "Se ve la relación de JOSÉ
ANTONIO PRIMO DE RIVERA en este movimiento no sólo por las
actuaciones de este Sumario, sino por la existencia de ese
almanaque." Perdonen si me he equivocado; de este almanaque que
fue encontrado en un centro, que no tiene padre reconocido. Salvo
esto, dice el señor Fiscal: "Se han instruido y fallado por el
Tribunal Popular juicios sobre la rebelión militar en Alicante y en
otras muchas provincias de España..." Pues bien, si aparece la
inequívoca prueba de que JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, tenía algo
que ver con eso, pudiera ocurrir que alguien nos hubiera acusado por
que sí, el señor fiscal que lo sabe, traerá esos juicios. En
efecto, el Fiscal trae dos o tres juicios de Alicante y en ellos, ni
el señor Fiscal ni la sagacidad del Tribunal me van a dejar mentir;
el nombre de PRIMO DE RIVERA aparece pronunciado por un individuo
llamado Nicanor Manzano, que en el pliego once del juicio doce contra
Miguel Salinas y otros más en los últimos momentos del juicio oral,
cuando se ve en el riesgo de una condena que le abruma ice: que el
día diecinueve a las cuatro de la mañana llamaron a su casa
diciéndole que sacara un coche y que era Antonio Macía para venir a
la mañana del día diecinueve a Alicante. Esta fecha fue para Nicanor
Manzano, la decisiva de su existencia: fue la que le proporcionó la
muerte. El intento de alzamiento en el Cuartel se hizo el diecinueve.
No se equivocó de fecha. El diecinueve por la mañana vinieron a
Alicante. Fueron al Reformatorio donde habló Macía con PRIMO DE
RIVERA, sacaron una carta y se fueron al Cuartel de Benalúa. Luego le
dijo Macía que no se preocupara expresándose en esta forma:
"Somos los amos." Es la única vez que nos cita Nicanor
Manzano. Y Nicanor Manzano se equivocó. Dice que estuvieron en el
Reformatorio. Nicanor Manzano no tenía el espíritu para esos,
distingos. Vinieron el diecinueve. La trágica fecha de autos que le
costó la vida. Si se coge el registro de mis visitas, llevado esos
últimos días con extraordinaria minuciosidad, el Director interino
en eso sí que no transigía, se verá,, que el día diecinueve no
tuve ninguna visita. Antonio Macía, no estuvo, pues, en ese día. Ni
con su nombre, ni con nombre supuesto, ¿Está claro? Las últimas
visitas las tengo el día dieciocho. El día diecinueve no se atreven
a venir a verme. El veinte vienen tres personas: dos mujeres y un
hombre. Yo no recibí a nadie más. El pobre Nicanor Manzano, que
quiere sacudiese una responsabilidad diciendo que vinieron a verme,
coloca esta escena un día diecinueve, en un inconfundible día
diecinueve de julio, en que yo no tuve ninguna visita., ¿Que Antonio
Macía estuvo alguna vez en la Cárcel? No sé cuantas veces. Yo no
sé quién era éste pobre Antonio Macía. Yo he recibido mil
cuatrocientas visitas de otros tantos y teniendo en cuenta las que se
repetían, figuran setecientas u ochocientas personas en un registro
de un sitio donde no había estado nunca. Agradezco estas visitas y
les dedico un recuerdo póstumo. Ni se llevó carta al Cuartel ni
pasó nada de esto, y éste es el único dato positivo acusatorio que
hay en toda la actitud y en todo el informe del señor Fiscal.
Y no quisiera molestar
más................................................
Varios Jurados. (Los señores Moreno Peláez y Domenech, de
Izquierda Republicana y Partido Comunista respectivamente.) Puede la
defensa seguir hablando el tiempo que quiera.
José Antonio: ¡Ah! ¿Si? Se lo agradezco mucho, ¡Cuánto se
lo agradezco!
Si yo no quisiera más que referirme a las bases, a la falta de
pruebas. ¿Cómo me vais a condenar sin indicios contra mí? No sólo
no los hay, sino que hay indicios muy fuertes a mi favor. Sólo tengo
que revelar con la misma sinceridad con que hasta aquí me he
pronunciado, cual es el secreto de mi aislamiento.
La política de las derechas respecto de mi partido ha sido siempre
la misma; querer aprovechar el brío combatiente de mis muchachos.
Esta es la clave. Por eso de cuando en cuando a mis muchachos les
buscaban la gracia. Eso sí, querían impedir a toda costa, pero que a
toda costa, que a estos muchachos los dirigiera yo. ¿Por qué? Porque
dicen que estas cosas que yo decía de la tierra y demás, eran
señuelos que yo utilizaba para atraer a las clases obreras, porque
las derechas tienen el error de creer que a las clases obreras se las
atrae con señuelos.
Yo sé que la clase obrera me va a dar la terrible angustia de no
creerme, pero aseguro que responde a una convicción personal honrada.
Las derechas suponen que es señuelo; yo sé que no lo es. Las
derechas suponen que es falso; yo sé que es verdadero. La Monarquía
es una Institución que ha tenido su momento histórico. Las derechas
tienen esa actitud respecto de mí, pero en cambio dicen: "Esos
miles de chicos valerosos, arrojados, un poco locos si queréis, esos
son utilísimos. Con estos tenemos que contar nosotros." Y
entonces me maquinan disensiones dentro de mi Movimiento. Me organizan
la de Ramiro Ledesma y Sotomayor, me someten a un cerco político,
económico y persona¡ espantoso, me vienen a dejar sin cuartos.
Estamos cuatro meses sin poder pagar la casa en Madrid, nos cortan el
teléfono y nos quitan la casa y así estamos porque las derechas
quieren a toda costa que no me interponga. Y surge mi encarcelamiento
y la ocasión es "pintiparada": ahora sí que es fácil
levantar el coraje de estos chicos magníficos, valerosos y un poco
ingenuos, sin que se nos interponga el majadero ese que nos viene con
la cosa de la reforma agraria y del Movimiento Nacional-Sindicalista.
¿Pruebas de esto? Van a ser tan cabales como las del Fiscal. Son
pruebas fortísimas.
Sabe perfectamente el Tribunal que en esta comarca, en esta región
de Levante, predomina entre el elemento militar, la Unión Militar
Española. La U.M.E. tenía un Jefe con el que soñaba, que era el
pobre Calvo Sotelo y tenía un órgano en la Prensa que es La Epoca,
que es el pequeño foco intelectual militar ultrarreaccionario y Calvo
Sotelo era el Profeta. La Epoca me tenía la simpatía que
demuestra este tremendo artículo ofensivo publicado en primero de
julio en contestación a mi artículo a que me refería antes. Aquí
está la prueba y la pondrá a disposición del Tribunal el señor
Secretario. Hágame el favor (dirigiéndose al Secretario del
Tribunal). Estando yo en la Cárcel se me injuria. Este es el pago de
la U.M.E. que no tiene fuerza en casi ninguna región de España pero
en esta de Alicante sí. Estas son precisamente las guarniciones que
no se sublevan. Luego ha habido algunos que han sostenido
gallardamente su decisión. Pero estas guarniciones no se sublevan y
forman un cerco alrededor de Alicante, del sitio dentro del cual yo
estoy. Es el centro de un semicírculo geográfico perfecto. Estas son
las guarniciones que no se sublevan, menos un a; la de Albacete. Allí
sale un Teniente Coronel ardoroso. Dirige un mensaje telegráfico. Y
en el mensaje telegráfico acaba: "Arriba España." ¿Qué
le pasa a ese Teniente Coronel? Pasan días y días y nadie le
socorre. Era en los primeros días, cuando no habíais hecho esfuerzo
alguno de organización y teníais frente a vuestra falta de
organización casi todo un ejército sublevado. Creo que este Teniente
Coronel se comportó de una manera muy brava. Persiste un día y otro
día y de cuando en cuando comete la nueva temeridad de decir
"Arriba España". "Mandadme socorro." Y nadie le
socorre. El Teniente Coronel CHAPULI, que había roto este
semicírculo geográfico, fracasa. Es el fracaso más notable de la
rebelión.
El punto tercero. He rogado insistentemente, acaso haya llegado ya,
que la prensa local diese un número de un periódico en el que
publicara la lista de los futuros Gobiernos encontrada a un Oficial
sublevado de la guarnición de Barcelona.
Este era, naturalmente, de la U. M. E. que domina en toda esta
costa de Levante. Se le encontraron dos listas de Gobiernos que han de
sucederse en el Poder según los propósitos de los sublevados. La
primera es una Junta compuesta por unos cuantos Generales. En seguida
se da paso a un Gobierno civil más estable, de personajes políticos.
En ese Gobierno (yo os ruego que mováis los resortes posibles para
que llegue un ejemplar en donde vinieran esas listas encontradas a un
Oficial), figuran personajes de primer orden, de segundo, tercero,
cuarto y hasta quinto orden: El Doctor Albiñana, del que tengo una
carta toda llena de ampulosidades, y a la que contesto:
"Gracias", Rosa Urraca Pastor... Personas, que sin pecar de
soberbia, considero que tienen una representación política o
intelectual algo inferior. Todas estas personas son Ministros en la
lista oficial de la U.M.E. El que no aparece ni para Subsecretario, ni
para Gobernador Civil es JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, supuesto Jefe
de esta rebelión militar.
Punto cuarto. Mis declaraciones al yanqui, al periodista americano
Allen, ¿Creerá el Tribunal todavía que yo he podido pedir que
viniese esa visita? Había salido ya de la tolerancia. Regía la
Comisión de Orden Público que me trajo a aquel señor, a quien
había visto ya otra vez en mi vida. Le hago unas declaraciones que
reproduce con mediana regularidad. Inserta un párrafo que no le dije
y que podía en estos momentos haberlo dicho o decir que le dijera; el
párrafo es este: "Yo no hubiese tolerado que estuviese Falange
Española combatiendo con los mercenarios y fuerzas traídas de
fuera." Me convenía haber pronunciado esa frase. Pues bien, yo
no la pronuncié. Son fuerzas que han luchado por España en Africa
vertiendo su sangre y no puedo menospreciarlas.
Pero sobre todo, el indicio más fuerte de todos y el Tribunal
estoy seguro que ha de valorarlo: Todos los que temían que la
rebelión podía ser más o menos larga, más o menos favorable,
¿qué hicieron con sus familiares? Las mandaron al extranjero, ¿para
qué voy a decir nombres? Este y el otro. Y los que no tenían fervor
combatiente, Gil Robles por ejemplo, que no es seguramente por lo
visto, un Cid, no queriendo tomar las armas se marchó a Portugal.
Yo me quedé aquí. Dice el señor Fiscal que estaba aquí por mi
gusto. Pues entonces, Casares Quiroga, me dio ese gusto, estaba en
combinación conmigo. Que no estaba en la Cárcel por mi gusto, es
obvio. Mi hermano y otra hermana y una tía septuagenaria que están
en el Reformatorio, ¿iban a estar aquí por gusto?, ¿iba a tener el
gusto, esta voluptuosidad del peligro, de que les cogiesen, les
encarcelasen, les metiesen en el Reformatorio? ¿es posible que yo
hiciera esto? Que se quedasen aquí todos los elementos femeninos de
mi familia.
Pero hay otra cosa. Yo escribí, lo ha declarado el Vigilante de
Prisiones Francisco Sampere, al folio 16 del Sumario y creo que lo
declaró otro de los procesados, una carta a Martínez Barrios. La
escribí a primeros de agosto con el pensamiento puesto en la España
de todos y con el pensamiento puesto en la tragedia actual, y dije
esto: Estoy viendo que España se está haciendo pedazos, y estoy
viendo que esto puede ser la vuelta a las pequeñas guerras entre
españoles y por este camino se puede retroceder en el orden social,
político y económico y llegar a estados de confusión y oscuridad.
Yo no puedo hacer más que una cosa: que ustedes me proporcionen un
aeroplano; yo voy a la otra zona dejando empeñada mi palabra de
volver, que avala el temor entrañable personal de mi familia: tengo
mis hermanos y una tía mía que ha hecho las veces de madre. Aquí
dejo esta prenda. Voy a la otra zona y voy a hacer una intervención
para que cese esto.
Se me dijo: creo que el Gobierno no podrá aceptar esta
proposición.
Yo les dije: Si puedo prestar este servicio, no a la República
sino a la Paz de España, no voy a fingir celo repentino, aquí estoy.
No se aceptó el servicio. Lo que yo ofrecí quizá no fuese
posible, pero lo ofrecí y no vinieron a darme contestación. Es un
círculo de indicios bastante más lleno que los indicios acusatorios
del señor Fiscal.
Toda esta rebelión se ha hecho aprovechando mi encarcelamiento, y
como yo sabía que esto estaba ocurriendo, yo no descansaba en mi
celda y por eso me pasaba los días y horas escribiendo, y rogando a
Miguel que pasase a recibir aquellas visitas abigarradas, donde no se
ventilaba nada, y él bajaba a ver aquellos montones de gente, cosa
que él hacía molesto. Me pasaba el día escribiendo a mi gente, a
Julio Ruiz de Alda, segundo del Movimiento, le decía: "No tengo
noticias, no tengo casi información, ¿qué va a pasar?" Y me
contestaba: "Tampoco tengo información pero tengo la convicción
de qué las derechas, con la imbecilidad de siempre, están
maquinando." Y escribo en No importa, periódico
clandestino: "VISTA A LA DERECHA. Aviso a los 'madrugadores': la
Falange no es una fuerza cipaya." "Desde la izquierda se nos
mata y se nos acomete, pero ¡cuidado, Camaradas! no está en la
izquierda todo el peligro. Desde las derechas ya se está especulando
como siempre y se acercan un día sí y otro no, a nuestros jefes,
visitas misteriosas, de los conspiradores de esas derechas con una
pregunta así entre los labios: ¿Podrían ustedes darnos tantos
hombres? Al que os haga esta pregunta, escupidle. ¿Pero, qué supone
esa gentuza? ¿Que la Falange es una carnicería donde se adquieren al
peso tantos o cuantos hombres? ¿Suponen que cada grupo local de la
Falange es una tropa de alquiler a disposición de las empresas? La
Falange es una e indivisible, milicia y partido. Su brío combatiente
es inseparable de su fe política. Cada militante en la Falange está
dispuesto a dar su vida por ella. por la España que ella entiende y
quiere, pero no por ninguna otra cosa. El "madrugador" no
tiene escrúpulos. A codazos se abrirá paso en sus propias filas.
Traicionará y tratará de eclipsar a sus propios Jefes. Contraerá a
cada instante la voz y el gesto con los que más pueda medrar. Y
cultivará sin recato la adulación. Y será inútil el madrugón.
Aunque el "madrugador" triunfara le serviría de poco su
triunfo. La Falange con lo que tiene de ímpetu juvenil, de acervo
intelectual, de brío militante, se le volvería de espaldas.
Veríamos entonces, quién daba calor a estos "fascistas"
rellenos de viento. Nosotros, para ver pasar sus cadáveres, no
tendríamos más que sentarnos a la puerta de nuestra casa bajo las
estrellas. La Falange a disposición de un político
"madrugador", con un general de más o menos buena fe, pero
sin formación política: ¡Eso no! "Y decía en esos artículos
palabras de una virulencia que escapan a la posibilidad de responder a
toda otra intención, como decía ayer a otro miembro del Tribunal.
Porque lo que se hace a veces es ocultar la trama interna a los ojos
de la masa con consignas totalmente opuestas a la consigna interna del
Movimiento, ya que entonces la masa no puede obedecer y el Movimiento
se frustra. No. Dije exactamente lo que respondía a la situación de
mi espíritu, y lo dije con tal fijeza que entonces fue cuando La
Epoca, el órgano de la U.M.E. de los "madrugadores", de
los que aspiraban a valerse de mí, insistieron, escribiendo ese
artículo que también dejo entregado a la consideración del
Tribunal.
Y esos fueron mis trabajos desde aquí. Cartas y más cartas,
circulares, consignas, para evitar que esto ocurriera. Quizá dentro
de un año hubiera habido Revolución Nacional–Sindicalista y que la
hubiera capitaneado yo, pero sin esta incomunicación de mi encierro,
no hubiera habido lo de ahora.
De pronto, vino la muerte de Calvo Sotelo. El suceso fue
verdaderamente tremendo. Se conturbó todo, salieron Regimientos a la
calle, los muchachos de Falange, llenos de inexperiencia política, de
valor y de voluntad se unieron en unos sitios y en otros no. Yo no sé
nada. No sé de verdad y quisiera saberlo. Daría dos o tres años de
mi libertad por unos cuantos periódicos de estos meses que he pasado
encerrado en la Cárcel. Y me entero aquí, encerrado entre rejas,
descorazonado de saber que está España matándose y sin poder tomar
parte para evitarlo. Esta es mi historia.
Yo creo que el Tribunal, a falta de otras pruebas más fuertes, el
Tribunal repito, note en mis palabras una cierta sinceridad. No he
derrochado esa elocuencia de que me hacía elogio el señor Fiscal.
Sólo he contado los hechos.
Y unas palabras de mis dos hermanos. Creo que con éstos, dado lo
exento que yo estoy de todo, no es necesario que insista mucho en lo
exentos que ellos están. De estos dos hermanos lo único probado en
serio, es que pasaban horas y horas hablando por la reja. Se casaron
hace un año. Nos traen aquí el seis de junio. El nueve viene mi
cuñada detrás de su marido y se dedica a hablar con él por la reja
cuantas horas le permiten. No interrumpe su comunicación más que
unos días que va a Madrid, Serrano 86, modesta casa que está a
disposición del Tribunal. Escribe desde allí una carta bastante
improcedente, llena de bromas en inglés escritas con un humor
extraordinario, escribe unas cuantas cosas hijas de la propia
fantasía y fanfarronadas. Tiene la nota irónica para una muchacha
que no sabe por qué se coloca una corona, como yo me podía poner una
tiara pontificio, y pone una corona y una frase escrita en inglés,
que no es caldeo ni nada indescifrable. Carta ' a mi hermano. Si mi
cuñada y mi hermano estuvieran complicados no dirían esas cosas
improcedentes, hijas de la poca edad, y no lo harían en inglés.
Estando en Alicante tendría que ir a hacer esas gestiones, traer y
llevar recados, cumplir las consignas que se le daban. Pero que le
daba ¿quien? ¿Ella era mi enlace y yo el jefe del Movimiento?
Resulta absolutamente probado que a mí casi no me veía. Yo, cuando
ella venía, bajaba un momento y como conocía la índole conyugal de
sus visitas, la saludaba y me marchaba a trabajar. Esta es la
actuación de mi cuñada que además se queda en Alicante, incorpora
en los días más peligrosos a su hermana política y a su tía, y que
esto hace que las encierren a todas en el Reformatorio.
Creo que con esto ha terminado mi defensa.
Una sola palabra al Tribunal.
Creo que es usual en los políticos de algún relieve, que cuando
se ven en un trance así, como este en que vosotros me ponéis,
empiezan o acaban soltando una heroica baladronada para la posteridad,
diciendo: "En fin, yo soy el responsable de todo. Haced de mí lo
que queráis. Cumplo con mi deber. Disponed de mi vida."
Esta decisión ha sido interrumpida algunas veces por algunos Jefes
revolucionarios de izquierdas. Yo prefiero imitar a éstos y, no a los
otros. No os voy a decir nada de esto: "No me importa dar la vida
por esto o por lo otro." El señor Fiscal ha dicho que soy
valiente. No soy valiente. Quizá no sea cobarde... Sí me importa dar
la vida. Hay que arrostrar los sucesos de la vida con decorosa
conformidad. Os digo que prefiero con mucho no morir. Que creo que la
vida no se nos ha dado para que la quememos como una bengala al final
de una función de fuegos artificiales.
Si yo no he tenido parte en esto, si no he participado en esto,
¿para qué voy a venir aquí y hacer el papel de víctima?
Yo os ruego que estiméis mi causa en conciencia y la causa de
estos dos y que en conciencia dictéis veredicto de inculpabilidad.
Vuestro rigor no va a ser puesto en duda por nadie. Habéis
defendido a las instituciones que os han encargado de defender, con
severidad. Vuestro entusiasmo por el Régimen, tampoco. Os ruego que
no veáis en mí si soy fulano o mengano, sino que soy un acusado que
viene aquí a comparecer ante la justicia con otros dos. Que peséis
mi causa con todos los indicios y todas las pruebas; y porque creo que
lo merecemos y no tenéis que acreditar vuestro rigor y os interesa
seguir acreditando la absoluta justicia de este Tribunal Popular, os
pido dictéis un veredicto de inculpabilidad para los tres
Yo os aseguro que en nombre de todos y mío he de agradecéroslo
muy de veras, que me alegraré muy de veras esta noche encontrarme con
la vida en el cuerpo, con esta vida que modestamente he dedicado y
seguiré dedicando, a que contribuya con mucho o poco a que el Pueblo
Español tenga uno de los lemas de nuestro Movimiento: "LA
PATRIA, EL PAN Y LA JUSTICIA".
Del libro "FRENTE A FRENTE. José Antonio frente al
Tribunal Popular. Alicante–noviembre 1936", de José María
Mancisidor. Editorial Alrnena. Madrid, 1975.