El Tribunal Supremo, confirmando la resolución de la Audiencia de
Madrid, ha declarado lícita la Falange. Pero todo es inútil; el
Gobierno, abusivo y cobarde, tras de impedir por medio de la censura
que se conozca el fallo de la justicia, retiene en la cárcel contra
todo derecho a millares de afiliados a la Falange, mantiene la
clausura de sus centros e impide su vida legal.
Ya, por embustero que sea el Gobierno, no podrá decir que al obrar
así cumple la ley; viola abiertamente la ley y menosprecia al
Tribunal Supremo. Ahora las cosas están claras: la única ley que
rige para el Gobierno es la de la destrucción de España al servicio
de todas las fuerzas enemigas suyas. Por eso trata de aniquilar a
cuanto puede ser reserva para la Patria: Ejército, Marina, Guardia
Civil... y Falange. El Gobierno se ha declarado beligerante contra
España. Pero la Falange, que además de tener a su lado la justicia
de la Historia tiene la justicia de los Tribunales, atropellada por un
Gobierno faccioso, acepta el reto con su grito sereno y seguro:
¡Arriba España!
No Importa, Boletín de los días de persecución, número 3,
20 de junio de 1936.