En el turno de estas informaciones políticas hemos hecho una
visita al jefe de Falange Española. El joven político, caudillo de
fuerzas jóvenes que aspiran nada menos que a hacer la nueva España,
no tiene un positivo interés electoral, en el uso que suele darse al
vocablo; pero sí es evidente que él y los suyos representan una de
las notas de novedad al acudir con sus candidaturas historiadas a la
lucha del próximo domingo. Y libres de todo prejuicio, como cargados
de objetividad, acudimos al despacho de don José Antonio Primo de
Rivera.
Bufete de abogado que trabaja. Casa señorial de un aristócrata
que puede y quiere llamarse popular. Muchas visitas. El título de El
Sol hace que nuestra espera en el antedespacho sea brevísima, pero lo
suficiente para admirar unas estampas jerezanas: caballos, galgos,
armas. En esta saleta, como en otras dependencias, retratos del
general que tuvo en sus manos el destino del país.
Y ya estamos en diálogo con el jefe de Falange. Primo de Rivera
habla con rapidez y efusión. Y dice cosas...
– Mi posición política, que es la de Falange, la expuse con
precisión en el reciente mitin del cine Europa, aquí en Madrid –nos
empieza diciendo–.
– Sin embargo –le atajamos–, nuestro deseo es que usted, como
otros políticos, nos dé su opinión en relación al momento
electoral. Y a ser posible, que haga un pronóstico.
– Sea. Creo que van a triunfar las derechas.
– ¿Así, en rotundo?
– Van a fracasar las izquierdas quizá en desproporción a su
fuerza real; es decir, que no van a tener los diputados que merecen.
La opinión de derecha se haya empujada por el miedo, y esto la hará
votar con pasión, con prisa.
– Ya habrá visto –le decimos– que en muchas provincias se
han hecho tos electorales, hasta el punto de que son no pocas las
personas que creen que esta coalición centro derecha subsistirá a
los fines de gobernar.
– Yo también lo creo, y no se vea en esto el menor reproche para
ninguna de esas fuerzas, para ninguno de esos partidos que han de
actuar así dado el actual sistema parlamentario.
– ¿Usted es partidario del sistema parlamentario?
– Mientras el Parlamento sean cuatrocientos hombres que
representan a la nación no hay efectividad posible. Ni en nuestro
país ni en ningún otro hay élite para reunirla en un recinto
parlamentario. Pero no se crea que esto quiere decir que yo participe
en la beatería antiparlamentaria. Lo preciso es que el Estado tenga
un quehacer, y cuando se tiene esto los Parlamentos funcionan bien.
Primo de Rivera no rehuye en nada nuestras preguntas; pero
insensiblemente sus palabras se dirigen siempre al terreno doctrinal
del que él es campeón. Habla en falangista. Y nosotros, tercos, con
una obligación que cumplir, insistimos:
– De forma que en orden a pronósticos, ¿usted cree en el
triunfo derechista?
– Los partidos de derecha y el Gobierno, las fuerzas
conservadoras en general, se hallan reunidas por el solo vínculo de
temor al triunfo de las izquierdas. No acaban de comprender que
haciendo desaparecer el efecto desaparece la causa, y se resisten a
desmontar el sistema capitalista, que está fracasado en todo el
mundo. De momento, claro está que se evitará un nuevo golpe, un
nuevo viraje violento en esta política de bandazos que viene siendo
la política española; pero en cambio las izquierdas quedarán en una
irritabilidad peligrosa para el día en que les llegue la hora del
triunfo.
– ¿Su partido presenta muchos candidatos?
– Sólo luchamos por once puestos; pero esto no nos interesa.
Nuestros núcleos son jóvenes, y si acudimos a las elecciones es por
lo que la campaña tiene de movilización, aparte de que los puestos
que podamos obtener son necesarios, pues en el Parlamento es donde se
habla para atacar o para defender, y es allí donde se canalizan las
corrientes de la calle.
– ¿Tiene muchos afiliados Falange Española?
– Unos ochenta mil.
La conversación se prolonga en gracia a la amabilidad, y, sobre
todo, por el interés que pone en sus palabras nuestro comunicante. Y
esto nos anima para, quizá un poco a destiempo, decirle:
– ¿Usted cree firme la posición revolucionaria de los
socialistas?
– En las juventudes, sí.
– También a usted hay quien le considera revolucionario, del
mismo modo que le dan fama de valiente.
– Valiente en el sentido vulgar de la palabra, no; de ninguna
forma. Yo aspiro a que se me considere como hombre de trabajo, con una
firme devoción intelectual (1). Lo que sucede es que
cumplo con mi deber, como debemos cumplirlo todos en esta hora
decisiva para Europa y para el mundo. Que no corro, que no correré
nunca. En otro orden, nosotros hemos acogido el uniforme. los colores,
porque ello sirve de distintivo; pero todo ello es accidental. Lo
decisivo es conseguir una estructura económica del Estado, hacer en
este sentido una revolución económica, que ha de devolver también
al país todo el sentido moral de que cada día se haya más
desmoronado.
El tema electoral se ha alejado definitivamente en la charla.
Nosotros hemos de forzar ya la despedida. Sin embargo, para
corresponder a la cordialidad del candidato por Cádiz que es don
José Antonio Primo de Rivera, recogemos ya al terminar la definición
que éste nos hace de sus teorías económicas de programa de Falange.
– Lo que pretendemos no es más que evitar la adjudicación de la
plusvalía a los titulares de los signos de créditos, luchamos por
una economía sindicalista que adjudique la plusvalía a la comunidad
orgánica de los productores constituida en Sindicatos verticales.
Ya en pie, al despedirnos con un apretón de manos –nada de brazo
arriba por nuestra parte– y agradecer la acogida a El Sol,
aun hacemos al señor Primo de Rivera una última pregunta:
– Independientemente de la pasión que toda elección atrae,
¿usted cree que la actuación de los partidos, y particularmente de
la CEDA, consolida la República?
Don José Antonio Primo de Rivera sonríe con finura y
campechanía, y mientras nos acompaña hasta la puerta, dice:
– En esto de República o Monarquía tengo mi opinión clara;
pero no iba a parecerlo así si la expusiese, y por ello vale más
dejarlo.
El Sol, 9 de febrero de 1936.
___________
(1) José Antonio era socio fundador del P.E.N. Club
Internacional de Escritores. En calidad de tal estaba designado para
integrar la Delegación española que asistiría al Congreso a
celebrarse en Buenos Aires en el mes de abril de 1936. El otro
delegado era Azorín.