Hacia fin de año se disolverán las Cortes. Acción Popular habrá
perdido todos sus tópicos electorales: habrá gobernado sin gobernar,
que es el mayor desastre que le puede ocurrir a un partido. Toda su
crítica del primer bienio caerá como un follaje sin vida después de
haber soportado la larga estación de esterilidad del segundo bienio.
Y en cambio, las extremas izquierdas, seguras de contar con la falta
de memoria de las masas, desplegarán una propaganda frenética que
les dará el triunfo.
Ya lo pueden ir sabiendo las gentes de buena fe, que no por
interés material, sino por adhesión a altos valores espirituales,
votaron contra la política de Azaña en 1931. Azaña volverá a
gobernar para principios del año que viene. Para impedirlo dieron
aquellas gentes de buena fe, trabajo y dinero a manos llenas para las
elecciones. Dieron el triunfo a Acción Popular. Ya ven de lo que ha
servido.
Ahora que, cuando estas cosas ocurran en otoño, otros serán los
sorprendidos; nosotros, no. La misma mano que escribe estas líneas
escribió a raíz de las elecciones del 31 aquel artículo que se
tituló "La victoria sin alas". Desde el principio le vimos
la falta de alas a la victoria aquella y señalamos por dónde había
que ir. Los nuestros no fueron remisos. Pero hubo, y hay, millones de
sordos que vendrán cuando, si no es tarde todavía, les sea posible
recabar la gloria de haber llegado en las horas de la adivinación y
del heroísmo.
Arriba, núm. 13, 13 de junio de 1935.
(Final del artículo correspondiente a la serie Política
Española, no trascrito en las Obras de José Antonio.)