logo_jaoc.gif (5520 bytes)busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)

.
  EXTRACTO DE LA CONFERENCIA PRONUNCIADA EN SAN SEBASTIÁN, CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DE LOS LOCALES DE LA FALANGE, EN LA CALLE GARIBAY, 27, EL 5 DE ENERO DE 1935

Recordando a Manolo Carrión

– Han trabajado para mermar nuestras filas –comienza diciendo–, pero he aquí que cada vez somos más. ¿Quién iba a decir hace un año que nos íbamos a encontrar reunidos en este local tantos camaradas? Sin embargo aquí falta alguien. Falta Carrión. Manolo Carrión, aquel hombre de archiburguesa vida, pacífica y monótona, ¡qué ejemplo el suyo y qué estilo de vida la de aquel compañero!, y, sin embargo, ved el dedo de la Providencia en Su destino. En él resonó precisamente de un modo apremiante, exigente, la llamada de lo heroico, la voz de España. Y así, en efecto, murió como un soldado bravo, preocupado hasta en sus últimos instantes de la suerte de su amada Patria y de los destinos de su Falange. Por ahí andan diciendo los otros –continúa el orador– que traerán éstas y las otras ventajas. Pero digan ellos lo que quieran. Nosotros, por el momento, no prometemos nada. Nosotros reclutamos gente para el sacrificio, para la dura pelea e incluso para la muerte. En todo tiempo los hombres han hecho más por el deber que por el beneficio, y a nosotros, camaradas, nos ha tocado vivir en una época dura, austera, atiborrada de deberes y, ahora bien, ¡alegrémonos profundamente de ello!

Cuando el mundo convalecía de una edad en que ni siquiera creía que hubiera deberes ni verdades permanentes, saltamos a la palestra.

A su final asistimos; y tengamos siempre presente que si subsistió dicha edad fue porque se alimentó del desgaste de cosas que ella no trajo, que ella no creó ni fomentó. Tal como el sentido religioso y familiar. Lo propio de aquella edad era disolvente y a todos nos dijo que nada era absolutamente verdad y deber. Los Estados se convirtieron entonces en territorios de discusión entre hombres. La máquina recién inventada, del sufragio popular, vino a decirnos si había que suicidarse o si había que subsistir e, incluso, si se podía desmembrar a España.

La esclavitud en el Estado liberal

La Humanidad se hizo petulante. Creyó que era libre porque votaba y que el progreso era indefinido. Pero ahora ya sabemos, y lo supimos pronto, que la Humanidad no ha logrado el progreso y que ni tampoco ha alcanzado la libertad. La libertad existía entonces sólo para algunos. El obrero trabajaba jornadas larguísimas y percibía, en cambio, un mísero peculio. Y es que en la edad liberal los pueblos han sufrido siempre las mayores esclavitudes.

Se refiere a continuación el orador al gran mito del siglo XIX, al progreso indefinido, y dice que las fábricas produjeron tanto que se asfixiaban con su propia producción. La consecuencia fue para el obrero, que ahora a millones se encuentran por las calles demandando la limosna pública.

Pero aquello no podía continuar así. Surgió entonces el socialismo y éste tenía razón inicial al amparar a los obreros. Pero encerraba dentro de sí un profundo defecto, su interpretación materialista de la historia. El marxismo, prosigue el orador, rompe al individuo y es tan inhumano que incluso en Rusia ha fracasado. Porque era su intento implantar el capitalismo de Estado, el socialismo de Estado y, finalmente, el socialismo, y no ha logrado pasar del capitalismo de Estado. Añade a continuación que el comunismo en el campo ha sido de imposible realización. El labrador se ha sublevado y el soviet ha desistido de aplicar el comunismo al agro ruso. De esta manera, por este camino, el soviet irá a concluir en un nacionalismo militar que, precisamente, ha hecho ya su aparición. Está la prueba en las quejas de los primeros comunistas que dicen que el régimen actual es algo napoleónico. Rusia, añade, no ha conseguido ser comunista, ni marxista, porque no ha logrado matar su espíritu religioso.

La postura de la Falange

¿Cuál es ahora nuestra actitud? A nosotros se nos dice que somos panteístas del Estado. Pero no lo somos. Y si lo fuéramos, no seríamos nacionalsindicalistas. Entendemos que el Estado debe tener las riendas de la Patria. Pero para nosotros el Estado es el servidor del destino de la Patria y de su unidad. Creemos, finalmente, que por encima del Estado hay un rumbo histórico.

– Ahora, camaradas –exclama el orador–, es nuestra hora; ahora es cuando todos nos dan la razón. En Europa todo quiebra. El capitalismo, la industria, la agricultura, están en bancarrota, y he aquí que España está entera y fuerte. Yo he estado en Alemania y en Italia y comprendo que a estas dos naciones hay que admirarlas. Están ahora pasando por un momento dificilísimo. Italia se encontraba convaleciente de una victoria, y Alemania convaleciente de una derrota. Pero el caso de España es distinto. España no ha pasado por la guerra, se encuentra infrapoblada, sin navegación ni agricultura. Hay en ella por hacer una faena de cien años. Pongámonos a trabajar. España ha sido una nación que ha tenido magníficas ocasiones para encontrar un rumbo nuevo. Pero parece que casi siempre también las ha perdido. Pero nosotros no perderemos la nuestra. Sabemos lo que tenemos que hacer. Devolveremos a España la fe en sí misma, la ambición de reclamar sagrados y altos puestos. España es de valor universal y tiene que volver a hacer oír su voz en el mundo. Debemos infundir esta confianza en el pueblo y devolver, sobre todo, a España una justicia social.

Hay que terminar con la lucha de clases

Las masas obreras –dice luego el orador, refiriéndose a la necesidad de disciplinar el dinero– requieren un puesto en el mundo y no les placen ya las palabras de benevolencia, y hay que lograr ahora que los Sindicatos no sean asociaciones para luchar contra el capitalismo, sino órganos integrantes de la economía nacional.

Afirma a continuación que queda mucho por hacer todavía en el campo. El campo español –dice– hay que enriquecerlo y hay que ir a la reforma social de la agricultura, hay que cuidar los bosques, y para ello, ¿es preciso meter el arado en todas las tierras? No. Lo que es preciso es trasladar a la gente labriega y trabajadora a tierras fértiles, donde su labor fructifique y donde se dediquen incluso a la ganadería, otra riqueza española perdida.

Hay que hacer –exclama José Antonio Primo de Rivera– un trabajo enorme. Hay que hacer que los pueblos de España tengan luz, pan y vestidos abundantes. Hay que hacer todo eso y hacerlo incluso revolucionariamente. Habrá que respetar poco algunas veces, algunas leyes establecidas, pero lo que hay que hacer es trabajar, trabajar afanosamente. Toda la generación contemporánea tiene faena prolija.

Los vascos y la grandeza de España

Se refiere después el orador a los vascos, y dice que éstos integran un pueblo que lleva en su frente el signo de la predestinación. Un pueblo es tal pueblo cuando ha entrado en la labor universal. Y mientras esto no acontezca, aquel pueblo está sumido en la Prehistoria, en lo intuitivo. Ahora bien, mirad cómo el pueblo vasco pasé casi inmediatamente de su vida primitiva a una alta vida universal. ¿Y a qué se debió tan importante suceso? ¿De quién recibió el espaldarazo? Lo recibió en el mismo instante que se integró en la unidad de España. Por esto no quieren al pueblo vasco los que le quieren encerrar en sus bailes y en sus músicas. Toda su grandeza está en su unión a España, y por esto, camaradas, convoquemos al pueblo vasco a esta gran empresa española de todos nuestros anhelos y que las clásicas caras aguileñas de los hombres del Norte asomen por la borda de los gloriosos navíos españoles.

Versión proporcionada por el subjefe provincial del Movimiento de Guipúzcoa, camarada Juan Aizpurúa.


Sugerencias, correcciones y aportaciones:
ocja@rumbos.net
busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)