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  JOSÉ ANTONIO, EN OVIEDO

Ha llegado a Oviedo el pasado día 27 el señor Primo de Rivera, que nos manifestó que venía con el fin de enterarse de cuanto ha ocurrido en la zona minera y reorganizar aquí sus huestes. Aseguró que se propone intervenir en el Parlamento para explicar que, a su entender, más que ejemplaridad en los castigos y restablecimiento momentáneo del orden público, lo que interesa es sacar las consecuencias históricas que de los hechos se deducen, pues cree que cuanto ocurre es únicamente debido a un falso concepto de la estructuración económica del país, excesivamente conservadora, y que hay que modificar de un modo sustancial (1).

La Nación, 29 de octubre de 1934.

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(1)
Durante su permanencia en Oviedo, los estudiantes trataron de montar una guardia en el hotel donde se alojaba. "La Falange –dijo entonces el jefe Nacional– no está para jugar a los soldados." Pero los turnos estaban establecidos y la gente del S.E.U., verdaderamente ilusionada con aquel servicio, montó la guardia. La indisciplina encolerizó a José Antonio, quien, entre otras cosas, recriminó a los mandos universitarios el no saber qué era la Falange, ni cómo se mandaba en ella. Los jefes del Sindicato presentaron su dimisión a Panizo, y cuando éste se la comunicó a José Antonio les propinó la segunda bronca. Sin embargo, no disimuló su cariño por el Sindicato y sus hombres; ya en el andén, le dijo a Covián, jefe de la primera línea ovetense:
– No te aproveches de tu fuerza para convertirte en un matón. Los matones y los chulos están en la otra banda. Nosotros sólo nos pegamos cuando hace falta y de frente. Y siempre contra grupos más numerosos. ¿Eh, Covián?, más numerosos. Que no crean que te pegas por gusto, ni aprovechándote de tu fuerza.


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