"Su discurso al aceptar la jefatura por tres años no tuvo un
párrafo de gracias. Fue un juramento cálido de llegar al final de su
mandato sin otro orgullo que el de España y el de la Falange,
sirviéndolas con toda la fe, con toda la fuerza y con toda la sangre,
si fuera preciso." Añadió: "Comenzaré a mandar
obedeciendo."
Agradeció su decisión a los consejeros que lo votaron:
"Ahora es cuando puedo deciros que lo hecho por vosotros salva a
la Falange de la descomposición, acaso de la muerte. Yo veré si soy
capaz de cumplir con mi deber, que es tan duro y penoso. Pero, pase lo
que pase, jamás olvidaré el desinterés de los camaradas que me
habéis hecho jefe nacional, por creerme el más dispuesto al
sacrificio y pensando únicamente en el bien del Movimiento. Siempre
he pensado que sin la unidad de mando no se va a parte alguna" (1).
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(1) Francisco Bravo: op. cit., pág. 60. El primer acto de
autoridad lo ejerció José Antonio para cortar la discusión sobre el
color de la camisa falangista: "Basta ya. Puesto que me habéis
elegido jefe, honrándome con vuestra confianza, va a ser ésta la
primera determinación de autoridad que adopte. La Falange Española
de las J.O.N.S. precisa un color de camisa neto, entero, serio y
proletario. He decidido que el color de nuestra camisa sea azul
mahón. Y no hay más que hablar."