.–La
Rambla publica esta noche una interviú que su corresponsal especial
en Madrid ha celebrado con don José Antonio Primo de Rivera.
Al preguntarle cómo ve el momento político que atraviesa la
República, ha dicho:
– La situación en que se encuentra el país con la República es
de una enorme e irresponsable frivolidad. El 14 de abril de 1931 se
abrió un proceso revolucionario, y los procesos revolucionarios han
de tener su desenlace. Se ha de cumplir su ciclo completo. Yo no he de
expresar mi simpatía o antipatía por el 14 de abril. Es un hecho
histórico que hay que aceptar, del cual se han deducido consecuencias
importantes. Al examinar estos temas no se puede prescindir del
reconocimiento de la realidad. Aquel movimiento tenía, como todo
cambio, una serie de cosas; entre otras, el hecho de haber logrado la
unanimidad nacional y el entusiasmo del pueblo por la realización de
una misión colectiva. El fenómeno más destacado de aquel movimiento
fue la actitud de las fuerzas obreras, hasta entonces
internacionalistas, al incorporarse a una empresa de tipo nacional.
Las dos características fundamentales del movimiento eran la fusión
de todos los frentes políticos y la promesa de profundas
transformaciones en el terreno social. España tiene el destino de no
poder dormirse para poder ser una nación. Es algo gloriosamente
trágico. España necesita resolver el sentido de su destino, unir en
una ambición común y en un esfuerzo nacional la variedad
disgregatoria de los pueblos que la forman. Si cayera de pronto el
Poder en mis manos, creo que precisaría proceder a una revisión a
fondo de la organización económica.
Considera necesaria la repoblación forestal en grandes
extensiones.
Entre los que forman Falange Española se han desplazado elementos
revolucionarios de los campos más diversos, la mayoría
pertenecientes a la clase media, muy modesta, proletarios y
estudiantes. En cuanto a las antiguas fuerzas de la Unión
Patriótica, dice que, en un principio, muchas de ellas se
inscribieron en Falange Española, pero después se han convencido que
éste no era su puesto.
Al ser interrogado sobre si un día en que las derechas
monárquicas y el señor Gil Robles se lanzaran a un movimiento para
implantar la dictadura, se uniría a ellos, contestó que ni él ni la
organización participarían en el movimiento, como no participaron en
el 10 de agosto.
– ¿Y si hubiera un golpe socialista?
– Tampoco nos uniríamos a los rebeldes.
Con relación a la situación de Alemania, dice que el hitlerismo
no es fascismo. Es antifascismo, la contrafigura del fascismo. El
hitlerismo es la única consecuencia de la democracia, una expresión
turbulenta del romanticismo alemán. En cambio, Mussolini es el
clasicismo, con sus jerarquías, sus secuelas y, por encima de todo,
la razón.
– ¿Cómo juzga la obra de su padre?
– Mi padre abrió el período de la dictadura y afrontó el
cambio de Estado. Pacificó Marruecos; pero no cerró el proceso
abierto.
– ¿Habría hecho, pues, bien su padre en irse cuando terminó lo
de Marruecos?
– Creo que habría hecho bien. Abrió un proceso revolucionario,
y no lo cumplió hasta el final.
– ¿Qué opinión le merece Acción Popular?
– Me parece como la leche esterilizada: que de tan pura que es no
tiene, en efecto, microbios; pero tampoco tiene vitaminas.
Luz, de Madrid, 14 de agosto de 1934.