El Ministro de Marina contesta a lo dicho por el señor
Goicoechea sobre las manifestaciones separatistas ante el Gobierno. No
las niega; pero como no tiene otra salida, dice que el señor
Goicoechea y, sobre todo, la Dictadura, han fomentado el separatismo
con su política.
Protestas de los monárquicos y el señor Primo de Rivera.
El Ministro de Marina habla de alguien muy allegado al señor Primo
de Rivera que atropelló el sentimiento catalán. (Protestas.)
El señor Primo de Rivera: ¡Váyase su señoría a hacer
gárgaras! (Escándalo.)
El Presidente: Esas palabras son una ofensa para la Cámara, y su
señoría debe retirarlas.
El señor Primo de Rivera: No hay ofensa en mis palabras. Si las
hubiera, no retiraría ni las comas. (Nuevo escándalo; los
radicales increpan al señor Primo de Rivera.)
El señor Primo de Rivera: Uno a uno estoy dispuesto a contestar a
sus señorías. (Gran escándalo.)
El diputado a Cortes señor Primo de Rivera nos ruega hagamos
pública la siguiente aclaración:
"Quiero rectificar la versión que dan algunos periódicos
acerca de mi incidente con el señor Rocha en la sesión del lunes. El
instante en que intervine fue aquel en que el señor Rocha, con
discutible discreción, comparaba el problema de Cataluña con el de
Cuba. Yo, desde mi escaño, pregunté: "Pero ¿estamos ya en el
caso de Cuba?"
Cuantas personas me dispensan la amabilidad de observarme saben
hasta qué punto, en mi actuación política, he logrado separar los
recuerdos íntimos, familiares, de las actitudes a que me obliga la
realidad presente. Quedan, sin embargo, gentes de mentalidad lenta,
como el señor Rocha, a quienes no les ha sido dable percibir una
distinción así. Para esas gentes yo no hablo una vez en que no
oculten mis palabras un propósito de vindicación familiar. Fiel a
tal sospecha, el señor Rocha hubo de contestarme, destemplada e
incongruentemente: "Pues alguien muy allegado a su señoría fue
quien más agravó, ofendiendo los sentimientos catalanes, el problema
de Cataluña." Entonces yo, con repugnancia, ante la
incomprensión del ministro, pronuncié esa frase de las gárgaras,
llamada a no disfrutar nunca, por decisión presidencial, las delicias
del Diario de Sesiones (1).
La Nación, 26 de junio de 1934
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(1) El 28 de diciembre de 1933, por 217 votos y 17 en blanco,
las segundas Cortes de la República eligieron presidente definitivo a
Santiago Alba. Las izquierdas se abstuvieron. también se abstuvieron
las extremas derechas. Sin embargo, José Antonio acudió con paso
firme a la mesa presidencial y depositó una papeleta abierta, en la
que se leía el nombre de don Santiago Alba y Bonifaz. El gesto
provocó murmullos y posteriores comentarios. Al nuevo presidente de
las Cortes le produjo hondísima impresión... En rigor de verdad,
José Antonio venía a cancelar el pleito personal de Santiago Alba
con su padre. (Nota de los compiladores.)