Sobre el cielo azul de Castilla –de puro azul sin mezcla, casi
blanco– ha recortado su cruz en estos días el autogiro de Juan de
la Cierva.
Imaginábamos al mirarlo que era como el anuncio –gallardete
sobre el palo mayor– de una nueva libertad española la libertad en
el servicio de lo grande; la libertad de osar y volar sobre mares y
cordilleras en la libre servidumbre de una alta empresa de
universalidad.
El autogiro –nombre español transportado en alas de España–
volteaba como invitándonos al escape de la España chata, pesimista y
escéptica de un siglo decadente.
¡Volar otra vez! Desatarnos resueltamente de una política en
zapatillas que ambicione por todo programa el de escuela y despensa.
Nosotros también queremos que haya escuela para los niños de España
y despensa en los hogares españoles. Pero queremos despensa para
vivir después que hayamos aprendido a navegar, y escuela para
aprender de navegaciones y echar otra vez de menos bajo los pies
puentes de navíos y en los hombros ligero peso de alas.
FE, núm. 7, 22 de febrero de 1934.