Como es costumbre, y como sería tradición si vientos afortunados
no soplaran un día no lejano nuestras naves, el anterior número de FE
también fue denunciado.
Ahora hemos de registrar una variante en el estilo liberal de la
denuncia. No ha tenido el cuarto número de nuestra revista el honor
de ser denunciado globalmente, originalidad digna de pasar a las
antologías. Unicamente un artículo ha suscitado esta vez la ira
fiscal: "El Parlamento visto desde fuera." (Se comprende que
visto desde dentro no puede provocar ira, sino un ataque de hilaridad,
vencido el concepto dramático del espectáculo, ya que el español se
ríe entre lágrimas.)
Quitamos el artículo en cuestión y entonces ocurrió algo que
también es nuevo en estos climas gubernativos: aun sin el artículo,
la ira no cedió un paso. No se nos selló el número y se impidió
ponerlo a la venta, pretensión nuestra bastante aceptada por el
público que es la razón subconsciente de muchas cosas.
Hacer unos razonamientos sobre la incongruencia de estas medidas
dictatoriales dentro de la orgía del tópico liberal y
reblandecimiento de las protestas democráticas sería ingenuo, y la
tarea, aunque sencilla, nos la ahorramos con gusto.
Se consigue –no decimos que se busca– la contrariedad
económica y arbitraria para nuestra publicación; el aliento –no
decimos que voluntario– la sistemática persecución mediocre
característica en estos tiempos, y en las gentes que dan perfil chato
al sentido y al sentimiento de la autoridad, desnaturalizando su
concepto y su natural condición dentro del liberalismo facilón muy
siglo XIX que se procura fingir.
Habremos, mientras las cosas no sean de otro modo, de plegarnos en
nuestras relaciones con el público –por medio de nuestra revista,
se entiende– a la publicidad relativa que nos permitan nuestros
censores. Y con todos los inconvenientes de una dictadura torpemente
administrada y ninguna de sus ventajas, contar con esta peripecia
semanal como con un castigo que se nos aplica, no por nuestros
pecados, sino precisamente por las virtudes que existan en nosotros y,
más concretamente, en lo nuestro.
De hoy en adelante, este espacio se reservará en todos los
números para dar cuenta de la denuncia consiguiente.
FE, núm. 5, 1 de febrero de 1934.