El jueves 11 de enero, por la tarde, salió el segundo número de
FE.
De antemano, la acera roja de la Puerta del Sol estaba bien
guarnecida. Y los alrededores de la Puerta del Sol. Y los Cuatro
Caminos.
FE se vendió, sin embargo.
Nuestras gentes tuvieron que hacer cara a la provocación de los
contrarios, y lo hicieron con ánimo tan sereno como fuerte puño.
Hubo varias refriegas en diferentes lugares, especialmente en la
Puerta del Sol, en los Cuatro Caminos y en la esquina de las calles de
Sevilla y Alcalá. En este último sitio fue muerto a traición,
cuando ya se retiraba, solo, hacia su casa, uno que podemos considerar
como nuestro.
Embustes
Como de costumbre, la versión de los sucesos ha sido falseada por
varios periódicos. No nos importa ni nos sorprende. Por ejemplo:
¿qué pavoroso desconcierto no habría de producirse en los lectores
de El Socialista si este periódico, por error, saliera un día
diciendo la verdad acerca de algo? El Socialista, naturalmente,
mintió al relatar los acontecimientos. Y del mismo modo mintieron
varios de sus congéneres.
Gratitud
En cambio, otra gran parte de la Prensa protestó severamente
contra el cobarde crimen y contra el matonismo de quienes se
propusieron impedir la venta de FE.
Vaya nuestra gratitud más cordial a los periódicos que así se
han expresado: señaladamente, de los de Madrid, a ABC, El
Debate, La Nación, Informaciones y El Siglo
Futuro. Todos ellos, aparte discrepancias de ideología, han
condenado la repugnante conducta de las juventudes rojas.
Nosotros no protestamos
Pero nosotros no protestamos. Ni aquí ni en el Parlamento,–donde
no nos hubiera faltado voz–, ni ante las autoridades.
Nosotros aceptamos sin la menor repugnancia el estado de guerra. No
pedimos auxilio: estamos dispuestos a ejercer, por las buenas o por
las malas, nuestro derecho a vender FE.
Si los rojos se obstinan en impedirlo, allá ellos. Nunca han
partido de nosotros las provocaciones, pero tampoco pensamos
rehuirlas.
Basta de mártires
Y ahora, simplemente, una advertencia:
Los lectores del primer número de FE nos achacaron
demasiada suavidad de tono. Nosotros respondimos que no éramos
afectos a la baladronada.
No es, pues, baladronada lo que vamos a decir: es, ni más ni
menos, expresión imperturbable de un propósito firme, adoptado con
toda tranquilidad:
No estamos dispuestos a que se derrame en las calles, gratis, más
sangre de los nuestros. Ya tenemos bastantes mártires. No estamos
libres de que caiga alguno más. Pero no caerá impunemente.
FE, núm. 3, 18 de enero de 1934.