Aprovechando la feliz circunstancia de hallarse el país en estado
de alarma, el señor gobernador civil de Madrid, por orden del
ministro de la Gobernación, suspendió, a partir del segundo número,
la salida de nuestro periódico.
Sería absurdo que protestásemos contra la medida. Nosotros
sabemos que el Estado liberal es fiel a sus principios únicamente
cuando no tiene que verlos in actu. Pero sí queremos, en el
trance, señalarle, una vez más, la contradicción consigo mismo.
Parece que suspendiendo FE se encontraba el ministro con
más autoridad para suspender a los periódicos agitadores. Es una
táctica muy liberal también: todo Gobierno blando quiere granjearse
la indulgencia de aquellos quienes tiene que perseguir mediante la
persecución compensadora de los de enfrente. Cuando a un ministro
liberal le acusan, por ejemplo, de haber recogido Mundo Obrero,
parece que Ollendoff y los buenos usos están conformes en que
responda: "Sí, pero ya hemos dejado que asalten El Siglo
Futuro".
Para que se pudiera dar una explicación semejante a los órganos
de quienes incendiaban y volaban puentes con dinamita, le ha tocado en
esta coyuntura sufrir la suspensión a FE, partidaria de un
orden estatal fuerte. Con la misma razón está clausurado el centro
de Falange Española, no obstante haber resuelto el juez que no hay
indicio alguno delictivo. Nosotros no nos quejamos. Nos felicitamos
nada más.
FE, núm. 2, 11 de enero de 1934.