Vuestros dirigentes, los que se valen de vosotros para encaramarse
en los mejores sitios mientras vosotros arrostráis el hambre y las
ametralladoras, no quieren que conozcáis nuestras ideas.
Si nuestras ideas fueran malas para vosotros, nada nos debilitaría
tanto como ser conocidos.
Si predicásemos la tiranía o el desprecio para los obreros, los
propios obreros nos rechazarían, y eso saldrían ganando sus actuales
jefes.
No. Por lo que quieren que no nos conozcáis es porque nuestras
verdades son claras y fuertes. Cuando Falange Española haga su
revolución, se acabarán las hambres y las humillaciones para los
obreros, pero también se acabarán los enchufistas.
Falange Española no es un partido más al servicio del
capitalismo. ¡Mienten quienes lo dicen! El capitalismo considera a la
producción desde su solo punto de vista, como sistema de
enriquecimiento de unos cuantos. Mientras que F.E. considera a la
producción como conjunto, como una empresa común, en la que se ha de
lograr, cueste lo que cueste, el bienestar de todos.
Por eso, F.E. impondrá antes que nada:
Primero. El Estado sindicalista; es decir, la única forma de
Estado en que los Sindicatos obreros intervienen directamente en la
legislación y la economía, sin confiar sus intereses a los partidos
políticos parasitarios.
Segundo. La distribución de trabajo remunerado justamente a
todos los hombres. ¡No más hombres parados!
Tercero. El seguro contra el paro forzoso, contra los
accidentes y contra la vejez.
Cuarto. La elevación del tipo de vida del obrero, hasta
procurarle no sólo el pan, sino el hogar limpio, el solaz justo y los
lugares de esparcimiento que necesita una vida humana.
Esto no son vanas promesas. Para verlas cumplidas no se detendrá
F.E. ante ningún obstáculo, ni vacilará ante ningún privilegio.
Nuestro régimen, que es de hermandad y de solidaridad, habrá de
exigir cuantos sacrificios hagan falta a los que más tienen en
provecho de los que ahora viven de una manera miserable.
¡Obreros! Vuestras energías revolucionarias están llenas de
brío y de justicia. Lleváis años y años soportando tiranías
alternativas: primero, la del capital, que os trataba como a esclavos
o como a herramientas; después, la de los líderes, que os usan como
peldaños de su medro propio.
¡Acabad con toda sumisión! Poned vuestro ímpetu al servicio de
la revolución nueva, que es vuestra también, porque es de todos,
¡porque es de España!
FE, núm. 2, 11 de enero de 1934.