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  DISCURSO PRONUNCIADO EN JEREZ DE LA FRONTERA (CÁDIZ), EN EL TEATRO ESLAVA, EL VIERNES 17 DE NOVIEMBRE DE 1933

"Por fin llego a Jerez con el traje gris del camino y la ronquera de la predicación como quien llega a su propia casa. En todas partes me han dispensado el afecto y el honor, pero aquí, entre vosotros, hallo caras de amigos y el calor de la casa paterna."

Hace una alusión a su padre y dice que cuando en las tropas se pasa revista después de una acción militar y se pronuncia el nombre de los caídos, todos los supervivientes que llevan aún el yelmo de acero en la cabeza y las espuelas, contestan todos a una por los que murieron: ¡Presente! (Ovación.) El párrafo que hasta aquí ha sido pronunciado en tono conmovedor, arranca lágrimas de los ojos del auditorio.

"Por eso esta tarde todos acudimos a pedir vuestros votos, y cada cual con la vista fija en esa tumba que ha de informar todos los actos de nuestra vida política. Tumba que es para nosotros una lección y que nos hace trabajar por la fecundidad de nuestro pueblo.

Llevamos dos años y medio asistiendo a la descomposición de la Patria, poco después de transcurridos aquellos años llamados indignos en que todos trabajamos en paz y empezaba a vislumbrarse la cultura, y tuvo como colofón la solución del problema de Marruecos, no resignándonos como víctimas sino viendo cómo los barcos de España y Francia formaban una columna de honor a las órdenes de un mismo general..." (Ovación que impide al orador terminar el párrafo.)

Esa España es la que teníamos cuando unos desalmados, que no tenían más agravio que habérseles tachado por la Censura unos párrafos, vinieron a concertar la ruina de la Patria.

Decían estos farsantes que, en efecto, teníamos paz y trabajo y habíamos logrado grandes ventajas materiales, pero en el orden espiritual estábamos humillados, y aquella masa, así engañada, votó en un día nefasto contra la obra de la Dictadura y votó este régimen salido de las logias parisinas y de la internacional de Amsterdam.

Según ellos, ya no es católico ningún español y España ha dejado de ser creyente, y, por tanto, si España no fuese católica tendría que ser satánica; porque no puede hablarse de pueblos laicos.

España ya no es una. Pronto tendremos que recorrerla con intérpretes por la diversidad de Estatutos y lenguas; llevaremos intérpretes, si es que nos queda dinero para pagarlos, pues todo se lo está llevando Maciá con los traspasos de servicios. España, pues, ya no es una, es una República cantonal.

España ya no siente la familia, pues con la ley del divorcio se ha amparado a los que nunca supieron constituir un hogar y amparado a esas mujeres que no hay quien las resista ni diez minutos. En Arcos decía hace poco: vosotros, los que habéis nacido y vivido en un hogar donde el padre era la autoridad y la madre el amor, el padre representaba el trabajo y la madre el perdón, ¿cómo podéis ahora comprender que vuestras hijas, después de casadas, sean abandonadas como se deja el salón de espectáculos cuando no agrada la película? (Muchos aplausos.)

España, un día de estos, empezará a ser zona de reclutamiento para otro país, y el túnel del Estrecho facilitará el paso de las tropas coloniales de la República vecina, pues los políticos extranjeros que han venido por Barcelona y Madrid no lo han hecho tan sólo para recoger los silbidos del pueblo, sino para concertar pactos que permanecen en el secreto.

Por último, España ha dejado de ser una nación; ahora es una República de trabajadores. La República no puede ser nunca el patrimonio de una clase, pues no es una forma política, como no lo es el Estado por mucho que se quiera.

Esta España, deshecha en pedazos, es la que tratamos de rehacer; tal vez no lo logremos en estas Cortes. Si no lo logramos, volveremos a vosotros a pedir vuestro calor y vuestra ayuda. Ahora nos toca luchar para, todos unidos, ir al resurgimiento de la Patria.

Logrado esto, él logrará –termina diciendo– ese reposo que traduce la verdadera serenidad y que ahora nos falta con la inquietud de ver la tempestad que se desencadena actualmente contra España. Sólo entonces logrará ese reposo que es el mejor descanso que da Dios Nuestro Señor para los héroes que fueron mártires por los pecados de su generación. (Grandiosa ovación que dura largo rato.)

Diario de Jerez, 18 de noviembre de 1933.


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