Empieza diciendo que siente no poder corresponder a los amables e
inmerecidos elogios que se le han tributado, sino como una humilde
promesa de que si consigue ser elegido diputado, va con una consigna:
la de que estas Cortes no sigan un paso más el camino emprendido por
las Constituyentes.
Olvidemos el corto lapso de tiempo transcurrido después de seis
años que llaman indignos, y que yo me enorgullezco en llamar
gloriosos.
Con verbo cálido hace una emocionante descripción de los hechos
que motivaron la pacificación de Marruecos... (Otra ovación
cerrada le impide continuar.)
Y cuando todo era paz y trabajo y prosperidad, a unos intelectuales
decadentes se les ocurre decir en un café de Madrid "que esto no
podía ser"; "que esto no podía seguir así", y el
pueblo español, que vivía tranquilo, votó contra la dictadura que
de ese modo "le oprimía". Esos han sido los diputados de
las Constituyentes.
España, dice la Constitución, es una República de trabajadores;
pues bien: España, ni es República, ni es Monarquía; es una unidad
permanente al servicio de todos los españoles, trabajadores y
capitalistas.
¿España no es católica? ¡Es mentira! No existen pueblos laicos.
Cuando el ser humano se pregunta qué hay más allá de la tumba y de
nuestro materialismo, y se vuelven los ojos hacia la incógnita del
infinito, no se puede contestar con la sonrisa satánica y pálida de
don Fernando de los Ríos.
España no configura ya una unidad, después del rumbo seguido por
Cataluña y el que desgraciadamente inician otras regiones.
Combate el divorcio, que destruye los cimientos de las familias y
de los pueblos sobre los que se asienta la integridad de la Patria.
España no es independiente: la influencia de Amsterdam lo proclama.
Recuerda la misteriosa visita de Herriot, que nadie sabe a lo que
vino ni qué pactos secretos se fraguaron, pero inmediatamente
empezaron las obras de dragado del puerto de Mahón y el "tubo de
la risa", que es el tubo de la afrenta construido para dar paso a
las tropas coloniales de no se sabe qué país.
Trata de la Ley de Reforma Agraria, y pregunta si hay algún
campesino que haya recibido un pedazo de tierra; pero, sin embargo, el
que tenga relaciones en Madrid, que pregunte por las oficinas, donde
se nutre una numerosa burocracia, con fastuosas alfombras, con un lujo
asiático, y diga si eso no humilla por igual al terrateniente
despojado y a los obreros escarnecidos. (Gran ovación.)
La situación actual es producto que han dejado las Constituyentes
y Azaña. España no puede salir de esas Cortes, ni de ninguna
corporación parlamentaria; no creo ni poco ni mucho en el sufragio
universal inorgánico. El sufragio lo que hace es dar la victoria al
partido más fuerte, sin que la expresión de esos votos alcance a
traducir la verdadera realización de la voluntad nacional; acepta la
realidad de la lucha, pero el destino de la Patria no se resuelve con
unos votos. Triunfaría acaso un partido, nunca la integridad de
España.
Termina diciendo que la Patria que él quiere no saldrá de las
Cortes: pero no se perderá tampoco. Cuando vayan a ella, dirán las
derechas: "Hasta aquí"; para cuando otra vez vuelvan, decir
todos: "Desde aquí hacia la España del pasado y del futuro;
otra vez hacia nuestra eterna España."
La Unión, de Sevilla, 11 de noviembre de 1933.