"Esta mañana, antes de que saliera un solo número a la
calle, fue secuestrado por la Policía, sin mandamiento judicial
alguno, la edición íntegra de El Fascio.
Trátase de una revista puramente doctrinal, propaladora de ideas
que hoy prevalecen en naciones amigas de España y se están abriendo
paso en todo el mundo.
No había en nuestro periódico una sola línea en que se aludiera
al Gobierno ni se combatiera al régimen, porque El Fascio venía
a combatir por algo más grande y permanente: la formación de un
nuevo Estado gremial, sindical, corporativo, conciliador de la
Producción y del Trabajo y con seriedad bastante en su
estructuración y en sus masas para contener el avance de las
propagandas y de los procedimientos disolventes que, a nuestro juicio,
representa el marxismo en todas sus formas, según se está
comprobando, desgraciadamente, en España.
El Fascio declaraba que su preocupación no era el régimen,
sino el Estado; porque mientras éste no capte masas que le permitan
resistir a las acometidas del internacionalismo sectario, mantener la
unidad nacional y proyectar sobre el mundo la recia figura de una
España independiente, firmemente organizada para todas las
eventualidades defensivas y ofensivas, no tiene derecho a proclamar su
consustancialidad con ningún régimen.
El socialismo, por lo que se advierte, ha visto en la predicación
de estas doctrinas un enorme peligro para su ya quebrantada
situación, que azotan, de una parte, sindicalistas y comunistas, y de
otra, elementos conservadores, dentro de la propia República, y
acordó, en reunión de sus entidades, que El Fascio no llegara
al público, apelando, para impedirlo, a todos los procedimientos.
No necesitaron poner en práctica el acuerdo, porque esta misma
madrugada la Policía, tanto en Madrid como en provincias, se incautó
de la copiosísima edición de nuestra revista.
Cuando las circunstancias nos permitan reproducir este primer
número de El Fascio, para cuya publicación se habían
cumplido todos los requisitos legales, los españoles juzgarán.
Por ahora, todas las demás apelaciones nos parecen
inútiles."
Madrid, 16 de marzo de 1933.
La Nación, 16 de marzo de 1933.