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  RESUMEN DE LA DISERTACIÓN "OTRA VEZ HACIA LA VERDAD", PRONUNCIADA EN JEREZ DE LA FRONTERA (CÁDIZ), EN EL TEATRO ESLAVA, EL DOMINGO 28 DE FEBRERO DE 1932

"El dogma de la soberanía nacional"

El señor Primo de Rivera fue ovacionado calurosamente al adelantarse a hablar.

Agradeció las frases del señor Julián Pemartín al hacer su presentación, diciendo que era la única vez que lo había engañado en su vida, pues ignoraba que fuese un orador de tan altos vuelos.

Dice que el hablar en Jerez es para él todo un recuerdo y le dejará una de las mayores emociones de su vida. Anuncia que su conferencia no va a ser política ni piensa actuar más de esa manera, sino en cuanto sea preciso para defender la memoria de su padre.

"Lo que me propongo es someteros mis notas de estudiante, por si en estas notas se atisba alguna verdad que pueda luego servir a los que tienen dotes de caudillo."

Añade que en la ciencia política, como en toda ciencia, se pasa por épocas de fe en una verdad central, absoluta, eje y explicación de todas las normas, y por épocas que van presididas por la duda de Pilatos: "¿Qué es la verdad?"

"Nuestro tiempo –continúa– es el paso de una de estas épocas a la otra. El mundo, convaleciente de la doctrina de Rousseau y de la crítica positivista, vuelve los ojos hacia el afán de una verdad de validez permanente, que sirva para medir Injusticia o la injusticia de todas las normas."

En la construcción de Rousseau, el soberano (la voluntad general, prácticamente, la mayoría) no necesitaba tener razón para que fuesen legítimas sus decisiones.

Lo justo dejaba de ser una categoría de razón para ser en cada instante una decisión de voluntad.

No había, por consecuencia, una norma permanente de justicia. Así se ha podido llegar, en sistemas inspirados en la construcción rousseauniana, a la negación de todo derecho para las minorías.

El positivismo hizo objeto al dogma de la soberanía nacional de una crítica implacable, pero no lo sustituyó por ninguna otra norma absoluta.

Contempló la vida social como una serie de fenómenos sin otras leyes permanentes que las de su conservación.

"En nuestros días, el pensamiento jurídico, fatigado de dudar y afanoso de principios invariables, busca otra vez la verdad por el camino de la Metafísica y por el de la Teología en los nuevos estudios escolásticos. He aquí cómo muchos que padecen burlas porque no creen en la soberanía nacional, están mucho más a la altura de los tiempos que los que les zahieren."

Al terminar su conferencia, el señor Primo de Rivera fue aplaudido con gran entusiasmo. Después fue obsequiado con una comida íntima en el hotel Los Cisnes.

Diario de Cádiz, 29 de febrero de 1932.


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