El señor marqués de Estella ha rogado a la Prensa la publicación
de la siguiente nota:
"Después de pasar veinte horas incomunicado y sin que nadie
me tomase declaración alguna, he llegado a saber lo que varios
periódicos consideran motivo de mi detención. Al parecer, entre un
sacerdote, un comandante y yo tratábamos, sin más ni más, de
restaurar la Monarquía."
El sacerdote (a quien no tengo el gusto de conocer) y el comandante
(a quien conozco poco) se defenderán si les place. Yo, por lo que me
toca, ruego a los periódicos que me dejen rechazar con las presentes
líneas una patraña que de tal manera me pone en ridículo.
Ejerzo una carrera en la que se exigen ciertas condiciones de
inteligencia y sensatez, y me corre prisa sacudirme la imputación de
semejante bufonada. No sólo por consideración a mí mismo, sino aun
para tranquilidad de muchas personas que me tienen confiados sus
intereses y por respeto a los miles de electores que recientemente me
honraron con su voto, sin duda porque no me consideraban insensato.
Tendré la opinión que tenga sobre el actual Gobierno. Incluso me
reservo el derecho de combatirlo. Lo que no es compatible con mi
formación profesional, con mi apellido, con la estimación social que
me rodea y con la seriedad en que trato de inspirar mis actos, es la
participación en conspiraciones de sainete.
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA
La Nación, 12 de noviembre de 1931