En este recorrido por Galicia, si es verdad que hemos tenido el
sinsabor de que en alguna parte no se nos haya dispensado en la calle
la acogida que merece el forastero, no lo es menos que hemos tenido
ocasión de ver en nuestras reuniones las numerosas representaciones
de nuestros leales, que son, sin duda, lo mejor y lo más escogido de
cada provincia.
Hay una nota que es menester declarar: entre los
"músicos" de estos días no ha habido ningún obrero, a
pesar de haber sido invitados a unirse al murmulleo". Los
obreros, que constituyen una organización seria y respetable, no han
querido secundar la perturbación de un derecho que nosotros
ejercitábamos y ejercitamos. España no podría vivir sin obreros y
sin vosotros; pero sin esos contratistas de la tranquilidad de la
calle no sólo podría vivir, sino que viviría mejor.
Yo envío desde aquí un saludo afectuoso a los obreros, en nombre
de la tradición que represento y en nombre del secretariado de Unión
Monárquica del que formo parte.
También hago llegar un saludo de gratitud a Galicia, que nos ha
ratificado el cariño que dispensaba a mi padre cuando venía a
visitarla, y con ello demuestra Galicia que no adula a los poderosos y
que no son gallegos esos desarropados de alquiler que chiflan sin
saber por qué.
La sangre que se ha vertido hoy en Lugo caiga sobre los que,
escondidos y sin dar la cara, han lanzado a la calle a esos pobres
muchachos que no saben lo que hacen. (Grandes y prolongados aplausos y
vivas al salvador de España y pacificador de Marruecos.)
Galicia, de Orense, 7 de septiembre de 1930.