En la fiesta celebrada en el Hotel Ritz, con asistencia del Jefe
del Gobierno, general Primo de Rivera
Fue una fiesta muy simpática, a la que concurrieron casi todos los
artistas de teatro de Madrid, el general Primo de Rivera, el general
Sanjurjo y muchos amigos, admiradores, autores, periodistas y
literatos. Ofreció el homenaje don José Antonio Primo de Rivera, el
cual leyó también las adhesiones.
Dijo el orador que se trataba de un homenaje a "dos
intelectuales henchidos de emoción humana, receptores y emisores de
la gracia, la alegría y la tristeza populares. Sentido y estilo de
intelectuales que contrastó con el intelectual inhospitalario y
frío, encerrado en su torre de marfil, ajeno, insensible a las
vibraciones del verdadero pueblo".
No estaría de más subrayar que el homenaje es a los poetas, sí;
pero también a los dramaturgos. Hay que acabar de una vez con esa
crítica miope –y tanto más convencional cuanto más libre de
prejuicios quiere aparecer– que cada vez que estrenan los Machado
sólo deduce el triunfo de los poetas. No. El público que ovaciona a
los Machado es público de teatro, y les rinde el tributo de su
admiración porque son los dramaturgos, los constructores dramáticos
quienes le emocionan y le encantan. Que son dos grandes poetas ya lo
sabemos todos hace muchos años.
Hay escritores a quienes sólo se puede admirar. A otros, como
Manuel y Antonio Machado, se les admira y se les ama.
Manuel Antonio Machado dieron las gracias, emocionados, por este
simpático homenaje, cuya intimidad era su mayor encanto (1).
La Nación, 28 de noviembre de 1929.
Blanco y Negro, 8 de diciembre de 1929.
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(1) Una intervención similar tuvo lugar en mayo de 1935,
al adherirse José Antonio al homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer.