Dice Primo de Rivera que hoy le
corresponde a él hablar de cosas desagradables. Falange sabe que no le es lícito estar
ausente de la contienda electoral, como de ninguna coyuntura. La lucha va a plantearse
entre dos grandes fuerzas: la de la civilización occidental, cristiana, y un sentimiento
ruso, asiático, que insiste en venir a desplazarla.
Aludiendo al manifiesto de las izquierdas, dice que en él no hay más que unos
burgueses prisioneros, a los que se permite un pequeño aleteo para que puedan decir que
no les es grata la socialización de la propiedad; pero que se ve que van empujados por la
fuerza de las masas soviéticas para establecer el Estado número dos, como ya se llama en
Moscú a España. Nos anuncian un sistema en el que se nos achicharrará poco a poco, para
implantar el socialismo.
Frente al bloque de izquierdas, nosotros abogamos por un frente nacional, que cerrará
implacable el paso a la revolución con barreras infranqueables a los flancos, pero que
sabrá escaparse por arriba en aspiración imperial. No se ha hecho esto y hoy renacen las
consignas de 1933. Y volverán a surgir en 1940, repitiéndosenos que se va a hundir la
civilización cristiana. Pero para que no se hunda tenemos que poseer algo más que la
consigna del miedo: una fe profunda en España. Frente a los gritos de abajo esto y abajo
lo otro, hay que gritar: "¡Arriba España, una, grande y libre; por la Patria, el
pan y la justicia ... !" (Grandes aplausos.)
Analiza severamente la labor de las Cortes y habla de la admirable tradición
militar de nuestros soldados.
Ya es hora exclama que les demos armas y barcos para que sepan triunfar en
las pruebas que merecen. (Ovación y vivas al ejército y a España.)
Agrega que no se ha hecho nada. En dos años de socialismo se llegó a penetrar
hasta en las escuelas; en los dos años siguientes no se ha devuelto a las escuelas su
sentido cristiano y nacional. La revolución marxista y separatista de octubre se liquidó
en tan cobarde forma, que mientras los grandes culpables obtienen absoluciones e indultos,
todo lo han pagado Dios tenga piedad de ellos el sargento Vázquez, muerto
después de saludar a la bandera, y aquel pobre niño que fusilaron en León.
Si lo que se promete ahora en vísperas de las elecciones es una política semejante a
la que se desarrolló entonces, yo os digo que no cuenten con Falange Española; si ésta
es la España que ellos quieren, entonces, camaradas, ya podéis ir pidiendo que se os
extienda la carta de ciudadanía de Abisinia.
Para una España fuerte y libre no regatearemos sacrificios; para la que se sortea cada
dos años, ni un cartel, ni un grito ni un voto. (Muy bien. Grandes aplausos.)
Hablando de las alianzas electorales, dice que Falange Española irá sola donde
debe ir; nos abstendremos de presentar candidatos allí donde podamos hacer daño. Expone
el concepto de la Patria. Habla de los trabajadores y del problema social. Recuerda los
conceptos que expuso en la conferencia que pronunció en el Ateneo de Santander, donde
manifestó que, a su juicio, la angustia del mundo y de España es que estamos asistiendo
al final del régimen capitalista, aclarando que el capitalismo nada tiene que ver con la
propiedad, que necesariamente ha de subsistir a través de todas las evoluciones.
Dice que el capitalismo es una armadura que incorpora los factores de la propiedad a la
dominación financiera.
Como ejemplo, se refiere a la Cooperativa Sam, y expresa lo que ocurre, con un negocio
de leche donde se aúnan los esfuerzos de miles de modestos campesinos que quieren
constituir una Cooperativa para obtener directamente los beneficios y cuando comienzan a
lograrse éstos una gran empresa extranjera, que tiene grandes negocios en medio mundo, y
a la que no le importa nada perder varios millones de pesetas, rebaja el precio de venta
unos céntimos y arruina por entero a una provincia como ésta. (Ovación
ensordecedora.)
De este aspecto entero y profundo de la crisis del capitalismo, que oprime no sólo
a los obreros, sino a muchos pequeños empresarios, no dice nada la propaganda de las
derechas. Todo se les vuelve llamamientos falsos al "honrado obrero", que el
obrero, naturalmente, no ha de creer.
Lo cierto es sigue diciendo que a los obreros, hasta que formaron sus
Sindicatos, no se les quitó sus jornales de hambre y hasta que no fueron un peligro no
les llamaron las derechas. (Aplausos.)
Expone que Falange quiere desarticular el régimen capitalista para que sus
beneficios queden en favor de los productores, con objeto de que éstos, además, no
tengan que acudir al banquero, sino que ellos mismos, en virtud de la organización
nacionalsindicalista, puedan suministrarse gratuitamente los signos de crédito.
Agrega que si Falange llega al Poder, a los quince días será nacionalizado el
servicio de crédito, acometiéndose inmediatamente el problema agrario. Quizá llegue
pronto el día en que me vea obligado a responder de estas cosas. (Ovación.)
Daremos a España justicia. El que ejerce el Poder por audacia o por vanidad no
puede ser rígido. Son débiles y crueles. El Estado interino, flojo, es siempre débil y
cruel. Termina diciendo que la España del pan para el obrero y de la justicia para todos
sí que merece todos los sacrificios. Con diputados, sin diputados o contra los diputados
la tendremos. Y entonces sí que cerraremos el paso a quien pretenda destruirla; pero no
con nuestros votos, sino con nuestros brazos, con nuestros pechos, con nuestras armas.
¡Arriba España!
(Arriba, núm. 30, 30 de enero de 1936)