INDUSTRIALES,
COMERCIANTES, LABRADORES, GANADEROS, PESCADORES, ARTESANOS, EMPRESARIOS, PRODUCTORES DE
ESPAÑA
¿SABÉIS LO QUE OS ESPERA?
Os espera para muy pronto una nueva revolución comunista. El actual Estado
español, impotente y escéptico, se encontró milagrosamente con una victoria sobre la
intentona terrible de octubre de 1934. Si hubiéramos tenido algo que se pareciese a un
buen equipo de gobernantes, la revolución comunista, diestramente desarticulada, no
hubiera vuelto a levantar la cabeza en muchos lustros. ¿Es eso lo que ha ocurrido? No
hagáis caso del optimismo oficial, que todo lo pinta de color de rosa; asomaos a los
hechos y juzgad por ellos si el peligro rojo puede considerarse evitado.
Todos los domingos se celebran en distintas ciudades españolas mítines comunistas.
Hay en ellos profusión de puños en alto, vivas a Largo Caballero y a González Peña
condenado el uno y acusado el otro como jefes de la rebelión de hace un año;
multitudes enardecidas no sólo no muestran la menor contrición por las enormidades de
Asturias, sino que se jactan de haberlas realizado. Ved Alianza Obrera, de
Valencia; ved La Verdad, de Sevilla. Y leed en sus páginas cosas como éstas:
SI LLEGAN A TRIUNFAR
Si llega a triunfar la ola roja, ¿quiénes hubieran sido sus víctimas? ¿Los
grandes capitalistas? Ciertamente, no; el gran capitalismo es internacional; cuando recibe
un golpe en un país, cubre las pérdidas con lo que en otros países gana. Rusia ha
acabado por ser la tierra de los grandes negocios para unos cuantos financieros. Las
víctimas aquí como en Rusia hubiéreis sido vosotros, pequeños
industriales, pequeños comerciantes, pequeños ganaderos y agricultores, pescadores y
artesanos... Vosotros sois siempre las víctimas de la revolución; vuestras casas arden
las primeras; vuestros negocios son los primeros que se socializan. Además, como
vuestras reservas económicas son escasas, no podéis resistir en espera de mejores
tiempos.
Y esto pensando sólo en lo material. Pensad ahora en lo espiritual. Pensad en la
blasfemia estimulada casi como virtud cívica; en la idea de la patria arrancada del alma
del pueblo; en el sentimiento de familia, extirpado como prejuicio burgués; en el pudor,
hecho objeto de befa... Pensad en que vuestras hijas, en la escuela materialista que el
Estado rojo implantara, oirían recomendar el amor libre. Esto no son fantasías. Antes de
1917 pudiera recusarse un cuadro así como ennegrecido con miras de propaganda; pero desde
1917, la realidad en Rusia proclama que todo es verdadero y posible.
No vale meter la cabeza bajo el ala y decir, por ejemplo: "¡Bah!, aquí no puede
arraigar el comunismo; somos muy individualistas". Vano subterfugio. Los rusos
también son individualistas, a los rusos no les gusta el comunismo; pero el comunismo
¡no lo olvidéis!, una vez triunfante no se sostiene por la aceptación del
pueblo, sino por la fuerza y el terror. El partido comunista ruso, con sólo dos millones
de afiliados, se mantiene en el Poder gracias a su inmenso Ejército, bien retribuido, y a
la ocupación de los puestos de mando. Y para mantenerse no vacila en adoptar las medidas
más atroces: durante diez años el Poder bolchevique ejecutó casi dos millones de
fusilamientos.
TAMBIÉN EL CAPITALISMO OS MALTRATA
Bien sabéis vosotros que el gran capitalismo tampoco os hace felices. La
competencia con él es ruinosa para vosotros; la gran industria de enorme producción en
serie devora a la pequeña industria y a la artesanía, incapaces de producir tan barato,
aunque produzcan con más primor; los grandes almacenes de precio único o de precios
tipos hunden al pequeño comercio; los agricultores pequeños tienen que vender a
cualquier precio sus productos para que los revendan poderosos intermediarios; los
ganaderos y pescadores, lo mismo; y la Banca los atosiga a todos con los créditos caros,
el descuento caro, los plazos cortos y el interés compuesto.
FRACASO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Los partidos políticos no han mejorado en nada vuestra suerte. Los de izquierda
estuvieron a punto, en dos años, de arruinaros sin remedio. Los de derecha, vacilantes y
prisioneros del gran capital que los sostiene, ni han sabido implantar un régimen
económico más justo, en favor de los verdaderos productores, que sois vosotros y los
obreros, ni han sabido alejar implacablemente la amenaza comunista. Por no descubrir la
verdadera trama del juego, siguen dejando que arda la lucha de clases entre vuestros
obreros y vosotros, cuando lo que esquilma a vosotros y a vuestros obreros es una tercera
fuerza especuladora e improductiva: el gran capital financiero, que recaba para sí lo
mejor que producen vuestros esfuerzos conjuntos. Si el producto entero de la dirección,
la técnica, la propiedad real y el trabajo quedaran en manos de quienes de veras cooperan
a su obtención, las luchas sociales serían mucho menos duras. Pero los partidos de
derechas nunca llevarán a cabo la verdadera transformación económica. Así perdurará
el rencor conque los obreros y empresarios luchan como perros hambrientos por el mendrugo
que el capitalismo les deja. Y los demagogos esos apóstoles del proletariado
que han hallado en la agitación una manera de encubrir su gandulería azuzarán el
odio y acelerarán los intentos revolucionarios. Y vosotros, en medio, víctimas de los
unos y de los otros, iréis viendo clarearse vuestras filas con los atentados sociales y
con las quiebras.
SÓLO HAY UN CAMINO
Urge rehacer España sobre bases nuevas, fuertes y justas. Daos cuenta de que esto
es completamente posible en cuanto los españoles nos unamos resueltamente para
hacerlo: España no ha padecido con el rigor de otras naciones la crisis económica de
hace unos años. No entró tampoco en la guerra europea. Tiene innumerables cosas por
hacer, en las que pueden hallar trabajo, durante un siglo, cuantos quieran trabajar de
veras. ¡Qué magnífico porvenir se nos presenta como realizable! ¿Y qué impide que lo
realicemos? ¡La política! La política, que nos desune, nos envenena, sacrifica por
miras electorales el verdadero interés del pueblo y gasta en querellas inútiles el
esfuerzo que debiera emplearse en trabajar por el bien de España. Ya no nos queda partido
político en que confiar: las izquierdas os maltrataron; las derechas han perdido dos
años preciosos; dentro de tres meses, todo lo más, por no haber sabido evitarlo las
derechas, España será entregada de nuevo a la inseguridad de unas elecciones. En
ellas triunfarán los partidos revolucionarios de octubre, y volverá otra era de
persecución, desastre económico y rencor. Si las derechas, que os prometieron tanto,
hubieran sido fuertes, inteligentes y, sobre todo, nacionales, eso no hubiera
podido ocurrir. ¿Seguiréis, después del fracaso, confiando en ellas?
No hay más que un camino: nada de derechas ni izquierdas; nada de partidos: un gran
movimiento nacional, esperanzado y enérgico, que se proponga como meta la realización de
una España grande, libre y unida. De una España para todos los españoles, ni
mediatizada por poderes extranjeros ni dominada por el partido o la clase más fuerte.
Hace falta un movimiento nacional nutrido, además, del viejo temple heroico de
España. Un gran movimiento que no tolere las provocaciones de insolencia roja ni asista
impasible al asesinato de sus militantes como asisten, débiles, los partidos llamados de
orden y las asociaciones profesionales en que estáis inscritos. Un gran movimiento
nacional que aspire a refundir de nuevo ese mismo temple heroico de la patria entera,
llamada otra vez, si lo queremos firmemente, a realizar gloriosos destinos.
Pues bien: ese gran movimiento nacional ya existe. Contra todas las persecuciones,
contra todas las dificultades, bajo el silencio tramposo de la Prensa capitalista, ese
movimiento ha penetrado ya en todos los pueblos de España y se extiende cada minuto. Su
triunfo está próximo. Quizá algún escéptico sonría al leer esta frase; pero los
escépticos, los cautos, se han equivocado siempre. Sólo la fe remueve montañas,
y la fe es un gran destino español, es el patrimonio de ese movimiento que os convoca a
sus filas. Se llama la Falange Española de las J.0.N.S.
(Arriba, núm. 22, 5 de diciembre de 1935)