(Discurso pronunciado en el Parlamento el 8 de noviembre de 1935)
El señor PRIMO DE RIVERA:
Señores diputados, escuetamente: en la noche de anteayer a ayer han sido asesinados en
Sevilla dos muchachos de la Falange. Se llamaban Eduardo Rivas y Jerónimo de la Rosa.
¿Señoritos fascistas? El uno, un modesto pintor; el otro, un humilde estudiante y
empleado de ferrocarriles. ¿Se alistaron en la Falange por defender al capitalismo?
¡Qué tenían que ver ellos con el capitalismo! Si acaso padecerían alguno de sus
defectos. Se alistaron en la Falange porque se dieron cuenta de que el mundo entero está
en crisis espiritual, de que se ha roto la armonía entre el destino de los hombres y el
destino de las colectividades. Ellos dos no eran anarquistas; no estaban conformes en que
se sacrificase el destino de la colectividad al destino del individuo; no eran partidarios
de ninguna forma de Estado absorbente y total; por eso no querían que desapareciese el
destino individual en el destino colectivo. Creyeron que el modo de recobrar la armonía
entre los individuos y las colectividades era este conjunto de lo sindical y lo nacional
que se defiende, contra mentiras, contra deformaciones, contra sorderas, en el ideario de
la Falange. Y se alistaron a la Falange, y salieron hace dos noches a pegar por Sevilla
los anuncios de un periódico permitido. Y cuando estaban pegando los anuncios en la pared
fueron cazados a mansalva; uno quedó muerto sobre la acera, y el otro murió en el
hospital pocas horas después.
Ya comprenderéis que no vengo a formular una "enérgica protesta", como es
uso parlamentario; vengo a formular una acusación. En las calles de Sevilla se están
sustanciando a tiros las cuestiones entre los bandos políticos desde hace más de un
año. La Falange tiene el orgullo de decir que ni una sola vez ha iniciado las agresiones.
La Falange puede decir que ni una sola vez se le ha probado una agresión. Muere un día
un obrero alistado a la Falange; la ciudad entera señala como inductor del asesinato al
partido comunista; no se cierra un solo Centro comunista, no se impone una sola sanción a
ningún comunista conocido, no ocurre nada. A veces, los Tribunales logran hacer justicia;
otras veces no lo logran. Pero a los pocos días, cuando ya van dos o tres agresiones
contra los de la Falange, reciben unos tiros unos cuantos comunistas en la puerta de su
Centro. (El señor Bolívar: "Fueron asesinados". Fuertes protestas.) Sin
más averiguaciones, el gobernador de Sevilla encarcela, no a los que presume autores
presunción que ante los tribunales se ha destruido, sino a quince de los
dirigentes de la Falange, e impone a cada uno 5.000 pesetas de multa y acuerda la clausura
de todos los Centros de la provincia. Era tan injusta la multa, que el señor ministro de
la Gobernación, a la sazón don Manuel Portela Valladares, sólo por una conversación
mantenida conmigo revocó la multa de todos y mandó ponerlos en libertad.
Pero, en cambio, vuelve ahora a caer muerto uno, y a las pocas horas otro, de los
afiliados a la Falange. Parece que la imputación de represalia es bien clara; sin
embargo, no se cierran los Centros comunistas, no se detiene a un solo comunista, no se
impone una multa a ningún comunista. Es decir, que este gobernador de Sevilla, incapaz de
garantizar por sí mismo la seguridad de la vida de los ciudadanos, ni siquiera tiene la
que sería un poco salvaje gallardía de dejarlos que sustancien sus cuestiones por igual,
sino que se dedica a hacer que un bando tenga que estar inerme, a hacer que un bando no
tenga siquiera sitios de reunión donde poder ponerse de acuerdo unos cuantos para pegar
carteles por las calles, y, en cambio, tiene todas las benevolencias para el otro.
Esto, que sería en cualquier caso una dejación irritante de autoridad, que sería en
cualquier caso una complicidad criminal con uno de los bandos, y cabalmente con el bando
que ha iniciado las agresiones siempre, se agrava mucho más, señor ministro de la
Gobernación y señores diputados todos no sé, si acaso, con la excepción del
señor Bolívar, en las circunstancias presentes. En España se está agitando, cada
vez más violento, un estado revolucionario terriblemente amenazador para los
tradicionalistas y para vosotros, para los liberales burgueses, para los republicanos de
izquierda.
Aquí tengo, señor ministro de la Gobernación, una publicación no clandestina. Es un
libro que se llama Octubre, y que he podido comprar pagando su precio. Al respaldo
pone la imprenta donde se imprime; a la vuelta de la primera página dice la editorial que
lo produce, y por si faltase algo, no más que frente a la declaración previa, se afirma
que es un libro de acuerdos y de actitudes de la Juventud socialista, y que con tono
oficial lo publica su presidente, nuestro compañero de Parlamento don Carlos Hernández
Zancajo. En este libro, que no es una publicación clandestina, en la página 160 se
estampan las conclusiones de la Federación de Juventudes socialistas. Quisiera que el
señor presidente me permitiese leer tres o cuatro renglones, no más de una docena de
renglones, en todo caso.
Las conclusiones de las Juventudes socialistas son éstas: "Por la bolchevización
del partido socialista. Expulsión del reformismo. Eliminación del centrismo de los
puestos de dirección. Abandono de la II Internacional. Por la transformación de la
estructura del partido escuchad esto en un sentido centralista y con un
aparato ilegal". Esto no se dice en una publicación clandestina; se formula el
propósito de crear un aparato ilegal por una asociación reconocida en un libro que todos
podéis comprar por tres pesetas. "Por la unificación política del proletariado
español en el partido socialista. Por la propaganda antimilitarista. Por la unificación
del movimiento sindical. Por la derrota de la burguesía en la que entráis
vosotros y el triunfo de la revolución bajo la forma de la dictadura
proletaria".. A ver si vosotros, los republicanos de izquierda, estáis dispuestos a
preferir esta o la otra dictadura. (Un señor diputado: "Ninguna".) Pues
por eso os lo digo. "Por la reconstrucción del movimiento obrero nacional sobre la
base de la revolución rusa." Y luego este párrafo: "Las Juventudes socialistas
consideran como jefe e iniciador de este resurgimiento revolucionario al camarada Largo
Caballero, hoy víctima de la reacción, que ve en él su enemigo, más firme".
Este es el tono del movimiento revolucionario que se prepara; esto es lo que se agita
cada vez más áspero, cada vez más hostil, cada vez más seco, bajo estas coaliciones,
más o menos probables, de los socialistas como los republicanos de izquierda, esto: una
dictadura de tipo asiático, ruso, sin el menor resto de aquella emoción sentimental que
alentó en sus principios a los movimientos obreros. Esto es lo que se está preparando en
España; esto es lo que está rugiendo bajo la indiferencia de España (Muy bien), y
en muchas provincias de España donde no hay censura, y en otras donde la hay, se publican
periódicos comunistas y casi todos los domingos se celebran mítines de propaganda
comunista, donde hay puños en alto.
Ante todo esto, todos vosotros estáis distraídos, y, perdóneme el señor
nfinistro de la Gobernación, la censura cree que cumple con su deber, o el Gobierno
delega su deber en la censura, haciéndole que tache noticias como esta del asesinato de
mis dos magníficos camaradas de Sevilla, que sería muestra para impresionamos a todos,
para avisaros a todos de lo que a todos se os va a venir encima. Por eso no reclamo para
estos dos camaradas caídos el simple respeto que reclamaría ante cualquier ciudadano,
por próximo que me fuera, si hubiera sido asesinado en la calle; reclamo vuestra gratitud
y vuestra admiración, porque en medio de la distracción criminal de casi todos, están
hombres humildes en la primera línea de fuego cayendo uno tras otro, muriendo uno tras
otro, para defender a esta España que acaso no merece su sacrificio. (Aplausos.)