logo_jaoc.gif (5520 bytes)busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)

.

RESUMEN DEL DISCURSO PRONUNCIADO EN EL TEATRO PRINCIPAL, DE OVIEDO, EL DIA 26 DE MAYO DE 1935

Afirma que en la revolución de octubre, no venció ni el Estado español, escéptico en su destino y mohoso en sus instrumentos, ni el orden burgués capitalista, al que le falta para poder ser heroico la conciencia de su justicia interior. Venció la vena heroica permanente de España, revelada en sus magníficos soldados y en el temple de aquellos –como tantos de nuestros camaradas– que colaboraron con ellos.

Pero ni los soldados de España ni quienes corrieron su peligro defendían el orden burgués; defendían la permanencia de España, amenazada por el separatismo y por el marxismo internacional, y todo un sentido occidental, cristiano, de la civilización, puesto en peligro por quienes incendiaban la Catedral y la Universidad.

Sin embargo, después del triunfo, los partidos conservadores han querido escamotear el aspecto antinacional de la revolución para insistir en su aspecto antisocial; y así han querido interpretar el resultado victorioso, no como un triunfo de lo nacional contra lo antinacional, sino del orden burgués existente contra un propósito subversivo. Así, en vez de dar satisfacción de justicia a los valores nacionales profundos puestos en peligro, han empezado a cobrarse el botín en forma de política conservadora; con ellos, en vez de remover las justificaciones internas de la revolución, se están suministrando argumentos para la revolución nueva.

Sólo se evitará esto haciendo la revolución voluntariamente, en todo lo que tiene de justo, con lo que imponga de otro modo, se hundirán en el general hundimiento. Hay que evitar que multitudes españolas sigan llevando una vida miserable, algunas habitando bajo tierra, igual que alimañas, como las que hemos visto al venir hacia Oviedo.

La revolución nacional la haremos nosotros, sólo nosotros, camaradas de las camisas azules, y la haremos por un móvil espiritual, que es por lo único que se muere. Los mineros de Asturias, equivocados, pero valerosos, no hicieron la revolución por ellos, que ganan los mejores jornales de España, sino por los trabajadores hambrientos de Andalucía. Nosotros tampoco haremos nuestra revolución para nosotros, sino para España. Ya veréis cómo acaban por entendemos los mismos mineros de octubre, a los que podremos decir: "No empleéis vuestro magnífico coraje para luchas estériles. Haced que os depare, además de la justicia ,y el pan, una Patria digna de vuestros padres y de vuestros hijos".

(Arriba, núm. 11, 30 de mayo de 1935)


Sugerencias, correcciones y aportaciones:
ocja@rumbos.net
busqueda.gif (2428 bytes)indices.gif (2150 bytes)principal.gif (2310 bytes)