La
C.E.D.A. está radiante. Cuando se encuentran dos de la C.E.D.A. en los Cuatro Caminos se
dan un abrazo con palmadas que se oyen en Vallecas. Todo está bien y han tenido un éxito
que tiene verdes a los del Bloque. Son tan irónicos los de la C.E.D.A., que a lo que ha
subido al Poder lo llaman Bloque, y cuando se dice del otro hay que decir "el de
Calvo", y cosas parecidas. La C.E.D.A. ha tenido un formidable éxito. Dentro de lo
que es el cotarro, se ha movido con habilidad y energía. Pero las derechas se hacen
polvo. Unas por estar fuera y otras por estar dentro.
La C.E.D.A., que se ha llevado la mayor parte y es la que tiene organización y
capacidad de maniobra, es de esos partidos en el Poder que cuanto más se encaraman en el
Poder más se deterioran, o, al revés, cuanto más se deterioran más capaces se hacen de
gobernar. Lo que había en la C.E.D.A., a fines del año 33, de reacción nacional
impetuosa y espontánea se ha deshecho. No podía ya la C.E.D.A. remediar uno solo de los
males españoles, porque la C.E.D.A. se halla ya en el mejor de los mundos posibles.
¿Qué le haría falta cambiar ni reformar en un clima moral y político que le resulta
paradisíaco y en unas compañías de diversos partidos que le van resultando
encantadoras?
La C.E.D.A. no está preparada para el Poder. Sus hombres, su espíritu, su estilo, su
temple interior, hasta su misma tónica exterior, son cosa muy floja y mediocre para
grandes responsabilidades.
No puede pasar de los Jiménez Fernández. Y esto no es nada. El Poder le causará
estragos. Como todos los seres inferiores a su misión, tendrá que suplir la autoridad,
la competencia y el temple que le faltan con la habilidad, la complacencia, los favores,
las combinaciones. Podrá ser ¡in Gobierno agradable y tranquilizador para las derechas,
que hallarán delicioso los desayunos leyéndose El Debate y repitiéndose, entre
resoplidos de satisfacción: "¡Esto no es el bienio! ¡Esto es otra cosa,
hija!" Muchos monárquicos pasarán a la C.E.D.A., y así como Gil Robles pretende
modificar la República, ellos tendrán la ilusión de modificar a Gil Robles.'
A la Falange no le molesta el triunfo de la C.E.D.A. Le divierte y le hace pensar que
se irán cumpliendo en España, como en otras naciones, con el intermedio populista, las
etapas fatales.
Gil Robles merecía mejor destino. Es un jefe de partido hábil, enérgico y flexible,
superior, en general, al resto de la C.E.D.A. y de los demás grupos gubernamentales. Para
la C.E.D.A. estaba mejor Calvo Sotelo. Pero éste es el Gil Robles que ha llegado tarde.
Quien se alegra más de todo esto es Azaña. Le
dejan una espléndida jefatura de la oposición, y lo que queda fuera contra el Gobierno
vale la pena, desde su punto de vista.
Va Azaña al mitin de Valencia como unas castañuelas. Cherif está como chiquillo con
zapatos nuevos. No son tontos. Por la izquierda corre una fruición inteligente y
peligrosa.
¿Y ESPAÑA?
España sigue perdiendo en los dos paños. La ilusión nacional no aparece por
ninguna parte. El país sigue hundiéndose en melancolía frente a su destino. España
duerme tristemente sobre su gran historia. ¿Quién la despertará? No la despertarán los
que viven dormidos para el urgente, para el irrenunciable destino.
(Arriba, núm. 8, 9 de mayo de 1935)