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EN MEMORIA DE JOSÉ GARCÍA VARA

Otro glorioso caído. Otro mártir que, como tal, ha sabido ofrendarlo todo, hasta su vida y su sangre, en el altar de la España inmortal.

Otro caído en aras del amor. El supo cumplir una misión sagrada dentro de la Falange Española de las J.0.N.S., y el plomo marxista le cercenó la vida antes de traspasar el umbral de la Patria naciente.

Por luchar por el amor le ha matado el odio. ¡Camarada! Tu sacrificio no será en vano: Todos los que hoy podemos aún saludar ante tu tumba con el brazo en alto, sabemos seguir tu ejemplo magnífico. Todos estamos dispuestos a llegar, como tú, hasta el supremo sacrificio por cumplir nuestra misión. Misión en el neto sentido de la palabra, en el sentido religioso. España, que no es un territorio ni una fantasía hija de calenturientas imaginaciones, sino que es una realidad intangible y suprema; que es el esfuerzo de nuestros hermanos, las hazañas gloriosas de nuestros padres y la sangre fecunda de nuestros abuelos, amenaza hoy morir, cobardemente abandonada. Y somos nosotros, los nacionalsindicalistas, los llamados a correr en su auxilio, en su apoyo, en ayudarla a levantarse. ¡Bendita sea la Falange, si ella nos lleva a morir por España! Tengamos siempre presente que España es "una unidad de destino" en lo futuro y sepamos demostrar, cara al mundo y al sol, con orgullo de españoles, que si somos muchachos de edad, somos, en cambio, hombres para morir y vivir por España en el cumplimiento de un sagrado deber.

Somos jóvenes, Demasiadas veces liemos oído repetirnos con énfasis de superioridad que luchamos así porque nada tenemos que perder. ¿Nada? Los mismos que tal dicen no lo sienten, no lo pueden sentir. Demasiado saben ellos, porque también fueron jóvenes, que vale más un porvenir por hacer que uno ya hecho. Que vale más una ilusión que una realidad.

Yo os aconsejo que cerréis los oídos para esas gentes que ahora, como siempre, se dolerán lastimeramente por la muerte de nuestro camarada, y quizá os aconsejen extremar las represalias. Yo os pido que les demostréis con vuestra conducta cómo sabemos nosotros sufrirlo todo, recogiendo de entre la sangre de nuestro hermano su animoso espíritu –de esa sangre que vuelve a ser el abono fecundo en el suelo de España para la futura cosecha– para seguir imperturbables nuestra ruta.

Quizá os digan, en tono de insufrible superioridad, que no debéis permanecer en nuestras filas, que hagáis caso a su consejo "de hombres" y os dejéis de "locuras". Replicadles que los hombres no se miden por la estatura ni por las palabras: que los hombres se miden y se ven en el terreno de los hechos, de la acción, que es nuestro terreno. Y si es verdad que somos locos, ¡bendita locura la de este amor, que nos lleva a entregar a la Patria lo más precioso que nos dio: nuestra sangre!

Hacerles ver, clara y rotundamente, cómo son los responsables directos de la muerte de nuestros camaradas con su egoísmo, con su incapacidad y con su cobardía; que el problema de vida o muerte que tiene España planteado no se resuelve con palabras; que mientras ellos en sus casas, o en los cafés, "arreglan" a España, estamos nosotros en estas calles españolas, que parecen destinadas a ser siempre regadas por la sangre de sus hijos, cruel y cobardemente asesinados por el solo delito de tener corazón, de tener de sobra todo el corazón que a ellos les falta, y que, en último término, preferimos morir todos, del primero al último, antes de seguir encenagados en el oprobio y la vergüenza.

Otra vez nos vemos precisados a rendir el póstumo homenaje al camarada caído. Vil y cobarde, mal nacido el que ahora se retrase de la primera fila; ese no es digno de llamarse camarada del muerto en esta hermandad suprema de la Falange.

Otra vez las Falanges. ¡Firmes! Todos en las filas de choque, en la vanguardia, ahora más que nunca y como siempre. Hay ya uno más entre los mártires de España. José García Vara: Todos a una, ¡Presente! ¡Arriba España!

(Arriba, núm. 4, 11 de abril de 1935)


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