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LO NACIONAL Y LO BURGUES Esto es lo más tremendo. Ya a los pocos días de la revolución
de octubre el más autorizado de los nuestros advirtió el peligro; se adivinaba cómo el
carácter antinacional de la intentona iba a ir oscureciéndose, gracias a las
derechas gobernantes, bajo la interpretación absorbente de su sentido antiburgués. Como
complemento de tal deformación, era de prever que a la victoria magnífica de nuestro
Ejército sobre la revuelta se la presentase, no como triunfo del genio nacional contra lo
antínacional (separatismo y marxismo antinacionalista), sino como triunfo del orden
burgués contra lo antiburgués (subversión proletaria). Así ha sido. Lo más
terriblemente grave de la madrugada del 7 de octubre, el alzamiento separatista de la
Generalidad, apenas es recordado por nadie (como si pudiera olvidar, quien los escuchó
por la "radio", aquellos gritos de pesadilla: ¡Catalanes, a las armas, a las
armas!).
En cambio, todos los focos de la crítica se han concentrado sobre la faceta de
rebelión social presentada en Asturias. Y todas las medidas que piden, aunque sin éxito,
las "gentes de orden", van encaminadas a evitar la reproducción de alzamientos
proletarios.
¿Será que el sentido de la Patria se halla totalmente embotado en las frígidas
gentes de Acción Popular? Todo puede ocurrir cuando se educa a una generación en el
horripilante cultivo de la técnica y de la cautela. Pero hay otra cosa debajo: las miras
electorales. Los jerarcas de la C.E. D. A. saben bien que los arrebatos de patriotismo son
esporádicos, mientras que el afán conservador es permanente. Las masas electorales de la
C.E.D.A., por lo común bien avenidas con su posición económica, perdonan la debilidad
de un separatista, pero no perdonan fácilmente la que se tuviera con quien les amenazó
en su bienestar.
Los votos importan más que los afectos.
LOS SOCIALISTAS
Si no quedaran reservas de estupor, nos hubiera
asombrado la presencia en Palacio de la Esquerra catalana y de los socialistas para
evacuar consultas. Cuando la causa de la crisis ha sido, según palabras autorizadas, una
discrepancia en el modo de entender cómo debe líquidarse la revolución de octubre, es
decir, cuando se declara que la revolución de octubre está sin liquidar, ¿qué
espíritu no contaminado por lo que se llama la política será capaz de entender esto de
que la Esquerra y los socialistas, aún no reintegrados a la ley, acudan a Palacio?
Pero aún es más asombroso el cinismo de la nota socialista explicando los términos
de la contestación dada al presidente. Los socialistas, cuya actuación en octubre es
bien conocida, tienen la audacia de lanzar sobre el resto de los españoles la acusación
de violencia y de crueldad y de afirmar que el socialismo no se ha salido de la ley.
Acostumbrados los leaders marxistas al juqoso oficio de embaucar a sus masas,
juzgan, sin duda, la rueda de molino alimento normal para los estómagos españoles.
Aparte el cinismo de la nota, ¿es explicable, en términos de moral corriente, que un
partido compagine su acatamiento externo a las instituciones con la diaria actitud de
amenaza y de provocación en que vive el partido socialista? Por que sus centros estarán
oficialmente clausurados y su Prensa oficialmente suspendida; pero nadie desconoce la
abundancia y el tono del material impreso que los socialistas lanzan a diario, sin
cuidarse mucho siquiera de darle una apariencia de clandestinidad.
(Arriba, núm. 3, 4 de abril de 1935) |
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