Muchas veces habéis visto propagandistas de diversos partidos;
todos os dirán que tienen razón frente a los otros, pero ninguno os habla de la que
tiene razón por encima de todos: de España.
Todo lo que habéis oído de España eran conclusiones pesimistas: estábamos
atrasados, y casi muertos. Pues bien: eso es mentira. Sabed que ahora, cuando el mundo se
encuentra sin salida, asfixiado por esos adelantos con que se nos humilla, España es la
qué vuelve a tener razón contra todos.
Mientras otros pueblos p a d e c e n la angustia de no tener ya nada que hacer, España
tiene por delante tarea para cuarenta millones de españoles, que han de llegar a existir,
durante ochenta años.
Pero para realizar la tarea, España ha de estar unida. Nada de partidos; nada de
derechas ni de izquierdas. Unas y otras miran el interés patrio desde su propio interés.
Nada tampoco de socialismo, que también es ya un partido político, partido de clase, al
que interesa la represalia de una clase contra la otra, no la justicia social y el reparto
de derechos y de sacrificios.
Esto sólo lo queremos nosotros. Cuando triunfemos, los que más tienen serán los que
más se sacrifiquen; pero no se les impondrá el sacrificio por el rencor, sino por
solidaridad humana y entrañable con los que han nacido en nuestra misma Patria. ¡Y os
dirán que somos señoritos! Si fuéramos señoritos en el mal sentido que se quiere dar a
la palabra, nos interesaría conservar nuestros privilegios, no defender un régimen que
nos los limita. Pero queremos que todos trabajen y que los sacrificios se sobrelleven
entre todos, porque todos los sacrificios están bien pagados con la alegría y con la
gloria de servir a España.
(La Nación, 21 de mayo de 1934)