F.E. DE LAS J.0.N.S., A
ESPAÑA
Otra vez, como tantas en los últimos tiempos, vuelven a ponerse en azar los destinos
de España. Se dijera que pesa sobre nuestra Patria la maldición de no llegar a ser una
realidad, siempre en período de borrador inseguro.
Cada vez que ha parecido entreverse el resurgimiento de una común aspiración
nacional, pronto lo ha frustrado la pugna de unos partidos contra otros. La última vez
fue el 14 de abril de hace tres años; entonces, a costa de la pérdida lamentada
por muchos de una institución milenaria, pareció levantarse a los ojos de casi
todos una coyuntura de alegre esperanza colectiva. El movimiento del 14 de abril era, en
apariencia, portador de las dos cosas que España necesita apremiantemente: un optimismo
nacional integrador de todos en la fe de un mismo destino, y una justicia social
rectificadora de las condiciones inhumanas de vida en que vegeta gran parte de nuestras
gentes proletarias.
Pronto se apartaron los Gobiernos del primero de esos principios. Lo que pudo ser un
régimen nacional se convirtió en régimen de secta, inhospitalario y rencoroso. Y apenas
terminada esa época, cuando el Gobierno Lerroux y las derechas que le asistían
anunciaban poner fin a la política de secta, no hicieron otra cosa que frustrar del todo
el otro punto esencial de la República: el de la justicia social. La República en manos
del Gobierno Lerroux vino a convertirse en un régimen burgués idéntico al que imperaba
en 1921.
Ha sido inútil que la Falange Española de las J.0.N.S. alzara su voz reiteradamente
contra un sistema político que juega con la Patria en una contradanza alternativa de
derechas e izquierdas. Ha sido inútil repetir que el destino y el interés patrios son
siempre los mismos y no pueden mirarse desde la derecha ni desde la izquierda, sino en
toda su integridad. Pese a tales predicaciones, los partidos de izquierda se han esforzado
en calumniamos, presentándonos, a sabiendas de que mentían, como defensores de un
sistema capitalista que consideramos detestable, y las gentes de derecha han preferido
agruparse alrededor de los jefes que presentaban programas más cómodos, aunque
sacrificasen a la comodidad de tales programas toda emoción juvenil, española y
profunda.
Como de costumbre, los que han querido ser más listos se han acreditado de
insuperablemente torpes. Gracias a la sabiduría política, al juego parlamentario y a
todas esas cosas en que aún tienen algunos puesta su fe, se encuentra España en una de
las situaciones más confusas que se recuerdan: en la situación paradójica de que la
fuerza material suficiente para cohibir incluso a los primeros poderes del Estado, se
halle en manos de quienes disponen de una mínima representación parlamentaria, mientras
detrás de la mayoría parlamentaria y de los partidos mejor dotados de medios para ganar
elecciones y organizar paradas espectaculares, no hay sino debilidad y falta de fe.
Falange Española de las J.0.N.S. no tiene nada que hacer directamente en este caos
donde ha metido a España la descomposición, cada vez más hedionda, de un sistema
político agonizante. Pero quiere, para salvar su responsabilidad y segura de que aún no
se ha perdido todo, dirigirse al pueblo de España con su desesperado llamamiento: ¡Españoles!
Basta de Parlamento y de política oscura. Basta de izquierdas y de derechas. Basta de
egoísmos capitalistas y de indisciplina proletaria. Ya es hora de que España, unida,
fuerte y rebelta, recobre el timón de sus grandes destinos. Eso quiere y para
eso os llama a todos la Falange Española de las J.0.N.S. Estudiantes, campesinos,
trabajadores, labradores, gentes mozas de cuerpo y de espíritu: desdeñad los
llamamientos que os lanzan, desde un lado, el odio, y desde otro lado, el egoísmo
y la pereza, y agrupaos bajo nuestra bandera, que es la bandera libertadora de la
revolución nacionalsindicalista.
(F.E., núm. 12, 26 de abrii de 1934)