(Discurso pronunciado
en el Parlamento el 20 de febrero de 1934)
El señor PRIMO DE RIVERA:
En España, con esto del fascismo, están pasando las cosas más extraordinarias; tan
pronto los menos combativos colaboradores de la Prensa conservadora nos aconsejan el
cultivo del asesinato, como los diputados de extrema izquierda nos recomiendan que nos
atengamos a la ortodoxia. El señor González López, compañero y amigo mío desde hace
muchos años, trata de abrumarme con los textos de Hitler, y precisamente si nosotros nos
atuviéramos en todo a los textos de Hitler es cuando nos dirían que nuestro movimiento,
de entraña genuinamente española, era un movimiento importado. Pero, aparte de que mi
jefe político directo, a pesar de contar con toda mi admiración, no es el canciller
Hitler, yo he de decir al señor González López que en la actitud sostenida por mí
aquí hace unos días, no en la que ahora me atribuye amablemente, no había la más
pequeña heterodoxia. En las palabras que no pronunció no hubo, ni por asomo, nada que
propugnase la pluralidad de Asociaciones o la representación proporcional, y en el Diario
de Sesiones consta. Pues, una de dos, o S.S. supone que ese propósito de hacer el
juego a tal o cual movimiento quedó fuera de mis palabras... (Varios señores
diputados: "No se oye. Diríjase S.S. a la Cámara".) Decía que o el señor
González López y me dirigía a él por ser quien me interrumpía supone que
esa intención a la que yo procuraba servir se quedó fuera de mis palabras, en un ámbito
lejano, en el cual no puede nadie entrar ni yo aceptar discusión, o el señor González
López hacía la crítica de mis palabras, que es a lo único que tiene derecho y lo
único que yo debo defender, y entonces, ateniéndose a mis palabras, veréis que en nada
de lo dicho en esta Cámara se aconseja la conveniencia de la pluralidad de Asociaciones
ni se propugna la representación proporcional.
El señor González López, compañero mío, repito, desde los tiempos de la
Universidad, lo fue también en la Junta de Gobierno de la entonces llamada Asociación
Oficial de Estudiantes de Derecho, y la tesis de aquella Asociación, la que nosotros
sostuvimos con bastante tenacidad, fue cabalmente la de que los estudiantes integraban una
entidad de carácter corporativo, de carácter profesional, y que sólo en su
consideración de tales, para los efectos de representación corporativa y profesional,
deberían agruparse. Esa tesis sostuve yo entonces, y esa tesis defendí aun con mis
actos; pero no hay la más pequeña contradicción con esa tesis en la crítica que el
otro día hice de la actuación de la F.U.E., porque precisamente lo que echaba en cara a
la F.U.E. es que se hubiera apartado de aquellas normas de los primeros tiempos y hubiera
introducido la política en la Universidad.
Recordarán los señores diputados que para evitar un terreno resbaladizo no quise
hablar de los tiempos de la Dictadura; me limité a los últimos, y, con textos en la
mano, demostré que la Asociación Profesional de Estudiantes de Medicina, integrante de
la F.U.E., había proscrito, por ejemplo, a los estudiantes de ideas fascistas, penetrando
en un ámbito políticoespiritual, en el que la F.U.E., de mantenerse en los
linderos de su carácter profesional estricto, no podía entrar de ninguna manera.
Cabalmente por eso, por haberse apartado de la tesis considerada siempre mejor, es por lo
que yo censuraba a la F.U.E. y decía que al hecho de haber introducido en la Universidad
la política y de haber producido una verdadera exasperación entre los estudiantes de
determinadas tendencias, se debían los sucesos de San Carlos. Y añadía que no sólo
había provocado una discordia espiritual, sino que incluso había acudido la primera a
los procedimientos violentos; porque si el señor González sostiene que los estudiantes
fascistas fueron los primeros que dispararon en la Universidad... (El señor González
López: "Los tradicionalistas".) ¿Los tradicionalistas? ¡Ah! Entonces no
tengo por qué defenderlos, ya que tienen unos voceros admirables; pero puedo asegurar a
S.S. que en el asalto de San Carlos asalto puramente ruidoso, que hubiera terminado
en la destrucción de unas carpetas y unas sillas los primeros que dispararon fueron
los que estaban dentro. Los escolares asaltantes sean de la tendencia que se les
quiera dar dispararon en un momento de choque, cara a cara y limpiamente, lo cual
podría parecerme discutible; pero encuentro mucho más vituperable que, aunque sea fuera
de la Universidad, y valiéndose de pistoleros de alquiler, se esté constantemente
asesinando a estudiantes por el hecho de considerarlos fascistas. (Muy bien.)