SUPERVIVENCIAS (El Parlamento visto de perfil.)
El señor Martínez de Velasco fue, según cuentan, subsecretario de algo con el señor
García Prieto en un Ministerio monárquico que aseguran gobernó hasta el 14
de abril de 1931 a la puesta del sol. Contra lo que han contado algunos informados
deficientemente, el señor García Prieto no murió el 13 de septiembre de 1923; había
perecido en 1888 exactamente, en el incendio de un teatro de alguna ciudad
gallega, donde se celebraba una función infantil. No obstante, era ministro de algo en
1931, y el señor Martínez de Velasco, subsecretario del mismo departamento.
En 1931 se derrumbó el régimen en cuyo servicio había militado el señor Martínez
de Velasco. Muchos creyeron que así se truncaba una brillante carrera política, en la
que tantas esperanzas tenía la Patria puestas. Triunfante la República, desaparecía
toda la posibilidad de que llegara, por ejemplo, a ser ministro persona tan señalada en
el régimen anterior como el señor Martínez de Velasco.
Pero ya ven ustedes lo que son las cosas: este señor, no sólo puede ser ahora, más
que antes, ministro de lo que le venga en gana, sino que proporciona ministros a los
demás. Vence reyes moros y engendra quien los venza.
Es disculpable que, ante tales paradojas, el señor Martínez de Velasco tenga un poco
descompuesta la lógica de su interior. Así, hace unos días, después de impugnar con
muy buenas razones una proposición del Gobierno, después de convencer a toda la Cámara
de que el Gobierno desacertaba, anunció: "No obstante, esta minoría votará con el
Gobierno".
Horas después, el señor Martínez de Velasco se iba a jugar al tresillo a casa del
general Narváez, donde parece que se oyó decir cosas ingeniosísimas a don Juan Eugenio
Hartzenbusch.
AGUA Y AZUCARILLOS
Los ujieres del Congreso, justamente
encolerizados contra el sinnúmero de oradores que les ha tocado en suerte oír, obligan a
cada nuevo orador a beberse un líquido sospechoso, castaño de color.
Dicen que es agua con azucarillo, pero no es verdad. Es la venganza de los ujieres.
Ahora que los ujieres, sin saberlo, mantienen viva, con este intento de venganza, la
fuente inextinguible de la elocuencia.
Se ha comprobado, en efecto, que nunca se tira el agua color de chocolate que sobra en
esos vasos.
Encima de lo que queda se echa más agua y se mete un nuevo azucarillo. Así perdura
una solera tradicional que es como el filtro de la elocuencia en Cortes. Al poner los
labios en el mismo borde, van transmitiéndose de unos oradores a otros los secretos de la
mejor escuela. Nada impide que el vaso donde bebió Vázquez de Mella pase un día por los
labios del señor Lamamié de Clairac.
EL LUSTRO MENOS PENSADO
Todos ruegan, preguntan e interpelan incansablemente al ministro de la
Gobernación. Pero lo hacen con esa ternura que se guarda para los enfermos graves. El
pobre señor ministro está a punto de dejar de ser ministro: así lo viene anunciando
desde noviembre; ¿para qué amargarle, pues, los últimos días?
Por otra parte, el señor ministro es muy simpático y muy discreto. Todos le tienen
ley. Pero, sobre todo, esa inminencia de su dimisión...
Y así, el señor Rico Avello va prolongando sus días, mimado por todos. También hay
enfermos graves que se las arreglan para mantener viva, años y años, la inminencia de su
muerte, y prolongan así una grata vida de solicitudes. Cuando murió uno de esos enfermos
fue cuando se dijo: "Por fin ha muerto don Fulano de Tal". Para el señor Rico
Avello habremos de inventar otra: "Parece confirmarse que el lustro menos pensado
dimitirá el ministro de la Gobernación".
(F.E., núm. 3, 18 de enero de 1934) |