(Discurso pronunciado en el
Parlamento el 4 de enero de 1934)
El señor PRIMO DE RIVERA:
Este diputado, que no pertenece a ninguna minoría, se cree, por lo mismo, con voz más
libre para recabar para sí, y se atrevería a pensar que para todos, esta fiducia: la de
cuando nosotros empleamos el nombre de España, y conste que yo no me he unido a ningún
grito, hay algo dentro de nosotros que se mueve muy por encima del deseo de agraviar a un
régimen y muy por encima del deseo de agraviar a una tierra tan noble, tan grande, tan
ilustre y tan querida como la tierra de Cataluña. Yo quisiera que el señor presidente y
quisiera que la Cámara separase, si es que admite que alguien faltó a eso, a los que,
cuando pasamos por esa coyuntura, pensamos como siempre, sin reservas mentales, en España
y nada más que en España; porque España es más que una forma constitucional; porque
España es más que una circunstancia histórica; porque España no puede ser nunca nada
que se oponga al conjunto de sus tierras y cada una de esas tierras.
Yo me alegro, en medio de todo ese desorden, de que se haya planteado de soslayo el
problema de Cataluña, para que no pase de hoy el afirmar que si alguien está de acuerdo
conmigo, en la Cámara o fuera de la Cámara, ha de sentir que Cataluña, la tierra de
Cataluña, tiene que ser tratada desde ahora y para siempre con un amor, con una
consideración, con un entendimiento que no recibió en todas las discusiones. Porque
cuando en esta misma Cámara y cuando fuera de esta Cámara se planteó en diversas
ocasiones el problema de la unidad de España, se mezcló con la noble defensa de la
unidad de España una serie de pequeños agravios a Cataluña, una serie de exasperaciones
en lo menor, que no eran otra cosa que un separatismo fomentado desde este lado del Ebro.
Nosotros amamos a Cataluña por española, y porque amamos a Cataluña la queremos más
española cada vez, como al país vasco, como a las demás regiones. Simplemente por eso
porque nosotros entendemos que una nación no es meramente el atractivo de la tierra
donde nacimos, no es esa emoción directa y sentimental que sentimos todos en la
proximidad de nuestro terruño, sino, que una nación es una unidad en lo universal, es
el grado a que se remonta un pueblo cuando cumple un destino universal en la Historia. Por
eso, porque España cumplió sus destinos universales cuando estuvieron juntos todos sus
pueblos, porque España fue nación hacia fuera, que es como se es de veras nación,
cuando los almirantes vascos recorrían los mares del mundo en las naves de Castilla,
cuando los catalanes admirables conquistaban el Mediterráneo unidos en naves de Aragón,
porque nosotros entendemos eso así, queremos que todos los pueblos de España sientan, no
ya el patriotismo elemental con que nos tira la tierra, sino el patriotismo' de la
misión, el patriotismo de lo trascendental, el patriotismo de la gran España.
Yo aseguro al señor presidente, yo aseguro a la Cámara, que creo que todos pensamos
sólo en esa España grande cuando la vitoreamos o cuando la echamos de menos en algunas
conmemoraciones. Si alguien hubiese gritado muera Cataluña, no sólo hubiera cometido una
tremenda incorrección, sino que hubiera cometido un crimen contra España, y no sería
digno de sentarse nunca entre españoles. Todos los que sienten a España dicen viva
Cataluña y vivan todas las tierras hermanas en esta admirable misión, indestructible y
gloriosa, que nos legaron varios siglos de esfuerzo con el nombre de España.
(Aplausos.)