Con
el rumor de la faena,
ritmo febril de mi taller,
formo el latido de la vida
a una nación que vuelve a ser.
Tiendo
la vela de aventura,
que hay otro mundo que encontrar;
siembro la flor junto a la espiga
y se hacen versos en mi hogar.
Soy
nacionalsindicalista,
creo en las leyes del amor.
¡Basta de obrero envenenado
y de patrón explotador!
Soy
la Falange del trabajo,
para que el bien triunfe del mal;
soy la alegría y la justicia,
y soy la España imperial.