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INSTRUCCIONES A TODAS LAS JEFATURAS TERRITORIALES, PROVINCIALES Y DE LAS J.O.N.S.

ANTE LAS CIRCUNSTANCIAS POLÍTICAS

El resultado de la contienda electoral no debe, ni mucho menos, desalentarnos. La Falange luchaba simplemente, como ya sabéis todos, para aprovechar la magnífica ocasión de propaganda y ejercicios que se le ofrecía. No esperaba obtener puesto alguno, inasequible con una ley electoral que sólo los asigna a las dos candidaturas más fuertes; pero le urgía señalar con una clara actitud de independencia su falta de todo compromiso, y aun de toda semejanza, con los partidos de derecha. Esta finalidad ha sido conseguida con creces; nuestras candidaturas han sido perseguidas; no pocos votos nos han sido robados; hasta última hora se han puesto en circulación, de mala fe, rumores de retirada; pero, a costa de tales adversidades, hemos podido afirmar, con más limpidez que nunca, la línea inconfundible nacionalsindicalista. anticapitalista y revolucionaria de nuestro Movimiento. Planteada prácticamente la lucha entre derechas e izquierdas, su resultado nos era extraño. Dos años de Gobierno y Parlamento derechista habían demostrado la absoluta esterilidad de tal sector. Las derechas, como tales, no pueden llevar a cabo ninguna obra nacional, porque se obstinan en oponerse a toda reforma económica, y con singular empeño a la Reforma agraria. No habrá nación mientras la mayor parte del pueblo viva encharcada en la miseria y en la ignorancia, y las derechas, por propio interés, favorecen la continuación de este estado de cosas. En cambio, las izquierdas, hoy reinstaladas en el Poder, cuentan con mucho mayor desembarazo para acometer reformas audaces. Sólo falta saber si sabrán afirmar enérgicamente su carácter nacional o si se zafarán a tiempo de las mediatizaciones marxistas y separatistas. Como esto se logre, como el brío revolucionario de lo social se una al mantenimiento de una alta temperatura espiritual española, acaso el periodo de Gobierno de izquierdas se señale como venturoso para nuestra Patria. Son muchas las dificultades, y, por consecuencia, los riesgos del fracaso; pero mientras las fuerzas gobernantes no defrauden el margen de confianza que puede depositarse en ellas, no hay razón alguna para que la Falange se deje ganar por el descontento.

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Una de las consecuencias más previsibles de la nueva situación política es la llegada en masa a nuestras filas de personas procedentes de otros partidos, señaladamente de los de derecha. Este incremento, por una parte apetecible, nos pone en peligro de deformación si permitimos que los nuevos núcleos formados en doctrina y estilo bien diferentes a los nuestros, aneguen nuestros cuadros. Todos los jefes territoriales, provinciales y de las J.0.N.S. cuidarán, ahora más que nunca, de mantener la línea ideológica y política del Movimiento, en forma de impedir a todo trance su confusión con los grupos de derecha.

Para precisión del criterio contenido en los anteriores párrafos, se formulan las siguientes instrucciones concretas:

1º.- Los jefes cuidarán de que por nadie se adopte actitud alguna de hostilidad hacia el nuevo Gobierno ni de solidaridad con las fuerzas derechistas derrotadas. Nuestros centros seguirán presentando el aspecto sereno y alegre de los días normales.

2º.- Nuestros militantes desoirán terminantemente todo requerimiento para tomar parte en conspiraciones, proyectos de golpe de Estado, alianzas de fuerzas de orden y demás cosas de análoga naturaleza.

3º.- Se evitará todo incidente; para lo cual, nuestros militantes se abstendrán en estos días de toda exhibición innecesaria. Ninguno deberá considerarse obligado a hacer frente a manifestaciones extremistas. Claro está que si alguna de éstas intentara el asalto de nuestros centros o la agresión a nuestros camaradas, unos y otros estarían en la obligación estricta de defenderse con la eficacia y energía que exige el honor de la Falange.

4º.- A los que soliciten el ingreso en nuestras filas y se hallen en situación económica acomodada, se les deberá exigir una cuota de incorporación no inferior a quince pesetas;

5º.- De ninguna manera se conferirán puestos de mando a los afiliados de nuevo ingreso, en tanto no lleven, por lo menos, cuatro meses en la Falange y hayan acreditado suficientemente completa compenetración con su estilo y doctrina.

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De momento, no hay más advertencias que formular. La consigna para todos puede ser ésta: serenidad, confianza en el mando y fe inquebrantable en los destinos de nuestro Movimiento. ¡Arriba España!

Madrid, 21 de febrero de 1936.–El jefe nacional, José Antonio Primo de Rivera.


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